Samantha cambió esa mañana de habitación en medio de una gran tensión. Morrigan y algunas empleadas la ayudaron a trasladar todas sus cosas y ubicarlas dentro del enorme dormitorio de Robert.Aquel espacio era digno de un rey. El vestidor era dos veces más grande y contaba con sillones y mesas para organizar las prendas. La cama era bastante ancha y tenía doseles de madera tallada, lo suficiente como para albergar al enorme León y a su pequeña cervatilla con total comodidad.Todos los muebles poseían un acabado elegante y cada rincón de la habitación se encontraba en un impecable orden.Si no fuese por el profundo aroma varonil impregnado en aquellas paredes, ella no pensaría que sería la habitación de un hombre. Se veía en extremo perfecta. Los hombres que había conocido eran todos desordenados y descuidados.Él supervisaba la mudanza con gran atención, manteniéndose un poco apartado y de brazos cruzados. Como si temiera que de pronto ella se arrepintiera de su promesa y se marchara
Samantha entró esa tarde al bar como si fuese una reina llegando a su castillo. Se había vestido con gran elegancia y no iba acompañada por dos guardaespaldas, sino por seis y afuera habían quedado cuatro más. También iba con ella su amiga Jenny.Todos la veían con curiosidad sin atreverse a cruzarse en su camino. De lejos Deborah la veía con odio, aunque en esa ocasión no se animó a cuchuchear con sus amigas para molestarla.Solo McGraw se animó a acercarse cuando la mujer llegó a la barra.—¡Diosa! Llegaste temprano —la saludó con sonrisa chispeante.Ella también sonrió aunque con arrogancia.—McGraw, quiero presentarte a Jenny Carpenter. Ella será la coordinadora de los espectáculos musicales que realizaremos en el bar. Se encargará de los artistas y sus contratos, así como de los técnicos de sonido e iluminación.—Oh, mucho gusto, preciosa. Un placer conocerte —dijo a Jenny y estrechó su mano—. ¿Comenzará a trabajar hoy?—Sí. Llamé a algunos artistas para entrevistarlos y ella se
Esa noche, al regresar del bar, Robert se mostró muy interesado en cómo se había desarrollado el día para Samantha. La interrogó sobre cada cosa sucedida para verificar que no hubiese ocurrido otro incidente.La mujer se sintió extraña por el interrogatorio, ya que no lo sintió como una intromisión, sino como un interés real del hombre hacia ella. Algo que jamás le había sucedido.Nadie en su familia, excepto su hermano Michael en contadas ocasiones, o su amiga Jenny, habían mostrado preocupación por lo que podría ocurrirle.Eso la hizo entrar a la mansión con mejor actitud mientras seguía en silencio a Robert hasta la habitación que ahora compartirían. Estando dentro, ambos se miraron a las caras algo desconcertados.No sabían cómo comportarse ahora que pretendía actuar como un matrimonio común.Para escapar del León, Samantha tomó su camisón de dormir y se refugió en el baño. Cerró la puerta y apoyó la espalda en la madera, para respirar hondo y así serenar a su agitado corazón.—Tr
Samantha llegó esa noche al bar con mayor ánimo. Le había encantado el almuerzo que había compartido con Court y conocer la faceta de Robert de hombre trabajador, encargado de cuidar no solo del buen desarrollo de las construcciones que llevaba a cabo para que el cliente quedara satisfecho, sino de los cientos de empleados que tenía a su disposición.En una ocasión él intervino diciendo que el éxito de su trabajo dependía no solo de la alegría del cliente, sino también la de todos los hombres y mujeres que dependían de su empresa.Eso hizo que ella lo mirara de una manera distinta y sintiera admiración por él. Fue tanta su impresión que no paró de contarle a Jenny lo que habían hablado ese día durante el almuerzo, como si se tratase de un enorme descubrimiento.—Vaya, entonces el León no es tan malo como dicen.—Tiene un carácter difícil y es en extremo desconfiado, pero en el fondo parecer ser bueno. Solo que lo han herido muchísimo.—¿Y has averiguado algo más de él, de esas tantas
Esa noche, al terminar la jornada de trabajo en el bar, Samantha se llevó el dinero de la caja a su oficina y apartó una buena cantidad que dejó sobre su escritorio antes de guardar el resto en la caja fuerte.Jenny entró en ese momento.—Mi taxi ya está en camino. ¿Necesitas algo más de mí?—Sí, que le entregues esto al Topo —explicó la mujer y tomó un sobre para cartas donde metió el dinero que había dejado en su mesa.—¿De verdad vas a pagarle a ese delincuente para que te busque información?—Tú viste lo que Fernand hizo esta noche, así me ha tratado luego de que rompió el compromiso conmigo, de manera déspota y ofensiva. No puedo permitir que se siga saliendo con la suya. Si de verdad pagó para que me asesinaran, necesito saberlo.—¿Y qué harás si lo confirmas? —quiso saber la mujer recibiendo el sobre.—Buscaré las maneras de denunciarlo o de fastidiarlo con eso.Jenny respiró hondo antes de hablar.—¿Entiendes que si de verdad él pagó para que Colin te asesinara, es posible que
Cuando Samantha despertó, estaba sola en la sala. Se escuchaba movimiento en la mansión, el personal se encontraba sumido en sus tareas diarias.Al levantarse, se fijó que seguía desnuda, solo cubierta con la camisa de Robert como si fuese una cobija. La vergüenza la invadió.Rápido se vistió con ella y tomó el resto de su ropa regada en el suelo.Corrió a su habitación. Por suerte no se cruzó con nadie en el camino. Al entrar, no había rastros de Robert, pero era evidente que se había dado una ducha y cambiado, ya que el aroma de su colonia invadía todo el dormitorio.—Miserable, ¿no me pudiste despertar? ¿Dejaste que el personal me encontrara desnuda en la sala? —se quejó con rabia mientras se quitaba de mala gana la camisa de él y la lanzaba al suelo. Con algo debía descargarse.Se dio un largo baño y luego bajó a comer. Las tripas le sonaban por el hambre. Al entrar en el comedor vio a Morrigan preparando un servicio para el almuerzo. Ella apretó el ceño confusa.—Señora, en media
Esa noche trató de olvidarse de los problemas concentrándose en el trabajo. Jenny estaba probando a algunos artistas para conocer el gusto del público que los visitaba. Esa noche había ido un joven que con su guitarra hacía covers de temas conocidos de pop y rock y resultaba bastante entretenido.Samantha se colaba entre los clientes para verificar su atención y consultarles sobre la música, así iba captando impresiones y opiniones. Sin embargo, tuvo que detener su indagación al ver llegar a su madre.Silvia era una mujer alta, altiva y de rostro soberbio, aunque cuando quería, poseía una mirada coqueta y sonrisa seductora. Eso le servía para desarrollar su trabajo.La mujer se detuvo en el centro de los escalones de la entrada para repasar con vista de águila el lugar, hasta ubicar a su hija. Al hacerlo, caminó hacia ella sin dudarlo, con paso firme y rostro amenazante.Uno de los guardaespaldas la divisó y quiso aproximarse para contenerla, pero Samantha lo detuvo. Ella sabía que si
Ese día, Robert tampoco fue a buscarla. Ella se marchó del bar en medio de una profunda tristeza y agobiada por malestares.Al llegar, descubrió que él estaba en casa con Court, conversaban en el salón.—¡Maldita sea, ¿cómo pudo pasar esto?! —escuchó que Robert se quejaba cuando fue a saludar, así que se quedó tras la puerta para escuchar, inquieta.—Te dije que no descuidaras esa obra ni la gestión de los permisos. Esas cosas son muy cambiantes y hay que cuidarlas manteniendo siempre húmeda las manos de los responsables.—¡No voy a sobornar a nadie para que aprueben mi trabajo!—¡Pero otros sí los sobornarán para que los rechacen y les den a ellos esa oportunidad! ¡Esto es una puta competencia, Robert! ¡Tú mejor que nadie lo sabe!Él gruñó disconforme. Samantha lo oyó bastante cabreado.—Edmund tuvo que enterarse por algún medio del trabajo que estoy realizando en Capitol Hill, por eso fue a molestar. Debo descubrir quién se lo dijo.Esas últimas palabras del León la angustiaron y te