Capítulo 26. Errores.

Esa noche, ninguno de los dos pudo dormir. Samantha lloró, sentada junto a la puerta. Con la espalda apoyada en la madera y las rodillas en alto, abrazada a ellas.

Estaba harta de que la trataran de aquella manera, como si fuese una ramera que no tenía derecho a nada, ni quiera, a defenderse de falsas acusaciones.

Supuso que Robert se había enterado de lo que había sucedido con Luter y con el mesero porque Deborah se lo había dicho, aunque a su manera. Quizás, exagerando.

La mujer debió aprovechar el momento en que ella se encontraba en la oficina con Fletcher para abordarlo en el auto y llenarle la cabeza de basura.

En una ocasión escuchó sus pasos pesados pasando frente a su puerta y se detuvo en ella un instante, pero no hizo nada más.

Samantha esperó con la respiración detenida a que él hiciese algo, pero, como había estado tan enfurecida, si Robert se hubiese atrevido a entrar, ella le hubiese saltado encima para arañarle el rostro. Tal vez fue bueno que él al final siguiera de l
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