Mario
Alguna vez nos hemos parado a pensar en cómo sería nuestra vida si hubiéramos tomado otras decisiones, reflexionar sobre lo que pudo pasar, si aprendiéramos de nuestros errores y enfocar en mejorar de alguna manera u otra. Daba igual si es con la familia, los amigos o con el amor.
La vida es dura y a la vez fácil según el ángulo de visión que lo visualicemos. La mía es de la más común, no tengo secretos que puedan lastimar a alguien más, no hice daño a nadie, excepto en mimar tanto a una sola persona que hoy en día, sigue siendo el mayor error no solo en mi vida sino en la vida de mi familia. Lili es y siempre será mi hermana, mi consentida y también el tormento que azotó hace tiempo atrás a mi hermano, sin hablar de mi madre y mi padrastro. Ella y mi hermano Abel lo son todo para mí, ser el hermano mayor de estos dos fue algo bueno si lo miramos de esa manera. Abel está casado con una gran mujer que lo ama con su vida y Lili encerrada en un psiquiátrico por el resto de sus días. Algo hice mal con ella, ¿no? Mi padre no hubiese querido que ella acabara donde estaba, ni tampoco que su locura llevara la vida de alguien más.
—¿En serio que no te importa que se quede contigo? — mi gran amigo Volker me pregunta por tercera vez acerca de su hermana. Leyna es afortunada en que su hermano esté al pendiente de ella en todos los sentidos y no como lo hice yo con Lili.
Evidentemente, no estaba seguro de que esto sería buena idea, pero no podía decir que no cuando él mismo fue quien se ofreció a que se quedara conmigo.
—Ya te dije que no hay problema. Además, vas por asuntos de la empresa. Estoy encantado de que tu hermana se quede conmigo
Este sonríe y deja de preocuparse. Él viajaba hoy a España para cerrar un acuerdo que pronto mi compañía llevara a cabo un gran proyecto junto a mi hermano.
Hace más de cinco años que conozco a este hombre que no solo se convirtió en mi empleado, sino en mi único amigo. Volker y su hermana son mi familia en Londres.
—Saluda a Abel— me despido de él y antes de salir de mi despacho, añade:
—Cuídamela— sonríe y entendí que se refería a Leyna. Ella es el orgullo de Volker y no podría lastimarla por mucho que su mirada me expresara cosas que no pueden ser posibles. Es como mirar y tocar lo prohibido, lo imposible y así es. Por muy que se haya convertido en una hermosa chica, sigue siendo una niña que necesita ser protegida de la maldad que hay en el mundo.—Lo haré— concluí con otra sonrisa y este se fue.
Había días en el que su piel me dejaba ver lo que tanto estaba callando. No soy idiota y los años que tengo me enseñaron que la forma de mirar una mujer puede significar muchas cosas y la de Leyna decía una sola. Sin embargo, yo no podía verla más de lo que era, la hermana de mi amigo y una niña de diecisiete años.
Las horas fueron transcurriendo, la mañana pasó entre papeles y reuniones hasta que por fin dieron las dos, me coloqué el abrigo y puse rumbo al instituto de Leyna.
Mirando fijamente a la puerta del edificio. Diviso su figura en medio de la que sé que es su amiga y un chico que hablaba con ella de una manera muy... ¿Íntima?
Aún no me había visto, estaba seria y ponía distancia entre ese tipo y ella, pero él seguía acortando los centímetros que Leyna ponía.
—¿Qué hace? — digo en el silencio del interior de mi auto. La estaba acariciando la mejilla y ella alejó rápidamente su rostro—. ¿Pero, que m****a? — salgo del vehículo—. Leyna— la llamo y su piel vuelve a reaccionar a mí como lo lleva haciendo durante unos meses, que fue cuando me di cuenta de que algo había cambiado en ella—. ¿Nos vamos?
Ese chico rubio me miró de arriba a abajo y después Leyna asintió—. Nos vemos mañana, Amelia.
Caminó cerca de mí hasta llegar al coche donde toma asiento en el copiloto. Su silencio me indica que estaba nerviosa, incómoda, quizás.
—¿Te estaba molestando ese chico? — pregunté segundos después de poner en marcha el motor.
No dice nada.
—Leyna, tu hermano te dejó a mi cargo. Lo que vi no me gustó y si de verdad te está molestado es mejor que me lo digas.
—No soy una niña, Mario. Sé cuidarme sola.
—No lo pongo en duda, pero aun así quiero saberlo.
—Él es el primo del novio de Amelia. Se mudó a Londres hace dos semanas y hoy vino a buscarme a la salida de clase. Insiste en tener algo más conmigo.
—Te está acosando— constaté con dureza.
Bajé mis ojos hacia sus mejillas que se ruborizaron.
—No, Mario. Solo que... no sé, quizás piensa que soy la clase de chica que sale con cualquier.
Claro que ella no era la clase de chica que salía con el primero que la halagara. Lo sé porque Volker me contó que su hermana era muy reservada sobre su vida sentimental, aunque si no me lo hubiera dicho puedo llegar a darme cuenta de ello. Solo había que mirar la inocencia que mostraba su pequeño y hermoso rostro.
—Fuese como fuera, la forma que te acarició la mejilla y como tú te echaste para atrás me dicen muchas cosas.
Conducía hacia mí casa cuando por poco me salté un semáforo.
—¿Por qué te importa tanto lo que ese tipo haga o no conmigo?
Su pregunta me hizo guardar silencio de una manera extraña. Quizás necesitaba protegerla como no lo hice con mi hermana. Tal vez vea en ella una nueva oportunidad para llenar lo que Lili dejó en mí cuando me enteré de que por su culpa Abel estuvo a punto de morir.
—Eres la hermana de mi amigo. Debería importarme, ¿no crees?
—No, claro que no lo creo. No deberías preocuparte por mí por el simple hecho de ser la hermana de Volker. No necesito a un padre ni a otro hermano.
Eso fue lo que siempre me llamó la atención de ella. Lo que me hace ver lo que todo en sí ella oculta al mundo.
—No necesito otro protector, Mario. Con el perfeccionista de mi hermano tengo suficiente. Lo que necesito es que te des cuenta de lo que mis ojos te están pidiendo. Lo que mi interior quiere decirte y no soy capaz de sacarlo. Te repito, no necesito un hermano. No te quiero como hermano.
El pitido de los coches que tenía detrás me despierta del encierro en la que me encontré por sus palabras.
Quien me conoce sabe que las mujeres con carácter son las que me envuelven por completo, me gusta que tengan las ideas claras y como se defienden ante cualquier situación, Leyna era una chica que a su corta edad sabía lo que quería y lo que no, y eso fue lo que despertó en mí un escalofrío que llevo evitando desde hace semanas, no sé cómo ni porque pero ella apareció en mis sueños y cogida de la mano de una persona que le estaré eternamente agradecido, gracias a él mi hermano aún vive, José y Leyna en mis sueños y desde entonces no soy el mismo con ella o por lo menos en lo que sentía o pensaba.
Estaba enloqueciendo.
LeynaYo sé que el mundo no es fácil, al menos no conmigo. Al igual que mi suerte, mi desesperación por gritar a los cuatro vientos lo que llevo dentro de mí, gritar que estaba enamorada de un hombre catorce años mayor que yo, que esa persona es el mejor amigo de mi hermano y os juro que ese grito es como el aire que necesito para respirar.No estaba dispuesta a perder esta oportunidad, le iba a decir de todas las formas que con él lo quiero todo. Que a mi corta edad no deseo a nadie más que a él y que me llame loca, que me diga que solo es un capricho, me da igual, solo necesito decírselo y que sepa que desde hace tiempo mi corazón late por y para él.—¿Entiendes lo que quiero decirte? — vuelvo a hablar al ver que no decía nada—. No seas para mí solo el amigo de mi hermano.Alza sus hermosos ojos y se me pone la piel
MarioSeguiré como lo hice hasta ahora, mientras siento como se me forma un nudo entre los dientes al no poder hacer lo que mi deseo me exigía, seguiré con la lengua atada mientras controlo lo que quiero hacer y que no debo ni de pensar en ello.Continuaré siendo el Mario que sonríe y que nada parece pasar y no me dejaré llevar por el Mario que hace unas semanas piensa en lo prohibido, en lo imposible.—Gracias por la comida, estuvo exquisita.Su forma de hablar no es de una chica de diecisiete años, ella parece más mayor, más mujer de lo que debería de ser y con tan solo perderme en cualquier parte de sus labios ya dejo de pensar con coherencia, simplemente me bloqueo y espero que no se dé cuenta de ello.—Me alegra saber que te gustó.Empezó a recoger la mesa y la ayudé con los platos. Nuestras miradas se cruzaban
LeynaMe dejé por lo que fuera que me guiará. Escuché su conversación y mi corazón empezó a palpitar tan de prisa que pensé que se me iba a detener en cualquier momento.Le confesé de sopetón al verme descubierta ante él, se lo dije y no había vuelta atrás.—Me enamoré de ti— volví a decir casi temblando.—Deja de decir tonterías, Leyna. No olvides quién eres ni quien soy.—Me enamoré de ti— lo volví a decir alzando ligeramente la voz. No sé, pero necesitaba que lo entendiera de una manera clara.Este se aleja de mí y empieza a andar hacia la cocina, lo sigo—. Te oí, escuché lo que le estabas diciendo a Abel.—No oíste nada, por qué no dije absolutamente nada.Sonrío con amargura—. No me trat
Mario—Crees que eres el problema y no es así, tú eres la solución— esas palabras siguen sonando en mis oídos, ella sigue sin dejar de torturarme por dentro, su confesión fue dura para mí, al igual que sé que fui duro con ella. La deseaba, era evidente, pero ¿amarla?, no señores, eso era imposible. Que me llamen inmaduro, que digan que la forma de comportarme y de negar lo que ya sabía es de un niño mimado o lo que sea. No podía ni quería ver la realidad de esas palabras, no era bueno lo que ella decía.Puede provocar ternura en mí, que sus labios llamen mi atención y que la forma que me mira me erice la piel, pero solo eso. No hay más ni debe de haber más.A veces la distancia es la mejor cura para seguir caminando, incluso cuando sientes que lo único que quieres es estar cerca.—Necesito
LeynaTenía la necesidad de hacer lo que no solía hacer, salir por ahí a divertirme con mis amigos y conocidos, acabar la noche en casa de Amelia y olvidarme de Mario. De lo gilipollas que se había portado conmigo cuando me gritaba a todo pulmón que mi amor por él era una tontería.Pero, ¿saben qué?, terminé de alistarme y cuando ya había apagado las luces escuché un ruido al otro lado de la puerta de la casa. Rápidamente, me escondí bajo mi cama y esperé a ver de quien se trataba. Por un momento pensé que habían entrado a robar, pero cuando percibí la figura del verdadero ladrón de mi corazón, me relajé y continué oculta bajo ese colchón.—Golpe y efecto— pensé sonriendo mientras el frío del suelo lo sentía filtrase bajo la tela de mi camisa.Este
MarioLo difícil no es aceptar un amor imposible, lo que realmente cuesta creer y normalizar es la situación y los detalles en la que ese amor se está dando. Uno quiere, desea y es evidente que también llega a doler. Así es, nos duele rechazar sabiendo que lo quieres de igual manera, estando prohibido o no. Pero rechazarlo para no romper una amistad de años es igual a cerrar la boca en contra de tus propios deseos.—El valor de esas acciones son del doble de lo que te están ofreciendo, Volker. Simplemente, recházalas ni hace falta que me lo consultes.Mientras ceno solo en la cocina, el trabajo de España me estaba estresando. Me tenía nervioso y no precisamente todo lo acumulado, sino lo que mis ojos veían.Esta mañana fue intensa, ella aceptó no presionar más y dejar las cosas como estaban. Y en parte pienso que es lo mejor. Intentar n
LeynaDescribir la forma en la que me sentí al tenerlo tan cerca de mí viendo aquella película fue como si por primera vez estuviese durmiendo en el cielo, que nada ni nadie tenía sentido, excepto nosotros dos. Por única vez me sentí diferente y aceptada de alguna manera como lo deseaba.—Madrugaste— dijo al verme sudada y con tan solo un top y leggins de licra.—Salí a correr por la zona.Mario baja su mirada y toma asiento a mi lado, el brillo de mi piel le llamaba a gritos y eso era evidente, él me dejaba ver lo que tanto ocultaba al bajar sus ojos.—Toma— le di su taza de café—. ¿Me llevarás a clase?Sus ojos buscan los míos y mi pecho vibró—. Si quieres, sí.—Quiero.—Vale, entonces date prisa en cambiarte, tengo una junta importante en una hora.Con
MarioNo sé... pienso y busco su mirada, en mis recuerdos, en mi mente y estoy temiendo a enamorarme, a dejar de ser yo, por querer estar solo con ella. Mi piel duele por no poder tocarla, mi intención es no lastimarla, es no querer romper ese vínculo que se formó con su hermano, y con ella. ¿Y saben qué?, el fantasma que me rodea y me grita que me lance, me sigue a todas partes, me tortura con tan solo imaginar que pueda llegar alguien más y que decida dejar ese amor que dice sentir por mí en el olvido. La imagino en mi habitación, sobre mi pecho y perdiendo la razón en su aroma, su esencia que desprende e inunda mi espacio a vainilla.Quiero protegerla, cuidarla de cualquier mal, verla cumplir cada uno de sus sueños, que su mirada siga trasmitiendo lo que ella solo puede decirme sin hablar. Pero cuando me doy cuenta de que despierta en mí lo que otra mujer no fue capa