Capítulo 28: Una herida aún abierta.

Mientras caminaba por los pasillos del hospital, mi mente estaba llena de pensamientos oscuros y resoluciones inciertas. Había perdido a Ruth una vez más y no podía soportar la idea de vivir sin ella. Pero también sabía que no podía seguir jugando con los hilos de la vida y la muerte. El eco de mis pasos resonaba en el silencio frío y estéril del hospital.

Encontraría una manera de seguir adelante, de encontrar un propósito más allá del dolor. Pero por ahora, solo podía dejarme llevar por la corriente de mis emociones, tratando de encontrar un camino en medio de la oscuridad que parecía envolverme. Las paredes blancas y las luces fluorescentes del hospital solo acentuaban la sensación de vacío y desolación que me embargaba.

Un doctor se acercó a mí con una expresión solemne en su rostro, su andar tranquilo contrastaba con el torbellino de emociones que se agitaban en mi interior. En sus manos, sostenía una urna pequeña de un color gris oscuro que parecía absorber toda la luz a su alre
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