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Capítulo 29: Estaba allí, mirándonos.

De repente, Beatriz giró la cabeza y me vio a través de la ventana. Sus ojos se abrieron de par en par, el terror era evidente en su expresión. Su boca se movió, pero al principio no salió ningún sonido, como si el miedo la hubiera paralizado. El tiempo parecía haberse detenido mientras nuestras miradas se cruzaban.

Finalmente, con un grito ahogado, logró decir:

—¡Marcus, está aquí! ¡Leonel está aquí!

Marcus se levantó de un salto, volteando hacia la ventana con incredulidad y alarma. Pero ya me había escondido en las sombras, observando con satisfacción cómo el miedo comenzaba a apoderarse de ellos. Los latidos de mi corazón se sincronizaban con la creciente tensión dentro de la cabaña.

—No hay nadie, Beatriz —dijo Marcus, intentando sonar convincente pero fallando en ocultar el temblor en su voz—. Debe haber sido tu imaginación.

Beatriz no estaba convencida, y su mirada seguía fija en la ventana, buscando cualquier signo de movimiento. El reflejo del fuego en sus ojos mostraba un al
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