Rebekah
Ha pasado una semana y dos días exactamente desde que trabajo en el restaurante de Thiago. Él es un dulce, una persona maravillosa. Con Gina nos hemos vuelto cercanas y eso me gusta, pues solo socializaba con Dahiana. Tener una nueva amiga es un paso muy grande, no suelo confiar en las personas pero ella es diferente. Es alegre, divertida y sincera. Aún no sabe sobre mi orientación sexual y espero que cuando se lo diga esta tarde, no salga huyendo.
Sonrío. Es lunes, las nueve de la mañana para ser exactos, hoy tengo el día libre, ya que el Gia's no abre. Luego de desayunar, voy a la ducha para prepararme y hacer algunas cosas pendientes. Cuando salgo, me visto con unos vaqueros ajustados que me llegan hasta la media pierna, una blusa blanca holgada y unas converse blancas. Dejo mis rizos al natural y aplico un poco de maquillaje. Lista. Tomo mi bolso, mis llaves y los papeles para matricularme.
Estoy feliz. Me encanta trabajar y no depender de nadie, y gracias a mi nuevo empleo puedo inscribirme en la escuela de arte y comprar los útiles. Con mi experiencia puedo terminarla aproximadamente en dos años. Antes de los treinta, mejor de ahí y se daña.
Llego al instituto y me quedo embobada viendo la estructura. Es de piedra y se ve que es antigua. Sus techos son enormes y los pisos de mármol. ¡Vaya!, cuanto esmero. Llego a la oficina del director y me encuentro con una señora.
—Buenos días. Supe que hay inscripciones y vengo a matricularme. —La señora me ve y sonríe.
—Buenos días para ti también, joven. Y estás en lo correcto, permíteme tus documentos para registrarte y pasarte con el director. —Asiento y ella me señala unas sillas para que espere.
Mientras espero muevo mis pies y muerdo mis uñas, juego con mi pelo y mi móvil. Pasados veinte minutos, sale una chica de la oficina y la señora me avisa que puedo pasar. En la puerta toco y tras escuchar el permiso entro a la estancia.
—Buenos días. —Cordialidad ante todo.
—Buenos días. —Me saluda un hombre de no más de cuarenta años. Muy guapo, no me sorprendería que la chica de antes hiciera algo más que inscribirse. —Mi nombre es Hank, ¿tú eres?
—Rebekah Davis. —Asiente y señala las sillas. Me siento.
—Aquí tengo tus documentos y sé que estudiaste en una prestigiosa escuela, ¿qué pasó?
—Perdí la beca. —No doy más detalles.
—Entiendo, ¿por qué quieres estudiar aquí?
—Quiero sacarme el título y además esta escuela es más accesible que otras. No sé si me entiende.
—Perfectamente. Tenemos varias plazas, tú tienes una ya, tienes que ir a caja y pagar el monto correspondiente. Allí te darán una lista de útiles que deberás adquirir. —Asiento a todo lo que me dice.
Me hace unas cuantas preguntas más y me deja ir. Hago lo que me dice y en cuanto recibo mi constancia de pago, veo que las clases empiezan el lunes próximo. Tengo el turno de la tarde, de nueve a tres, me queda perfecto, además el instituto no está lejos de casa.
Son casi las doce y tengo hambre. Tomo mi móvil para llamar a Gina y juntarnos para comer.
— ¿Hola?
—Gina, es Bekah.
— ¡Oh, Bekah! —escucho un gemido de su parte y ahogo una sonrisa. La muy sucia está teniendo sexo. —Lo siento, no vi el identificador —otro gemido— ¿Necesitas algo? —dice con la voz agitada.
—Quería saber si podías almorzar conmigo, pero ya veo que no.
— ¡No tonta!, claro que puedo. Solo dame unos minutos y nos vemos en Russo's. ¿Sabes dónde queda? —se escuchan movimientos y ya me estoy incomodando.
—Si claro, hablamos luego.
…
Tengo diez minutos es Russo's y ni señales de Gina. Muero de hambre y esa loca no aparece. He rechazado al mesero dos veces y creo que a la tercera me echa del lugar. Veo una cabellera roja correr entre las mesas y en cuanto me ve suelta una sonrisa radiante.
— ¡Bekah! —Besa mi mejilla —Lamento la tardanza, estaba una poco ocupada.
—Si claro. —Digo con sarcasmo y ella ríe.
—Que no te apene amiga, el sexo es gratis y para todos —suelto una carcajada.
Ella me guiña un ojo y llama al mesero. Pido bistec asado con ensalada. Debo de cuidar mi peso. Gina elige un risotto, de beber vino blanco para ambas. Mientras esperamos, Gina me dice algo medio loco.
—Tengo una teoría.
—Ilumíname —bebo de la copa de agua.
—Creo que le gustas a Thiago —escupo todo lo que bebo. Ella ríe y yo la miro incrédula.
¿Estás loca? —La regaño.
—Claro que no, —lo piensa— bueno un poco sí, pero el punto no es ese. ¿No has visto cómo te mira? —Niego con la cabeza, me he quedado sin habla —Te mira como si te quisiera comer, no de forma vulgar, conozco a Thiago y no es así. Pero, por conocerlo es que te digo que gusta de ti, hazme caso, soy experta en el tema.
Aún asombrada, me sobresalto cuando el mesero deja los platos en la mesa. Agradecemos y él se retira.
—Es que no sé, Gina —Niego—. No puede ser, yo no le gusto a nadie.
Pero, ¿Qué mierdas pienso? Yo tengo pareja, y le gusto. Debo dejar de creer lo peor de mí.
—Solo tienes que asegurarte. Tienes que acercarte —sonrío.
—Eso será imposible.
¿Y eso por qué? —Pregunta confundida —Él está soltero.
—Pero yo no. Y no me gustan los hombres —Gina abre la boca y los ojos sorprendida.
— ¡Oh por Dios! —grita llamando la atención de varios comensales. Se disculpa — ¿Eres lesbiana? —Pregunta en voz más baja. Asiento.
—Increíble.
— ¿Tienes problema con ello? —pregunto con un poco de miedo.
—No, ¿cómo crees? —Le da un bocado a su comida —No me guío de prejuicios. Cada quien con quien se sienta bien.
Sonrío y agradezco que no me aborrezca. Gina es especial y con solo una semana de conocerla, me hubiera dolido perderla.
—Pero sigo insistiendo con lo del jefe. —me advierte apuntándome con su tenedor. —Está muy guapo. Habla con tu pareja, a ver si se montan un trío.
— ¡Gina! —me sonrojo a gran nivel y ella se ríe como foca retrasada.
Sigo comiendo para disimular mi vergüenza y ella sigue burlándose de mí. ¡Vaya amiga, encontré!
ThiagoUna semana. Una maldita semana donde tengo a Rebekah paseándose por los alrededores del restaurante. Contoneando sus caderas frente a mí, al parecer sin darse cuenta. Ella denota inocencia y eso me atrae como insecto a la luz.Mis empleadas todas usan el mismo uniforme: falda negra, camisa blanca, una chaqueta negra y zapatos cómodos del mismo color. Pero parece que ella le otorga un toque único, porque se le ve fenomenal. Y ni hablar de esas gafas que usa, la hacen ver sensual y coqueta. Me gusta esa mujer, a mí mismo no me lo puedo negar.Llego al restaurante y ya hay varios chicos esperándome, entre ellos está Bekah, tan linda y juvenil como siempre.—Buenas tardes chicos —Saludo y abro la puerta. — ¿Cómo están hoy?A coro todos me responden con un bien y varias sonrisas. Nada más entrar, se preparan para comenzar otra noche. Veo a Gina dedicándole miradas significativas a Rebekah, la cual la ignora sonrojada. Me gustaría saber sus pensamientos. La pelirroja se da cuenta de
RebekahSon las siete de la mañana, no he pegado un ojo en toda la noche pensando en el simple beso de mejilla que me dio Thiago, el cual me produjo un escalofrío y otras sensaciones que voy a ignorar. Debo admitir que nunca he sido tocada por un hombre, a lo mejor eso me pasa. Porque a mí me gustan las mujeres, aunque desde hace una semana me lo he estado cuestionando. Quiero dejar de pensar en ese hermoso hombre de ojos azules pero es inevitable.Gina se pasó todo el día de ayer molestándome con eso del trío, quise matarla cuando se atrevió a casi preguntarle por mí. No es que me lo haya considerado pero Thiago es un hombre para disfrutar uno solo. Anoche inmediatamente subí a mi piso la llamé para contarle sobre el inocente beso. Gritó como si me hubiese hecho el amor y me recalcó de nuevo que le gusto al jefazo.Nuestra cita es a las diez, lo voy a arrastrar conmigo a hacer las compras para el instituto, no me gusta ir a comprar sola, así que lo voy a aprovechar.Me quedo en la ca
ThiagoEs lesbiana. Eso es lo único que se reproduce en mi mente desde hace una semana. Mis esperanzas se murieron en el mismo instante que las palabras “…tengo novia…”, salieron de su hermosa boca. Sentí como mi ánimo cayó en picado y se estrelló en el suelo. ¿Es alguna señal del cielo? ¿En verdad mi destino es quedarme solo? Lo que sí sigue vigente es el deseo que siento por ella, parece que se incrementó al pasar los días. Ese beso, ese simple beso en la mejilla que me dejó petrificado. Ese simple hecho aumentó las ganas de tenerla en mis brazos.La he estado evitando, porque si se me acerca a solo un metro creo que pierdo la cordura. Y su mirada, esos ojos me observan con tristeza. Cree que paso de ella por su orientación sexual y la verdad es que, si le hablo soy capaz de arrinconarla contra la pared más próxima y comerle sus apetitosos labios.No sé qué demonios pasa conmigo, pero sé que casi no me puedo controlar.—Esa chica te tiene loco hermano —dice mi mejor amigo Chad.—Cál
RebekahOtra noche sin dormir. Desde que Gina me planteó que le gustaba no he podido pegar un ojo pensando en él. Y todo esto supone un problema, ya que hoy hace cuatro días que empezaron las clases en el instituto de artes plásticas y necesito estar fresca y descansada para prestar atención.Pero esta madrugada fue diferente. Me la pasé pensando en ese beso, en su boca y sus manos. En cuanto deseo que esas caricias vayan más allá, que sus labios exploren más de mi piel. Esto es de locos, ¿qué me pasa?Él en solo unos días me ha hecho plantearme si en verdad estoy con Dahiana porque me gusta y la quiero. Y la realidad es, que solo he estado con ella, nunca ha habido nadie más. Mi mujer ni hombre. Ella siempre me ha apoyado y me ha hecho desprenderme de esas personas que me hacían daño.¿Lo que siento es amor o agradecimiento? No lo sé.Salgo de mi cama para higienizarme e irme a la escuela. Me visto con unos vaqueros ajustados, una camiseta blanca y mis converse negras con blanco. Dej
ThiagoEse beso. Fue el mejor que he tenido en toda mi vida. Tanta pasión y deseo tras él, nunca pensé que Rebekah me respondería, fue un impulso, una prueba. No pude quedarme, ni darle explicación alguna, pero es que estaba excitado en magnitud, estaba tan duro que dolía y si me quedaba un minuto más allí la cogería a lo bestia y eso es lo último que quiero.Llegué a mi casa con la piel caliente y fui directamente a la ducha, el agua fría no apaciguó el deseo irrefrenable, todo lo contrario, me puse a pensar en sus jadeos y pequeños gemidos, y me puse más duro si eso era posible. Tomé mi miembro entre mis manos y tuve que masturbarme.Ni así logré calmar mis ansias por irrumpir en su casa y hundirme en ella hasta el fondo. Supe controlarme, no quiero que salga huyendo de mí. No me lo perdonaría.Hoy sé que llegó tarde a propósito, evitó mirarme, pero yo tenía en mente otros planes para ella. Es jueves y estos días el restaurante es muy concurrido, la ayudé en su trabajo y cada vez qu
RebekahOtra semana ha pasado, los días van volando. Hoy es jueves de nuevo, el sábado cumplo tres semanas en el Gia's y mañana se cumple el mismo tiempo de la partida de Dahiana. Ni una llamada de su parte. ¿Me importa? En otro momento la respuesta hubiera sido sí, pero ahora después de estos maravillosos días junto a Thiago, no me importa. Otra razón con la cual confirmo que lo mío con Ana nunca fue amor.El sábado pasado fue la celebración del primer mes del restaurante. Hubo mucha demanda y una increíble velada. Ahora estoy acostada en mi cama, son apenas la seis de la mañana, no he dormido nada pensando en Thiago, pero ya eso es costumbre en mí. Hemos salido tres veces esta semana, me llevó a comer helado, un paseo por Time Square, y luego a Central Park. Siempre agarrados de manos y él regalándome preciosas sonrisas, me siento en las nueves cuando estoy a su lado y ni hablar cuando me besa.Sonrío como boba y toco mis labios. Parezco colegiala enamorada, aunque en realidad no sé
RebekahThiago me mira con lascivia y sin dejarme decir ninguna palabra, asalta mi boca con pasión y desenfreno. Sus húmedos besos bajan por mi cuello y luego por mi clavícula. Suben de nuevo hasta la parte trasera de mi oreja y mordisquea el lóbulo arrancándome un gemido. Enrosco mis brazos en su cuello y el aprovecha para levantarme e instintivamente enredo mis piernas en su cadera. Separa su boca de mi mandíbula para hablar.—Un lugar donde no hayas estado con esa mujer.—Segunda puerta a la izquierda —digo entre susurros y parece que logra escucharme. Es la habitación de invitados.Beso su quijada mientras él camina hasta donde le indiqué. Me deja en el suelo y me contempla, un destello de deseo y lujuria se instala en sus ojos y sé que he ganado.—Eres preciosa mi Rebekah. — ¡ay padre! Mi, dijo mí. Me sonrojo y él me sonríe con cariño.Besa mis labios y baja por mi cuello para llegar al valle de mis pechos. Siento sus manos buscar el broche en mi espalda y se me erizan los vellos
ThiagoTenerla recostada en mi pecho, envuelta entre mis brazos, es la mejor sensación de todas. He estado con unas cuantas mujeres, las he abrazado, pero nunca me había sentido tan pleno con ninguna. Tan en paz y no querer levantarme de la cama. Pero como a todo le llega su final, ya es tiempo de que nos levantemos.—Es hora de pararnos. —Miro como se estira como un gato. Humm, una pequeña gatita.— ¿Es necesario? —Me pregunta con la voz cansada. — ¿Qué hora es?Me encojo de hombros y me levanto a buscar mi móvil en el bolsillo de mis pantalones. Pero Bekah se me adelanta.— ¡Maldita sea!, son las tres. Con suerte podemos comer y correr al restaurante. —Se levanta de la cama esplendorosamente desnuda. Me quedo como idiota mirando su perfecto cuerpo. —No te quedes ahí como un lelo y vístete.—Tranquila Rebekah, que tu jefe no te dirá nada si llegas un poco tarde —le guiño un ojo y recojo mi bóxer para ponérmelo. —Mejor, ¿por qué no pruebo esa comida que me salté?Camino hasta ella a p