Thiago
Observo a Rebekah mientras hago el cuadre de caja con Mary. Está riendo con Gina, ha hecho buenas migas con ella. Con todo el personal, mejor dicho. Ella es una chica fresca y divertida, se ha soltado el pelo y se ve más sensual. Pero, ¿Qué estoy diciendo? Concéntrate Jones.
Felicito a mi personal por la maravillosa jornada de hoy y se despiden hasta el otro día. Excepto Rebekah. Con ella necesito hablar. Hoy la vi desenvolverse con naturalidad con los clientes y observé una que otra sonrisa de satisfacción ante su servicio. Ella es justamente lo que necesito y me lo demostró.
Está sentada junto a Gina, que tampoco se había ido. Y en cuanto me ve se pone de pie.
—Gina es tarde —miro mi reloj, las dos y cuarenta de la madrugada —Rebekah, solo tardaremos unos minutos, no quiero que andes tan tarde sola– ella asiente.
—Adiós Thiago —toma su bolso —Bekah —besa su mejilla. ¡Vaya!, las mujeres entran en confianza muy rápido.
—Adiós —agita su delicada mano.
—Rebekah —empiezo pero me interrumpe.
—Bekah — la miro desconcertado. —Dime Bekah —asiento comprendiendo.
—Bueno, lo que te quería decir es que el trabajo es tuyo.
— ¿En serio? —La ilusión y la emoción suben a sus ojos. Unos hermosos ojos color ámbar que me dejan embobado por unos segundos.
—Claro que sí, me has demostrado que eres buena en esto y yo doy oportunidades.
Ella sonríe ampliamente y da unos saltitos. Adorable.
—Gracias, de verdad. No sabes lo desesperada que estaba. Ahora voy a poder pagar la escuela de arte y ayudar en casa y... —habla sin parar y suelto una carcajada. Ella se sonroja. Muy tierna.
La miro fijamente por unos segundos. Es preciosa, su brillante cabellera rubia que llega a la altura de sus pechos. Esos ojos con un maravilloso brillo, sus labios carnosos, sus anchas caderas y estrecha cintura te dejan en el limbo por unos instantes. Sus pechos firmes a simple vista y su trasero ni hablar. Parezco un pervertido, pero ella es difícil de ignorar.
Por lo que vi hoy, es alegre, divertida, amable, cordial y un sin número de cualidades. Me imagino como sería conocerla más a fondo. Sacudo mi cabeza, ahuyentando mis pensamientos. Es tu empleada Jones, además aún no has resuelto el problema de Samantha.
Ella, Suspiro. Me ha llamado todo el maldito día y desvío sus llamadas. Quiero estar tranquilo para cuando hable con ella.
—El asunto de la paga y el uniforme lo hablamos mañana. Ya es tarde y no quiero que estés en peligro —digo dirigiéndome a mi oficina. Necesito recoger mis cosas –Te voy a alcanzar a tu casa de hecho —agrego nada más me pasó eso por la cabeza.
—No es necesario —dice negando.
—No lo es. Pero yo quiero hacerlo.
—No se moleste.
—No es molestia. —Insisto y suspira. He ganado.
Toma sus cosas y salimos del restaurante. Cierro la puerta y la guío hasta mi auto.
— ¡Vaya nave! —dice al ver mi Porsche Cayman color blanco. No soy rico pero me puedo permitir varios juguetitos.
¿Te gusta? —pregunto mientras abro la puerta del copiloto.
—Gracias. —Entra al auto —Y sí, me gusta.
Sonrío con un poco de arrogancia y me deslizo al interior. Arranco el motor y miro a Rebekah para que me de la dirección. Tras quince minutos de camino la dejo en la entrada de su edificio.
—Gracias por traerme, Thiago —dice apoyada en la ventanilla.
—No hay que darlas —le restó importancia al asunto.
—Adiós —se despide y espero a que entre al edificio para marcharme a casa. En eso aprovecho para ver el movimiento de sus caderas al caminar.
Me estoy volviendo loco y solo es el primer día.
…
Hogar, dulce hogar.
O eso pensé hasta que vi a Samantha parada de brazos cruzados en medio de la sala. Cierro los ojos con fuerza y pellizco el tabique de mi nariz. Aquí vamos.
— ¿Por qué me has ignorado todo el maldito día? —trata de sonar calmada pero no le sale.
—Primero. No eres nadie para reclamarme nada a mí. Segundo. ¿Cómo tienes el descaro de venir a mi casa? —mi voz suena irritada. Y lo estoy.
— ¿De qué hablas? —pregunta enojada. —Soy tu novia —ahora está indignada. ¡Vaya, que volátil!
—No. No lo eres —niego con la cabeza —Por un momento pensé en proponértelo pero, gracias a Dios que me di cuenta antes de quien eres —frunce el ceño.
— ¿Qué quieres decir?
Busco mi móvil en el bolsillo y cuando tengo la foto en pantalla se la muestro. Su rostro muestra varias emociones: enojo, nervios, miedo. Se pone pálida y comienza a tartamudear.
—Yo, yo, Thiago, lo siento —suelta lágrimas. —Pero es que me sentía sola, abandonada por ti. Solo estabas pendiente de tu negocio y de mí no —suspiro y masajeo mis sienes. Cuento hasta diez.
— ¿Te estás escuchando Samantha?, ¿estás loca o qué? —espero su respuesta pero solo recibo sollozos. Odio esta m****a. —Lárgate —le pido.
— ¿Qué?– me mira confundida.
— ¡Qué te largues, te digo!– grito y ella se sobresalta.
—Pero son casi las cuatro de la madrugada. Me puede pasar algo —se excusa—. Pero yo no quiero verla.
—Dile a uno de tus amantes que venga por ti —dicho esto, la tomo del brazo sin lastimarla, hay que ser caballero ante todo, y la saco de mi casa.
La escucho llamarme pero no hago caso. No me importa si amanece afuera o si la asaltan.
Me dispongo a ducharme. Me saco mi ropa y entro a la regadera. Siento el agua fría penetrar mi piel y calmar lo caliente en mí al pensar en el cuerpo de Rebekah. Ella es hermosa.
Salgo del baño y escucho la voz de Samantha. Prendo el estéreo con música suave para acallar sus gritos. Se tiene que cansar o los vecinos llamarán a la policía. Lo segundo es lo más probable.
Me acuesto en mi cama y pienso en mañana. Seguro tendré a mi madre preguntándome el por qué deje a Samantha y yo estaré preparado para mostrarle la razón.
RebekahHa pasado una semana y dos días exactamente desde que trabajo en el restaurante de Thiago. Él es un dulce, una persona maravillosa. Con Gina nos hemos vuelto cercanas y eso me gusta, pues solo socializaba con Dahiana. Tener una nueva amiga es un paso muy grande, no suelo confiar en las personas pero ella es diferente. Es alegre, divertida y sincera. Aún no sabe sobre mi orientación sexual y espero que cuando se lo diga esta tarde, no salga huyendo.Sonrío. Es lunes, las nueve de la mañana para ser exactos, hoy tengo el día libre, ya que el Gia's no abre. Luego de desayunar, voy a la ducha para prepararme y hacer algunas cosas pendientes. Cuando salgo, me visto con unos vaqueros ajustados que me llegan hasta la media pierna, una blusa blanca holgada y unas converse blancas. Dejo mis rizos al natural y aplico un poco de maquillaje. Lista. Tomo mi bolso, mis llaves y los papeles para matricularme.Estoy feliz. Me encanta trabajar y no depender de nadie, y gracias a mi nuevo emple
ThiagoUna semana. Una maldita semana donde tengo a Rebekah paseándose por los alrededores del restaurante. Contoneando sus caderas frente a mí, al parecer sin darse cuenta. Ella denota inocencia y eso me atrae como insecto a la luz.Mis empleadas todas usan el mismo uniforme: falda negra, camisa blanca, una chaqueta negra y zapatos cómodos del mismo color. Pero parece que ella le otorga un toque único, porque se le ve fenomenal. Y ni hablar de esas gafas que usa, la hacen ver sensual y coqueta. Me gusta esa mujer, a mí mismo no me lo puedo negar.Llego al restaurante y ya hay varios chicos esperándome, entre ellos está Bekah, tan linda y juvenil como siempre.—Buenas tardes chicos —Saludo y abro la puerta. — ¿Cómo están hoy?A coro todos me responden con un bien y varias sonrisas. Nada más entrar, se preparan para comenzar otra noche. Veo a Gina dedicándole miradas significativas a Rebekah, la cual la ignora sonrojada. Me gustaría saber sus pensamientos. La pelirroja se da cuenta de
RebekahSon las siete de la mañana, no he pegado un ojo en toda la noche pensando en el simple beso de mejilla que me dio Thiago, el cual me produjo un escalofrío y otras sensaciones que voy a ignorar. Debo admitir que nunca he sido tocada por un hombre, a lo mejor eso me pasa. Porque a mí me gustan las mujeres, aunque desde hace una semana me lo he estado cuestionando. Quiero dejar de pensar en ese hermoso hombre de ojos azules pero es inevitable.Gina se pasó todo el día de ayer molestándome con eso del trío, quise matarla cuando se atrevió a casi preguntarle por mí. No es que me lo haya considerado pero Thiago es un hombre para disfrutar uno solo. Anoche inmediatamente subí a mi piso la llamé para contarle sobre el inocente beso. Gritó como si me hubiese hecho el amor y me recalcó de nuevo que le gusto al jefazo.Nuestra cita es a las diez, lo voy a arrastrar conmigo a hacer las compras para el instituto, no me gusta ir a comprar sola, así que lo voy a aprovechar.Me quedo en la ca
ThiagoEs lesbiana. Eso es lo único que se reproduce en mi mente desde hace una semana. Mis esperanzas se murieron en el mismo instante que las palabras “…tengo novia…”, salieron de su hermosa boca. Sentí como mi ánimo cayó en picado y se estrelló en el suelo. ¿Es alguna señal del cielo? ¿En verdad mi destino es quedarme solo? Lo que sí sigue vigente es el deseo que siento por ella, parece que se incrementó al pasar los días. Ese beso, ese simple beso en la mejilla que me dejó petrificado. Ese simple hecho aumentó las ganas de tenerla en mis brazos.La he estado evitando, porque si se me acerca a solo un metro creo que pierdo la cordura. Y su mirada, esos ojos me observan con tristeza. Cree que paso de ella por su orientación sexual y la verdad es que, si le hablo soy capaz de arrinconarla contra la pared más próxima y comerle sus apetitosos labios.No sé qué demonios pasa conmigo, pero sé que casi no me puedo controlar.—Esa chica te tiene loco hermano —dice mi mejor amigo Chad.—Cál
RebekahOtra noche sin dormir. Desde que Gina me planteó que le gustaba no he podido pegar un ojo pensando en él. Y todo esto supone un problema, ya que hoy hace cuatro días que empezaron las clases en el instituto de artes plásticas y necesito estar fresca y descansada para prestar atención.Pero esta madrugada fue diferente. Me la pasé pensando en ese beso, en su boca y sus manos. En cuanto deseo que esas caricias vayan más allá, que sus labios exploren más de mi piel. Esto es de locos, ¿qué me pasa?Él en solo unos días me ha hecho plantearme si en verdad estoy con Dahiana porque me gusta y la quiero. Y la realidad es, que solo he estado con ella, nunca ha habido nadie más. Mi mujer ni hombre. Ella siempre me ha apoyado y me ha hecho desprenderme de esas personas que me hacían daño.¿Lo que siento es amor o agradecimiento? No lo sé.Salgo de mi cama para higienizarme e irme a la escuela. Me visto con unos vaqueros ajustados, una camiseta blanca y mis converse negras con blanco. Dej
ThiagoEse beso. Fue el mejor que he tenido en toda mi vida. Tanta pasión y deseo tras él, nunca pensé que Rebekah me respondería, fue un impulso, una prueba. No pude quedarme, ni darle explicación alguna, pero es que estaba excitado en magnitud, estaba tan duro que dolía y si me quedaba un minuto más allí la cogería a lo bestia y eso es lo último que quiero.Llegué a mi casa con la piel caliente y fui directamente a la ducha, el agua fría no apaciguó el deseo irrefrenable, todo lo contrario, me puse a pensar en sus jadeos y pequeños gemidos, y me puse más duro si eso era posible. Tomé mi miembro entre mis manos y tuve que masturbarme.Ni así logré calmar mis ansias por irrumpir en su casa y hundirme en ella hasta el fondo. Supe controlarme, no quiero que salga huyendo de mí. No me lo perdonaría.Hoy sé que llegó tarde a propósito, evitó mirarme, pero yo tenía en mente otros planes para ella. Es jueves y estos días el restaurante es muy concurrido, la ayudé en su trabajo y cada vez qu
RebekahOtra semana ha pasado, los días van volando. Hoy es jueves de nuevo, el sábado cumplo tres semanas en el Gia's y mañana se cumple el mismo tiempo de la partida de Dahiana. Ni una llamada de su parte. ¿Me importa? En otro momento la respuesta hubiera sido sí, pero ahora después de estos maravillosos días junto a Thiago, no me importa. Otra razón con la cual confirmo que lo mío con Ana nunca fue amor.El sábado pasado fue la celebración del primer mes del restaurante. Hubo mucha demanda y una increíble velada. Ahora estoy acostada en mi cama, son apenas la seis de la mañana, no he dormido nada pensando en Thiago, pero ya eso es costumbre en mí. Hemos salido tres veces esta semana, me llevó a comer helado, un paseo por Time Square, y luego a Central Park. Siempre agarrados de manos y él regalándome preciosas sonrisas, me siento en las nueves cuando estoy a su lado y ni hablar cuando me besa.Sonrío como boba y toco mis labios. Parezco colegiala enamorada, aunque en realidad no sé
RebekahThiago me mira con lascivia y sin dejarme decir ninguna palabra, asalta mi boca con pasión y desenfreno. Sus húmedos besos bajan por mi cuello y luego por mi clavícula. Suben de nuevo hasta la parte trasera de mi oreja y mordisquea el lóbulo arrancándome un gemido. Enrosco mis brazos en su cuello y el aprovecha para levantarme e instintivamente enredo mis piernas en su cadera. Separa su boca de mi mandíbula para hablar.—Un lugar donde no hayas estado con esa mujer.—Segunda puerta a la izquierda —digo entre susurros y parece que logra escucharme. Es la habitación de invitados.Beso su quijada mientras él camina hasta donde le indiqué. Me deja en el suelo y me contempla, un destello de deseo y lujuria se instala en sus ojos y sé que he ganado.—Eres preciosa mi Rebekah. — ¡ay padre! Mi, dijo mí. Me sonrojo y él me sonríe con cariño.Besa mis labios y baja por mi cuello para llegar al valle de mis pechos. Siento sus manos buscar el broche en mi espalda y se me erizan los vellos