PRÓLOGO

28 de Julio de 2012.

ALEXA SMITH.

Sentía el aire frío abrazar mi cuerpo provocando que me estremeciera levemente, tenía el rostro lleno de lágrimas, y el nudo en mi garganta hacía que pasar saliva se convirtiera en una tarea muy difícil en ese momento. El dolor en mi pecho crecía a cada segundo expandiéndose por todo mi cuerpo haciendo que mi respiración fuese dificultosa y las fuerzas en mí flaquearan, haciéndome caer de rodillas junto a las dos lápidas que se encontraban frente a mí.

No podía asimilar lo que estaba viviendo en ese momento, la simple idea de no volver a mirar la hermosa sonrisa de mi madre o el pensar que mi padre jamás volverá a recibirme en casa con un cálido abrazo y un beso en la frente provocaba que mi corazón se estrujara de una manera tan dolorosa que dudaba en poder soportarlo por más tiempo.

—Alexa... —escuché la voz de mi prima a mis espaldas—. Tenemos que irnos ya linda, pronto empezará a llover.

—Me importa muy poco si ahora mismo cae un diluvio Rose —dije con la voz rota y con algo de rabia—. En realidad, sería bueno si también muriera.

—Oh, no, no digas eso nena. —respondió ahogando un sollozo al tiempo que sentía cómo se arrodillaba a mi lado y envolvía sus brazos alrededor de mi cuerpo—. Christopher te necesita ahora más que nunca y lo sabes. Debes ser fuerte Alexa.

—No es fácil.

Fue todo lo que pude decir antes de dejar caer mi cabeza sobre su hombro y permitir que las lágrimas salieran a borbotones y humedecieran la tela suave de su vestido.

Rose se mantuvo callada después de eso y se lo agradecía. Dejó que me desahogara sólo un poco, pues sabía que ese dolor y la sensación de pérdida jamás se iría por completo por más que llorara.

Sabía que ella tenía razón y que debía ser fuerte para poder ayudar a mi hermano menor a superar la muerte de nuestros padres y para poder levantarse de la situación en la que ahora se encontraba por culpa de ese accidente. Pero aun sabiendo la verdad de sus palabras, lo cierto es que ¡no es fácil, joder!

Después de haber estado llorando de rodillas junto a las tumbas de mis padres por no sé cuánto tiempo, Rose me obligó a levantarme y regresar al auto para volver a casa antes de que empezara a llover. Pero al parecer el destino siempre parecía ir en nuestra contra porque mi prima llevaba apenas cinco minutos conduciendo cuando la lluvia empezó a caer. Yo me limité a mirar cómo el agua golpeaba la ventanilla de manera insistente mientras mis pensamientos se encargaban de torturarme y hundirme más en ese hoyo en el que ahora me encontraba y del que dudaba mucho poder salir pronto.

Mi mente sólo estaba centrada en un recuerdo:

Cada año mis padres nos llevaban de excursión a algún sitio, esa vez no había sido la excepción. Nos habían llevado a una cabaña que al parecer mi padre había comprado a las afueras de la ciudad; el lugar era hermoso, estaba rodeado de grandes árboles que extendían sus ramas sobre el camino, dejando así sus hojas desperdigadas sobre él, y a unos cuantos metros de donde se ubicaba la cabaña, se encontraba un gran lago en el que mi padre intentó enseñarnos a pescar, pero fracasamos terriblemente.

Estuvimos ahí disfrutando del lugar y de nuestra compañía por toda una semana, sin saber que esa sería la última vez que estaríamos todos juntos. Porque la vida es así, tan incierta. No sabemos cuándo puede ser nuestro último suspiro, y lo peor de todo es que nadie parece estar preparado para ello.

Cuando el día de volver a casa llegó, nos llevamos un buen tiempo levantando todo y subirlo a la camioneta. Salimos de ahí a las 11:00 de la mañana, mamá había preparado café para llevar y lo había vertido en vasos térmicos que repartió después de haber subido al auto.

Llevábamos aproximadamente una hora de camino, papá venía haciendo bromas como era su costumbre para que el viaje fuese menos aburrido. Él estaba bromeando acerca de los ronquidos de mamá cuando sucedió. Algo se atravesó en el camino y papá apenas y logró esquivarlo. Con lo que nadie contaba era que un enorme camión de carga aparecería en la curva que estaba a unos metros de nosotros. Mi padre intentó estabilizar la camioneta al tiempo que trataba de esquivar el camión, pero no lo logró, el camión dio de frente contra nosotros y yo apenas y alcancé a envolver el cuerpo de mi hermano para protegerlo. Sólo fui consciente del grito desgarrador que salió de la boca de mamá para después escuchar cómo los vidrios de la camioneta se desquebrajaban, después de eso todo se volvió borroso y en absoluto silencio, y yo fui inmersa a un lugar de total oscuridad...

Cuando desperté habían pasado tres días desde el accidente, estaba totalmente desorientada pero conforme los segundos pasaban a mi mente llegaron los recuerdos de lo que había ocurrido durante el trayecto a casa y entonces la desesperación me embargó de tal manera que tuvieron que sedarme. Cuando desperté por segunda vez, ya más tranquila y consciente de lo ocurrido, la incertidumbre de no saber nada sobre el estado de mi familia me carcomía, pues nadie quería decirme nada y eso estaba volviéndome loca. Estuve así con ese sentimiento por horas, con la impotencia de no saber nada sobre mi familia hasta que Ronald, el hermano de mi padre apareció en el cuarto de hospital en el que me encontraba. Después de pedirle a Rose que nos dejara solos él soltó la horrible noticia de manera cruda, sin ningún anestésico, así, sin más.

El sonido de la puerta del auto siendo cerrada me sacó de mis pensamientos. Cuando levanté la vista pude mirar a Rose rodeando el auto, así que tomé una inspiración profunda antes de abrir la puerta del copiloto y bajar. Después de unos segundos me di cuenta que me había traído a su casa, lo cual también agradecí porque en estos momentos no me sentía con las fuerzas suficientes para permanecer en la casa donde mis padres me habían criado.

Después de haber pasado tres días inconsciente y haber recibido la trágica noticia de que mis padres habían muerto y que mi hermano menor para su buena o mala suerte aún seguía con vida pero había sufrido debido al accidente una leve desviación en la columna y que por tal motivo perdería temporalmente el movimiento de sus piernas, me informaron también que no podía ser posible salir del hospital para ir a visitar la tumba de mis padres por el hecho de que el accidente me había dejado con dos costillas rotas y una fractura en el brazo izquierdo. Por tales motivos me vi obligada a esperar tres jodidas semanas para poder ir a despedirme de ellos, y eso no pudo haberme hecho sentir más miserable de lo que ya me sentía.

—Vamos, necesitas comer algo —escuche de nueva cuenta la voz de Rose sacándome de mi ensimismamiento al tiempo que veía cómo se hacía a un lado para que pasara—. Chris ha estado muy ansioso por verte.

—No puedo mirarlo a la cara sin sentirme una jodida m****a por todo lo que ha tenido que pasar —respondí con la voz apenas audible—. Ni siquiera entiendo cómo es que quiere verme.

—Pues no deberías sentirte de esa forma cuando todos sabemos que tú no tienes culpa de nada —refutó con algo de molestia—. Y Chris es inteligente, por esa razón es que ha comprendido toda esta situación al parecer mejor que tú. Pero aun así, él necesita de ti, necesita que estés con él brindándole ese apoyo que ahora más que nunca necesita.

—¿Cómo esperas que le brinde apoyo cuando ni siquiera yo misma puedo sostenerme? —solté con más brusquedad de la que debía—. No digo que sienta a mi hermano como una carga, eso jamás pasaría. Sólo digo que yo no podré darle la ayuda y la fuerza que él necesita en estos momentos.

—Estando juntos ambos lograrán fortalecerse Alex, ambos se necesitan.

De nueva cuenta sentí que las lágrimas picaban mis ojos queriendo salir pero luché por mantenerlas dentro lo más que pude. Ya no quería llorar, sentía los ojos exageradamente hinchados, pero no podía contener el llanto por más tiempo así que lo dejé salir. Y sabía que Rose tenía razón, que mi hermano me necesita tanto como yo a él pero el miedo y la incertidumbre de verlo sufrir por la falta de movimiento en sus piernas me estaban matando.

—Tengo miedo —solté en un susurro.

—¿A qué le temes linda? —preguntó mientras se acercaba para tomar mis manos y jalarme en su dirección y luego rodearme en un abrazo reconfortante.

—A no poder brindarle la ayuda suficiente, a que las terapias no funcionen y tenga que verlo sufrir por no recuperar la movilidad de sus piernas —dije con la voz distorsionada por el llanto—. Yo apenas puedo mantenerme en pie, temo a que él se apoye en mí y yo no sea capaz de sostenerlo. Tengo miedo de hundirlo en el infierno en el que me encuentro.

—Chris te ama Alex, y entiendo tu miedo. Pero debes saber que es necesario que estén juntos, ya demasiado sufrimiento fue que perdieran a sus padres cómo para que ahora se pierdan a ustedes. —sus palabras me desarmaron por completo y debía admitir que esta idiota tenía razón—. Si tú lo abandonas ahora, entonces si podremos decir que todo estará perdido para él, para ambos.

—Tienes razón —dije al fin, rompiendo con el abrazo para alejarme, limpiarme las lágrimas y poder mirarla a los ojos—. Gracias por todo Rose.

—No es nada, tonta. —dijo con una pequeña sonrisa en los labios la cual me obligue a responder de la misma manera.

Después de nuestra charla y de haber almorzado, Rose me llevo a una de las habitaciones de invitados que había en la casa. Decidí meterme al baño y tomar una ducha, realmente la necesitaba. Me sentía muy cansada y tenía los músculos agarrotados, pero en cuanto el agua caliente hizo contacto con mi piel, todo mi cuerpo empezó a relajarse. Después de unos largos minutos decidí que era tiempo de salir, así que cerré la regadera, busqué una de las batas que Rose había conseguido para mí y me cubrí con ella.

Salí del baño y fui directo al armario en busca de unas bragas y una pijama. Para cuando terminé de hacer todo lo que debía y me tiré en la cama, miré el despertador que estaba en la mesita de noche que se encontraba a un lado de la cama, el reloj estaba marcando ya las 4:14 de la tarde –lo cual me di cuenta que había durado dos horas alistándome sólo para ir a dormir– así que con toda la intención de tomar un descanso de toda la m****a que me rodeaba, cerré los ojos para intentar dormir. No tardó mucho cuando el cansancio y el sueño empezaron a hacer estragos en mí y poco a poco caer en la inconsciencia.

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