Capítulo 4

Thiago

Observo a Rebekah mientras hago el cuadre de caja con Mary. Está riendo con Gina, ha hecho buenas migas con ella. Con todo el personal, mejor dicho. Ella es una chica fresca y divertida, se ha soltado el pelo y se ve más sensual. Pero, ¿Qué estoy diciendo? Concéntrate Jones.

Felicito a mi personal por la maravillosa jornada de hoy y se despiden hasta el otro día. Excepto Rebekah. Con ella necesito hablar. Hoy la vi desenvolverse con naturalidad con los clientes y observé una que otra sonrisa de satisfacción ante su servicio. Ella es justamente lo que necesito y me lo demostró.

Está sentada junto a Gina, que tampoco se había ido. Y en cuanto me ve se pone de pie.

Gina es tarde miro mi reloj, las dos y cuarenta de la madrugada Rebekah, solo tardaremos unos minutos, no quiero que andes tan tarde sola– ella asiente.

Adiós Thiago toma su bolso Bekah besa su mejilla. ¡Vaya!, las mujeres entran en confianza muy rápido.

Adiós agita su delicada mano.

Rebekah empiezo pero me interrumpe.

Bekah la miro desconcertado. Dime Bekah asiento comprendiendo.

Bueno, lo que te quería decir es que el trabajo es tuyo.

¿En serio? La ilusión y la emoción suben a sus ojos. Unos hermosos ojos color ámbar que me dejan embobado por unos segundos.

Claro que sí, me has demostrado que eres buena en esto y yo doy oportunidades.

Ella sonríe ampliamente y da unos saltitos. Adorable.

Gracias, de verdad. No sabes lo desesperada que estaba. Ahora voy a poder pagar la escuela de arte y ayudar en casa y... habla sin parar y suelto una carcajada. Ella se sonroja. Muy tierna.

La miro fijamente por unos segundos. Es preciosa, su brillante cabellera rubia que llega a la altura de sus pechos. Esos ojos con un maravilloso brillo, sus labios carnosos, sus anchas caderas y estrecha cintura te dejan en el limbo por unos instantes. Sus pechos firmes a simple vista y su trasero ni hablar. Parezco un pervertido, pero ella es difícil de ignorar.

Por lo que vi hoy, es alegre, divertida, amable, cordial y un sin número de cualidades. Me imagino como sería conocerla más a fondo. Sacudo mi cabeza, ahuyentando mis pensamientos. Es tu empleada Jones, además aún no has resuelto el problema de Samantha.

Ella, Suspiro. Me ha llamado todo el maldito día y desvío sus llamadas. Quiero estar tranquilo para cuando hable con ella.

El asunto de la paga y el uniforme lo hablamos mañana. Ya es tarde y no quiero que estés en peligro digo dirigiéndome a mi oficina. Necesito recoger mis cosas –Te voy a alcanzar a tu casa de hecho agrego nada más me pasó eso por la cabeza. 

No es necesario dice negando.

No lo es. Pero yo quiero hacerlo.

No se moleste.

No es molestia. Insisto y suspira. He ganado.

Toma sus cosas y salimos del restaurante. Cierro la puerta y la guío hasta mi auto.

¡Vaya nave! dice al ver mi Porsche Cayman color blanco. No soy rico pero me puedo permitir varios juguetitos. 

¿Te gusta? pregunto mientras abro la puerta del copiloto.

Gracias. Entra al auto Y sí, me gusta.

Sonrío con un poco de arrogancia y me deslizo al interior. Arranco el motor y miro a Rebekah para que me de la dirección. Tras quince minutos de camino la dejo en la entrada de su edificio.

Gracias por traerme, Thiago dice apoyada en la ventanilla.

No hay que darlas le restó importancia al asunto.

Adiós se despide y espero a que entre al edificio para marcharme a casa. En eso aprovecho para ver el movimiento de sus caderas al caminar.

Me estoy volviendo loco y solo es el primer día.

Hogar, dulce hogar.

O eso pensé hasta que vi a Samantha parada de brazos cruzados en medio de la sala. Cierro los ojos con fuerza y pellizco el tabique de mi nariz. Aquí vamos.

¿Por qué me has ignorado todo el maldito día? trata de sonar calmada pero no le sale.

Primero. No eres nadie para reclamarme nada a mí. Segundo. ¿Cómo tienes el descaro de venir a mi casa? mi voz suena irritada. Y lo estoy.

¿De qué hablas? pregunta enojada. Soy tu novia ahora está indignada. ¡Vaya, que volátil!

No. No lo eres niego con la cabeza Por un momento pensé en proponértelo pero, gracias a Dios que me di cuenta antes de quien eres frunce el ceño.

¿Qué quieres decir?

Busco mi móvil en el bolsillo y cuando tengo la foto en pantalla se la muestro. Su rostro muestra varias emociones: enojo, nervios, miedo. Se pone pálida y comienza a tartamudear.

Yo, yo, Thiago, lo siento suelta lágrimas. Pero es que me sentía sola, abandonada por ti. Solo estabas pendiente de tu negocio y de mí no suspiro y masajeo mis sienes. Cuento hasta diez.

¿Te estás escuchando Samantha?, ¿estás loca o qué? espero su respuesta pero solo recibo sollozos. Odio esta m****a. Lárgate le pido.

¿Qué?– me mira confundida.

¡Qué te largues, te digo!– grito y ella se sobresalta.

Pero son casi las cuatro de la madrugada. Me puede pasar algo se excusa. Pero yo no quiero verla.

Dile a uno de tus amantes que venga por ti dicho esto, la tomo del brazo sin lastimarla, hay que ser caballero ante todo, y la saco de mi casa.

La escucho llamarme pero no hago caso. No me importa si amanece afuera o si la asaltan.

Me dispongo a ducharme. Me saco mi ropa y entro a la regadera. Siento el agua fría penetrar mi piel y calmar lo caliente en mí al pensar en el cuerpo de Rebekah. Ella es hermosa.

Salgo del baño y escucho la voz de Samantha. Prendo el estéreo con música suave para acallar sus gritos. Se tiene que cansar o los vecinos llamarán a la policía. Lo segundo es lo más probable.

Me acuesto en mi cama y pienso en mañana. Seguro tendré a mi madre preguntándome el por qué deje a Samantha y yo estaré preparado para mostrarle la razón.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo