La rabia se incrementaba con cada paso que daba, del mismo modo que su dolor.
Sentir odio, no significaba no sentir dolor en lo absoluto. Sus tíos eran su única familia, y ella los quería mucho. Roberto era su esposo, y lo amaba pese a tener unos defectos de m****a.¿Cómo no se había dado cuenta de la realidad?Los viajes constantes a Londres, los tulipanes de la nada, aquellos vestidos que ella nunca usaba, y; sin embargo, eran los favoritos de su prima. El hecho de no tocarla nunca, y cuando lo hizo, parecía muy arrepentido.» ¿Qué m****a me pasó para cegarme así? «Jazmín sabía que valía mucho, pero había renunciado a las cosas que quería para convertirse en una buena esposa para Roberto, y finalmente, terminar muerta.— Él me mandó a matar — murmuró para sí misma, mientras se ponía de pie —, y matarán al abuelo si no hago nada.Entonces comenzó a buscar en su bolso, aquella tarjeta que el abuelo mismo le había entregado, y encontró un número de celular, para poder llamar. Sabía que era un inversionista que ayudaba a estudiar el mercado y a potenciar la empresa que deseabas crear. Ella había recibido una cantidad de dinero por su separación, y no podía dejarlo allí, guardado, debía darle uso y generar más, por lo que marcó aquel número, y su piel se erizó al oír aquella voz tan sensual.¡Joder!Del otro lado se encontraba Leandro, haciendo los preparativos para una oficina extra para la mujercita que su padre manda. Le prometió que la iba a preparar para el mundo de los negocios, y que mejor que tenerla cerca. Odiaba hacerlo, pero se lo debía a su padre, por nunca molestarlo respecto a sus decisiones y dependencia.» ¿Por qué situación habrá pasado esa chica, para que su padre desee con tanta intensidad que crezca profesionalmente? «Se preguntaba casualmente, mientras la esperaba.— Señor, la señorita Jazmín Machado se encuentra afuera — informó su secretaria.Debía admitir que era muy puntual, pues no hacía ni veinticuatro horas que habían hablado.Habrá viajado toda la noche, para poder estar aquí.— Hazla pasar, y acabemos con esto de una buena vez — manifestó.Se recostó en su silla, mientras veía a la jovencita ingresar, para luego despedirse de su secretaria y levantar la mirada hacia él. El aire se escapó de sus pulmones al ver la inocencia brillar en sus orbes, llevaba un pantalón jeans que, sin darse cuenta, deseo despojarlo de su cuerpo. Y en su rostro se dibujaba una sonrisa tan tierna que deseaba borrarlo con sus labios.Era la chica más joven y hermosa que había conocido, y supo en ese instante, que fue un error aceptar el pedido de su padre. Fue una trampa.— Muy buenos días, señor Belmont. El abuelo me ha enviado para hablar con usted — dijo ella de forma cortés, mandando una corriente eléctrica justo en su entrepierna con aquella voz tan suave —. Es un placer por fin conocerlo.Leandro, se removió incomodo por primera vez, y se abstuvo de mostrar rastros de debilidad. Era considerado el hombre más temible, y jamás una niña le había hecho sentir cosas como estas.— ¿Cuántos años tienes? — consultó. Parecía una chica muy joven, para adentrarse en este mundo. Otras preferirían ir de copras o de fiestas —. Pareces muy joven.Sonrió y se sonrojó.» ¡Mierda! Es hermosa. «— Es que lo soy, señor. Tengo diecinueve años. Quiero retomar la universidad y adentrarme al mundo de los negocios, pero no tengo idea de lo que es esto — dijo, señalando el lugar —. Nunca siquiera he visto una oficina real.— ¿Y qué te parece? — preguntó Leandro, poniéndose de pie, y dándole la espalda.— Grande — respondió ella en un hilo de voz, mientras tragaba saliva.Para Jazmín, ese hombre era el más alto que había visto, además, la belleza y autoridad que irradiaba su presencia era incomparable. Ella decía que Roberto era intimidante.Se había equivocado.Su tío era mucho más intimidante.El hecho de estar alejados de la familia, y ser tan misterioso, lo hacía ver doblemente atractivo. Y su voz, era una detonante para sus hormonas. Tan varonil y tan aguda, que lo hacía ver seductor.— ¿Qué era de tu vida? ¿Por qué no estudiaste desde un principio? — Jazmín soltó un suspiro, que no pasó desapercibido para el hombre.Ella no tenía intención de decirle la verdad, solo tenía un propósito en ese lugar. Volverse poderosa, para poder llevar a cabo su venganza, pero ese hombre la miraba como si estuviera leyendo su mente, y robándose su alma; por lo que le daría, verdades a medias.— Me he casado, y actualmente estoy divorciada — suspiró —. Necesito valerme por mí misma, porque no tengo a nadie más, y no puedo permitir que me sigan tratando de menos.El asintió comprendiendo lo que ella buscaba. Caminó hasta quedarse en frente de ella. Jazmín tuvo que levantar un poco la cabeza, para finalmente, poder mirarlo.— ¿Él no será un problema? — Ella negó de inmediato, perdida en sus ojos oscuros —. Perfecto.— ¿Perfecto? — cuestionó ella, intentando volver a la realidad.— Te convertiré en la mujer más preparada e importante del mercado, pero antes, terminarás la universidad o afines, y harás todo lo que te diga — Le dio la espalda —. No me gusta perder el tiempo, por lo que le sugiero que piense bien si quiere estar aquí. Llegar a la cima requiera de mucho esfuerzo, disciplina, lágrimas.— Lo quiero, señor. Quiero ser una nueva mujer, y no la débil chica a la que tantas veces han humillado — Leandro sonrió satisfecho ante la seguridad de sus palabras.— Puedes ser tan poderosa como quisieras, solo depende de ti, de tu mente; pero nunca olvides tus valores y de dónde vienes. No debes perderte en el camino — musitó, mientras se sentaba y la miraba fijamente, con esos ojos de halcón —, porque, así como lo consigues, también puedes perderlo todo.— Lo entiendo.— Nos vemos mañana, señorita Machado. Puedes retirarte — Jazmín realizó una mini reverencia, y salió del lugar.Satisfecha por la decisión que iba a tomar.Leandro por su parte, se sirvió un vaso con agua lleno, para bebérselo de un solo trago, pues de repente, el ambiente se volvió caluroso a su alrededor.Presentía que esa señorita sería su perdición.Los días fueron pasando, y finalmente tendrían el primer evento juntos, donde ella conocería a los principales potenciales inversores para con su empresa. Jazmín iba a la universidad, como le había sugerido su sexy tutor, por lo que siempre trataba de ser perfecta en todos los sentidos. Esa noche tenían una reunión de negocios. En realidad, era Leandro el anfitrión, pero ella lo acompañaría para verlo en acción, por lo que se estaba preparando. Ella llevó un vestido pegado al cuerpo, no tan escotado. Se estaba mirado en el espejo cuando el timbre de su departamento sonó, y corrió para abrirlo, encontrándose con el hombre más apuesto de toda la región. Leandro, una vez más, se quedó sin aire, y para evitar ser descubierto, simplemente, dibujó una seriedad en su rostro, y la miró con una ceja arqueada. — ¿Lista, señorita Machado? — consultó. » Machado. « Ese apellido le parecía tan familiar. Sentía que lo había escuchado en algún lugar, más no recordaba donde. De igual forma, ignor
Camila tenía la intención de lanzarse sobre su prima Jazmín, pero para mancharle el vestido; sin embargo, la joven ya presentía de que esa era su intención, por lo que se hizo a un lado. El desastre ocurrió. Camila fingió tropezar, pero no se esperaba que su prima, la ingenua Jazmín, se saliera del camino, haciendo que el líquido de su copa, cayera sobre el mesero que pasaba, y generando un estruendoso ruido de copas rompiéndose. Jazmín, satisfecha con lo que ocasionó, sonrió por dentro, y se acercó a pronunciar las mismas palabras que su prima solía repetirle cada vez que pasaba algo así. — Debes tener más cuidado, primita — agregó, haciendo que la susodicha la fulminara con la mirada, pero Jazmín simuló que no pasaba nada —. Ya me tengo que ir. — ¡Eres una perra! — gritó la mujer —. ¡Mi vestido se ha arruinado, m*****a sea! — ¿Qué sucede? — La voz de Roberto hizo eco en ese espacio reducido, por lo que, Jazmín corrió, dejando a su prima, sumida en la vergüenza del espectáculo.
Jazmín no tenía idea de que pensar, que hacer. Por una parte, estaba sus sentimientos hacia su ex esposo, por otra, la atracción hacía su jefe, y por último su venganza; pero… ¿casarse?Estaba claro que esto era una gran oportunidad para ella y llevar acabo de cerca su plan de hundir a esa basura, pero… ¿casarse? El matrimonio implicaba que debía llevar aquel apellido que por tantos meses la ha hecho sentir de menos.No podía simplemente decirle que sí, y tirar a la borda sus esfuerzos por superarse. Ella tenía que hablar con él.La joven marcó el número de su jefe y éste no atendió, por lo que dejó de lado aquella charla, y disfrutaría su fin de semana; pero Leandro no lo iba a dejar pasar.El hombre se estaba dando un baño cuando escuchó su teléfono sonar, por lo que cuando salió, lo revisó y encontró una llamada de esa jovencita, e inmediatamente se la devolvió.— Señor Belmont, perdón la hora de llamarte, o sea, no lo siento, es que estoy nerviosa por lo que voy a decir, porq
Estaba parado en frente de la puerta, pensando en las palabras que debía decir para convencerla. Ciertamente no iba a perder, pero también era consciente de que ella quería ser una chica independiente, y que su respuesta definiría lo que pensaba de ella. De hecho, ya tenía un buen concepto de su persona y eso nadie lo cambiaría por más problemas que surjan. Finalmente, toco la puerta y esperó. Esperó por unos minutos que parecían una eternidad hasta que, el sonido de la cerradura lleno el espacio silencioso, y la puerta se abrió, estancando su respiración. Leandro no pudo soltar un suspiro y para Jazmín no pasó desapercibido aquello. Era sábado de mañana, de su día libre, por lo que se vistió casual. El hombre la vio y sonrió. — Me vestí casual — dijo ella, mirándose a sí misma —. ¿Debo cambiarme? — Estás perfecta — respondió, logrando que se forme un rubor en sus mejillas, que Leandro comenzaba a adorar —. ¿Nos vamos? Jazmín asintió. Estaban en el coche, cuando llegaron al fina
La mujer no creyó tener la suerte de encontrar a su viejo amor en el restaurante, y obviamente, no iba a desaprovechar esa oportunidad, e ignorando a la compañía que tenía en frente, se propuso a saber de él; sin embargo, no esperaba que él se mostrara seco con su presencia.— Solo venía a desayunar, pero es una suerte verte. ¿Puedo acompañarte y hablamos un rato? — manifestó su deseo, y cuando planeaba tomar asiento, la voz de Leandro la detuvo.— No. No te he invitado a sentarte en mi mesa — advirtió —, además, tengo compañía.Hasta ese momento, la mujer de nombre Mónica, se había percatado de la presencia de alguien más, por lo que la miró con desdén, sin importancia.Jazmín notaba que había algo extraño ahí, y no quería ser parte de ello.— Yo ya me retiraba — susurró.— Haces bien en irte, Leandro y yo tenemos mucho de qué hablar — manifestó la mujer.Leandro, con la sangre hirviendo, quiso intervenir, pero al notar la sonrisa en su acompañante, frunció el ceño.— Siendo ese el c
Actualmente, ella estaba cambiando el hilo de su historia; sin embargo, su tutor, el hombre más apuesto y comestible que había conocido, la estaba convirtiendo en su prometida. Jazmín lo estaba mirando consternada, casi igual o peor que la mujer parada al lado de su mesa. Leandro le do una mirada y le guiñó un ojo, indicándole que le siga la corriente o eso es lo que creyó. — ¿Prometida? — Mónica soltó una carcajada —. ¿Con esta niña que podría ser tu sobrina? — Que me vea más joven que tú, es un halago — murmuró Jazmín, pero la mujer la escuchó. — ¿Cómo te atreves? — Y cuando quiso saltar sobre ella, la voz de Leandro la detuvo. — ¡Suficiente! Será mejor que se retire ahora mismo de mi mesa, señorita William. La mujer quedó muda con aquel comportamiento de Leandro. Nunca antes le había tratado así, o eso fue de la única vez que tuvieron una cita. Con los ojos llorosos, dio un pisoteo fuerte al piso, como la mujer caprichosa que es, y se esfumó del lugar, dejando un ambiente ten
Esos comentarios que salían de la boca de su tía, para una invitación familiar, cuando justamente, es un día para humillarla, la hizo tomar una decisión.Sacó el celular y marcó el número de su jefe, quien atendió de inmediato.— Jazmín.— Sí, acepto. Acepto ser tu esposa, pero con una condición. — Una sonrisa se formó en los labios del hombre al oír aquella respuesta.— Soy todo oídos, señorita Machado — respondió.— Nadie debe saberlo, y no porque no quiera, sino porque estoy investigando algo importante de mi vida, y llevar tu apellido sería un impedimento — explicó.— Está bien. Nadie lo sabrá, no lo haremos público, pero eso no significa que no te presentaré como mi esposa. Te guste o no llevarás mi apellido, y cuando estemos en algún evento, eres mi mujer.— Bien — respondió Jazmín, y cortó la llamada.Leandro quedó pensativo ante una decisión tan repentina, además de despertar su curiosidad respecto a una investigación.» ¿Qué necesitaría investigar? «Se preguntó.Lla
Jazmín se encontraba temblando en su lugar, mientras el juez preparaba todo para llevar a cabo aquella boda. Leandro por su parte, al notar como su futura esposa, movía sus piernas, tuvo que actuar, y darle consuelo.Colocó una mano sobre sus piernas y le asintió, creyendo que, con eso, la calmaría, pero en realidad, tuvo un efecto distinto al que debería. Jazmín sintió sus mejillas calentarse, y rápidamente, al notar la sonrisa del hombre, supo que ya estaban rojas.— Tranquila, pronto terminará — dijo él, guiñándole el ojo —, mis manos no solo sirven para acariciar.— ¿Acariciar? ¿Qué quieres decir? — cuestionó ella.En ese momento el juez los interrumpió, y Jazmín tuvo que fingir una sonrisa. El hombre le facilitó un bolígrafo, el cual ella lo tomó. Observó a Leandro, pero ésta vez él no estaba sonriendo, sino que la estaba mirando de una forma que nunca antes lo había hecho alguien, y fue eso, la que la impulsó a firmar el documento.Leandro hizo lo mismo, y en cuestión de se