No sé cómo salimos del baño, las dos estábamos peleando. La vista de todos estaba sobre nosotras hasta que sentí que alguien me jaló. Era Marcus, quien me arrojó lejos porque estaba agrediendo al amor de su vida. Cuando estaba por caer, Leonel me sujetó. —¿Cómo se atreven a ponerle una mano encima a mi esposa? —gritó Leonel, llamando aún más la atención de todos los que estaban en el lugar. Qué forma de anunciar nuestro matrimonio. —Señor Riviera, disculpe a mi hija —mencionó la voz de un hombre mayor. Al parecer, era el padre de la amante de Marcus. —Quiero que se larguen —gritó Leonel, con la voz llena de autoridad. —Pero… Esa mujer se me quedó mirando con ira mientras los guardias de seguridad la sacaban a ella, a su padre y al idiota de Marcus. La tensión en el ambiente era palpable, y las miradas de los presentes eran una mezcla de sorpresa y escándalo. Leonel me sostuvo firmemente, con su mirada preocupada. —¿Estás bien, Ruth? —me preguntó en voz baja. —Sí, solo
La noche prometía ser larga, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba exactamente donde pertenecía, en los brazos de Leonel, el hombre que había logrado hacerme sentir viva nuevamente.Leonel me guió hacia su habitación, nuestros pasos resonando suavemente en el silencio de la casa.Cada movimiento suyo irradiaba una confianza y un deseo intenso. Cerró la puerta tras nosotros, y la atmósfera se tornó aún más íntima.Me atrajo hacia él, con sus manos firmemente posicionadas en mis caderas. Sentí el calor de su cuerpo atravesar la tela de mi vestido, encendiendo una chispa en mi interior. Sus labios encontraron los míos con una urgencia renovada, besándome con una pasión que me hizo olvidar todo lo demás.Sus manos comenzaron a explorarme, subiendo lentamente por mi espalda, desabrochando con destreza el cierre de mi vestido. La tela cayó suavemente al suelo, dejándome expuesta ante él. Su mirada recorrió cada centímetro de mi cuerpo, y la intensidad en sus ojos me hizo senti
Me desperté sola en la cama, envuelta en las sábanas que aún conservaban el calor de la noche anterior.El primer pensamiento que cruzó por mi mente fue duda y autocrítica. Me pregunté si todo lo que habíamos compartido había sido real, o si Leonel solo se había dejado llevar por el hecho de que mi cuerpo era igual al de Amelia.Me sentí como una intrusa en su vida, ocupando un lugar que no me pertenecía. Era inevitable pensar que, en el fondo, el corazón de Leonel seguía perteneciendo a Amelia, y que yo solo era una sombra o un reemplazo.Me senté en la cama, abrazando mis rodillas y dejando que esos pensamientos me invadieran.La inseguridad y el temor de no ser suficiente se apoderaron de mí, y comencé a dudar de cada momento de la noche anterior. Quizás había interpretado mal sus caricias, sus besos y su ternura.Justo cuando estaba a punto de perderme en esos pensamientos oscuros, la puerta de la habitación se abrió suavemente.Levanté la mirada y me sorprendí al ver a Leonel ent
—Y yo te amo a ti, Leonel —respondí, acurrucándome más cerca de él, sintiendo que, por fin, había encontrado mi lugar en el mundo.Los días pasaron llenos de amor, risas y pasión.Leonel y yo disfrutamos cada momento juntos, desde los paseos matutinos hasta las noches estrelladas en la terraza, riendo y contando historias. Nuestra relación floreció, y cada día se sentía como un regalo, lleno de pequeños detalles y momentos que nos acercaban más.Una mañana, mientras estábamos en la cocina preparando el desayuno, Leonel me sorprendió con su torpeza al intentar voltear un panqueque, terminando con la mezcla por todo el techo.—¡Mira lo que has hecho! —dije, riendo mientras trataba de limpiar el desastre.—Supongo que el chef aquí eres tú —respondió, riendo también y acercándose para darme un beso en la mejilla.Los días eran una mezcla perfecta de ternura y diversión. Pasábamos horas hablando de nuestros sueños y planes, disfrutando de cada segundo juntos.Había momentos en los que nos
★LeonelHabía corrido como nunca antes. Mi corazón latía con fuerza mientras manejaba a toda velocidad hacia la oficina de Marcus. Desde que Helen, nuestra ama de llaves, me había informado de que Ruth había ido a ver a Marcus sola, sentí un nudo en el estómago. No podía permitir que ella enfrentara a ese desgraciado sin mi apoyo.Cuando llegué al lugar, la adrenalina aún me impulsaba. Salí del auto rápidamente y vi a Ruth salir de la oficina de Marcus. Su rostro estaba serio, pero parecía decidida. Desde que bajé del auto, corrí para estar cerca de ella, sintiendo que no podía perder más tiempo.—Ruth —llamé su nombre mientras me acercaba, el alivio de verla a salvo se mezclaba con el temor por lo que podría haber sucedido.Ella se giró hacia mí, y pude ver en sus ojos una mezcla de emociones que no pude descifrar completamente en ese momento. Sus mejillas estaban enrojecidas, y mi preocupación aumentó.—Leonel, él... —comenzó a decir, pero la interrumpí con un abrazo.—Estás bien, q
—¿Todo bien, amor?—Todo perfecto, querida. Solo ponle atención a tu camino y no mires atrás —respondí sin mirarla, aún con la frialdad de la reciente confrontación recorriéndome el cuerpo.A veces, proteger lo que amas significa mancharte las manos de sangre.—¿Por qué tardaste tanto? —me preguntó, con preocupación.—Solo tenía una plática amistosa con ese idiota —respondí, tratando de suavizar la situación.—¿Crees que estuvo bien que viniera? —preguntó en un suspiro, sus ojos buscaban los míos.—Creo que no debiste venir sola. Ese hombre es peligroso.—¿Eso crees?—Ruth, no quiero que te pongas en peligro. Siempre que quieras hacer cosas tan arriesgadas como enfrentar a ese idiota, tienes que decírmelo. Yo te protegeré. Eres mi mujer y mi obligación es protegerte.—Yo no soy tu esposa. Quizá este cuerpo lo sea, pero...—Ruth, ¿en verdad quieres volver a tu cuerpo? ¿Quieres volver a ser la esposa de ese maldito? —la verdad es que no entiendo por qué está tan obsesionada con volver a
★ Ruth.Realmente amaba estar entre los brazos de Leonel. Cada momento a su lado era maravilloso; siempre encontraba la manera de hacerme reír y se preocupaba genuinamente por mí.Una tarde, mientras lo observaba en su escritorio, muy concentrado entre sus papeles, me pregunté si alguna vez esto sería eterno.Leonel tenía una habilidad especial para olvidarse del mundo cuando trabajaba. Sus cejas fruncidas, su mirada fija y sus manos moviéndose rápidamente sobre el papel.Había algo hipnótico en su concentración. Me levanté del sofá y me acerqué lentamente hacia él, retiré algunas cosas de su escritorio y le quité las carpetas que sostenía en su mano. Sin decir una palabra, me senté en su regazo, sintiendo la calidez de su cuerpo a través de mi ropa.—¿Qué sucede, cariño? —preguntó, viéndome con una sonrisa en los labios.—Leonel, ¿por qué eres tan guapo? —dije, fingiendo molestia—. ¿No te da vergüenza andar por la calle con ese rostro tan hermoso? Siento celos. Creo que tendré que pe
Hace unos días, Leonel me había comentado que hoy se conmemoraba la muerte de Amelia, lo cual me tenía con el corazón en un nudo. Ni siquiera quería salir hasta que el día pasara. Así que decidí pasar el día en casa con Leonel. Sin embargo, todo cambió cuando su padre lo llamó para decirle que su madre estaba hospitalizada. Sentí mucho miedo de quedarme sola en casa, y no estaba equivocada.Mientras lo veía marcharse, decidí ponerme en pie y ponerme un atuendo cómodo, ya que planeaba pasar todo el día en casa.Me sorprendió notar que no había tantos empleados en la casa. De repente, el mayordomo tocó ligeramente la puerta de mi habitación.—Señora Riviera, tiene visita —comentó el mayordomo.—Ya bajo —respondí, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor.Terminé de alistarme y, en cuanto bajé las escaleras que daban directo al recibidor, vi a mis padres, los padres de Ruth. Mis emociones se mezclaron de manera caótica.—Papá, mamá —murmuré para mí misma, sin que ellos pudieran escucha