Esos comentarios que salían de la boca de su tía, para una invitación familiar, cuando justamente, es un día para humillarla, la hizo tomar una decisión.Sacó el celular y marcó el número de su jefe, quien atendió de inmediato.— Jazmín.— Sí, acepto. Acepto ser tu esposa, pero con una condición. — Una sonrisa se formó en los labios del hombre al oír aquella respuesta.— Soy todo oídos, señorita Machado — respondió.— Nadie debe saberlo, y no porque no quiera, sino porque estoy investigando algo importante de mi vida, y llevar tu apellido sería un impedimento — explicó.— Está bien. Nadie lo sabrá, no lo haremos público, pero eso no significa que no te presentaré como mi esposa. Te guste o no llevarás mi apellido, y cuando estemos en algún evento, eres mi mujer.— Bien — respondió Jazmín, y cortó la llamada.Leandro quedó pensativo ante una decisión tan repentina, además de despertar su curiosidad respecto a una investigación.» ¿Qué necesitaría investigar? «Se preguntó.Lla
Jazmín se encontraba temblando en su lugar, mientras el juez preparaba todo para llevar a cabo aquella boda. Leandro por su parte, al notar como su futura esposa, movía sus piernas, tuvo que actuar, y darle consuelo.Colocó una mano sobre sus piernas y le asintió, creyendo que, con eso, la calmaría, pero en realidad, tuvo un efecto distinto al que debería. Jazmín sintió sus mejillas calentarse, y rápidamente, al notar la sonrisa del hombre, supo que ya estaban rojas.— Tranquila, pronto terminará — dijo él, guiñándole el ojo —, mis manos no solo sirven para acariciar.— ¿Acariciar? ¿Qué quieres decir? — cuestionó ella.En ese momento el juez los interrumpió, y Jazmín tuvo que fingir una sonrisa. El hombre le facilitó un bolígrafo, el cual ella lo tomó. Observó a Leandro, pero ésta vez él no estaba sonriendo, sino que la estaba mirando de una forma que nunca antes lo había hecho alguien, y fue eso, la que la impulsó a firmar el documento.Leandro hizo lo mismo, y en cuestión de se
Jazmín estaba llegando a casa de su amiga, cuando pidió al chofer que se estacionara una esquina antes. — Señora, no tengo permitido hacer eso — manifestó el hombre con notable preocupación. — Quiero que lo hagas, de lo contrario la gente va a empezar a preguntar — susurró ella. El hombre suspiró, la miró a través del retrovisor. — Estaré aquí por si me necesita. No olvides que tiene un departamento en esta ciudad — avisó el hombre. — ¿De verdad? — Así es — respondió el hombre. La joven caminó con la mente aun preguntándose:» ¿Cuánto dinero tiene el señor Belmont? « Estaba claro que era demasiado, y ahora, que era probable que él asumiera el mando de la empresa familiar, mucho más. Estaba un tanto preocupada en lo que se estaba metiendo, pero no había tiempo de arrepentimientos. Ella se había convertido en la esposa, y debía asumir esa responsabilidad, y aprovechar el poder que le otorgaba para poder realizar su venganza, o el cambio de los hilos de la historia. Llegó al depar
Cuando salieron de la mansión, el chofer los estaba esperando a una distancia prudencial. Jessica se había dado cuenta que alguien los seguía, por lo que miró el retrovisor, y comenzó a acelerar para intentar perderlos.— ¿Qué sucede? — preguntó Jazmín —. Es muy rápido. Baja la velocidad.— No quiero asustarte, pero alguien no está siguiendo — Los ojos de la joven, se abrieron inmensamente, y aparte del temor de ocasionar algún accidente, la curiosidad también lo invadió.— ¿Estás segura? — preguntó, y cuando iba a girarse a mirar, su amiga gritó.— No voltees o se dará cuenta… Estoy bastante segura — respondió —. Ya hemos girado una manzana y sigue detrás nuestro; además, el coche nos sigue desde la mansión Belmont.— Baja la velocidad y actúa normal — manifestó Jazmín —. ¡A la mierda! Nos as a matar a ambas si conduces así.— No voy a permitir que unos malvivientes nos atrapen — gruñó, mientras hacia su cambio, y se alejaba a gran velocidad. Sin embargo, el conductor del auto, era u
Una hermosa combinación de colores, un piso extremadamente grande para una sola persona. Jazmín no solía mirar esas cosas, pero inclusa, ese pequeño salón, era más grande que la habitación que tenía en la casa de su tía, después de la muerte de sus padres.Y aun, después de casarse con Roberto, nunca le pareció atractivo los lujos.La muerte de sus padres siempre fue una incógnita en su vida, y ya habían pasado mucho tiempo desde aquel accidente, que dudaba que investigarlo fuese necesario, pero tenía una necesidad de hacerlo; además, no sabía cómo convencer al abuelo de que vivir allí, es un peligro.— ¿Cómo lo voy a hacer? — Se preguntó en voz alta, recordando las palabras de su esposo.Era imposible.El sonido de su celular, le sacó de sus pensamientos, y contestó sin mirar.— ¿Bueno?— ¿Cómo que bueno? — cuestionó Leandro con burla. Jazmín se congeló en su lugar —. ¿Qué te pareció el departamento?— Cómoda — respondió —. Gracias por permitir que me quede aquí, señor.—Jazmín, eres
En su vida, Jazmín se había relajado como fue ese día, y el hecho de que ahora, tenía el pelo más corto, maquillaje en el rostro, algo la hacía sentir incómoda o rara.La segunda opción era más viable, porque, pese a esas sensaciones, se sentía satisfecha con su nuevo look. Después de salir de la peluquería, la guiaron a una tienda de ropa, pero esta vez desistió, porque Leandro le había comprado innumerables cantidades de vestidos. No obstante, vio una gargantilla cuando pasaba por una joyería, y quedó encantada con ella. En ella se dibujaba un dije pequeño en forma de flor. Era sencilla, pero bastante elegante.— Queriendo algo que no puedes tener — manifestó una voz femenina detrás de ella. Era la madre de Roberto con su hija menor —. ¿No tienes el dinero para comprarlo?Este momento se estaba repitiendo, recuerda perfectamente esas palabras. Pero en aquella ocasión, su cuñada había adquirido la joya, para regalárselo a su prima.Sonrió.— ¿Por qué sonríes? ¿Acaso te estás bur
La joven Jazmín, se preparó para aquella dichosa cena solitaria. No entendía en que le beneficiaría salir a comer sola, pero su esposo, decía que era la segunda prueba.» Prueba mis narices. «Murmuró mentalmente, mientras se colocaba los zapatos.Se observó al espejo y soltó un suspiro.Estaba bonita. Diferente y bonita.¿Por qué no me arreglé antes de esta forma? No era difícil hacerlo, a excepción del maquillaje.Salió de la habitación, con una elegancia y se adentró en el ascensor, que se detuvo unos pisos abajo, para que, por esas puertas, ingresara tanto Camila, su prima y su prometido, Roberto. Ambos quedaron congelados al verla, pero no dijeron nada hasta que, la puerta casi se cierra, por lo que las manos de Roberto, lo detuvo.— Jazmín — susurró —, estás… diferente.Su voz era consternada. Aquel cambio hizo que sus pensamientos se enreden. Estaba hermosa, diferente, y su seguridad lo atraía considerablemente.— Ni, aunque te vistas con esas réplicas baratas, lograrás
Los días fueron pasando, y Jazmín no dejaba de pensar en aquel beso, como tampoco en sus ojos. Esa noche, Leandro volvió a su ciudad, porque debía atender algunos asuntos importantes.Los días fueron pasando, y tanto como el cumpleaños del tío de Jazmín y del abuelo, llegaron. Al primero decidió no ir, porque en verdad, no lo creía necesario. Esa gente ni siquiera sentía alguna estima hacia ella, como para ir a sentarse en su mesa; sin embargo, el abuelo la adoraba, y, por ende, él merecía un gran regalo.Sacó el celular y marcó a su esposo.— ¿A qué se debe tan hermoso honor? — respondió Leandro, logrando que instantáneamente sus mejillas se sonrojaran como de costumbre.— Quería hacerte una pregunta — Leandro frunció el ceño —. Es el cumpleaños del abuelo, pero no sé qué le gusta.— Papá te adora, y lo que le des estará bien.— Bien — respondió y cortó.Entonces Jazmín recordó que al abuelo le encantan las pañoletas, por lo que mandó a comprar uno especial para él, porque pla