Thiago
Termino de poner el cartel de se busca personal. Doy tres pasos hacia atrás y pongo mis manos en la cintura, para poder contemplar mi gran sueño. The Gia's Palace es todo lo que desee, mi propio restaurante, algo mío, de mi propio sudor y esfuerzo, no es un regalo de mis padres. Esto era justo lo que quería.
Me apasiona la cocina, todo lo relacionado con la comida, al igual que a mi hermana mayor, en honor a ella es el nombre. Gia murió de cáncer de mamá cuando apenas tenía quince años y yo diez. Ella era una magnifica cocinera y me enseñó mucho en aquel tiempo. Suspiro y sonrío, estoy feliz. El restaurante solo tiene una semana y cuenta con una buena demanda.
Escucho un auto estacionarse y volteo, en cuanto reconozco el Mercedes Benz de mis padres pongo los ojos en blanco. No me mal interpreten, amo a mis padres pero ellos suelen ser muy agotadores.
—Thiago —mi madre me abraza. —Estoy muy orgullosa de ti —me sonríe con cariño. Le devuelvo la sonrisa.
—Estamos orgullosos —la corrige mi padre. —Aunque aún estás a tiempo de estudiar leyes y te puedo encontrar una plaza en el bufete —aquí vamos.
—Papá, tengo treinta y cinco años, no iré a la universidad ni loco. Además odio las leyes, ya tengo algo que me satisface en verdad —señalo el restaurante.
—Ya, ya, no van a comenzar a discutir. Mejor búscanos la mejor mesa —mi madre toma a papá por un brazo y lo arrastra al interior del negocio.
Suspiro nuevamente. Mi padre está obsesionado con la abogacía. Trabaja en uno de los bufetes más prestigiosos de Manhattan y deseaba que su único hijo tomara sus pasos, pero no. Ni hablar. Por eso me marché de casa en cuanto cumplí los veintiún años. Estudié Artes Culinarias e hice todos los cursos de cocina que pude, me egresé de chef y trabajé en varias cocinas importantes de la ciudad.
Reuní lo que pude, decliné la ayuda de papá y cumplí mis metas antes de los cuarenta, tal como me lo había propuesto. Solo perseveré y me esforcé, ahora estoy viendo los resultados.
Acomodo a mis padres en una mesa y le comunico que enseguida iría un mesero. Y le pido al cocinero que se esmere como los últimos días. Necesito más personal. Otro chef (solo tengo uno y un sub-chef), cuatro meseros más, un segundo Bartender y una recepcionista.
Veo al sommelier atender a mis padres y satisfecho me dirijo a la entrada a seguir recibiendo a más comensales. Se preguntarán por qué no soy el chef, pero ya el restaurante es mío y quiero darles la oportunidad a otros de salir a adelante. Por ejemplo: Kaori es una sub-chef muy buena, solo tiene veintiún años y es de Japón, a ella nadie la quería contratar pero yo confié en su experiencia.
La noche pasa entre personas y personas. Cuando cierro las puertas ya son la una de la mañana. Los chicos limpian la estancia que les corresponde y yo junto a Mary la cajera, realizo el cuadre de caja. Buenas cifras.
—Chicos un aplauso para ustedes —alzo la voz. —Ningún contratiempo, ninguna queja y una muy buena venta —todos me acompañan el aplauso. —Sigan así y seremos grandes. —Sí, seremos, porque sin ellos esto no sería posible.
—Buenas noches, jefe —se despiden de mí y les otorgo una sonrisa.
—Buenas noches chicos —respondo.
Me quedo solo y me dispongo a cerrar. La noche es fría así que corro hasta mi auto y me marcho a mi apartamento.
…
Al día siguiente me levanto temprano para ir a correr, además quiero hacer una cena especial para Samantha, quiero sorprenderla y pedirle que sea formalmente mi novia. No soy un crío para andar por ahí de mujer en mujer y Sam para mi es la mujer perfecta para sentar cabeza. Espero que no sea igual que con las últimas dos. La primera me abandonó porque dejé mi trabajo para comenzar con mi negocio y la segunda solo estaba conmigo para tratar de sacarme dinero. Sacudo la cabeza y alejo esos pensamientos, Sam me ha demostrado que es una buena mujer. Además mi madre la adora.
Llego a mi apartamento agitado, abro la puerta y entro de inmediato a ducharme. Cuando termino, tomo mis llaves y las del apartamento de Samantha, ella vive en un edificio a dos cuadras, la conocí en el supermercado hace tres meses y nos hemos estado viendo. Paro en una cafetería para comprar desayuno y sigo mi camino.
Subo de dos en dos las escaleras y cuando llego al tercer piso saco las llaves para abrir. Todo está en silencio así que deduzco que está durmiendo. Dejo la bolsa con el desayuno en la cocina y camino hasta su habitación. Cierro los ojos con fuerza y respiro hondo. Definitivamente soy un asco en las relaciones.
¡Y gracias a Dios que no compré nada para la absurda cena romántica!
Samantha estaba en su cama muy bien acurrucada entre dos hombres. Sí, dos. Masajeo mis cienes para relajarme, saco mi móvil y tiro tres fotos de diferentes ángulos. Todo esto siendo lo más sigiloso posible, no quiero que despierte y me monte un drama. Salgo de la habitación, tomo la bolsa con desayuno, dejo las llaves sobre la isla de la cocina y me marcho.
Decido ir donde mi madre pero cambio de opinión rápidamente. Voy a mi casa y tomo el auto para dirigirme al lugar que me transmite paz. Mi restaurante.
Allí se pasan las horas hasta las cuatro, donde comienzan a llegar los chicos para a las cinco comenzar a recibir a los comensales.
Estoy en mi oficina y escucho unos toques. Doy el permiso de entrada a quien sea que esté afuera y veo el rostro sonriente de Gina, una de las meseras y amiga, asomándose.
—Hola Thiago —saluda y le sonrío.
¿Ha pasado algo?
—No, no, todo en orden. Solo que hay una chica buscando empleo.
Me levanto rápidamente. Necesitamos ese personal con urgencia, no sabía que vendrían tan rápido.
—Hazla pasar Gina —le digo, ella asiente.
Hace espacio entre la puerta y ella para dejar pasar a una chica rubia. Va vestida impecable: falda de tubo negra, camisa blanca de mangas largas, zapatos negros de piso, su pelo recogido, unas gafas de pasta negras y su maquillaje recatado pero con un tono de rojo en sus labios muy intenso que le queda fabuloso. Estoy embobado.
—Buenas tardes, mi nombre es Rebekah Davis. —Se presenta con voz neutra y me tiende su mano.
—Thiago Jones —reacciono a tiempo para devolverle el saludo. Estrecho su mano y siento una pequeña descarga de placer recorrerme.
RebekahAquí estoy. Parada frente al The Gia's Palace. Bonito nombre, no es lo típico de siempre, algún significado importante debe de tener. Inspecciono mi vestimenta en el vidrio del restaurante. Debo de dejar ese mal hábito, no sé quién podría estar burlándose de mí desde adentro.Doy mi visto bueno a mi ropa. Es lo mejor que tengo en mi closet. Hoy estoy optimista, pienso que conseguiré el empleo ya que al parecer necesitan personal urgente. Bueno, o eso es lo que dice el anuncio. Bien Bekah, concentrarte, se cortés, no hables de más, contesta las preguntas con inteligencia y sin nervios.Aquí vamos.Entro al lugar y es muy bonito. Por fuera es de aspecto moderno pero dentro es todo calidez y elegancia, podría decirse que con un estilo un poco anticuado que queda muy bien. Las paredes están forradas con terciopelo rojo y los pisos son de madera pulida. Hay muchas mesas de caoba y pino, colocadas en lugares estratégicos. Un ala para los fumadores, una privada y una segunda planta.
ThiagoObservo a Rebekah mientras hago el cuadre de caja con Mary. Está riendo con Gina, ha hecho buenas migas con ella. Con todo el personal, mejor dicho. Ella es una chica fresca y divertida, se ha soltado el pelo y se ve más sensual. Pero, ¿Qué estoy diciendo? Concéntrate Jones.Felicito a mi personal por la maravillosa jornada de hoy y se despiden hasta el otro día. Excepto Rebekah. Con ella necesito hablar. Hoy la vi desenvolverse con naturalidad con los clientes y observé una que otra sonrisa de satisfacción ante su servicio. Ella es justamente lo que necesito y me lo demostró.Está sentada junto a Gina, que tampoco se había ido. Y en cuanto me ve se pone de pie.—Gina es tarde —miro mi reloj, las dos y cuarenta de la madrugada —Rebekah, solo tardaremos unos minutos, no quiero que andes tan tarde sola– ella asiente.—Adiós Thiago —toma su bolso —Bekah —besa su mejilla. ¡Vaya!, las mujeres entran en confianza muy rápido.—Adiós —agita su delicada mano.—Rebekah —empiezo pero me i
RebekahHa pasado una semana y dos días exactamente desde que trabajo en el restaurante de Thiago. Él es un dulce, una persona maravillosa. Con Gina nos hemos vuelto cercanas y eso me gusta, pues solo socializaba con Dahiana. Tener una nueva amiga es un paso muy grande, no suelo confiar en las personas pero ella es diferente. Es alegre, divertida y sincera. Aún no sabe sobre mi orientación sexual y espero que cuando se lo diga esta tarde, no salga huyendo.Sonrío. Es lunes, las nueve de la mañana para ser exactos, hoy tengo el día libre, ya que el Gia's no abre. Luego de desayunar, voy a la ducha para prepararme y hacer algunas cosas pendientes. Cuando salgo, me visto con unos vaqueros ajustados que me llegan hasta la media pierna, una blusa blanca holgada y unas converse blancas. Dejo mis rizos al natural y aplico un poco de maquillaje. Lista. Tomo mi bolso, mis llaves y los papeles para matricularme.Estoy feliz. Me encanta trabajar y no depender de nadie, y gracias a mi nuevo emple
ThiagoUna semana. Una maldita semana donde tengo a Rebekah paseándose por los alrededores del restaurante. Contoneando sus caderas frente a mí, al parecer sin darse cuenta. Ella denota inocencia y eso me atrae como insecto a la luz.Mis empleadas todas usan el mismo uniforme: falda negra, camisa blanca, una chaqueta negra y zapatos cómodos del mismo color. Pero parece que ella le otorga un toque único, porque se le ve fenomenal. Y ni hablar de esas gafas que usa, la hacen ver sensual y coqueta. Me gusta esa mujer, a mí mismo no me lo puedo negar.Llego al restaurante y ya hay varios chicos esperándome, entre ellos está Bekah, tan linda y juvenil como siempre.—Buenas tardes chicos —Saludo y abro la puerta. — ¿Cómo están hoy?A coro todos me responden con un bien y varias sonrisas. Nada más entrar, se preparan para comenzar otra noche. Veo a Gina dedicándole miradas significativas a Rebekah, la cual la ignora sonrojada. Me gustaría saber sus pensamientos. La pelirroja se da cuenta de
RebekahSon las siete de la mañana, no he pegado un ojo en toda la noche pensando en el simple beso de mejilla que me dio Thiago, el cual me produjo un escalofrío y otras sensaciones que voy a ignorar. Debo admitir que nunca he sido tocada por un hombre, a lo mejor eso me pasa. Porque a mí me gustan las mujeres, aunque desde hace una semana me lo he estado cuestionando. Quiero dejar de pensar en ese hermoso hombre de ojos azules pero es inevitable.Gina se pasó todo el día de ayer molestándome con eso del trío, quise matarla cuando se atrevió a casi preguntarle por mí. No es que me lo haya considerado pero Thiago es un hombre para disfrutar uno solo. Anoche inmediatamente subí a mi piso la llamé para contarle sobre el inocente beso. Gritó como si me hubiese hecho el amor y me recalcó de nuevo que le gusto al jefazo.Nuestra cita es a las diez, lo voy a arrastrar conmigo a hacer las compras para el instituto, no me gusta ir a comprar sola, así que lo voy a aprovechar.Me quedo en la ca
ThiagoEs lesbiana. Eso es lo único que se reproduce en mi mente desde hace una semana. Mis esperanzas se murieron en el mismo instante que las palabras “…tengo novia…”, salieron de su hermosa boca. Sentí como mi ánimo cayó en picado y se estrelló en el suelo. ¿Es alguna señal del cielo? ¿En verdad mi destino es quedarme solo? Lo que sí sigue vigente es el deseo que siento por ella, parece que se incrementó al pasar los días. Ese beso, ese simple beso en la mejilla que me dejó petrificado. Ese simple hecho aumentó las ganas de tenerla en mis brazos.La he estado evitando, porque si se me acerca a solo un metro creo que pierdo la cordura. Y su mirada, esos ojos me observan con tristeza. Cree que paso de ella por su orientación sexual y la verdad es que, si le hablo soy capaz de arrinconarla contra la pared más próxima y comerle sus apetitosos labios.No sé qué demonios pasa conmigo, pero sé que casi no me puedo controlar.—Esa chica te tiene loco hermano —dice mi mejor amigo Chad.—Cál
RebekahOtra noche sin dormir. Desde que Gina me planteó que le gustaba no he podido pegar un ojo pensando en él. Y todo esto supone un problema, ya que hoy hace cuatro días que empezaron las clases en el instituto de artes plásticas y necesito estar fresca y descansada para prestar atención.Pero esta madrugada fue diferente. Me la pasé pensando en ese beso, en su boca y sus manos. En cuanto deseo que esas caricias vayan más allá, que sus labios exploren más de mi piel. Esto es de locos, ¿qué me pasa?Él en solo unos días me ha hecho plantearme si en verdad estoy con Dahiana porque me gusta y la quiero. Y la realidad es, que solo he estado con ella, nunca ha habido nadie más. Mi mujer ni hombre. Ella siempre me ha apoyado y me ha hecho desprenderme de esas personas que me hacían daño.¿Lo que siento es amor o agradecimiento? No lo sé.Salgo de mi cama para higienizarme e irme a la escuela. Me visto con unos vaqueros ajustados, una camiseta blanca y mis converse negras con blanco. Dej
ThiagoEse beso. Fue el mejor que he tenido en toda mi vida. Tanta pasión y deseo tras él, nunca pensé que Rebekah me respondería, fue un impulso, una prueba. No pude quedarme, ni darle explicación alguna, pero es que estaba excitado en magnitud, estaba tan duro que dolía y si me quedaba un minuto más allí la cogería a lo bestia y eso es lo último que quiero.Llegué a mi casa con la piel caliente y fui directamente a la ducha, el agua fría no apaciguó el deseo irrefrenable, todo lo contrario, me puse a pensar en sus jadeos y pequeños gemidos, y me puse más duro si eso era posible. Tomé mi miembro entre mis manos y tuve que masturbarme.Ni así logré calmar mis ansias por irrumpir en su casa y hundirme en ella hasta el fondo. Supe controlarme, no quiero que salga huyendo de mí. No me lo perdonaría.Hoy sé que llegó tarde a propósito, evitó mirarme, pero yo tenía en mente otros planes para ella. Es jueves y estos días el restaurante es muy concurrido, la ayudé en su trabajo y cada vez qu