CAPÍTULO 3

Mis ojos lo están estudiando de manera minuciosa. Tiene una altura que puede perfectamente llegar al metro noventa de un cuerpo tonificado e imponente que él parece usar para aplicar una postura autoritaria, seria y amenazante en su máximo esplendor. Su cabello negro haciendo contraste con su tez blanca, sus ojos verdes que podrían asemejarse a dos esmeraldas increíblemente hermosas, sus rasgos fuertes hechos con tanta perfección en su rostro que podrían mantenerme despierta toda una noche sólo para encontrar una razón a su creación.

Es fuerte, masculino, y su presencia grita "¡peligro!" por todas partes. Pero no puedo dejar de mirarlo. La dureza de su rostro lo vuelve increíblemente atrayente para mis ojos.

Tanta belleza es demasiado para mi sistema y también para mis hormonas tan alteradas que casi puedo sentirlas correr como todas unas locas en mi interior. Tengo a éste hombre tan impresionante frente a mí y simplemente no sé cómo reaccionar. «Di algo idiota» grita la voz en mi cabeza, pero me resulta difícil salir de mi estupor.

Cuando una sonrisa engreída comienza a tirar de sus labios sé que, si he hecho algo al quedarme callada, es alimentar su estúpido ego y su jodida imaginación.

—Pareces inmersa en tu mente, ¿los pensamientos pecaminosos han empezado a atacarte?

Veo como sus manos van a los bolsillos delanteros de sus jeans oscuros mientras se posiciona frente a mí sin importarle la gente que nos rodea.

Cuando Fred solo asiente en su dirección reconociendo su presencia, sé que yo me estoy perdiendo de mucho, que ignoro por completo quien es éste hombre, y porqué toda esta gente parece respetarlo de la misma forma que lo hacen conmigo. Y eso me hace sentir fuera de lugar, porque al parecer todos saben algo que yo no.

Las alarmas en mi cabeza se disparan cuando se hace presente la idea de que él está involucrado en los negocios de Jack. Si mis conjeturas son ciertas tengo que alejarme de él lo más pronto posible.

Aunque analizándolo bien, él no tiene la apariencia de un distribuidor. El encanto y la sonrisa sencilla de quienes venden droga es fácil de reconocer porque a partir de aquellos factores la venta se vuelve más rápida. El hombre frente a mí no es encantador, ni amable y tampoco sonríe por cortesía.

Éste hombre es determinado, amenazante y sonríe como sólo los depredadores saben hacerlo. Sabe que tiene el mundo a sus pies y lo disfruta, porque para el jefe de una banda nada es más sencillo que hacer y deshacer a su antojo.

—Lo siento —respondo en cuanto siento que mi voz vuelve a estar bajo mi control, aunque las palabras salieron un poco atropelladas—. No estaba lista para toparme con un imbécil engreído.

Paso por su lado con toda la intención de poner cuánta distancia me fuese posible entre él y yo; en cuanto doy un paso en dirección a las escaleras que dan a la zona exclusiva siento que mis piernas me pueden fallar en cualquier momento si sus ojos siguen vagando por todo mi cuerpo de forma tan descarada. Me obligo a acelerar mis pasos, pero su presencia detrás de mí parece afectarme.

No me está gustando lo que él está provocando en mí, no soy fanática de la anormalidad que invade mis venas y estoy dispuesta a ignorarla todo el tiempo que me fuese posible, por lo que no permitiré que él arruine mis planes.

—No estaba entre mis planes domar fieras esta noche, pero puedo hacer una excepción. —lo escucho hablar detrás de mí—. ¿Cómo te llamas, preciosa?

Okay, eso es suficiente. ¿En serio ese es su método para llevarme a la cama?

Me detengo de golpe y me giro para encararlo. Está a sólo unos cuantos pasos de mí lo que hace que mis mejillas ardan y mi garganta se seque, pero su presencia no puede afectarme de esa forma.

—Mira, te facilitaré esto. —digo mirándolo fijamente a los ojos con determinación—. Vine a distraerme, y esas distracciones no incluyen tener que ahuyentarte toda la noche. No quiero tu presencia coqueta alrededor de mí; si lo que pretendes es llevarme a la cama, ya puedes marcharte porque no lo conseguirás.

Cuando una risa escapa de sus labios, siento la frustración escalando por mi torrente sanguíneo. Me toma por sorpresa cuando acorta los pocos pasos que nos separan y acto seguido su mano fría se apodera de mi cintura y me acerca a su cuerpo sin rodeos.

Jodido descarado que es.

—¿Tienes idea de con quién estas tratando, preciosa? —su dedo coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja y dejo de respirar, no puedo pronunciar palabra alguna, su cercanía me afecta. Mis ojos batallan para no desviarse hacia cualquier lado que no sea su increíble rostro y esos labios de ensueño—. No necesité llevarte a la cama para hacerte temblar, así que deberías tener más cuidado del terreno en el que te mueves.

Apoyo mis manos sobre su pecho con la intención de apartarlo y siento como sus músculos se contraen bajo mi tacto y los latidos de su corazón golpean sin descanso. Siento una atracción inaudita hacia él, tan inexplicable, y no es solamente porque tiene un jodido rostro de infarto.

Es algo más fuerte, más profundo.

Tengo que apartarme. Y abofetearme por haber pensado tantas estupideces.

—No tengo ni quiero tener idea de quién eres, así que te agradeceré que mantengas tus distancias. —empujo su pecho y doy un paso hacia atrás—. Fue un placer conocerte.

—¿Siempre eres tan altanera? —cuando pienso en responderle siento un brazo enroscarse en mi cintura y no necesito voltear para saber que se trata de Jack y eso sólo hace que mis terminaciones nerviosas acaben por colapsar. Miro cómo la mandíbula del ojos verdes se tensa al momento en el que el moreno me pega a su cuerpo y yo no puedo sentirme más incómoda en éste momento.

Santísima m****a. Estoy segura de que me dará un jodido infarto en cualquier momento.

—Hey, Zack —saluda el recién llegado con tono serio. «Así que, ese es el nombre del descarado»—. No sabía que estabas en la ciudad.

—Bueno, decidí pasarme unos días por aquí. —responde optando un aire despreocupado pero la tensión es totalmente palpable—. De todas formas no sabía que tenía que informar sobre mis decisiones.

Siento cómo Jack se tensa ante la respuesta del descarado. Si las miradas matarán, definitivamente estos dos ya se hubiesen aniquilado. Así que, ante tal situación no me queda más que aclararme la garganta antes de intervenir en su duelo de miradas.

—Lamento interrumpir su charla —digo para luego mirar a Jack por primera vez desde que hizo acto de presencia—. Pero tenemos asuntos que tratar, ¿recuerdas?

—Oh, sí. Lo lamento hermosa —se disculpa—. Me gustaría seguir charlando contigo Zack, pero tengo que atender a esta belleza.

—No te preocupes —dice el aludido haciendo un ademán, restándole importancia al asunto—. De cualquier forma, yo ya tengo que irme, ahora será mejor que no la hagas esperar.

Al final le dedica un asentimiento a Jack en forma de despedida y antes de marcharse me da una última mirada con esos impresionantes ojos verdes que hacen que mis piernas tiemblen y una sonrisa ladina que provoca que mi pulso se acelere.

La voz de Jack me hace volver al aquí y al ahora.

—¿Desde cuándo lo conoces?

—¿Desde cuándo te debo explicaciones? —replico—. Vine para tratar asuntos de negocios, no para contarte mi vida privada Jack.

Miro cómo aprieta la mandíbula en un claro gesto de que ya está enojado y se está conteniendo porque sabe que tengo razón. En este mundo no puedes ir por ahí contando todo lo que pasa a diario en tu vida, y mucho menos puedes darte el lujo de exponer a las personas cercanas a ti, sea familia o tus nuevas amistades, porque claramente si en algún momento te consigues un enemigo es más que obvio que empezará por hacerle daño a las personas que son importantes para ti. Aunque tampoco es que me guste mucho ir por ahí desperdigando información sobre lo que pasa en mi vida.

No digo que Jack sea mi enemigo, pero ya saben lo que dicen, más vale prevenir que lamentar.

—Tienes razón, no sé porque pierdo mi tiempo contigo. —dice con voz fría, pero con un claro tinte de veneno.

—Lo mismo me pregunto yo, querido. —digo despreocupada.

Soy consciente de que lo que él quiere es herirme, pero quiero dejarle en claro que me importa una m****a lo que él diga.

Se hace a un lado y me hace una seña con su mano para que avance hacia las escaleras para ir a la zona exclusiva, así que obedezco y me dirijo a ellas. Cuando termino de subir el último escalón me permito examinar el lugar, la luz de esta zona del club es más tenue, hay una barra exclusiva para los que se encuentran aquí arriba y las grandes mesas de cristal oscuro se encuentra alrededor de todo el lugar con las butacas del mismo color, cada mesa es separada por un enorme cristal –también oscuro– formando así grandes cubículos para tener mayor privacidad en cada mesa.

Empiezo a caminar hacia una de las mesas más apartadas sintiendo a Jack pisándome los talones así que me apresuro a llegar y sentarme un una de las butacas. Él toma asiento frente a mí y le hace señas a uno de sus hombres de seguridad, quién se aleja un poco de nosotros intentando pasar desapercibido entre la masa de jóvenes que se encuentran en el lugar. Es ahí donde me doy cuenta que si Jack quisiera hacerme daño ya bien lo hubiese hecho pues a cada encuentro en el que he ido siempre ha sido sola, sé que estando en este juego yo también debería de tener hombres de seguridad a mi alrededor, pero creo que estoy confiando demasiado en el moreno de ojos azules. Debo admitir que Jack es muy atractivo, pero en este momento no puedo evitar compararlo con el pelinegro de ojos color esmeralda. Santo cielo, tengo que sacarme a ese hombre de la cabeza o estaré en serios problemas.

—Bien, Alexa Smith —escucho a Jack llamarme, haciendo que salga de mis cavilaciones—. Sé que dirás que no es algo que me incumba, pero en este preciso momento me importa una m****a lo que digas, así que quiero saber ¿Por qué cojones no has traído a tus hombres de seguridad para esta reunión?

Es curioso que esté preguntándome por algo que yo misma me cuestionaba segundos atrás. Y la respuesta sigue siendo la misma.

—Supongo que estoy confiando en ti más de lo debido.

Lo miro mientras me encojo de hombros restándole importancia. Él sonríe y puedo ver un brillo en sus ojos. Y no soy estúpida, desde hace tiempo me he dado cuenta de que Jack se siente atraído por mí, pero simplemente lo he tratado de repeler porque sé que no es buena idea que yo mantenga algún tipo de relación con él fuera de los negocios, claro está.

—Me siento halagado ante su confesión señorita Smith —responde mirándome fijamente a los ojos aún con la sonrisa en sus labios—. Pero quiero informarle que no es de mí de quien se debe cuidar, sino de los tipos como Zack Sellers.

La sola mención de ese nombre hace que mi cuerpo se estremezca, es increíble lo que ese hombre puede causar en mí aún sin estar presente.

—Bien, en ese caso... —digo—. No te preocupes que no volveré a salir sin seguridad.

Sé que esta no es la conversación que debería de estar teniendo con un matón, pero ¡por el amor de Dios! Es Jack de quien estamos hablando. Soy consciente de que no es una blanca palomita, pero desde el instante en el que nos conocimos él no ha hecho otra cosa más que protegerme y ayudarme. Y yo no he sido más que una perra con él que he hecho todo lo posible por alejarlo de mí, he sido muy dura con él. Siempre alejándolo, rechazando sus invitaciones, ignorando sus halagos y esquivando sus insinuaciones de querer entablar una relación conmigo. Creo que es momento de ser un poco más amable con él después de sus tantas atenciones.

—Excelente, eso me mantendrá un poco más tranquilo. —sonríe de tal forma que me deja ver su perfecta dentadura.

—Bien. —le devuelvo una pequeña sonrisa.

—Okay, ahora sí. Pasemos a los negocios... —dice recargando sus codos sobre la mesa—. Sólo quiero informarte que las ventas aquí en Vancouver han subido en un 25% este mes, en Toronto han subido un 23%, en Ottawa un 31%; y viajé a L.A., las ventas subieron un 45% al igual que en New York, lo que significa unos cuantos millones más para nosotros. El club también está aumentando las ganancias y lo mejor de todo es que ha salido limpio de todas las investigaciones a las que lo han sometido la RCMP debido algunas sospechas que han tenido pero que no han podido comprobar, yo me he encargado de todo así que no tienes nada de qué preocuparte. —informa—. Oh, y la parte que te corresponde ya está en tu cuenta.

—Vaya, me sorprende la forma en la que las ventas han aumentado en los últimos meses —confieso—. Pero bueno, no pienso cuestionar absolutamente nada más que lo necesario.

—Debes saber que el no cuestionar nada no te debe hacer sentir menos culpable, porque a final de cuentas ninguno de nosotros lo somos.

—No cuestiono nada porque sé que tu estas a cargo de todo Jack y tengo la seguridad de que eres justo a la hora de la repartición —lo miro con una sonrisa ladina en mis labios—. No quiero que pienses que lo hago con la intención de dejarte con todo el paquete por si algo llega a salir mal.

—Yo nunca dije eso —señala—. Me refería a que no haciendo preguntas te hace sentir menos culpable. Sé que te atormenta el hecho de saber que cientos de jóvenes consumen esa m****a, pero al final son ellos quienes deciden hacerlo Alexa, ellos toman sus propias decisiones. —recompone—. De lo único que nosotros somos culpables, es de habernos metido en este mundo del que muy difícilmente podremos salir algún día, o al menos con vida.

Lo miro por unos segundos un poco aturdida. Cuando conocí a Jack, jamás imaginé que me sentaría en una mesa con él a hablar de "negocios", o que se convertiría en mi amigo y consejero. Debo admitir que con lo rudo y frío que se ve, esta actitud no es nada propia de él.

—Quién diría que con esa fachada de chico malo eres tan buen consejero, Jack —me burlo.

Él suelta una risa reclinándose aún más sobre la mesa y me hace una seña con su mano instándome a que yo lo imite, y así lo hago. Cuando ya me he reclinado, él acerca sus labios a mi oído cómo si no quisiera que nadie escuche lo que tiene que decirme.

—Nadie más conoce esta sexy cara de la moneda, así que sé discreta. —susurra contra mi oído y su aliento cálido me eriza la piel, lo que provoca que yo suelte una risita nerviosa. Nunca había estado de esta manera con él, quizá es la razón por la que me hace sentir un poco rara.

Cuando se aleja me guiña un ojo y me regala una sonrisa resplandeciente así que no puedo evitar devolverle el gesto.

—Bien, guardaré tu secreto —prometo divertida—. Ahora, no entiendo porque me hiciste venir si bien podías informarme eso en una llamada.

—¿Y perderme la oportunidad de verte? No lo creo Smith.

Me reí ante su comentario, Jack es un buen chico. Al menos conmigo siempre lo ha sido, a pesar de que yo he sido una completa perra con él. Sé que su trabajo no es el más honesto del mundo pero lamentablemente las circunstancias lo orillaron a caer en ese mundo de oscuridad al que ahora yo también pertenezco.

Salimos al estacionamiento y empezamos a caminar hacia donde están nuestros autos. Al llegar me recuesto sobre el Audi y Jack se posiciona frente a mí, y es en ese momento en el que me permito observarlo a detalle. ¿Ya he dicho que es realmente atractivo? Porque en serio lo es, esos jeans oscuros y camisa blanca que deja al descubierto esos tatuajes en su brazo lo hacen lucir más peligroso, su cabello castaño ligeramente ondulado que cubre una pequeña parte de su frente y esos ojos azules tan peculiares, no todos los días miras unos ojos en los cuales parece desatarse una tormenta y que hace que los tonos azules se entremezclen con un grisáceo totalmente hipnotizante.

Cuando termino de inspeccionarlo me doy cuenta de que nuestros cuerpos están demasiado cerca. Él me mira con anhelo y el deseo está claramente impreso en sus ojos. Eleva su mano izquierda y caricia mi mejilla con gentileza para después colocar un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Con su pulgar traza el contorno de mi labio inferior y siento que mi respiración se atasca cuando empieza a inclinarse más a mi rostro.

—Jack... —lo llamo en baja voz posicionando mis manos sobre su pecho.

Pero si soy sincera, a estas alturas ya ni siquiera sé si quiero detenerlo. Él es atractivo, y ninguna mujer que se encuentre bien de sus facultades mentales rechazaría un beso de este hombre, y menos cuando sientes la necesidad de querer experimentar algo nuevo, de probar lo prohibido.

—No tienes idea de lo hermosa que te ves con ese vestido y lo tentadores que lucen tus labios en éste momento —susurra contra mis labios dejándome sentir su aliento mentolado.

«Tú también quieres besarlo», esto no está bien... «sólo es un beso, no pasa nada». Demonios, mi subconsciente es una mala influencia.

Sé que no es correcto y que quizá me arrepentiré más tarde, pero... ¡A la m****a!

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