Capítulo 5

Rebekah

Ha pasado una semana y dos días exactamente desde que trabajo en el restaurante de Thiago. Él es un dulce, una persona maravillosa. Con Gina nos hemos vuelto cercanas y eso me gusta, pues solo socializaba con Dahiana. Tener una nueva amiga es un paso muy grande, no suelo confiar en las personas pero ella es diferente. Es alegre, divertida y sincera. Aún no sabe sobre mi orientación sexual y espero que cuando se lo diga esta tarde, no salga huyendo.

Sonrío. Es lunes, las nueve de la mañana para ser exactos, hoy tengo el día libre, ya que el Gia's no abre. Luego de desayunar, voy a la ducha para prepararme y hacer algunas cosas pendientes. Cuando salgo, me visto con unos vaqueros ajustados que me llegan hasta la media pierna, una blusa blanca holgada y unas converse blancas. Dejo mis rizos al natural y aplico un poco de maquillaje. Lista. Tomo mi bolso, mis llaves y los papeles para matricularme.

Estoy feliz. Me encanta trabajar y no depender de nadie, y gracias a mi nuevo empleo puedo inscribirme en la escuela de arte y comprar los útiles. Con mi experiencia puedo terminarla aproximadamente en dos años. Antes de los treinta, mejor de ahí y se daña.

Llego al instituto y me quedo embobada viendo la estructura. Es de piedra y se ve que es antigua. Sus techos son enormes y los pisos de mármol. ¡Vaya!, cuanto esmero. Llego a la oficina del director y me encuentro con una señora.

Buenos días. Supe que hay inscripciones y vengo a matricularme. La señora me ve y sonríe.

Buenos días para ti también, joven. Y estás en lo correcto, permíteme tus documentos para registrarte y pasarte con el director. Asiento y ella me señala unas sillas para que espere.

Mientras espero muevo mis pies y muerdo mis uñas, juego con mi pelo y mi móvil. Pasados veinte minutos, sale una chica de la oficina y la señora me avisa que puedo pasar. En la puerta toco y tras escuchar el permiso entro a la estancia.

Buenos días. Cordialidad ante todo.

Buenos días. Me saluda un hombre de no más de cuarenta años. Muy guapo, no me sorprendería que la chica de antes hiciera algo más que inscribirse. Mi nombre es Hank, ¿tú eres?

Rebekah Davis. Asiente y señala las sillas. Me siento.

Aquí tengo tus documentos y sé que estudiaste en una prestigiosa escuela, ¿qué pasó?

Perdí la beca. No doy más detalles.

Entiendo, ¿por qué quieres estudiar aquí?

Quiero sacarme el título y además esta escuela es más accesible que otras. No sé si me entiende.

Perfectamente. Tenemos varias plazas, tú tienes una ya, tienes que ir a caja y pagar el monto correspondiente. Allí te darán una lista de útiles que deberás adquirir. Asiento a todo lo que me dice.

Me hace unas cuantas preguntas más y me deja ir. Hago lo que me dice y en cuanto recibo mi constancia de pago, veo que las clases empiezan el lunes próximo. Tengo el turno de la tarde, de nueve a tres, me queda perfecto, además el instituto no está lejos de casa.

Son casi las doce y tengo hambre. Tomo mi móvil para llamar a Gina y juntarnos para comer.

¿Hola?

Gina, es Bekah.

¡Oh, Bekah! escucho un gemido de su parte y ahogo una sonrisa. La muy sucia está teniendo sexo. Lo siento, no vi el identificador otro gemido¿Necesitas algo? dice con la voz agitada.

Quería saber si podías almorzar conmigo, pero ya veo que no.

¡No tonta!, claro que puedo. Solo dame unos minutos y nos vemos en Russo's. ¿Sabes dónde queda? se escuchan movimientos y ya me estoy incomodando.

Si claro, hablamos luego.

Tengo diez minutos es Russo's y ni señales de Gina. Muero de hambre y esa loca no aparece. He rechazado al mesero dos veces y creo que a la tercera me echa del lugar. Veo una cabellera roja correr entre las mesas y en cuanto me ve suelta una sonrisa radiante.

¡Bekah! Besa mi mejilla Lamento la tardanza, estaba una poco ocupada.

Si claro. Digo con sarcasmo y ella ríe.

Que no te apene amiga, el sexo es gratis y para todos suelto una carcajada.

Ella me guiña un ojo y llama al mesero. Pido bistec asado con ensalada. Debo de cuidar mi peso. Gina elige un risotto, de beber vino blanco para ambas. Mientras esperamos, Gina me dice algo medio loco.

Tengo una teoría.

Ilumíname bebo de la copa de agua.

Creo que le gustas a Thiago escupo todo lo que bebo. Ella ríe y yo la miro incrédula.

¿Estás loca? La regaño.

Claro que no, lo piensabueno un poco sí, pero el punto no es ese. ¿No has visto cómo te mira? Niego con la cabeza, me he quedado sin habla Te mira como si te quisiera comer, no de forma vulgar, conozco a Thiago y no es así. Pero, por conocerlo es que te digo que gusta de ti, hazme caso, soy experta en el tema. 

Aún asombrada, me sobresalto cuando el mesero deja los platos en la mesa. Agradecemos y él se retira.

Es que no sé, Gina Niego. No puede ser, yo no le gusto a nadie.

Pero, ¿Qué mierdas pienso? Yo tengo pareja, y le gusto. Debo dejar de creer lo peor de mí.

Solo tienes que asegurarte. Tienes que acercarte sonrío.

Eso será imposible.

¿Y eso por qué? Pregunta confundida Él está soltero.

Pero yo no. Y no me gustan los hombres Gina abre la boca y los ojos sorprendida.

¡Oh por Dios! grita llamando la atención de varios comensales. Se disculpa  ¿Eres lesbiana? Pregunta en voz más baja. Asiento.

—Increíble.

¿Tienes problema con ello? pregunto con un poco de miedo.

No, ¿cómo crees? Le da un bocado a su comida No me guío de prejuicios. Cada quien con quien se sienta bien.

Sonrío y agradezco que no me aborrezca. Gina es especial y con solo una semana de conocerla, me hubiera dolido perderla.

Pero sigo insistiendo con lo del jefe. me advierte apuntándome con su tenedor. Está muy guapo. Habla con tu pareja, a ver si se montan un trío.

¡Gina! me sonrojo a gran nivel y ella se ríe como foca retrasada.

Sigo comiendo para disimular mi vergüenza y ella sigue burlándose de mí. ¡Vaya amiga, encontré!

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