Capítulo 36. En la búsqueda de pruebas.

A pesar de sus ganas por atender su negocio, Samantha tuvo que evitar ir la noche siguiente al bar. Aún se sentía muy agotada, no solo física, sino también a nivel mental. No paraba de pensar en sus problemas y en las formas en que podía resolverlo.

Habló mucho por teléfono con McGraw, Fletcher y Jenny para dejarlos a ellos al frente de las tareas mientras descansaba. No se movió en todo el día de la cama, solo a hacer sus necesidades al baño.

En una ocasión pensó que Robert había ordenado a Morrigan mantenerla sedada, porque cada vez que el mayordomo le facilitaba un «tecito para relajarse», se quedaba profundamente dormida.

No reclamó porque en parte agradecía el descanso. Eso la ayudó a sentirse mucho mejor al día siguiente.

Robert, como lo había prometido, se mantuvo cerca todo lo que pudo. No se quedó siempre en casa, pero tampoco estuvo fuera por mucho tiempo. Cada vez que podía iba para verificar su estado, comía con ella en la habitación y esperaba a que se durmiera para regre
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