Alexa Smith es una chica de 20 años, quien la vida la ha golpeado tan duramente, arrebatando lo más preciado que ella tenía en un trágico accidente.
La pérdida de sus padres y la situación en la que el accidente había dejado a su hermano, la hizo convertirse en una chica ruda, impulsiva e inexpresiva cuando de los sentimientos se habla, y que se dejó envolver en un mundo del que no habría posibilidades de salir ilesa.Llevando a cuestas su doloroso pasado que lucha por ocultar, el destino pone en su camino al chico más peligroso con el que pudo toparse y que pondrá su mundo patas arriba.Zack Sellers. Toda su fisonomía grita peligro, sus ojos reflejan la frialdad que hay en él, y su temperamento delata lo agresivo que puede llegar a ser. Sumándose a eso, el hecho de que es uno de los narcotraficantes más buscados por la CSIS (Servicio de Inteligencia de Canadá). Ante ese hecho, Alexa se verá abrumada por la situación y las emociones que el chico malo despierta en ella.Lo que ambos no vieron venir es que el chico malo se convertiría en su salvavidas, y la chica insensible despertaría sentimientos enterrados.Serían su lugar seguro y su perdición.28 de Julio de 2012.ALEXA SMITH.Sentía el aire frío abrazar mi cuerpo provocando que me estremeciera levemente, tenía el rostro lleno de lágrimas, y el nudo en mi garganta hacía que pasar saliva se convirtiera en una tarea muy difícil en ese momento. El dolor en mi pecho crecía a cada segundo expandiéndose por todo mi cuerpo haciendo que mi respiración fuese dificultosa y las fuerzas en mí flaquearan, haciéndome caer de rodillas junto a las dos lápidas que se encontraban frente a mí.No podía asimilar lo que estaba viviendo en ese momento, la simple idea de no volver a mirar la hermosa sonrisa de mi madre o el pensar que mi padre jamás volverá a recibirme en casa con un cálido abrazo y un beso en la frente provocaba que mi corazón se estrujara de una manera tan dolorosa que dudaba en poder soportarlo por más tiempo.—Alexa... —escuché la voz de mi prima a mis espaldas—. Tenemos que irnos ya linda, pronto empezará a llover.—Me importa muy poco si ahora mismo cae un diluvio Rose —
Sábado, 6 de octubre de 2018.ALEXA SMITH.Hay días en los cuales me pregunto qué fue lo que hice en el pasado para merecer tanto dolor ahora.Culpar a mis padres de ello sería una abominación, pues a fin de cuentas ellos no tienen la culpa de no haber podido protegerme ni de no haber sospechado de ese monstruo que me hizo tanto daño cuando yo sólo era una niña de 11 años, y mucho menos de no haber sobrevivido a ese horrible accidente que terminó por destruirnos la vida a todos.Pensar en ello aún duele, escuece en mi pecho.La vida me ha golpeado fuerte, realmente me ha obligado a pasar por el fuego tantas veces que he perdido la cuenta. Todos estos años han sido tragedia tras tragedia; sin embargo, me he obligado a mantenerme en pie y avanzar, aunque estoy segura que el camino por el que voy no es uno al que mis padres les hubiese agradado, pero no hay marcha atrás. He tratado de mantener a mi hermano alejado de todo esto, pero no sé por cuánto tiempo pueda mantenerlo a salvo. Si al
Domingo, 7 de octubre de 2018.Salgo de casa con Chris y Rose. Debo pasar primero a ver cómo va todo en la cafetería, Martha —la encargada del local— siempre mantiene todo bajo control así que no tengo mucho de qué preocuparme, aunque es bueno de vez en cuando darse una vuelta por el negocio por si se necesita algo. Aparte de que hoy aprovecharemos a desayunar ahí.Vamos los tres en el Audi, mientras me detengo en un semáforo que ya ha quedado en rojo miro la pantalla táctil del reproductor y aprovecho a buscar el Pendrive que siempre suelo dejar en el auto y coloco la música en aleatorio antes de mirar hacia el frente y ver que el semáforo cambia a verde, cediéndonos el paso.Después de veinte minutos llegamos, estaciono el auto para luego bajar los tres al mismo tiempo y dirigirnos hacia la cafetería. Las paredes amarillas con puntos marrones y las grandes ventanas le daban un toque llamativo al lugar. Apenas entramos puedo vislumbrar a Michelle, una de las trabajadoras del lugar des
Mis ojos lo están estudiando de manera minuciosa. Tiene una altura que puede perfectamente llegar al metro noventa de un cuerpo tonificado e imponente que él parece usar para aplicar una postura autoritaria, seria y amenazante en su máximo esplendor. Su cabello negro haciendo contraste con su tez blanca, sus ojos verdes que podrían asemejarse a dos esmeraldas increíblemente hermosas, sus rasgos fuertes hechos con tanta perfección en su rostro que podrían mantenerme despierta toda una noche sólo para encontrar una razón a su creación. Es fuerte, masculino, y su presencia grita "¡peligro!" por todas partes. Pero no puedo dejar de mirarlo. La dureza de su rostro lo vuelve increíblemente atrayente para mis ojos. Tanta belleza es demasiado para mi sistema y también para mis hormonas tan alteradas que casi puedo sentirlas correr como todas unas locas en mi interior. Tengo a éste hombre tan impresionante frente a mí y simplemente no sé cómo reaccionar. «Di algo idiota» grita la voz en mi ca
Con la valentía momentánea que me embarga acorto los pocos centímetros que separan nuestras bocas e impacto mis labios contra los suyos, él me responde al instante en un beso desesperado, cargado de deseo. Sus labios se mueven bruscamente sobre los míos y yo no hago más que seguirle el ritmo y hacer en puños la tela de su camiseta. Debo admitir que sus labios carnosos se sienten muy bien sobre los míos. Siento sus manos tomarme de las caderas y pegarme más a él mientras su lengua se introduce en mi boca acariciando a la mía pidiendo de manera silenciosa que dance junto a la suya, y decido corresponder a su caricia, lo que provoca un gruñido de su parte y m*****a sea que ese sonido me ha excitado. Subo mis manos lentamente acariciando su pecho firme y sintiendo cómo cada músculo se contrae ante mi tacto, continuo hasta enroscar mis brazos en su cuello para atraerlo más a mí y profundizar más el beso. Él por su parte termina recostándome sobre el Audi y cerniéndose sobre mí, aprisioná
Lunes, 8 de octubre de 2018. Siento algo calentando mi cara, así que me remuevo un poco incómoda y trato de continuar con mi sueño, pero la luz que me golpea es muy molesta y se filtra a través de mis párpados. Me cubro el rostro con la sábana, pero la tranquilidad sólo dura unos minutos porque el calor empieza a envolverme y entonces me doy cuenta que será imposible continuar durmiendo. Suelto un bufido y tiro de las sábanas nuevamente, esta vez para apartarlas de mi cuerpo. Abro los ojos y la luz termina por encandilarme así que los cierro de golpe y después de unos segundos intento abrirlos de nuevo poco a poco, esta vez tengo éxito. Volteo mi rostro hacia la ventana y miro que el sol está en su máximo esplendor. Anoche olvidé por completo correr las cortinas por esa razón la luz del día ha interrumpido mi sueño. Me levanto de la cama de un salto y estiro mis brazos por encima de mi cabeza para desperezar mis músculos y empiezo a caminar en dirección al baño. Después de haber va
Se posiciona frente a mí y sin pudor alguno, sus ojos barren todo mi cuerpo de manera lenta y tortuosa. De modo que me es imposible no apretar un poco mis piernas, y sé que él se dio cuenta de esa reacción, su sonrisa pícara lo confirma. En este momento, sonrojarme es inevitable. Maldición. Después de unos segundos que en realidad parecen siglos, sus ojos buscan los míos y yo trato con todas mis fuerzas de no demostrarle que su cercanía y su mirada fiera me afectan. Su sonrisa ladina se hace presente de nuevo en sus labios y señala las bolsas que se encuentran dentro del carrito de compras y yo inmediatamente me obligo a recomponerme y a no echarle un vistazo a su atuendo. —¿Necesitas ayuda con eso, dulzura? Su voz ronca y la manera en la que me ha llamado, hace que me estremezca. Realmente estoy haciendo un esfuerzo monumental para no demostrar ninguna de mis emociones, Zack no es un tipo del que pueda fiarme. Aunque mi cuerpo grite todo lo contrario, mi razonamiento me dice que
Me aclaro la garganta y doy unos pasos hacia mi costado para alejarme de él. Ahora el ambiente se ha tornado incómodo para mí, tanto, que me dan ganas de salir corriendo de aquí, pero Zack parece no notarlo. Me aclaro la garganta una vez más y trato de evitar mirarlo a los ojos cuando por fin hablo. —Está bien —digo después de unos segundos—. Te dejaré ayudarme solo por esta vez. Miro por el rabillo del ojo como sonríe. Se acerca para tomar las bolsas del carrito y empieza a caminar de nueva cuenta hacia su auto. Yo me limito a seguirlo a una distancia prudente. Cuando termina de acomodar las bolsas en el maletero se da la vuelta para encararme y me regala una sonrisa torcida. —Con lo distraída que eres estoy seguro que necesitarás de mi ayuda muy seguido. Ruedo los ojos al momento que me giro sobre mis pies para caminar en dirección a la moto que se encuentra a poco más de un metro de distancia de donde se encuentra el auto de Zack. Cuando retiro el casco sobre el asiento de la D