Daniel caminaba de un lado a otro en su habitación, con el teléfono en la mano, nervioso. Sabía que tenía que hacer aquella llamada, pero no dejaba de sentir cierta incomodidad. Leandro era su amigo de toda la vida, su hermano de otra madre, pero había algo en esa conversación que lo ponía nervioso. Finalmente, respiró hondo y decidió marcar el número, esperando a que Leandro contestara.— ¿Qué pasa, Daniel? — la voz de Leandro sonó firme al otro lado de la línea, como siempre.— Hey, Leandro… — respondió Daniel, con un tono más suave del que pretendía —. Quería hablar contigo sobre algo.Leandro frunció el ceño, como si pudiera sentir la tensión en la voz de Daniel a través del teléfono. No era común que su amigo sonara tan inseguro, y eso lo puso en alerta de inmediato.— ¿Todo bien? — preguntó Leandro, intentando sonar más relajado.Daniel tragó saliva antes de continuar. Sabía que no tenía por qué hacerlo, pero también sabía que lo necesitaba. Después de todo, Leandro siempre
Ella llevaba tres meses de embarazo, y aún no se lo había dicho a su esposo, pues estaba fuera de la casa. Pese a que Roberto era un hombre muy frío con ella, siempre supuso que era así por la carga de responsabilidades que su abuelo le había dejado.Ese anciano la adoraba tanto; sin embargo, no podía decir lo mismo de su suegra y sus cuñados, quienes siempre que encontraban una oportunidad para tratarla mal, la aprovechaban como si fuera el último día de sus vidas.Ese mismo día, tenía la intención de darle la noticia a su esposo, con respecto a su embarazo. Quería plantearlo como una sorpresa, pues el anciano Belmont daría a conocer a todos, quien sería su sucesor, y ella inocentemente, creía que sería lo ideal, darle aquella sorpresa como regalo.— Otra vez comprando esas flores, Jazmín. ¿Sí sabes, que a Roberto no le gusta? — dijo su cuñada, cuando la vio llegar del centro.Su esposo le había confesado que le encantan los tulipanes, por lo que ahora, que regresaba a casa, comenzó
Jazmín abrió los ojos de golpe, observando todo a su alrededor. No estaba en una sala de hospital como creía que sería, era la habitación de su hogar, o aquella que creyó. — ¿Fue un sueño? — suspiró —. Gracias a Dios fue un sueño. Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que saltó de la cama, apenas Roberto aparecía ante ella. — ¿Qué te sucede? — ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? — preguntó, observándolo de pies a cabeza, y encontrando algo raro en él, pero no sabía que. — Vivo aquí — respondió el hombre, sin siquiera mirarla. — Pensé que estabas en Londres — cuestionó ella. Roberto detuvo lo que hacía y la miró. — ¿Cómo lo sabes? — Jazmín frunció el ceño. » ¿Qué m****a estaba sucediendo? « — Lo intuí — dijo, buscando su celular, y cuando lo miró, gritó: ¡¿Que m****a!? Roberto casi da un salto en su lugar, cuando escucha su grito. — No sé qué te está pasando, pero déjate de juegos estúpidos — gruñó molesto —. Eres desesperante. En el pasado, eso la haría reír, porque cr
— ¿Cómo que te divorciaste? ¿Qué fue lo que hiciste? — gritó la madre de Roberto con desesperación. Ella conocía bien a su padre político y de lo que era capaz —. Sabes lo que sucederá ahora.— Lo sé, madre, pero que querías que haga. Fue el abuelo quien aprobó, además de darle una buena suma de dinero y una propiedad — confesó —. Ella es mucho más inteligente de lo que creímos. La hemos subestimado.— Y tú eres un imbécil — añadió su madre, dándole un golpe —. Con este divorcio, deja las puertas abiertas al hermano de tu padre, para ganar tu puesto.— Es cierto hermano.— Ya tengo a alguien — respondió él, con una sonrisa —. A abuelo no le quedará más remedio que aceptarla.Sus hermanos suspiraron ante su decisión. Desde joven había estado enamorado de esa mujer, y aunque no era una chica que su abuelo apoyaría, era mejor que Jazmín.Roberto salió de la mansión para encontrarse con ella de inmediato.Por otra parte, Jazmín estaba saliendo de la mansión con un pequeño bolso, cuando se
La rabia se incrementaba con cada paso que daba, del mismo modo que su dolor.Sentir odio, no significaba no sentir dolor en lo absoluto. Sus tíos eran su única familia, y ella los quería mucho. Roberto era su esposo, y lo amaba pese a tener unos defectos de mierda.¿Cómo no se había dado cuenta de la realidad?Los viajes constantes a Londres, los tulipanes de la nada, aquellos vestidos que ella nunca usaba, y; sin embargo, eran los favoritos de su prima. El hecho de no tocarla nunca, y cuando lo hizo, parecía muy arrepentido.» ¿Qué mierda me pasó para cegarme así? «Jazmín sabía que valía mucho, pero había renunciado a las cosas que quería para convertirse en una buena esposa para Roberto, y finalmente, terminar muerta.— Él me mandó a matar — murmuró para sí misma, mientras se ponía de pie —, y matarán al abuelo si no hago nada.Entonces comenzó a buscar en su bolso, aquella tarjeta que el abuelo mismo le había entregado, y encontró un número de celular, para poder llamar. S
Los días fueron pasando, y finalmente tendrían el primer evento juntos, donde ella conocería a los principales potenciales inversores para con su empresa. Jazmín iba a la universidad, como le había sugerido su sexy tutor, por lo que siempre trataba de ser perfecta en todos los sentidos. Esa noche tenían una reunión de negocios. En realidad, era Leandro el anfitrión, pero ella lo acompañaría para verlo en acción, por lo que se estaba preparando. Ella llevó un vestido pegado al cuerpo, no tan escotado. Se estaba mirado en el espejo cuando el timbre de su departamento sonó, y corrió para abrirlo, encontrándose con el hombre más apuesto de toda la región. Leandro, una vez más, se quedó sin aire, y para evitar ser descubierto, simplemente, dibujó una seriedad en su rostro, y la miró con una ceja arqueada. — ¿Lista, señorita Machado? — consultó. » Machado. « Ese apellido le parecía tan familiar. Sentía que lo había escuchado en algún lugar, más no recordaba donde. De igual forma, ignor
Camila tenía la intención de lanzarse sobre su prima Jazmín, pero para mancharle el vestido; sin embargo, la joven ya presentía de que esa era su intención, por lo que se hizo a un lado. El desastre ocurrió. Camila fingió tropezar, pero no se esperaba que su prima, la ingenua Jazmín, se saliera del camino, haciendo que el líquido de su copa, cayera sobre el mesero que pasaba, y generando un estruendoso ruido de copas rompiéndose. Jazmín, satisfecha con lo que ocasionó, sonrió por dentro, y se acercó a pronunciar las mismas palabras que su prima solía repetirle cada vez que pasaba algo así. — Debes tener más cuidado, primita — agregó, haciendo que la susodicha la fulminara con la mirada, pero Jazmín simuló que no pasaba nada —. Ya me tengo que ir. — ¡Eres una perra! — gritó la mujer —. ¡Mi vestido se ha arruinado, m*****a sea! — ¿Qué sucede? — La voz de Roberto hizo eco en ese espacio reducido, por lo que, Jazmín corrió, dejando a su prima, sumida en la vergüenza del espectáculo.
Jazmín no tenía idea de que pensar, que hacer. Por una parte, estaba sus sentimientos hacia su ex esposo, por otra, la atracción hacía su jefe, y por último su venganza; pero… ¿casarse?Estaba claro que esto era una gran oportunidad para ella y llevar acabo de cerca su plan de hundir a esa basura, pero… ¿casarse? El matrimonio implicaba que debía llevar aquel apellido que por tantos meses la ha hecho sentir de menos.No podía simplemente decirle que sí, y tirar a la borda sus esfuerzos por superarse. Ella tenía que hablar con él.La joven marcó el número de su jefe y éste no atendió, por lo que dejó de lado aquella charla, y disfrutaría su fin de semana; pero Leandro no lo iba a dejar pasar.El hombre se estaba dando un baño cuando escuchó su teléfono sonar, por lo que cuando salió, lo revisó y encontró una llamada de esa jovencita, e inmediatamente se la devolvió.— Señor Belmont, perdón la hora de llamarte, o sea, no lo siento, es que estoy nerviosa por lo que voy a decir, porq