Capítulo 29
—El señor Iglesias salvó tu vida, ¿no deberías estar agradecido?

—¡Ya sé, lo más seguro es que este tipo esté molesto de ver al señor Iglesias tan impresionante y está envidioso!

De repente, la gente que les rodeaba miró a Diego con desprecio.

Algunos incluso quisieron darle una a Diego para impresionar a Héctor.

Leila frunció el ceño: —Gracias a Héctor, el asunto de Luis se calmó. Diego, Héctor nos ayudó a ti y a mí, ¿es tan difícil dar las gracias?

Sin esperar a que Diego hablara, Héctor agitó la mano como si no le importara.

—Leila, no insistas. ¡Sabes que no lo hago por nada a cambio!

Miró a Diego y sonrió: —Diego, ¿verdad? He oído a Leila mencionarte. Gracias por cuidar de Leila en estos tres años, ¡así que yo sí que te debo un agradecimiento!

—¡La magnanimidad del señor Iglesias supera mil veces a la de este mantenido!

—La señorita Jerano fue tan sabia de haber dejado a este mantenido. ¡Esa mirada mezquina me cabrea mucho!

—Calla, seguro que este macarra lo está pasando mal en es
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