Samantha llegó esa noche al bar con mayor ánimo. Le había encantado el almuerzo que había compartido con Court y conocer la faceta de Robert de hombre trabajador, encargado de cuidar no solo del buen desarrollo de las construcciones que llevaba a cabo para que el cliente quedara satisfecho, sino de los cientos de empleados que tenía a su disposición.En una ocasión él intervino diciendo que el éxito de su trabajo dependía no solo de la alegría del cliente, sino también la de todos los hombres y mujeres que dependían de su empresa.Eso hizo que ella lo mirara de una manera distinta y sintiera admiración por él. Fue tanta su impresión que no paró de contarle a Jenny lo que habían hablado ese día durante el almuerzo, como si se tratase de un enorme descubrimiento.—Vaya, entonces el León no es tan malo como dicen.—Tiene un carácter difícil y es en extremo desconfiado, pero en el fondo parecer ser bueno. Solo que lo han herido muchísimo.—¿Y has averiguado algo más de él, de esas tantas
Esa noche, al terminar la jornada de trabajo en el bar, Samantha se llevó el dinero de la caja a su oficina y apartó una buena cantidad que dejó sobre su escritorio antes de guardar el resto en la caja fuerte.Jenny entró en ese momento.—Mi taxi ya está en camino. ¿Necesitas algo más de mí?—Sí, que le entregues esto al Topo —explicó la mujer y tomó un sobre para cartas donde metió el dinero que había dejado en su mesa.—¿De verdad vas a pagarle a ese delincuente para que te busque información?—Tú viste lo que Fernand hizo esta noche, así me ha tratado luego de que rompió el compromiso conmigo, de manera déspota y ofensiva. No puedo permitir que se siga saliendo con la suya. Si de verdad pagó para que me asesinaran, necesito saberlo.—¿Y qué harás si lo confirmas? —quiso saber la mujer recibiendo el sobre.—Buscaré las maneras de denunciarlo o de fastidiarlo con eso.Jenny respiró hondo antes de hablar.—¿Entiendes que si de verdad él pagó para que Colin te asesinara, es posible que
Cuando Samantha despertó, estaba sola en la sala. Se escuchaba movimiento en la mansión, el personal se encontraba sumido en sus tareas diarias.Al levantarse, se fijó que seguía desnuda, solo cubierta con la camisa de Robert como si fuese una cobija. La vergüenza la invadió.Rápido se vistió con ella y tomó el resto de su ropa regada en el suelo.Corrió a su habitación. Por suerte no se cruzó con nadie en el camino. Al entrar, no había rastros de Robert, pero era evidente que se había dado una ducha y cambiado, ya que el aroma de su colonia invadía todo el dormitorio.—Miserable, ¿no me pudiste despertar? ¿Dejaste que el personal me encontrara desnuda en la sala? —se quejó con rabia mientras se quitaba de mala gana la camisa de él y la lanzaba al suelo. Con algo debía descargarse.Se dio un largo baño y luego bajó a comer. Las tripas le sonaban por el hambre. Al entrar en el comedor vio a Morrigan preparando un servicio para el almuerzo. Ella apretó el ceño confusa.—Señora, en media
Esa noche trató de olvidarse de los problemas concentrándose en el trabajo. Jenny estaba probando a algunos artistas para conocer el gusto del público que los visitaba. Esa noche había ido un joven que con su guitarra hacía covers de temas conocidos de pop y rock y resultaba bastante entretenido.Samantha se colaba entre los clientes para verificar su atención y consultarles sobre la música, así iba captando impresiones y opiniones. Sin embargo, tuvo que detener su indagación al ver llegar a su madre.Silvia era una mujer alta, altiva y de rostro soberbio, aunque cuando quería, poseía una mirada coqueta y sonrisa seductora. Eso le servía para desarrollar su trabajo.La mujer se detuvo en el centro de los escalones de la entrada para repasar con vista de águila el lugar, hasta ubicar a su hija. Al hacerlo, caminó hacia ella sin dudarlo, con paso firme y rostro amenazante.Uno de los guardaespaldas la divisó y quiso aproximarse para contenerla, pero Samantha lo detuvo. Ella sabía que si
Ese día, Robert tampoco fue a buscarla. Ella se marchó del bar en medio de una profunda tristeza y agobiada por malestares.Al llegar, descubrió que él estaba en casa con Court, conversaban en el salón.—¡Maldita sea, ¿cómo pudo pasar esto?! —escuchó que Robert se quejaba cuando fue a saludar, así que se quedó tras la puerta para escuchar, inquieta.—Te dije que no descuidaras esa obra ni la gestión de los permisos. Esas cosas son muy cambiantes y hay que cuidarlas manteniendo siempre húmeda las manos de los responsables.—¡No voy a sobornar a nadie para que aprueben mi trabajo!—¡Pero otros sí los sobornarán para que los rechacen y les den a ellos esa oportunidad! ¡Esto es una puta competencia, Robert! ¡Tú mejor que nadie lo sabe!Él gruñó disconforme. Samantha lo oyó bastante cabreado.—Edmund tuvo que enterarse por algún medio del trabajo que estoy realizando en Capitol Hill, por eso fue a molestar. Debo descubrir quién se lo dijo.Esas últimas palabras del León la angustiaron y te
A pesar de sus ganas por atender su negocio, Samantha tuvo que evitar ir la noche siguiente al bar. Aún se sentía muy agotada, no solo física, sino también a nivel mental. No paraba de pensar en sus problemas y en las formas en que podía resolverlo.Habló mucho por teléfono con McGraw, Fletcher y Jenny para dejarlos a ellos al frente de las tareas mientras descansaba. No se movió en todo el día de la cama, solo a hacer sus necesidades al baño.En una ocasión pensó que Robert había ordenado a Morrigan mantenerla sedada, porque cada vez que el mayordomo le facilitaba un «tecito para relajarse», se quedaba profundamente dormida.No reclamó porque en parte agradecía el descanso. Eso la ayudó a sentirse mucho mejor al día siguiente.Robert, como lo había prometido, se mantuvo cerca todo lo que pudo. No se quedó siempre en casa, pero tampoco estuvo fuera por mucho tiempo. Cada vez que podía iba para verificar su estado, comía con ella en la habitación y esperaba a que se durmiera para regre
Como lo había prometido, Samantha llegó esa noche temprano a casa. Robert aún no había regresado del trabajo.Se dio un baño con agua caliente y se acostó en la cama, aunque le resultó imposible conciliar el sueño. No dejaba de pensar en el hecho de que alguien había pagado para que la asesinaran.¿Cómo era posible que alguien invirtiera dinero y esfuerzo para acabar con su vida? Ella no era nadie, no tenía nada, no representaba un peligro para ninguna de las personas que la rodeaban. Entonces, ¿por qué la consideraban un enemigo a eliminar?Las dudas crecían en su cabeza. ¿De verdad estaba arruinada, como le había comentado su madre? ¿Era una completa inútil, como solía decirle su padre? ¿No tenía ningún valor, como le restregaba Fernand cada vez que podía?Pero su intriga más grande era: ¿por qué Robert Lennox había aceptado casarse con ella a pesar de todos los problemas que le ocasionaba?Quería entender, necesitaba hacerlo. Ya no soportaba tantas incertidumbres.No pudo seguir pe
Samantha se despertó al día siguiente cerca del mediodía. Se percataba que estaba durmiendo mucho más de lo habitual, tal vez, por el embarazo.Se cambió y bajó al comedor aún con pereza. No quería seguir acostada porque los músculos se le pondrían rígidos.Se sorprendió al encontrar a Robert en el comedor atendiendo llamadas telefónicas y revisando documentos. Lo creyó en el trabajo.Se sentó en su puesto, donde ya estaba preparado un servicio, y se alegró cuando pusieron comida en la mesa. Enseguida comenzó a servirse.—¿Despertaste con hambre? —preguntó Robert al terminar su conversación.—¿Me estabas esperando para comer?—Sí y no.—¿Cómo es eso?—Pensé que te levantarías aún más tarde, tienes el sueño pesado. Tuve que moverte porque pensé que estabas desmayada y me diste un manotazo en la cara para que te dejara.Ella lo observó con los ojos muy abiertos y con la cucharilla en la boca.—¿Te golpeé? —preguntó impactada.—Solo fue un manotazo.A la mujer le costaba creérselo.—No r