Lunes, 8 de octubre de 2018.
Siento algo calentando mi cara, así que me remuevo un poco incómoda y trato de continuar con mi sueño, pero la luz que me golpea es muy molesta y se filtra a través de mis párpados. Me cubro el rostro con la sábana, pero la tranquilidad sólo dura unos minutos porque el calor empieza a envolverme y entonces me doy cuenta que será imposible continuar durmiendo. Suelto un bufido y tiro de las sábanas nuevamente, esta vez para apartarlas de mi cuerpo. Abro los ojos y la luz termina por encandilarme así que los cierro de golpe y después de unos segundos intento abrirlos de nuevo poco a poco, esta vez tengo éxito.Volteo mi rostro hacia la ventana y miro que el sol está en su máximo esplendor. Anoche olvidé por completo correr las cortinas por esa razón la luz del día ha interrumpido mi sueño.Me levanto de la cama de un salto y estiro mis brazos por encima de mi cabeza para desperezar mis músculos y empiezo a caminar en dirección al baño.Después de haber vaciado mi vejiga, lavarme los dientes y darme una ducha, tomo mi teléfono para mirar la hora y casi caigo de culo cuando la pantalla marca las 10:30 de la mañana. No puedo creerlo, nunca duermo tanto.«Quizá necesitabas recuperar la energía que el beso de Jack te robó» el recuerdo de todo lo ocurrido anoche llega a mí como balde de agua fría. ¡Oh, mi Dios! Espero que Jack haya olvidado ese beso porque no sé qué haré si eso ocasiona problemas entre nosotros que puedan afectar el negocio que tenemos.Salgo de la habitación un poco turbada por el recuerdo de ese jodido beso y empiezo a bajar las escaleras para luego dirigirme a la cocina. No tengo idea de si Chris está en casa, o si ya habrá desayunado y si ha salido.Ante mi cuestionamiento mental, decido que lo mejor será preparar primero el desayuno y después buscar a mi hermano. Y así lo hago, cuando los huevos revueltos, las tostadas, el tocino y el café están listos empiezo mi búsqueda.No me toma mucho tiempo encontrarlo en la biblioteca donde papá solía pasar gran parte de su tiempo libre. Esta sentado en uno de los sofás que se encuentran en la estancia con un libro en mano y la vista perdida en el mismo.—Buen día, extraño. —digo llamando su atención.Camino hacia donde se encuentra y me siento en el sofá frente a él. Levanta su rostro y me dedica una cálida sonrisa luego coloca un separador para marcar la página en la que se ha quedado. Coloca el libro sobre la mesa de centro que hay frente a nosotros y observo el título del libro, es Demon de Sam León. Ya lo he leído con anterioridad, la novela es muy buena.—Hola —saluda—. Creí que habías salido.—Estaba dormida, llegué tarde del bar. —miento sólo un poquitín—. Tuve una noche muy complicada. — explico.Mi hermano me mira curioso, y la sonrisa que tenía en sus labios se desvanece un poco.—¿Tuviste algún problema? —me cuestiona.Entonces cada uno de los recuerdos de la noche anterior vienen a mí como si de una cinta se tratase. Desde el momento en el que unos ojos verdes se plantaron frente a mí, hasta el momento en el que salí huyendo del estacionamiento, y por esa simple razón no puedo evitar sonrojarme.Sacudo la cabeza para ahuyentar de mi mente esos recuerdos. Trato de recomponerme lo más rápido que puedo y me aclaro la garganta.—Oh, no —exclamo—. Es sólo que hubo demasiado movimiento, y ya sabes, decidí quedarme a ayudar a los chicos.—Mmm.. —me mira con los ojos entrecerrados —. Entiendo.Le sonrío ampliamente para evitar delatarme y me pongo de pie, dispuesta a terminar esta conversación.—Vamos, ya está listo el desayuno.Él mira el reloj que tiene en su muñeca izquierda y luego dirige su mirada divertida hacia mí.—Alexa, a esta hora ya debería ser el almuerzo. —dice soltando una risa.—Eres un exagerado —lo acuso—. Apresúrate que se está enfriando.Después de "desayunar" decido salir a comprar algunas cosas para la cena que tendremos hoy con Rose y la tía Marie. Cada domingo ellas van a casa para cenar juntos y pasar un buen rato.Aún no estoy segura de qué cocinar pero ya se me ocurrirá algo en el camino.Ésta vez decido ir en la moto, ya que llevo puesto unos jeans claros, una blusa celeste holgada y botines no tan altos, del mismo color. Llevo mi cabello en una coleta alta y mi rostro libre de maquillaje, la verdad es que hacerlo me da pereza, por esa razón es que las únicas veces que me maquillo son en días especiales o cuando tengo que encontrarme con Jack.Salgo de casa y conduzco por las calles de Vancouver sintiendo el aire filtrarse por debajo de la lente del casco. Hasta ahora me doy cuenta que no fue una muy buena idea llevar la coleta alta, ya que es demasiado incómodo con el casco puesto. Me lastima un poco la cabeza pero trato de ignorarlo y concentrar mi atención en mi camino.Tardo aproximadamente treinta minutos en llegar al súper. Me adentro en el estacionamiento del lugar y después de encontrar una plaza y apagar la moto, me dispongo a entrar al local.Tomo uno de los carritos y me dedico a escoger algunas verduras. Ya que Chris me ayudara a cocinar, he decidido hacer sopa de guisantes, un pastel de carne y ¿por qué no? Carne ahumada. Debo admitir que me gusta la cocina, es por esa razón que en casa siempre hay algo delicioso que comer –a excepción del pollo con kétchup–, ya que me la paso haciendo una receta tras otra.Cuando me doy cuenta, ya han pasado más de treinta minutos desde que entré aquí, ¡oh por Dios! Nunca creí que podría tardarme tanto haciendo las compras.Tardo unos diez minutos más escogiendo unos cereales y algunos accesorios que podrían servirme luego y después me dirijo a la caja para pagar de una vez.Salgo del supermercado con seis bolsas llenas, debo aclarar que tuve que sacar el carrito para poder llevar todas las bolsas y cuando estoy por llegar a la moto me detengo en seco, y por un momento realmente quiero golpearme. «Eres una idiota» me acusa la vocecilla en mi cabeza.¡No puedo creer que no haya pensado antes en esto!Miro la moto y las bolsas de hito en hito, pensando en alguna jodida forma en la que pueda llevar las seis bolsas en la moto.Estoy tan concentrada analizando la situación que no me doy cuenta en qué momento un Camaro ZL1 color rojo se estaciona en la plaza que se encuentra a lado de la Ducati.Cuando ya estoy cerca, la puerta del conductor se abre develando un chico alto de postura intimidante, corpulento, pelinegro y ojos verdes. Baja del auto y al momento en el que sus ojos hacen contacto con los míos siento mi piel erizarse.Santa madre.Camina hacia mí con pasos lentos y sensuales y una sonrisa ladina en los labios que hace que mi respiración se atasque en mi garganta. «Es como un delicioso caramelito al que puedes saborear». Definitivamente mis pensamientos me avergüenzan.Se posiciona frente a mí y sin pudor alguno, sus ojos barren todo mi cuerpo de manera lenta y tortuosa. De modo que me es imposible no apretar un poco mis piernas, y sé que él se dio cuenta de esa reacción, su sonrisa pícara lo confirma. En este momento, sonrojarme es inevitable. Maldición. Después de unos segundos que en realidad parecen siglos, sus ojos buscan los míos y yo trato con todas mis fuerzas de no demostrarle que su cercanía y su mirada fiera me afectan. Su sonrisa ladina se hace presente de nuevo en sus labios y señala las bolsas que se encuentran dentro del carrito de compras y yo inmediatamente me obligo a recomponerme y a no echarle un vistazo a su atuendo. —¿Necesitas ayuda con eso, dulzura? Su voz ronca y la manera en la que me ha llamado, hace que me estremezca. Realmente estoy haciendo un esfuerzo monumental para no demostrar ninguna de mis emociones, Zack no es un tipo del que pueda fiarme. Aunque mi cuerpo grite todo lo contrario, mi razonamiento me dice que
Me aclaro la garganta y doy unos pasos hacia mi costado para alejarme de él. Ahora el ambiente se ha tornado incómodo para mí, tanto, que me dan ganas de salir corriendo de aquí, pero Zack parece no notarlo. Me aclaro la garganta una vez más y trato de evitar mirarlo a los ojos cuando por fin hablo. —Está bien —digo después de unos segundos—. Te dejaré ayudarme solo por esta vez. Miro por el rabillo del ojo como sonríe. Se acerca para tomar las bolsas del carrito y empieza a caminar de nueva cuenta hacia su auto. Yo me limito a seguirlo a una distancia prudente. Cuando termina de acomodar las bolsas en el maletero se da la vuelta para encararme y me regala una sonrisa torcida. —Con lo distraída que eres estoy seguro que necesitarás de mi ayuda muy seguido. Ruedo los ojos al momento que me giro sobre mis pies para caminar en dirección a la moto que se encuentra a poco más de un metro de distancia de donde se encuentra el auto de Zack. Cuando retiro el casco sobre el asiento de la D
Una voz masculina y poco familiar grita mi nombre y me hace salir de mi ensimismamiento. Vuelco la mirada hacia donde proviene la voz y encuentro a un Zack enojado que viene trotando hacia mí. Su expresión me hace rodar los ojos con fastidio, pero después mi expresión cambia, llega a mí y yo sólo lo observo con el ceño fruncido y con gesto extrañado, porque a pesar del dolor y la confusión que me dejó el golpe estoy claramente consiente de que yo no le he mencionado mi nombre en ningún momento. —¿Te encuentras bien? —cuestiona con un deje de preocupación—. Jodido susto que me has dado. —¿Cómo demonios sabes mi nombre? —reviro. Rueda los ojos y después me mira como si la pregunta que acabo de hacer fuese la más estúpida del mundo. Lo miro con cara de póker. Él suelta un bufido y se pasa una mano por su melena oscura en clara señal de que está perdiendo la paciencia, pero yo no me inmuto. Pasan unos segundos y en vista de que él no responderá a mi pregunta intento caminar, pero sólo
Domingo, 7 de octubre de 2018. ZACK SELLERS. Muevo mis caderas aún más rápido mientras siento alcanzar el clímax. Keira, se remueve bajo mi cuerpo y gime mi nombre cuando el orgasmo empieza a hacer estragos en ella. Después de que ella viniera a mi casa con el pretexto de invitarme a conocer uno de los clubes nocturnos más sofisticados de Vancouver, terminó seduciéndome y por consiguiente yo terminé llevándola a una de las doce habitaciones que tiene esta enorme mansión que adquirí apenas regresé de España. Estuve fuera de éste lugar por varios años, aunque eso no impide que sea un hombre reconocido en esta ciudad. Pero hubo muy buenos motivos para volver, así que aquí estoy, follándome a la pelinegra que conocí cuando apenas éramos unos críos pero que ahora esa chica, tiene un cuerpo tremendamente seductor. Sus largas piernas muy bien contorneadas, sus enormes senos redondos y ese trasero capaz de llamar la atención de cualquier hombre. Definitivamente no podía perder una oportuni
Después de haber logrado cerrar uno de los tratos más importantes de mi vida, y por el que llevaba mucho tiempo cazando, olfateando como un jodido sabueso, por fin logré cerrarlo. La persistencia tiene sus beneficios, y haber cerrado éste trato, es uno de ellos.Estoy frente al apartamento de Keira, son exactamente las 7:55 de la noche. Llevo aproximadamente unos cinco minutos esperando a que baje y ya me estoy impacientando. La puntualidad es algo que caracteriza a cualquier hombre que se haga respetar. Con un trabajo como el mío no puedes darte el lujo de llegar tarde a las reuniones que se realizan para firmar un contrato, ya que eso te garantiza un trato perdido o una bala en la frente.Miro una vez más el reloj que tengo en la muñeca izquierda. Ya han pasado siete minutos más. Suelto un bufido seguido de un golpe dirigido al volante antes de encender el auto y empezar mi camino hacia el club al que iría con ella. No pienso tolerar su impuntualidad, así apr
Después de unos minutos que parecen horas, la chica se aclara la garganta antes de hablar.—Lo siento —las palabras salen atropelladas de su boca—. No estaba lista para toparme con un imbécil engreído.En cuanto dice aquello pasa por mi lado haciendo su camino en dirección a las escaleras que parecen dar a la zona VIP.Vaya mierda.Empiezo a seguirla y es inevitable que mis ojos se paseen por todo su cuerpo, es imposible no mirar esa figura tan espectacular.—No estaba entre mis planes domar fieras esta noche, pero puedo hacer una excepción. —hablo caminando detrás de ella—. ¿Cómo te llamas, preciosa?Cómo si no lo supiera.Se detiene abruptamente y se gira para encararme.—Mira, te facilitaré esto. —dice mirándome fijamente con clara determinación en los ojos—. Vine a distraerme, y esas distracciones no incluyen tener que ahuyentarte toda la noche. No quiero tu presencia coqueta alrededor
Se suponía que iba a disfrutar de ésta noche, que nada evitaría que me divirtiera como de costumbre. Pero el hecho de haber visto a Alexa irse con ese imbécil, hizo que la pizca de buen humor con el que cargaba, se esfumara por completo.No sé qué es lo que me sucede con esa mujer, pero definitivamente no es algo bueno. Debo sacarla de mi jodida cabeza o no podré concentrarme en lo que realmente es importante.Haberla encontrado junto a la barra, enfundada en ese hermoso vestido dorado que la hacía lucir jodidamente caliente, me había hecho olvidar la razón principal por la que había venido al club.Y el hecho de que me haya ignorado tan deliberadamente y haya preferido irse con Jack, terminó por hacer que ahora mismo los negocios y el resto de los pendientes me valieran un bledo. Así que ahora me dirijo al auto. Por suerte, pude dejarlo aparcado en el estacionamiento privado del lugar, nada que no se pueda resolver con unos cuantos billetes. No iba
Lunes, 8 de octubre de 2018. Hoy decidí salir desde muy temprano para empezar con mi nueva tarea. Y algo me dice que no será tan fácil. De hecho, estoy seguro que acercarme a esa chica será un verdadero dolor de culo. Estoy aparcado cerca de su casa esperando a que salga en algún momento, quizá a hacer algunas compras, o sólo a tomar un poco de aire fresco o quizá a pasear el perro. Llevo casi tres horas esperando dentro del jodido auto y ella no ha asomado las narices por aquí. «Quizá no está en casa». No, eso es imposible. «Tal vez se encontró con Zack anoche después del espectáculo en el estacionamiento». Eso también es muy poco probable. «¿Cómo estás tan seguro de eso?» Cuando creo que mis pensamientos me volverán loco, entonces lo noto. La compuerta del enorme garaje empieza a abrirse y entonces la visualizo montada en una Ducati negra. Debo admitir que se ve jodidamente sexy así. El portón se abre y yo enciendo el auto. Al momento en el que ella sale a la calle, yo es