Me levanto antes de que las lágrimas abandonen mis ojos, eso me pasa por meterme en líos que no me convienen: Jonás Serrano no me conviene, ni a nadie. No miro atrás cuando grita mi nombre, no hago caso porque siempre caigo en sus redes. Me gusta demasiado y me reprendo por ello. Abro la puerta y ni siquiera la cierro, bajo los primeros cuatro escalones, pero tropiezo como siempre y unos brazos me atrapan la cintura para evitar caer de bruces contra el pavimento de la acera.
— ¿Por qué coño nunca obedeces? – Murmura con los dientes apretados en mi oído pegando su pecho a mi espalda — ¿Qué te cuesta darme tiempo? – Bufa — Yo no soy igual que todos los chicos Leila, solo he tenido una novia en mi vida y… no funcionó – Regina llega a mi mente.
— ¡Sin embargo te acuestas con ella cuando puedes! ¿Cierto? – me gira entre sus brazos y su rostro es de pura confusión.
— Te vi con Regina el otro día
—¡Vaya, vaya, vaya! ¿Miren quien se encuentra por aquí? – ella lo mira con odio ¿o es rencor?—¡Lárgate de aquí Dakota! – dice Jonás en un gruñido, su abrazo se intensifica y siento que se tensa.—¿Por qué, tienes miedo que se entere de la verdad? – dice ella insolente, pero antes de que diga algo, Jonás interviene.—¡No vayas por ahí morena, deja las cosas como están y sigue adelante! – ahora si estoy perdida.—¡Pues no! – Dice dando un paso adelante y la sonrisa de Jonás se vuelve casi demoníaca —Ella tiene que saber qué clase de hijo de puta eres – se carcajea, evidentemente riendo de ella —¡apártate de él Leila, te va a destrozar co
—¡Leila! – dice en un gemido seguido de un sollozo.—¡Dakota! – digo sin mirar atrás. Arrastrando tras de mí a mí no-novio-ligón.No sé cómo llevar esta situación, pero no pienso perderme el hecho de que le gusto, me duele el pecho y necesito llorar, llorar mucho. Él se deja hacer, parece que le divierte la situación.—Muñeca, todos nos miran – dice resoplando una sonrisa, gruño enojada —¿acabas de gruñir? – su voz es suave, pero suena divertido ¡voy a golpearlo!—¿De qué coño te ríes? – levanta las manos ante mi cara de pocos amigos.—¡Tranquila, perdona! – Trata de esconder la sonrisa y avanzo hacia él con los ojos ent
La Dra., advierte mi desestabilidad y anota en su tableta algunas cosas a toda velocidad, no puedo dejar de pensar en todo lo que ha ocurrido. El éxtasis, Jonás preocupándose por mi, pero dejando claro que no somos nada, mi corazón rompiéndose, su inestabilidad, mis padres… todo viene a mi cabeza, Regina, las seis chicas, Marshall y sobre todo… Dakota, ella se acostó con él y me lo ocultó deliberada mente. Todo esto me preocupa y me confunde a partes iguales, soy un manojo de emociones descontroladas y eso… me hace infeliz.Channel tiene la cabeza ladeada junto a una expresión clara de interrogación ante mi diatriba ¡oh por favor, que no lo haya dicho en voz alta! Ella nota mi expresión de terror ante lo que acaba de suceder y sonríe con ternura.— ¡Yo… yo no, ay Dios! – cubro mi cara y las lágr
Espero que Leila salga de la consulta, me encuentro recostado a la pared que se está justo al lado de la puerta de la oficina de Channel, ella también fue mi terapeuta por más de año y medio, justo cuando me encontraba en medio de la desgracia que era mi vida, con toda la mierda que se me vino encima. Le agradezco su ayuda, de otro modo habría vuelto a la cárcel y después de haber pasado seis meses allí; hoy no estoy dispuesto a regresar, llevo un año sobrio y sin golpear a nadie. Sigo enojado porque no me merecía lo que me hicieron y a pesar de que en ese momento hice lo que debía hacer, mandando al hospital a George y destruyendo la casa de los padres de Nannette, no he conseguido la paz que necesito, aun sueño con ella, con sus manos ensangrentadas, pidiendo mi ayuda, pero yo estaba tan borracho que ni siquiera pude ponerme en pie. De hecho aún no abro el puto sobre que me dejó para
—¿Diga? – Contesto y escucho la retahíla al otro lado de la línea —¡Andy, bonita cálmate! – me fij en la cara de Leila y ruedo los ojos. Pongo el aparato en alta voz.—¡Está bien, disculpe jefe! – la Muñeca mira de reojo y veo que se ruboriza. Sonrío.—¡Bien Nena! ¿Qué sucede? – pregunto adoptando un tono profesional.—Tengo a Brennan sosteniendo a un sujeto que grita obscenidades en el rellano del club llamándolo – suspiro, no tengo idea de que loco será.—¡Voy para allá! – me encuentro cerca.Bajo al estacionamiento y me ubico frente a la entrada, salgo del auto bordeándolo y abro la puerta del coupé para que mi preciosa acompañante salga,
—¡Bloquéalo Jackie por favor! No quiero saber de él ¡es un grosero de mierda! – le digo a mi amiga después que le respondió el último mensaje a mi parecer.—¿Estás segura de que eso es lo que quieres? – pregunta mi Tontín insolente y yo ruedo los ojos.—¡Sí Tontín, que se joda! – Dije malhumorada tratando de leer la maldita novela que nos asignaron en Literatura —Después de esta tarde, tendrá suerte si le hablo… el sábado – lanza un silbido.—¿Sí que estás molesta, eh? – ahora su tono se escucha preocupado.No digo nada más, necesitamos analizar Orgullo y Perjuicio para la próxima clase y deseo concentrarme para no reprobar. Aunque tengo excelentes notas, no quier
Al día siguiente desperté temprano con una sensación diferente en el cuerpo, Jonás Serrano me declaró su interés – o eso creo – anoche aun cuando está castigado, vino y no se fue hasta que lo perdoné y reanudamos nuestro… no sé qué, ya que ignoro como llamarlo. Por los momentos debo pensar en cómo lograr pasar la noche fuera de la casa este sábado. Tendré que decirles a mis padres que habrá noche de chicas en casa de Alice y hablar con ellas para que lo afirmen. James también se ofreció a ser mi coartada cuando le comenté la última vez que nos vimos. Solo espero que no me descubran porque mi padre pondrá el grito al cielo si sabe que pasaré la noche con el chico más sexy y mujeriego de la universidad. Sonrío.Ya lista para salir con un vaquero azul, una blusa de seda y tacones, tomo mi abrigo
Ahí viene el imbécil, me abalanzo sobre él y lo tiro por las solapas de su caro traje hecho a medida, lo sorprendo ¡eso es idiota! Deja a mi chica en paz. No voy a golpearlo, eso me dejaría en mal con Leila, pero si lo voy a zarandear un poco lanzándolo contra la pared de piedra caliza del edificio. Queda sin aliento, pero se levanta y sonríe.—¡Hola a ti también Jon! – aguzo la mirada mientras se acomoda el traje y recoge uno de los gemelos que suntuosamente es más costoso que mi chaqueta deportiva.—¡Ni siquiera he hablado, maricón con traje caro! – bufo.—¿Ah no? – dice con una sonrisa en los labios ¡Uhg! —¿pensé que era tu forma de saludar? Por lo de las luchas, ya sabes – una vez acicalado su sonrisa se borra —¿qué