Alberto, admirado, dijo: —Karen es digna heredera de los Ramos, ¡esta habilidad médica supera a cualquier médico de nuestra generación!A Karen le hacía un poco de gracia este cumplido y lanzó una mirada a Diego.—¿Qué te parece, Diego? La técnica del antídoto que usé, así como la medicina que utilicé, no es de un calibre que tú puedas alcanzar, ¿verdad? ¡Bueno, viste todo el proceso, puedes anotarlo y repasarlo en casa, mejorará bastante tus habilidades médicas!Era un tono de arrogancia.Diego sacudió la cabeza y sonrió.Karen enarcó una ceja: —¿Pareces poco convencido?Diego dijo: —Estoy muy convencido. Después de todo, has hecho un buen espectáculo mostrando lo que eres capaz, pero el efecto es cero, ¡cómo no voy a estar convencido!El rostro de Karen se enfrió: —Diego, ¿desprecias mis habilidades médicas?Ella venía de una familia de médicos, y su abuelo era un médico famoso, por lo que siempre había tenido confianza en sus habilidades médicas, y no soportaba ni una pizca de provo
Diego, esta vez, simplemente la ignoró y comenzó a tratar a la paciente.Las agujas de plata estaban en su mano, saltaban y pinchaban a Soraya en varios puntos importantes.Mientras tanto, Diego selló la propagación de la toxina en el cuerpo de Soraya manipulando un punto de presión.Karen se quedó boquiabierta ante aquellas manos tan hábiles.—Vaya... ¿realmente sabes cómo manipular las arterias?Diego no le daba importancia: —Todo el mundo puede.Karen se atragantó y casi escupió sangre.¿Que todo el mundo podía?¡Cómo podía decir semejante disparate!Su abuelo, el famoso doctor Ramos, había practicado durante toda su vida, pero ahora, a sus ochenta años, apenas había conseguido tocar el principio de la habilidad médica de manipular puntos de presión y sellar las venas.Y ver la técnica de Diego, supuso que ya era de nivel avanzada.Si su abuelo, el famoso doctor Ramos, hubiera visto esto, ¡se habría hecho el harakiri en el acto!Las toxinas del cuerpo de Soraya fueron expulsadas por
—Si el criminal sabe que la señorita Milanés ya tiene la capacidad de desintoxicar el veneno, ¿puedes garantizar que la próxima vez seguirá envenenándola en lugar de elegir otra forma de hacerle daño? Cuando llegue el momento, ¿podrás permitirte esta responsabilidad?Una serie de preguntas retóricas hicieron que la cara de Alberto se pusiera roja como el tomate.—Te atreves a faltarme el respeto, te vas a enterar...Se irritó y lanzó una amenaza.Elisa señaló la puerta en ese momento y gritó: —Alberto, ahora soy yo la que manda en el Grupo Milanés, no tú. Ya que no sirves de nada aquí, si te atreves a volver a ser grosero con el doctor Larios, ¡te largas de aquí!Alberto se atragantó y dijo con saña: —¡Pues me quedaré a ver cómo este inútil monta un espectáculo!Elisa sonrió a Diego: —Doctor Larios, ya que ha ayudado a salvar a Soraya, de paso, ¡¿podría hacerme otro favor, por favor?!¿Quién podría soportar que una chica hermosa le pidiera un favor?Diego maldijo «vaya hechicera» y dij
Los ojos grandes y llorosos de Elisa miraron a Diego.—Doctor Larios, yo también quiero saber cómo demonios llegó a esa verdad.Diego dijo: —Es sencillo, en primer lugar, básicamente viajas a tres sitios. En el set y en casa no hay posibilidad de que el criminal entre en acción, ¡así que solo queda la empresa!Karen dijo: —Eso es obvio para todos, pero Diego, ¿qué te hace estar tan seguro de que la persona que lo hizo es un alto cargo del Grupo Milanés?Ante su mirada poco convencida, Diego le dijo con suavidad: —La señorita Milanés es la presidenta del grupo, ¿crees que cualquier empleado corriente puede acercarse a ella? Para el criminal, la forma más directa de ejecutar su plan es envenenar las bebidas o las comidas de la señorita Milanés. Y para ello, tiene que cumplirse un requisito previo, ¡y es que este tiene que tener derecho a estar cerca de las pertenencias de la señorita Milanés, o de su oficina!Elisa aplaudió: —Sí, el doctor Larios tiene mucha razón. Pues en la empresa, no
Miró a Diego y le dijo, un poco envidiosa: —Diego, no se nota, pero ¡eres realmente increíble!A su lado, Alberto tenía cara de irritación y gruñó: —Es solo un poco de deducción, cualquiera que haya visto al Detective Conan puede deducirlo, ¡no es para tanto!Elisa le lanzó una mirada y se mofó: —Entonces, ¿tú tienes más razón porque te pases el día viendo Boonie Bears?La cara de Alberto enrojeció: —¿Cuándo he estado viendo Boonie Bears todo el día? Elisa, aquí hay gente, por favor, no me hagas quedar mal.Elisa afirmó: —Claro, no ves Boonie Bears, lo tuyo son las películas de «acción» japonesas.Alberto palideció, seguido de una pregunta furiosa: —¿Has entrado en mi computador?Elisa le ignoró perezosamente, y un toque de aura asesina afloró en su bonito rostro: —Puesto que el criminal ya puede ser identificado como un alto cargo del grupo, entonces ¡a tomar represalias!Diego dijo: —Señorita Milanés, ¿ya sospecha de alguien?Elisa estaba preocupada: —Sí, pero es solo una sospecha, n
Fuera del despacho de Elisa, Diego se dirigió a otra zona en lugar de al baño más cercano.De camino hacia aquí se había dado cuenta de que el despacho del vicepresidente del Grupo Milanés, Alberto, estaba por aquí.Diego entró en silencio en el único baño de la zona.Justo al entrar oyó a Alberto al celular, con la voz reprimida por la ansiedad.—Solo recuerda que no importa lo que haga Elisa, tienes que hacer como si nada hubiera pasado. Ella ya sospecha, y una vez que descubra que el criminal eres tú, ¡entonces no estaré lejos de la muerte!Diego esbozó una mueca de desprecio, ese Alberto sí que estaba tramando algo.En en el cubículo, Alberto se puso de mal humor.—¿De qué tienes miedo, estúpido? Conmigo al frente, mientras Elisa no encuentre pruebas, aunque sospeche de ti, ¿qué puede hacernos? Bueno, no nos pongamos en contacto durante estos días, sé inteligente por tu parte. Además, si te cruzas con ese mantenido de Elisa, estate atento, que tiene algún as en la manga. Ese hijo d
Alberto sintió que le zumbaba el cerebro y se le disparaba la tensión.¡Este cabrón se estaba pasando tres pueblos!Los Milanés tenía dinero, pero diez millones no era poco.—Bien, te daré diez millones. Pero recuerda, si me entero de que has filtrado una palabra a Elisa, estarás buscando tu muerte.Sorprendentemente, Alberto no volvió a regatear ni a chantajear a Diego, sino que aceptó.Volvió corriendo a su despacho y le llevó un enorme cheque a Diego.El corazón de Alberto sangraba al contemplar la fila de ceros.—El señor Milanés es tan generoso, no se preocupe, no se lo diré a la señorita Milanés. Si no, que muera envenenado.Diego tomó el cheque y, temiendo que Alberto no le creyera, hizo un juramento.Mirando a Diego que se marchaba alegremente, Alberto se mofó: —Idiota, ¿y quieres jugar conmigo? ¿Acaso te lo puedes permitir?Sacó su celular y marcó un número.—Luis, soy Alberto, por favor, arregla que alguien acabe con un hijo de puta.—Sé que es caro, pero no me falta dinero,
En el interior de la sala de conferencias del Grupo Milanés.Elisa, que era presidenta, celebró una reunión ejecutiva.Cuando todos los ejecutivos estaban presentes, Diego fue a cerrar la puerta de la sala de conferencias tras de sí.Su gesto había provocado el descontento de los ejecutivos.—Señorita Milanés, ¿qué significa eso?—¿Qué sentido tiene convocar de repente una reunión de urgencia sin avisar, y de cerrar ahora las puertas?—Tú, el chico que cerró la puerta, ahora te ordeno que la abras de inmediato.Diego volvió al lado de Elisa, haciendo oídos sordos.Uno de los ejecutivos tenía una cara increíblemente disgustada y quiso decir algo, pero tras recibir una mirada sombría del adusto Alberto, volvió a sentarse obedientemente.Desde el asiento principal, Elisa miró a todos los ejecutivos y dijo con voz fría: —Les he convocado a todos aquí de repente porque hay una emergencia. Seré franca, durante mucho tiempo, ha habido gente que ha intentado envenenarme. Y justo ahora, he desc