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Capítulo 5: Frustración

—No... no lo estoy. Quiero verme, quiero ver a Rut —mi voz apenas alcanzaba a formar las palabras entre sollozos y respiraciones entrecortadas.

Me levanté de un salto y corrí de nuevo hacia la recepcionista, implorándole que me permitiera ver a «mi amiga». Ella negó mi solicitud por no ser familiar directo, entonces se me ocurrió una idea.

—¿Y su esposo? ¿Ha venido?

—Lo siento, señorita, pero el esposo de la señora Ruth no ha venido a verla ni una sola vez.

¿Y mis padres?

—¿Y los padres de la joven?

—Lo siento, ninguno de sus familiares ha venido a verla.

Las lágrimas brotaron de mis ojos, recuerdos dolorosos se agolparon en mi mente. Mi esposo había tejido una red de mentiras con mis padres, haciéndoles creer que yo estaba de viaje con unas amigas. Así fue como nunca supieron que yo estaba hospitalizada y ahora, Rut estaba sola en esa cama de hospital, luchando por su vida mientras su entorno familiar permanecía ausente y ajeno a su sufrimiento.

—¿Por favor podría llamar a sus padres para informarles que su hija está aquí? Seguro ellos no saben que ella está en este lugar —mencioné con voz temblorosa, mientras la enfermera y Leonel me miraban con confusión.

—Muy bien señora, llamaré. ¿Tiene el número?

Asentí con un gesto rápido y comencé a dictarle el número de teléfono de mis padres a la enfermera. Ella marcaba mientras yo me alejaba un poco, esperando a que la llamada finalizara.

El sonido de los tonos y el murmullo de la conversación distante me mantenían en suspenso.

—Es la primera vez que te veo tan preocupada por alguien que no seas tú misma —mencionó Leonel.

—¿En verdad? —pregunté, aunque en realidad solo me preocupaba por la otra yo que estaba en coma.

—Sí, sueles ser fría y tratas a los demás con desprecio. No muestras esta parte de ti. Me sorprendes, Amelia —añadió Leonel.

Por alguna razón, sentí que mis mejillas se calentaban ante su observación.

Me giré cuando vi que su mano se acercaba a mis mejillas, pero él la retiró antes de tocarlas.

Caminé hacia la recepcionista al ver que la llamada con mis padres había terminado.

—Señorita, tenía razón. Los padres de la paciente no estaban enterados de la condición de su hija, pero aún así no está autorizada para entrar a verla —mencionó la recepcionista con una expresión neutral y profesional.

—¿Y si llegamos a un acuerdo? —pronunció Leonel, interrumpiendo mis pensamientos desesperados.

—¿Un acuerdo? —preguntó la recepcionista, visiblemente interesada en la propuesta.

Leonel sacó un cheque en blanco, ya firmado y sellado, deslizándolo con discreción sobre el mostrador.

—Pon la cantidad que quieras, con gusto será tuyo. Solo deja a mi esposa entrar a ver a su amiga.

La recepcionista aceptó el cheque, con su expresión relajándose ligeramente al ver la generosidad del gesto.

—Su cuerpo se encuentra en la habitación 310 —mencionó finalmente, indicando el camino con un gesto de su mano hacia los pasillos del hospital.

No lo pensé dos veces antes de correr hacia esa habitación.

Al entrar, me quedé en blanco. Mi cuerpo estaba conectado a varias máquinas que monitoreaban mi condición, los pitidos de los equipos médicos llenaban la habitación con una atmósfera tensa y lúgubre.

Mi piel estaba notablemente más pálida y fría que la que recordaba, revelando la gravedad de mi estado desde una perspectiva que nunca antes había enfrentado.

Había golpes en mi mejilla y en mi frente, la piel enrojecida y un ojo morado.

Algunas lágrimas caían de mis mejillas, mezclándose con el dolor y la frustración. Era la primera vez que me miraba a través de los ojos de otra persona y hasta yo misma sentí lástima por mí. Sentí una profunda repulsión.

¿Por qué no lo detuve? ¿Por qué permití sus maltratos durante tanto tiempo?

Él me golpeaba, me abusaba y me humillaba, y yo solo mantenía la cabeza gacha, como si fuera lo único que podía hacer para sobrevivir. Fui tan estúpida al creer que podía cambiarlo.

—Rut… —mencioné al acercarme a la cama, tomé la mano de Amelia entre las mías y comencé a llorar con más fuerza, sintiendo la conexión con mi propio cuerpo desgarrada y perdida.

Por un momento creí que al hacer contacto con mi cuerpo podría volver a él, pero no fue así. La realidad me golpeó con la misma intensidad que los puños de Marcus.

—Juro que voy a vengarme, ese maldito infeliz me las va a pagar, te juro que...

No podía ni hablar, la ira y el dolor no me permitían articular más palabras. No supe cuánto tiempo pasó hasta que los sollozos de mi madre al entrar a la habitación me desconcertaron.

—Ruth, mi niña —gritó mamá, mientras corría hacia el cuerpo conectado a las máquinas, con su rostro lleno de angustia y amor maternal desbordante.

«Mamá, estoy aquí», pensé mientras la observaba llorar desconsoladamente, viéndola derrumbarse ante un cuerpo sin alma, ante la sombra de lo que solía ser.

Quise acercarme para consolarla, pero papá entró en ese momento y ambos estaban llorando a mi lado, tomando mis manos frías y dejando caer lágrimas silenciosas junto a las de Ruth, quien seguía inconsciente y ajena a todo.

Creí que lo mejor era dejarlos solos para que pudieran desahogarse juntos. Salí de la habitación con Leonel.

Él no dijo nada, simplemente secó mis lágrimas con sus pulgares y luego me abrazó con fuerza. No sé por qué, pero comencé a llorar sin parar, sintiéndome vulnerable y rota, como una niña pequeña entre los brazos de mi asesino.

—Vamos a tomar algo —mencionó él con suavidad, rompiendo el silencio cargado de emociones intensas.

Yo solo asentí, incapaz de articular palabra alguna. Caminamos hacia la salida, tratando de encontrar un respiro en medio de la tormenta.

Pero al llegar a la puerta, mi mirada se encontró con la figura de mi esposo, Marcus Ballesteros. La ira se apoderó de mí y me alejé rápidamente de Leonel, caminando directamente hacia ese despreciable hombre.

Mis manos temblaban de rabia y sin pensarlo dos veces, le lancé un derechazo que casi le volteó la cara, sintiendo el impacto resonar en mi puño y en mi corazón lleno de dolor y frustración.

★Gracias por su lectura, si les esté gustando la novela no olviden seguirme, seguir la novela, y calificarla.

saludos a todos.

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