Capítulo 28
—¡Leo, hazme un favor y baja el cuchillo!

Justo cuando Leo hizo su movimiento, se oyó una débil voz.

Leo se mofó y se dio la vuelta para decir «¿Quién te crees que eres? ¿Por qué me detendría por ti?», pero cuando vio que era el bien vestido, noble y elegante señor Iglesias quien se le acercaba, Leo bajó inmediatamente la postura y dijo con una sonrisa: —Señor Iglesias, ¿qué le trae por aquí?

Héctor, acompañado por la bella Leila, caminaba lentamente mientras la multitud lo observaba.

¡La pareja bonita parecía el príncipe y la princesa!

—Leo, yo y Luis somos buenos amigos. Deja en paz a este chico, yo llamaré personalmente a Luis para explicárselo.

Héctor sonrió, como si hablara de un asunto trivial que no merecía la pena mencionar.

Miró de reojo a Diego, la luz de sus ojos parpadeó inexplicablemente.

Leo tenía sus dudas: —Pero, señor Iglesias, este hombre hirió a una docena de hombres de Luis, pisoteando sin piedad el orgullo de Luis...

Héctor dijo débilmente: —He dicho que te preocu
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