— ¡Ya, enana ya! – me consuela Charles, no he podido dejar de llorar.
— Es que… es horri… horrible lo que me dijo – el solo hecho de imaginarme al profesor… haciendo ¡Oh Dios tengo arcadas de nuevo!
Vomito de nuevo y mi amigo me enrolla el cabello con la liga que tengo en la mano ¿Por qué tiene que ser tan asqueroso y grotesco? ¡No lo entiendo!
— ¡Nena tienes que calmarte! – niego.
— ¡No puedo! El dolor no cesa, solo quiero llorar – me abrazo a él nuevamente.
Su teléfono suena y lo saca del bolsillo, lee un mensaje y pone los ojos en blanco para luego guardarlo de nuevo.
— ¿Qué fue lo que te dijo, para ponerte de ese modo? – pregunta con preocupación.
Su te
Llegamos a la casa y la verja se abre de manera automática como el de la mía, pero este lo hace lateralmente. Al bajar del auto mi amigo se echa la llave al bolsillo y me toma de la mano, su madre ya nos espera en la puerta y me abraza cálidamente.—¡Reina! – Siempre me ha llamado así —¡Tiempo sin verte! ¿Tienes hambre? – Niego —Cielo ¿no es muy temprano? – pregunta con el ceño arrugado.—¡Hola Ma! Si bueno, es que ambos salimos porque los profesores no llegaron – asiente sin creerle una palabra.—¿Y Alice? – pregunta y yo lo miro a los ojos ¿Qué pasa?—Ella… tenía algo que hacer… con su mamá – tartamudea.—¡Ay por Dios Tontín, se iban
Mi estómago dio un vuelco, sentí náuseas y mareos. Todo eso junto a una sensación de vértigo que me aplastó como una mosca. No puedo verlo, es peligroso; va a lastimarme ¡lo sé! Pero la ansiedad me mata, no sé qué tiene, quiero, necesito verlo. Me cubro el estómago con los brazos y Charles me abraza.—No tienes que bajar si no lo deseas Nena – sube mi rostro.—Te voy a traer un té Reina, para que te calmes un poco – sonrío lo mejor que puedo.—¡Gracias Sra. Francis! – ella sale de la habitación hacia la cocina.—¡Quédate aquí por favor! – sale de la habitación también.Doy pequeños recorridos por lo que creo son más de diez minutos y mi ansiedad aumenta. No pue
Se ve asustada, nerviosa ¡y va en pijama! ¿Qué coño hace en pijama en la casa del Tontón? Creo que este tío y yo tenemos que hablar, me cae bien y me agrada que la proteja hasta de mí pero… ¿Qué ande por ahí en pijama? Respiro profundo para calmarme y preguntarle como una persona civilizada, no quiero asustarla más de lo que está. No me aparto de la ventana y la veo casi adherida a la puerta cerrada a su espalda sopesando la posibilidad de quedarse o salir de la habitación, casi puedo escuchar como chirrean los engranes de su preciosa cabecita calculando el momento exacto para echar a correr lejos de mí. Se lo agradecería mucho. De ese modo me ahorraría la difícil tarea de tener que alejarme, ya que veo: es casi imposible.—¡Ho… hola! – pronuncia casi inaudiblemente.—¡H
¡Maldita sea! No me contengo. Introduzco la lengua en su boca y ahora soy yo quien gime de gusto por su delicioso sabor a menta, degusto descaradamente su paladar y sus mejillas para luego abrazar mi lengua con la suya y paladear el líquido que fluye cuando sus glándulas salivales se activan con la invasión. Tira de mi cabello y tengo que hacer acopio de todo mi autocontrol, primero para no correrme y luego para no lanzarme sobre ella y hacerla mía aquí mismo. Se arquea hacia mí y grita en mi boca ¡maldita sea va a correrse solo con besarla! Continúo saboreándola más urgido, más necesitado. Si voy a irme al infierno que sea con todo el gusto. Bajo la mano derecha hacia su cintura y la izquierda en la nuca. No pretendía tocarla, pero ella ejerce presión para que lo haga. Me arrodillo sobre la cama y me siento sobre los talones aun con las botas puestas y sin interrumpir el beso la siento a
Ricitos me observa desconfiado y me vuelvo hacia él para mirarlo a los ojos.—¿Qué? – Arruga las cejas —¡Vamos Charles! ¿No creerás que voy a follar con ella en tu cama, no? – se sorprende y Leila ahoga un grito.—¡Hey tío te pasas! – no me paso, él me acusó primero.Pero como soy un degenerado sonrío, no pienso irme a ninguna parte ahora, quiero estar con ella aquí ya que se encuentra tan accesible.—No te hagas el tonto, me miraste como si lo hubiese estado haciendo – el baja la vista y niega sonriendo.—¡Jonás, por favor nadie te está acusando de nada! – volteo a verla, continúa con la cara colorada.—Tú lo ves con ojos de… amor Mu&nti
Ella se incorpora un poco, se ve tensa y aun así sonríe ruborizada, como si hubiese dicho algo indebido y baja la vista. Subo de nuevo su rostro para que me vea a los ojos.—¡No Muñeca, desconozco el tema! – Ladea la cabeza interrogante —No hablo con “las chicas” – subrayo —porque no me interesa hablar cuando me encuentro en la… cama con ellas, no entablo conversaciones con nadie del sexo opuesto, salvo contigo y… - lo pienso un poco —mi madre, porque no me interesa – no miento, no voy a mentir y menos a ella.—¿Por… por qué? – tartamudea roja como un tomate y acabo de descubrir que está emocionada —Pensé que eras algo así como el gurú de las mujeres, que sabes todo sobre ellas – mis cejas casi llegan a júpiter y lucho por no romper e
Escucho su respiración acelerada, su cuerpo tiembla todavía y el mío bueno… exhalo el aire que mantenía preso en los pulmones, aspiro el olor de su cabello, lo detallo; es rubio y brilla como el sol ¡mierda esta chica me hace replantearme lo que pienso acerca de las relaciones! Pero no creo que pueda hacerlo. Aquí nos encontramos en una burbuja, sin embargo ahí fuera nos espera la realidad y eso… no es lo que deseo realmente. No después de… Nannette. Suspiro entrecortado.—¿No te gusto? – ¿qué?—No sé a qué te refieres Leila – se encoge de hombros, ahora su respiración es lenta y pausada.—Pensé que te gustaba, ya sabes para… eso – se encuentra casi dormida.—¿Qué te hace pensar que no? &ndas
Un olor dulce llena mis fosas nasales, tengo la sensación de estar flotando en el aire, aprieto los ojos antes de abrirlos, miro al techo tratando de recordar donde estoy y entonces la veo acostada sobre mí. No me molesta, ella me agrada porque su aroma es delicioso y su piel es muy suave. La puerta se abre y Charles se queda boquiabierto al ver la escena.—Hay que despertarla tío, James la espera abajo – acaricio su cabello y se mueve acomodándose sobre mi cuerpo, encaja a la perfección y no voy a negarlo.—¡Leila, despierta… creo que tu cama necesita ir al baño! – levanta la cabeza y abre los ojos, dudo que me vea ya que se nota dormida aun ¡está preciosa! —Necesito, ya sabes… vaciar mi vejiga antes de que lo haga en la cama – observo al peque y sonrío ante su expresión preocupada.