Capítulo 2

Mario

Alguna vez nos hemos parado a pensar en cómo sería nuestra vida si hubiéramos tomado otras decisiones, reflexionar sobre lo que pudo pasar, si aprendiéramos de nuestros errores y enfocar en mejorar de alguna manera u otra. Daba igual si es con la familia, los amigos o con el amor.

La vida es dura y a la vez fácil según el ángulo de visión que lo visualicemos. La mía es de la más común, no tengo secretos que puedan lastimar a alguien más, no hice daño a nadie, excepto en mimar tanto a una sola persona que hoy en día, sigue siendo el mayor error no solo en mi vida sino en la vida de mi familia. Lili es y siempre será mi hermana, mi consentida y también el tormento que azotó hace tiempo atrás a mi hermano, sin hablar de mi madre y mi padrastro. Ella y mi hermano Abel lo son todo para mí, ser el hermano mayor de estos dos fue algo bueno si lo miramos de esa manera. Abel está casado con una gran mujer que lo ama con su vida y Lili encerrada en un psiquiátrico por el resto de sus días. Algo hice mal con ella, ¿no? Mi padre no hubiese querido que ella acabara donde estaba, ni tampoco que su locura llevara la vida de alguien más.

—¿En serio que no te importa que se quede contigo? — mi gran amigo Volker me pregunta por tercera vez acerca de su hermana. Leyna es afortunada en que su hermano esté al pendiente de ella en todos los sentidos y no como lo hice yo con Lili.

Evidentemente, no estaba seguro de que esto sería buena idea, pero no podía decir que no cuando él mismo fue quien se ofreció a que se quedara conmigo.

—Ya te dije que no hay problema. Además, vas por asuntos de la empresa. Estoy encantado de que tu hermana se quede conmigo

Este sonríe y deja de preocuparse. Él viajaba hoy a España para cerrar un acuerdo que pronto mi compañía llevara a cabo un gran proyecto junto a mi hermano.

Hace más de cinco años que conozco a este hombre que no solo se convirtió en mi empleado, sino en mi único amigo. Volker y su hermana son mi familia en Londres.

—Saluda a Abel— me despido de él y antes de salir de mi despacho, añade:

—Cuídamela— sonríe y entendí que se refería a Leyna. Ella es el orgullo de Volker y no podría lastimarla por mucho que su mirada me expresara cosas que no pueden ser posibles. Es como mirar y tocar lo prohibido, lo imposible y así es. Por muy que se haya convertido en una hermosa chica, sigue siendo una niña que necesita ser protegida de la maldad que hay en el mundo.

—Lo haré— concluí con otra sonrisa y este se fue.

Había días en el que su piel me dejaba ver lo que tanto estaba callando. No soy idiota y los años que tengo me enseñaron que la forma de mirar una mujer puede significar muchas cosas y la de Leyna decía una sola. Sin embargo, yo no podía verla más de lo que era, la hermana de mi amigo y una niña de diecisiete años.

Las horas fueron transcurriendo, la mañana pasó entre papeles y reuniones hasta que por fin dieron las dos, me coloqué el abrigo y puse rumbo al instituto de Leyna.

Mirando fijamente a la puerta del edificio. Diviso su figura en medio de la que sé que es su amiga y un chico que hablaba con ella de una manera muy... ¿Íntima?

Aún no me había visto, estaba seria y ponía distancia entre ese tipo y ella, pero él seguía acortando los centímetros que Leyna ponía.

—¿Qué hace? — digo en el silencio del interior de mi auto. La estaba acariciando la mejilla y ella alejó rápidamente su rostro—. ¿Pero, que m****a? — salgo del vehículo—. Leyna— la llamo y su piel vuelve a reaccionar a mí como lo lleva haciendo durante unos meses, que fue cuando me di cuenta de que algo había cambiado en ella—. ¿Nos vamos?

Ese chico rubio me miró de arriba a abajo y después Leyna asintió—. Nos vemos mañana, Amelia.

Caminó cerca de mí hasta llegar al coche donde toma asiento en el copiloto. Su silencio me indica que estaba nerviosa, incómoda, quizás.

—¿Te estaba molestando ese chico? — pregunté segundos después de poner en marcha el motor.

No dice nada.

—Leyna, tu hermano te dejó a mi cargo. Lo que vi no me gustó y si de verdad te está molestado es mejor que me lo digas.

—No soy una niña, Mario. Sé cuidarme sola.

—No lo pongo en duda, pero aun así quiero saberlo.

—Él es el primo del novio de Amelia. Se mudó a Londres hace dos semanas y hoy vino a buscarme a la salida de clase. Insiste en tener algo más conmigo.

—Te está acosando— constaté con dureza.

Bajé mis ojos hacia sus mejillas que se ruborizaron.

—No, Mario. Solo que... no sé, quizás piensa que soy la clase de chica que sale con cualquier.

Claro que ella no era la clase de chica que salía con el primero que la halagara. Lo sé porque Volker me contó que su hermana era muy reservada sobre su vida sentimental, aunque si no me lo hubiera dicho puedo llegar a darme cuenta de ello. Solo había que mirar la inocencia que mostraba su pequeño y hermoso rostro.

—Fuese como fuera, la forma que te acarició la mejilla y como tú te echaste para atrás me dicen muchas cosas.

Conducía hacia mí casa cuando por poco me salté un semáforo.

—¿Por qué te importa tanto lo que ese tipo haga o no conmigo?

Su pregunta me hizo guardar silencio de una manera extraña. Quizás necesitaba protegerla como no lo hice con mi hermana. Tal vez vea en ella una nueva oportunidad para llenar lo que Lili dejó en mí cuando me enteré de que por su culpa Abel estuvo a punto de morir.

—Eres la hermana de mi amigo. Debería importarme, ¿no crees?

—No, claro que no lo creo. No deberías preocuparte por mí por el simple hecho de ser la hermana de Volker. No necesito a un padre ni a otro hermano.

Eso fue lo que siempre me llamó la atención de ella. Lo que me hace ver lo que todo en sí ella oculta al mundo.

—No necesito otro protector, Mario. Con el perfeccionista de mi hermano tengo suficiente. Lo que necesito es que te des cuenta de lo que mis ojos te están pidiendo. Lo que mi interior quiere decirte y no soy capaz de sacarlo. Te repito, no necesito un hermano. No te quiero como hermano.

El pitido de los coches que tenía detrás me despierta del encierro en la que me encontré por sus palabras.

Quien me conoce sabe que las mujeres con carácter son las que me envuelven por completo, me gusta que tengan las ideas claras y como se defienden ante cualquier situación, Leyna era una chica que a su corta edad sabía lo que quería y lo que no, y eso fue lo que despertó en mí un escalofrío que llevo evitando desde hace semanas, no sé cómo ni porque pero ella apareció en mis sueños y cogida de la mano de una persona que le estaré eternamente agradecido, gracias a él mi hermano aún vive, José y Leyna en mis sueños y desde entonces no soy el mismo con ella o por lo menos en lo que sentía o pensaba.

Estaba enloqueciendo.

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