Se ve asustada, nerviosa ¡y va en pijama! ¿Qué coño hace en pijama en la casa del Tontón? Creo que este tío y yo tenemos que hablar, me cae bien y me agrada que la proteja hasta de mí pero… ¿Qué ande por ahí en pijama? Respiro profundo para calmarme y preguntarle como una persona civilizada, no quiero asustarla más de lo que está. No me aparto de la ventana y la veo casi adherida a la puerta cerrada a su espalda sopesando la posibilidad de quedarse o salir de la habitación, casi puedo escuchar como chirrean los engranes de su preciosa cabecita calculando el momento exacto para echar a correr lejos de mí. Se lo agradecería mucho. De ese modo me ahorraría la difícil tarea de tener que alejarme, ya que veo: es casi imposible.
— ¡Ho… hola! – pronuncia casi inaudiblemente.
— ¡H
¡Maldita sea! No me contengo. Introduzco la lengua en su boca y ahora soy yo quien gime de gusto por su delicioso sabor a menta, degusto descaradamente su paladar y sus mejillas para luego abrazar mi lengua con la suya y paladear el líquido que fluye cuando sus glándulas salivales se activan con la invasión. Tira de mi cabello y tengo que hacer acopio de todo mi autocontrol, primero para no correrme y luego para no lanzarme sobre ella y hacerla mía aquí mismo. Se arquea hacia mí y grita en mi boca ¡maldita sea va a correrse solo con besarla! Continúo saboreándola más urgido, más necesitado. Si voy a irme al infierno que sea con todo el gusto. Bajo la mano derecha hacia su cintura y la izquierda en la nuca. No pretendía tocarla, pero ella ejerce presión para que lo haga. Me arrodillo sobre la cama y me siento sobre los talones aun con las botas puestas y sin interrumpir el beso la siento a
Ricitos me observa desconfiado y me vuelvo hacia él para mirarlo a los ojos.—¿Qué? – Arruga las cejas —¡Vamos Charles! ¿No creerás que voy a follar con ella en tu cama, no? – se sorprende y Leila ahoga un grito.—¡Hey tío te pasas! – no me paso, él me acusó primero.Pero como soy un degenerado sonrío, no pienso irme a ninguna parte ahora, quiero estar con ella aquí ya que se encuentra tan accesible.—No te hagas el tonto, me miraste como si lo hubiese estado haciendo – el baja la vista y niega sonriendo.—¡Jonás, por favor nadie te está acusando de nada! – volteo a verla, continúa con la cara colorada.—Tú lo ves con ojos de… amor Mu&nti
Ella se incorpora un poco, se ve tensa y aun así sonríe ruborizada, como si hubiese dicho algo indebido y baja la vista. Subo de nuevo su rostro para que me vea a los ojos.—¡No Muñeca, desconozco el tema! – Ladea la cabeza interrogante —No hablo con “las chicas” – subrayo —porque no me interesa hablar cuando me encuentro en la… cama con ellas, no entablo conversaciones con nadie del sexo opuesto, salvo contigo y… - lo pienso un poco —mi madre, porque no me interesa – no miento, no voy a mentir y menos a ella.—¿Por… por qué? – tartamudea roja como un tomate y acabo de descubrir que está emocionada —Pensé que eras algo así como el gurú de las mujeres, que sabes todo sobre ellas – mis cejas casi llegan a júpiter y lucho por no romper e
Escucho su respiración acelerada, su cuerpo tiembla todavía y el mío bueno… exhalo el aire que mantenía preso en los pulmones, aspiro el olor de su cabello, lo detallo; es rubio y brilla como el sol ¡mierda esta chica me hace replantearme lo que pienso acerca de las relaciones! Pero no creo que pueda hacerlo. Aquí nos encontramos en una burbuja, sin embargo ahí fuera nos espera la realidad y eso… no es lo que deseo realmente. No después de… Nannette. Suspiro entrecortado.—¿No te gusto? – ¿qué?—No sé a qué te refieres Leila – se encoge de hombros, ahora su respiración es lenta y pausada.—Pensé que te gustaba, ya sabes para… eso – se encuentra casi dormida.—¿Qué te hace pensar que no? &ndas
Un olor dulce llena mis fosas nasales, tengo la sensación de estar flotando en el aire, aprieto los ojos antes de abrirlos, miro al techo tratando de recordar donde estoy y entonces la veo acostada sobre mí. No me molesta, ella me agrada porque su aroma es delicioso y su piel es muy suave. La puerta se abre y Charles se queda boquiabierto al ver la escena.—Hay que despertarla tío, James la espera abajo – acaricio su cabello y se mueve acomodándose sobre mi cuerpo, encaja a la perfección y no voy a negarlo.—¡Leila, despierta… creo que tu cama necesita ir al baño! – levanta la cabeza y abre los ojos, dudo que me vea ya que se nota dormida aun ¡está preciosa! —Necesito, ya sabes… vaciar mi vejiga antes de que lo haga en la cama – observo al peque y sonrío ante su expresión preocupada.
—¡Nada Princesa, me gusta pincharlo es todo! – dice James evitándome la mirada.—¡No me vengas con esa putada que lo escuché claro! Hay un video – le digo enojada porque me trata como una cría.—¡Vaya, el mismo lenguaje de tu novio! – ruedo los ojos y lo golpeo en el brazo.—Que ya te dije ¡él no es mi novio! – chillo y lo golpeo más fuerte.No debería hacerlo porque se encuentra al volante, pero me exaspera que no crea en lo que le digo. Lo que pasó hoy fue extraño y… encantador hasta que vi las marcas en su piel.—Pues parecía bastante molesto contigo “casi hermanita” – se carcajeó y casi pongo los ojos en blanco de nuevo —Además ni
En estos momentos es en donde solo deseo saltarme la cena y encerrarme en mi alcoba o en su defecto… que me trague la tierra.—¡Por Dios Leila, estas preciosa! – sonrío solo con los labios.La voz chillona de mi tía abuela taladra los tímpanos de todos y además las gemelas parecen salidas de la película “The Walking Dead” con el maquillaje que según ellas aseguran: es la bomba en París, no me puede interesar menos esa mierda. El esposo asqueroso de una de ellas me mira como si fuese algo comestible y quiero darle un puñetazo en la cara, el pariente que es de mi edad, hijo de no sé quien coño, solo sonríe y mira de reojo a James. La zorra hija de Sandra lo mira como su postre y yo tengo deseos de vomitar en mi plato de Cordero al Ponche que compró mi padre en un restaurante ridículamente caro.
Observo la figura de la morena embutida en un vestido rojo y tacones de infarto. Está vestida para provocar y – según ella por supuesto – no dejarme salir de la alcoba, a juzgar por su sonrisa seductora, ojos llenos de deseo y expresión corporal sugestiva; todo un monumento. El tipo de mujer que me gusta y el cual siempre he frecuentado: morena, cabellos castaños y ojos claros. Suspiro. En cualquier otro momento me la habría follado solo con los preciosos zapatos de tiras con tacón de aguja ya que lamentablemente el vestido quedaría tirado a un lado de la cama y las bragas pues… en su boca.Pero esta chica es amiga de Leila, o por lo menos eso creía yo…—¡Dakota! – Sonríe y sus bonitos ojos brillan, es muy bella y sabe lo que hace —¿qué coño haces aquí? – Sabe perfectamente mis gustos