Capítulo 38. El incendio.

Samantha se despertó al día siguiente cerca del mediodía. Se percataba que estaba durmiendo mucho más de lo habitual, tal vez, por el embarazo.

Se cambió y bajó al comedor aún con pereza. No quería seguir acostada porque los músculos se le pondrían rígidos.

Se sorprendió al encontrar a Robert en el comedor atendiendo llamadas telefónicas y revisando documentos. Lo creyó en el trabajo.

Se sentó en su puesto, donde ya estaba preparado un servicio, y se alegró cuando pusieron comida en la mesa. Enseguida comenzó a servirse.

—¿Despertaste con hambre? —preguntó Robert al terminar su conversación.

—¿Me estabas esperando para comer?

—Sí y no.

—¿Cómo es eso?

—Pensé que te levantarías aún más tarde, tienes el sueño pesado. Tuve que moverte porque pensé que estabas desmayada y me diste un manotazo en la cara para que te dejara.

Ella lo observó con los ojos muy abiertos y con la cucharilla en la boca.

—¿Te golpeé? —preguntó impactada.

—Solo fue un manotazo.

A la mujer le costaba creérselo.

—No r
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