Jazmín no tenía idea de que pensar, que hacer. Por una parte, estaba sus sentimientos hacia su ex esposo, por otra, la atracción hacía su jefe, y por último su venganza; pero… ¿casarse?Estaba claro que esto era una gran oportunidad para ella y llevar acabo de cerca su plan de hundir a esa basura, pero… ¿casarse? El matrimonio implicaba que debía llevar aquel apellido que por tantos meses la ha hecho sentir de menos.No podía simplemente decirle que sí, y tirar a la borda sus esfuerzos por superarse. Ella tenía que hablar con él.La joven marcó el número de su jefe y éste no atendió, por lo que dejó de lado aquella charla, y disfrutaría su fin de semana; pero Leandro no lo iba a dejar pasar.El hombre se estaba dando un baño cuando escuchó su teléfono sonar, por lo que cuando salió, lo revisó y encontró una llamada de esa jovencita, e inmediatamente se la devolvió.— Señor Belmont, perdón la hora de llamarte, o sea, no lo siento, es que estoy nerviosa por lo que voy a decir, porq
Estaba parado en frente de la puerta, pensando en las palabras que debía decir para convencerla. Ciertamente no iba a perder, pero también era consciente de que ella quería ser una chica independiente, y que su respuesta definiría lo que pensaba de ella. De hecho, ya tenía un buen concepto de su persona y eso nadie lo cambiaría por más problemas que surjan. Finalmente, toco la puerta y esperó. Esperó por unos minutos que parecían una eternidad hasta que, el sonido de la cerradura lleno el espacio silencioso, y la puerta se abrió, estancando su respiración. Leandro no pudo soltar un suspiro y para Jazmín no pasó desapercibido aquello. Era sábado de mañana, de su día libre, por lo que se vistió casual. El hombre la vio y sonrió. — Me vestí casual — dijo ella, mirándose a sí misma —. ¿Debo cambiarme? — Estás perfecta — respondió, logrando que se forme un rubor en sus mejillas, que Leandro comenzaba a adorar —. ¿Nos vamos? Jazmín asintió. Estaban en el coche, cuando llegaron al fina
La mujer no creyó tener la suerte de encontrar a su viejo amor en el restaurante, y obviamente, no iba a desaprovechar esa oportunidad, e ignorando a la compañía que tenía en frente, se propuso a saber de él; sin embargo, no esperaba que él se mostrara seco con su presencia.— Solo venía a desayunar, pero es una suerte verte. ¿Puedo acompañarte y hablamos un rato? — manifestó su deseo, y cuando planeaba tomar asiento, la voz de Leandro la detuvo.— No. No te he invitado a sentarte en mi mesa — advirtió —, además, tengo compañía.Hasta ese momento, la mujer de nombre Mónica, se había percatado de la presencia de alguien más, por lo que la miró con desdén, sin importancia.Jazmín notaba que había algo extraño ahí, y no quería ser parte de ello.— Yo ya me retiraba — susurró.— Haces bien en irte, Leandro y yo tenemos mucho de qué hablar — manifestó la mujer.Leandro, con la sangre hirviendo, quiso intervenir, pero al notar la sonrisa en su acompañante, frunció el ceño.— Siendo ese el c
Actualmente, ella estaba cambiando el hilo de su historia; sin embargo, su tutor, el hombre más apuesto y comestible que había conocido, la estaba convirtiendo en su prometida. Jazmín lo estaba mirando consternada, casi igual o peor que la mujer parada al lado de su mesa. Leandro le do una mirada y le guiñó un ojo, indicándole que le siga la corriente o eso es lo que creyó. — ¿Prometida? — Mónica soltó una carcajada —. ¿Con esta niña que podría ser tu sobrina? — Que me vea más joven que tú, es un halago — murmuró Jazmín, pero la mujer la escuchó. — ¿Cómo te atreves? — Y cuando quiso saltar sobre ella, la voz de Leandro la detuvo. — ¡Suficiente! Será mejor que se retire ahora mismo de mi mesa, señorita William. La mujer quedó muda con aquel comportamiento de Leandro. Nunca antes le había tratado así, o eso fue de la única vez que tuvieron una cita. Con los ojos llorosos, dio un pisoteo fuerte al piso, como la mujer caprichosa que es, y se esfumó del lugar, dejando un ambiente ten
Esos comentarios que salían de la boca de su tía, para una invitación familiar, cuando justamente, es un día para humillarla, la hizo tomar una decisión.Sacó el celular y marcó el número de su jefe, quien atendió de inmediato.— Jazmín.— Sí, acepto. Acepto ser tu esposa, pero con una condición. — Una sonrisa se formó en los labios del hombre al oír aquella respuesta.— Soy todo oídos, señorita Machado — respondió.— Nadie debe saberlo, y no porque no quiera, sino porque estoy investigando algo importante de mi vida, y llevar tu apellido sería un impedimento — explicó.— Está bien. Nadie lo sabrá, no lo haremos público, pero eso no significa que no te presentaré como mi esposa. Te guste o no llevarás mi apellido, y cuando estemos en algún evento, eres mi mujer.— Bien — respondió Jazmín, y cortó la llamada.Leandro quedó pensativo ante una decisión tan repentina, además de despertar su curiosidad respecto a una investigación.» ¿Qué necesitaría investigar? «Se preguntó.Lla
Jazmín se encontraba temblando en su lugar, mientras el juez preparaba todo para llevar a cabo aquella boda. Leandro por su parte, al notar como su futura esposa, movía sus piernas, tuvo que actuar, y darle consuelo.Colocó una mano sobre sus piernas y le asintió, creyendo que, con eso, la calmaría, pero en realidad, tuvo un efecto distinto al que debería. Jazmín sintió sus mejillas calentarse, y rápidamente, al notar la sonrisa del hombre, supo que ya estaban rojas.— Tranquila, pronto terminará — dijo él, guiñándole el ojo —, mis manos no solo sirven para acariciar.— ¿Acariciar? ¿Qué quieres decir? — cuestionó ella.En ese momento el juez los interrumpió, y Jazmín tuvo que fingir una sonrisa. El hombre le facilitó un bolígrafo, el cual ella lo tomó. Observó a Leandro, pero ésta vez él no estaba sonriendo, sino que la estaba mirando de una forma que nunca antes lo había hecho alguien, y fue eso, la que la impulsó a firmar el documento.Leandro hizo lo mismo, y en cuestión de se
Jazmín estaba llegando a casa de su amiga, cuando pidió al chofer que se estacionara una esquina antes. — Señora, no tengo permitido hacer eso — manifestó el hombre con notable preocupación. — Quiero que lo hagas, de lo contrario la gente va a empezar a preguntar — susurró ella. El hombre suspiró, la miró a través del retrovisor. — Estaré aquí por si me necesita. No olvides que tiene un departamento en esta ciudad — avisó el hombre. — ¿De verdad? — Así es — respondió el hombre. La joven caminó con la mente aun preguntándose:» ¿Cuánto dinero tiene el señor Belmont? « Estaba claro que era demasiado, y ahora, que era probable que él asumiera el mando de la empresa familiar, mucho más. Estaba un tanto preocupada en lo que se estaba metiendo, pero no había tiempo de arrepentimientos. Ella se había convertido en la esposa, y debía asumir esa responsabilidad, y aprovechar el poder que le otorgaba para poder realizar su venganza, o el cambio de los hilos de la historia. Llegó al depar
Cuando salieron de la mansión, el chofer los estaba esperando a una distancia prudencial. Jessica se había dado cuenta que alguien los seguía, por lo que miró el retrovisor, y comenzó a acelerar para intentar perderlos.— ¿Qué sucede? — preguntó Jazmín —. Es muy rápido. Baja la velocidad.— No quiero asustarte, pero alguien no está siguiendo — Los ojos de la joven, se abrieron inmensamente, y aparte del temor de ocasionar algún accidente, la curiosidad también lo invadió.— ¿Estás segura? — preguntó, y cuando iba a girarse a mirar, su amiga gritó.— No voltees o se dará cuenta… Estoy bastante segura — respondió —. Ya hemos girado una manzana y sigue detrás nuestro; además, el coche nos sigue desde la mansión Belmont.— Baja la velocidad y actúa normal — manifestó Jazmín —. ¡A la mierda! Nos as a matar a ambas si conduces así.— No voy a permitir que unos malvivientes nos atrapen — gruñó, mientras hacia su cambio, y se alejaba a gran velocidad. Sin embargo, el conductor del auto, era u