ÚLTIMO CAPÍTULOVolkerEn ocasiones pienso en como mi vida cambió de una manera tan de repente que ni yo mismo me lo creo. Acabar por aceptar la relación de Leyna. Que mi mejor amigo sea el prometido de mi hermana y encima terminé enamorado de la mejor amiga de mi hermana, y por último, pero no menos importante, acepté ser el heredero del título que un día me dejó mi padre y que yo rechacé, si me lo cuenta no me lo creo.Pero el camino de uno es así, las piedras son importantes para tropezar y aprender a no caerse de nuevo con las mismas que nos hicieron ver suelo, creer y dejar que todo fluya de la manera más sana es la mejor opción que podemos optar. Y dejarse llevar por ese sentimiento tan bonito es igual que ser feliz sin esperar a serlo.—¿Hola? — dije al contestar la llamada, ese número era de ella. De Macarena—Hola, Volker.—¿Qué tal estás? — amablemente pregunté. Entre ella y yo no había rencor porque no acabamos mal, ella me pidió un tiempo y yo se lo di.—La verdad, extrañá
LeynaAún recuerdo cuando aún no tenía nada entre mis manos y solo tenía la mirada de él, una que no era la que deseaba, ya que no era la misma que le dedicaba. Aún pienso en las noches en las que me las pasé soñando con un nosotros y que hoy en día lo había conseguido. Era un nosotros. Un Mario y yo.Creo que cada quien debe de pensar en cómo hacer realidad sus sueños, aunque a veces parecen inaceptables e imposibles, créame que es solo una manera de verlo. Porque lo mío también era algo imposible y lo hice posible a base de darlo todo, pero siempre teniendo amor propio. Decidida y sin miedos, aunque los oculté detrás de la piel.—No te entiendo, ¿por qué debemos viajar a España, Mario? — asustada pregunté a mi prometido—. ¿Le pasó algo a Volker?Negó nervioso—. No, mi vida. Solo necesito darle una sorpresa a Chloé, Abel me dijo que estaba embarazada y quería sorprenderla con nuestra presencia y felicitarla.Fruncí el ceño. Pero en parte me alegraba por Abel y Chloé.—¿Está embarazada
La vida es una sola y la mía la quería compartir con él, sí, él es lo prohibido para mí. Él es el hombre que debí evitar a toda costa y no enamorarme de él por muy que su atractivo alarmara cada una de mis células. Él es con el que sueño todas las noches y mi pesadilla empieza al despertar y darme cuenta de que solo fue un sueño.La vida es una sola, tan solo una y somos dueños de decidir con quién queremos vivirla, pero yo no puedo escogerlo a él. ¿Y saben por qué?Por qué él es Mario Molina, el mejor amigo de mi hermano mayor y no solo eso, yo solo tengo diecisiete años y él treinta y uno.¿Ahora me entienden c
LeynaCuando por fin llegamos al grado de la sensatez, nos damos cuenta como hemos dejado atrás partes de nosotros mismo por el camino, las esperanzas se desvanecen, la ilusión se esfuma de un solo soplo. Muchos pueden comprenderme, entender lo que sentí por alguien que probablemente nunca me mire de la misma manera que lo hacía yo.Algunos lo llaman amor platónico.Otros lo conocen como una obsesión.Amor no correspondido también le suelen llamar.Pero yo lo llamo desgracia.—No tengo ojos para nadie más, así que dile a ese chico que estoy fuera de mercado. — Con el corazón estremecido contesté a mi amiga. Desde hace dos semanas el primo de su novio no deja de mandarme mensajes tanto por vía wasap como por Amelia. Y claro está, ella insiste en que me olvide del único que me importa de verdad. Mario Molina.—D
MarioAlguna vez nos hemos parado a pensar en cómo sería nuestra vida si hubiéramos tomado otras decisiones, reflexionar sobre lo que pudo pasar, si aprendiéramos de nuestros errores y enfocar en mejorar de alguna manera u otra. Daba igual si es con la familia, los amigos o con el amor.La vida es dura y a la vez fácil según el ángulo de visión que lo visualicemos. La mía es de la más común, no tengo secretos que puedan lastimar a alguien más, no hice daño a nadie, excepto en mimar tanto a una sola persona que hoy en día, sigue siendo el mayor error no solo en mi vida sino en la vida de mi familia. Lili es y siempre será mi hermana, mi consentida y también el tormento que azotó hace tiempo atrás a mi hermano, sin hablar de mi madre y mi padrastro. Ella y mi hermano Abel lo son todo para mí, ser el hermano mayor de estos d
LeynaYo sé que el mundo no es fácil, al menos no conmigo. Al igual que mi suerte, mi desesperación por gritar a los cuatro vientos lo que llevo dentro de mí, gritar que estaba enamorada de un hombre catorce años mayor que yo, que esa persona es el mejor amigo de mi hermano y os juro que ese grito es como el aire que necesito para respirar.No estaba dispuesta a perder esta oportunidad, le iba a decir de todas las formas que con él lo quiero todo. Que a mi corta edad no deseo a nadie más que a él y que me llame loca, que me diga que solo es un capricho, me da igual, solo necesito decírselo y que sepa que desde hace tiempo mi corazón late por y para él.—¿Entiendes lo que quiero decirte? — vuelvo a hablar al ver que no decía nada—. No seas para mí solo el amigo de mi hermano.Alza sus hermosos ojos y se me pone la piel
MarioSeguiré como lo hice hasta ahora, mientras siento como se me forma un nudo entre los dientes al no poder hacer lo que mi deseo me exigía, seguiré con la lengua atada mientras controlo lo que quiero hacer y que no debo ni de pensar en ello.Continuaré siendo el Mario que sonríe y que nada parece pasar y no me dejaré llevar por el Mario que hace unas semanas piensa en lo prohibido, en lo imposible.—Gracias por la comida, estuvo exquisita.Su forma de hablar no es de una chica de diecisiete años, ella parece más mayor, más mujer de lo que debería de ser y con tan solo perderme en cualquier parte de sus labios ya dejo de pensar con coherencia, simplemente me bloqueo y espero que no se dé cuenta de ello.—Me alegra saber que te gustó.Empezó a recoger la mesa y la ayudé con los platos. Nuestras miradas se cruzaban
LeynaMe dejé por lo que fuera que me guiará. Escuché su conversación y mi corazón empezó a palpitar tan de prisa que pensé que se me iba a detener en cualquier momento.Le confesé de sopetón al verme descubierta ante él, se lo dije y no había vuelta atrás.—Me enamoré de ti— volví a decir casi temblando.—Deja de decir tonterías, Leyna. No olvides quién eres ni quien soy.—Me enamoré de ti— lo volví a decir alzando ligeramente la voz. No sé, pero necesitaba que lo entendiera de una manera clara.Este se aleja de mí y empieza a andar hacia la cocina, lo sigo—. Te oí, escuché lo que le estabas diciendo a Abel.—No oíste nada, por qué no dije absolutamente nada.Sonrío con amargura—. No me trat