-¿Estás loco?
—Lo siento - él comenzó a reír.
—¿Por qué te ríes? No le encuentro gracia, pudiste haber causado un accidente —le reclamé
—Pero no paso, así que deja el drama.
Vi a Alonso del otro lado de la carretera, volví acomodarme en la bici y rodee al demente que tenía enfrente, él rodeó la cabeza para verme, era difícil verlo con esas enormes gafas de sol y su gorra, pase de largo y fui con Alonso. Alonso me siguió hasta llegar al parque en donde nos conocimos
—¿Quién era él tipo con el que hablabas alegremente?-me pregunto, con una sonrisa burlona. Rodé los ojos
—Casi lo paso tirando, es un tarado. —Nunca lo había visto —con Alonso conocíamos a cada persona del pueblo, de pequeños nos gustaba investigar a cada habitante y fue así que conocimos cada historia de este pequeño rincón.
—Que te parece si llegan a la casa, cocinaré algo rico
—Me parece genial, llevaré una torta de manzana.
—Excelente, amo tus tortas.
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Cuando iba de regreso vi que alguien se estaba mudando. Estaban entrando a una cabaña vieja, de niños con Alonso creíamos que en esa cabaña espantaban, es raro que alguien quiera vivir ahí.
—Ya vine Romeo.
—¿Oh Julieta en dónde estas que no te veo? —mi padre salió de la cocina con un sartén en la cara.
—Esa es nueva - reí, teníamos la costumbre de saludarnos así, mi padre siempre aparecía con algo nuevo para hacerme reír.
—Te quedó exquisita la carne, justo en su punto —me elogio la madre de Alonso.
—Muchas gracias, Alonso tu tarta también está increíblemente deliciosa.
—Es mi especialidad.
—¿En qué comento crecieron tanto? —pregunto Columba.
—Así es la vida madre —Alonso la abrazo.
—Pronto estarán cerrando la prepa y se irán lejos a la universidad —su voz se quebró, creí que comenzaría a llorar, pero en vez de eso comenzó a reír, ella y mi padre solo nos tienen a Alonso y a mí, a mí tampoco me gustaba la idea de irme a estudiar lejos y dejar solo a mi padre.
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Mi parte favorita de la noche es salir a ver las estrellas, el verano pasado mi padre me compro un telescopio como regalo sabe que me encanta la astronomía y que deseaba tanto un Telescopio, siempre ve la manera de complacerme en todo, tal vez lo hace para llenar el vació de mamá. Ella murió cuando tenía dos años, no recuerdo nada de ella, mi padre dice que es mejor así, así no la extraño y sufro por eso, pero de algún modo sufro por nunca haberla conocido, lo contrario a papá que sufre por haberla conocido perfectamente. Su amor es tan grande que no hay espacio en su corazón para encontrar un nuevo amor.
Por eso he decidí no ir a una universidad lejana yo soy todo lo que tiene y él es todo lo que tengo. Salí a mi pequeño pero acogedor balcón a ver las estrellas, ya tenía perfectamente bien instalado mi telescopio.
Estaba apreciando las constelaciones cuando unos gritos llamaron mi atención, baje el lente para ver mejor entre los árboles los gritos provenían de la cabaña abandonada, bueno ya no esta abandona porque desde esta tarde está habitada por personas muy ruidosas. Algo que hacía que amara este lugar era que había mucha tranquilidad el ruido del pueblo quedaba a kilómetros de aquí y ahora ese ruido esta a unos metros.
Deje el lente, ya que no quería que pensaran que era una metida, me metí a la cama intentando hacer caso omiso a la música de los vecinos. Me levanté de mal humor gracias a los vecinos, no poder dormir me pone de muy mal humor.
—¿Dormiste bien? —vi como se le dibujaba una sornrisa a mi padre, sabía que no había podido dormir.
—Pues me gustaría que esa cabaña se cayera en mil pedazos
—July —note cierta suspicacia en sus palabras.
—Lo siento, sé que no debo desearle mal a nadie. Termine mi desayuno y arregle la casa. Alonso me llamo para enseñarme algo increíble. Sé que él es un exagerado y no será nada del otro mundo. Pero siempre dejo que me sorprenda. Tome mi bicicleta y salí de mi casa. En el camino encontré a un joven muy bien parecido enfrente de la cabaña, solo pude verlo de reojo, el timón se me balanceó y tuve que frenar con los pies.
—¡Cuidado Caperucita! —No quise voltear a verlo, pero sé que fue ese chico, seguí mi camino. Caperucita que apodo tan ridículo, ni siquiera sé porque me dijo así, al verme note que llevaba un cárdigan rojo que me llegaba hasta la rodilla. Ah, ahora ya sé. De igual forma sigue siendo ridículo.
El último sábado de cada mes siempre acampamos con Alonso en nuestro pequeño rincón en el bosque, nunca habíamos invitado a nadie más, ya que ninguno de los dos somos sociables y estamos bien siendo únicamente nosotros dos. Alonso armó la tienda de acampar mientras yo le prendía fuego a la leña. Tal vez pareciera aburrido solo dos personas acampando, pero siempre se nos ocurría algo nuevo para divertirnos. Nos pusimos frente a la fogata y empezamos a comer malvaviscos, Alonso contó lo que le había pasado durante el día, yo le conté lo del chico lobo. —¿Chico lobo? —pregunto con una sonrisa. —Si, así le he puesto, él me dijo Caperucita se merecía un apodo a la altura del mío ¿No te parece? —Me parece que en serio necesitas comunicarte con alguien que no sea tu padre o yo. —Me parece que así estoy bien. —Bueno cuida bien a tu padre o el lobo se lo comerá —comenzó a reír. —Que chistoso estás hoy. —No, la que está amargada el día de hoy e
Lo miré fijamente y no había señales de que estuviera bromeando. —Está bien, sube atrás —puso sus manos en el timo y se reclinó hacia delante. —¿Qué te parece si yo manejo? - subió una ceja y torció el labio. —Que te parece si no, mi bici mis reglas, así que si quieres te vas atrás - me enderece y crucé los brazos, haciendo sus mismos gestos. Él frunció el ceño y volvió a enderezarse. —Te vas a cansar más llevándome ahí atrás. Es mejor que yo conduzca. —No seas machista, puedo llevarte, además no creo que peses tanto —Lo vi de abajo hacia arriba. —Ahí viene tu novio, creó que con caminar un poco no me moriré, adiós caperuza —Se fue alejando. —¡Espera! —Otra vez no me dijo su nombre. —Creí que lo odiabas— llego Alonso, dándome una palmada en la cabeza. Reí al recordar como se dirigió ese chico a Alonso. Mi novio, eso sí que es loco. —Él se acercó hablarme ¿Te llevo? —Claro —Alonso se subió en la parte trasera y com
Las clases terminaron. Con Alonso nos dirigimos al estacionamiento. —Lindos vehículos — volteé a ver quien había dicho eso, atrás de nosotros estaba el grupo de Canela. —¿No quieres subir a un verdadero mostró— señalo su impresionante motocicleta. Ese chico casi ni se ve detrás de todo ese pelaje, yo tengo menos cabello que él. Solo ignóralos —me aconsejo Alonso. —¡Ey! Princeso, cómprate algo verdaderamente bueno —Grito Canela —Ignóralos —le aconsejo, y reímos. —Subimos a las bicicletas y comenzamos a pedalear hasta llegar a mi casa. —¿Cómo les fue? —salió de inmediato mi padre. —Bien, nada del otro mundo —contestó Alonso —uuhm huele delicioso ¿qué es? —Pollo horneado y pastel de arándanos —contestó mi padre. —Sabes yo hubiera querido tener un chef como padre. —Te presto él mío cuando quieras —lo tome de la mano y entramos hasta el comedor. —¿Saben quien vino a visitarme? —¿Quién? —pregunte -
Con Ariel abrimos los ojos como platos al ver que se trataba del libro que recientemente me había hablado. —Vaya ya se habían tardado. Aunque. —¿Qué? —Esto es raro, antes no funcionaba así. —¿Entonces? —Siempre las chicas se peleaban por tener este libro en su poder y ahora a ti te llega así de fácil y enviado directamente de ellos. —Tal vez se equivocaron. —No, algo estarán tramando, seguro uno de ellos quiere algo contigo o más bien darte duro contra el muro —río. Pero a mí no me dio gracia. Cerré el libro de golpe. —Ellos me van a escuchar —me levanté con el libro en la mano. —Espera —Ariel me hizo sentarme. Es mejor que no te metas con ellos, créeme ellos no solo dan servicio sexual. ¿Por qué crees que nadie los delato?. -Bueno tendré el honor de ser la primera en hacerlo —Me paré —¿Quieres morir? —me volvió a sentar. —No les tengo miedo. —Es mejor que solo dejes el libro aquí, créem
La fiesta comenzaba a ponerse incómoda, quise irme, pero Alonso no me dejo, ya que quería comer pastel. Le dije que le compraría uno, pero él justamente quería el que estaban por partir, Alonso a veces llega a comportarme como un niño, se devoró su pastel y termino comiéndose el mío.—La fiesta no estuvo nada mal - Decía mientras caminábamos por la salida. Entre la persona vi a Jos, como un impulso tome el brazo de Alonso. Jos me miraba y yo no lograba apartar mi vista de la suya.—July, estas enterrándome tus uñas —lo solté de inmediato, cuando volví mi vista hacia dónde estaba Jos ya no estaba.—¿Te pasa algo?—No, creo que me mareé. Es mejor que caminemos rápido. —lo tome de la mano y lo lleve tras tumbando hacia la casa.—¿Cómo les fue? —pregunto mi pad
Comencé a pensar en lo que me contó Ariel, como alguien enamorado es capas de hacer tantas estupideces, yo nunca me he enamorado y no sé si sea capas de hacer semejantes locuras por amor. En otro caso es terrible lo que hace Jos con sus amigos ¿Cómo pueden pensar en sexo y nada más? ¿Será que nunca se han enamorado? Siempre me ha gustado el misterio y esos chicos están rodeados de muchas preguntas. ¿Cómo serán realmente? ¿Habrá más que solo deseo? Con tantas preguntas no lograba dormir, eran las tres de la mañana. Decidí salir a ver las estrellas, cuando no logro dormir ver el cielo nocturno me relaja mucho. Tome mi telescopio. Pase un largo tiempo observando el cielo. El sueño me gano y decidí volver a la cama.Estábamos en el cuarto periodo del día. Tenía mucho sueño y eso no me permitía prestar atención a la clase. Me puse en reposo. Un ruido horrible me hizo despertar. Me quede dormida, rayos.—¿July vas a salir a comer? —me preguntaba Ariel.—¿Cuánto tiempo p
El beso de Jos se me repetía una y otra vez. No creí que mi primer beso sería así. Ni con alguien como él.Hace cuatro años con Alonso intentamos salir, La imagen de Jos no podía salir de mi mente, ese chico tierno, sonriente mojado por el jabón. En la escuela era diferente, rodeado de chicas y de sus amigos. Cada día era una nueva conquista y no sé por qué me dolía verlo. —Ya duro con esa chica. —¿Eh? —volví la vista hacía lo que estábamos haciendo. —Te advertí que no te ilusionaras. —No te preocupes, no me está pasando nada con él. —nada. Así tenía que ser. Por instinto volteé a ver a Jos muy sonriente con su acompañante. Su mirada se detuvo en la mía, gire como si no me importara, pero algo dentro de mí se desmoronaba. Me dolía verlo mirando a alguien más. Y me duele más no poder evitar voltearlo a ver como es feliz con alguien que no soy yo. No lograba conciliar el sueño, los pensamientos que tengo sobre él me están devorando. Tome una libreta. Y escribí: tierno / patán. Comencé a escribir las cosas buenas y las malas de Jos, nunca me había topado con alguien que tuviera dos personalidades, queCapítulo 10