Mientras caminaba por los pasillos del hospital, mi mente estaba llena de pensamientos oscuros y resoluciones inciertas. Había perdido a Ruth una vez más y no podía soportar la idea de vivir sin ella. Pero también sabía que no podía seguir jugando con los hilos de la vida y la muerte. El eco de mis pasos resonaba en el silencio frío y estéril del hospital.Encontraría una manera de seguir adelante, de encontrar un propósito más allá del dolor. Pero por ahora, solo podía dejarme llevar por la corriente de mis emociones, tratando de encontrar un camino en medio de la oscuridad que parecía envolverme. Las paredes blancas y las luces fluorescentes del hospital solo acentuaban la sensación de vacío y desolación que me embargaba.Un doctor se acercó a mí con una expresión solemne en su rostro, su andar tranquilo contrastaba con el torbellino de emociones que se agitaban en mi interior. En sus manos, sostenía una urna pequeña de un color gris oscuro que parecía absorber toda la luz a su alre
De repente, Beatriz giró la cabeza y me vio a través de la ventana. Sus ojos se abrieron de par en par, el terror era evidente en su expresión. Su boca se movió, pero al principio no salió ningún sonido, como si el miedo la hubiera paralizado. El tiempo parecía haberse detenido mientras nuestras miradas se cruzaban.Finalmente, con un grito ahogado, logró decir:—¡Marcus, está aquí! ¡Leonel está aquí!Marcus se levantó de un salto, volteando hacia la ventana con incredulidad y alarma. Pero ya me había escondido en las sombras, observando con satisfacción cómo el miedo comenzaba a apoderarse de ellos. Los latidos de mi corazón se sincronizaban con la creciente tensión dentro de la cabaña.—No hay nadie, Beatriz —dijo Marcus, intentando sonar convincente pero fallando en ocultar el temblor en su voz—. Debe haber sido tu imaginación.Beatriz no estaba convencida, y su mirada seguía fija en la ventana, buscando cualquier signo de movimiento. El reflejo del fuego en sus ojos mostraba un al
—¡Es Leonel! —exclamó Beatriz con la voz llena de pánico—. No puede ser nadie más, estamos en medio del bosque. Marcus, por favor, no te alejes de mí.Sonreí en las sombras. Mi plan estaba funcionando perfectamente. La desesperación en su voz era como música para mis oídos. Seguí tocando la puerta, disfrutando del miedo que se intensificaba con cada golpe.Cuando Marcus finalmente abrió la puerta, la linterna proyectó mi figura sombría en el umbral, delineando cada rasgo de determinación fría en mi rostro.—Tienen cinco segundos para correr si quieren seguir vivos —dije, mi voz resonaba con una calma que ocultaba un peligro latente.Marcus reaccionó de inmediato. Tomó la mano de Beatriz y juntos se precipitaron hacia la puerta trasera de la cabaña. Desde la penumbra, observé cómo la desesperación los impulsaba.Justo cuando Beatriz cruzaba el umbral, un retumbar metálico resonó en la oscuridad. La trampa que había preparado se cerró de golpe sobre su pierna, haciéndola caer con un gri
Nuestros ojos se encontraron por un instante. Mi rostro permanecía imperturbable, ocultando las turbias emociones que se agitaban en mi interior.Con un gesto firme y deliberado, comencé a trazar líneas simbólicas sobre su piel pálida con el filo del cuchillo. Cada corte era un silencioso recordatorio de la justicia que buscaba impartir, un acto de poder sobre su vulnerabilidad.El susurro de la hoja contra la piel y el leve gemido de dolor de Beatriz resonaban en la oscuridad del sótano. Sus latidos acelerados eran audibles, marcando el ritmo de mi propósito con una inquietante armonía.Beatriz gimoteaba, su cuerpo temblaba bajo el peso de su terror y la inevitabilidad de su destino. Las lágrimas seguían surcando sus mejillas, reflejando la desesperación y la impotencia de estar a merced de mis acciones.Mientras continuaba con mi tarea, los pensamientos de justicia y venganza me envolvían como una neblina oscura. Cada acción estaba justificada en mi mente, cada detalle de mi macabro
Entré a la sala y lo que vi me dejó con la boca abierta.Los padres de Ruth estaban en la sala, frente a mí, vivos y bien.—Señor y señora... —mencioné, sin siquiera terminar mis palabras.¿No se suponía que ellos estaban muertos?—Joven Riviera, qué gusto verlo. Hemos decidido volver a la ciudad tras no saber nada de Marcus y así mantener a salvo a nuestra Rutita —mencionó el señor con voz amable.—¿Ruth? ¿A salvo?—Sí, mi esposo escuchó que Marcus planeaba incendiar nuestra casa y le hicimos creer que habíamos muerto. Después nos enteramos de la muerte de mi Rutita, pero ella despertó y le dijimos al médico forense que nos ayudara si alguien preguntaba por ella...Me dejé caer en el sofá, abrumado por la oleada de emociones y la sorpresa de saber que Ruth estaba viva y a salvo.—¿Ella está viva? —pregunté con una enorme sonrisa de felicidad, mis ojos brillaban de emoción ante la posibilidad de verla de nuevo.—Sí, señor Riviera, mi hija está con vida. De hecho, vino con nosotros; su
★ RuthCada vez que Leonel llega a la casa de mis padres con un ramo de flores, mis ojos se iluminan de alegría. Es increíble cómo siempre encuentra la manera de sorprenderme con detalles tan dulces y considerados. Las flores que trae siempre son mis favoritas, aunque nunca le he mencionado cuáles son. Me impresiona su atención y cómo parece conocerme tan bien.Sin embargo, aunque disfruto mucho de su compañía y siento una atracción hacia él, también tengo miedo.Leonel me ha contado que nos conocimos en el pasado, pero yo no recuerdo absolutamente nada de nuestra historia juntos. Todo lo que tengo en mi memoria son los momentos difíciles que viví con Marcus, mi ex esposo.Una tarde, Leonel llegó con un ramo de liliums blancos, mis flores favoritas. Me quedé sin palabras al verlas, preguntándome cómo supo cuáles eran mis preferidas. Su gesto me hizo sentir especial y cuidada, y al mismo tiempo, me hizo cuestionarme más sobre nuestro pasado juntos del cual no tengo recuerdos.—Ruth, ¿t
El aroma de las hierbas frescas y el sonido suave de los ingredientes cocinándose llenaban la cocina. De vez en cuando, volteo y veo a Ruth sonriendo, apoyada en el marco de la puerta. Nuestros ojos se encuentran y puedo ver todo lo que ella quiere decir sin palabras.Después de servir la cena en la mesa elegantemente preparada, nos sentamos juntos, compartiendo risas y conversaciones que solo nosotros entendemos. Cada momento es un recordatorio de por qué la amo tanto.Terminamos la cena con una copa de vino y, después de recoger los platos, nos dirigimos a nuestra habitación. Cierro la puerta detrás de nosotros con cuidado, como si fuera un ritual sagrado, y la miro con un brillo en los ojos que sé que ella entiende muy bien.En esta noche, en nuestra mansión, todo parece perfecto.Nuestras bocas aún unidas en un beso que transmite toda la pasión acumulada durante el día. El roce suave de sus labios contra los míos es reconfortante y excitante a la vez. Nos separamos solo lo suficie
★Ruth. El día en que desperté, no recordaba absolutamente nada de lo vivido con Leonel en el cuerpo de Amelia. Solo podía recordar el infierno que Marcus me hizo pasar. Pero al ser besada por Leonel, sentí que la venda de mis ojos se desvanecía. El cálido contacto de sus labios me trajo a la memoria los paseos bajo la luna y las risas. Comencé a recordar con ese beso todo lo que me unía a mi amado Leonel, desde las tardes de café en el parque hasta las conversaciones profundas bajo las estrellas. —Lamento haberte hecho esperar, amor —mencioné, sintiendo su mano fuerte en la mía. Hasta la fecha no lo he soltado. Amelia y yo, irónicamente, nos volvimos amigas. Ella cambió mucho y se casó con el hermano de Leonel. Mi cuñado abandonó el mando de las empresas Riviera, dándole el poder absoluto a Leonel. Amelia ahora con su corazón generoso, abrió un centro de beneficencia para niños y ancianos en el corazón de la ciudad; ahora, todos la conocen como la mujer que transforma vidas