Capítulo 37
—Si el criminal sabe que la señorita Milanés ya tiene la capacidad de desintoxicar el veneno, ¿puedes garantizar que la próxima vez seguirá envenenándola en lugar de elegir otra forma de hacerle daño? Cuando llegue el momento, ¿podrás permitirte esta responsabilidad?

Una serie de preguntas retóricas hicieron que la cara de Alberto se pusiera roja como el tomate.

—Te atreves a faltarme el respeto, te vas a enterar...

Se irritó y lanzó una amenaza.

Elisa señaló la puerta en ese momento y gritó: —Alberto, ahora soy yo la que manda en el Grupo Milanés, no tú. Ya que no sirves de nada aquí, si te atreves a volver a ser grosero con el doctor Larios, ¡te largas de aquí!

Alberto se atragantó y dijo con saña: —¡Pues me quedaré a ver cómo este inútil monta un espectáculo!

Elisa sonrió a Diego: —Doctor Larios, ya que ha ayudado a salvar a Soraya, de paso, ¡¿podría hacerme otro favor, por favor?!

¿Quién podría soportar que una chica hermosa le pidiera un favor?

Diego maldijo «vaya hechicera» y dij
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