Los días fueron pasando, y finalmente tendrían el primer evento juntos, donde ella conocería a los principales potenciales inversores para con su empresa. Jazmín iba a la universidad, como le había sugerido su sexy tutor, por lo que siempre trataba de ser perfecta en todos los sentidos.
Esa noche tenían una reunión de negocios. En realidad, era Leandro el anfitrión, pero ella lo acompañaría para verlo en acción, por lo que se estaba preparando. Ella llevó un vestido pegado al cuerpo, no tan escotado. Se estaba mirado en el espejo cuando el timbre de su departamento sonó, y corrió para abrirlo, encontrándose con el hombre más apuesto de toda la región.Leandro, una vez más, se quedó sin aire, y para evitar ser descubierto, simplemente, dibujó una seriedad en su rostro, y la miró con una ceja arqueada.— ¿Lista, señorita Machado? — consultó.» Machado. «Ese apellido le parecía tan familiar. Sentía que lo había escuchado en algún lugar, más no recordaba donde. De igual forma, ignoró a sus pensamientos, y caminó hacia la salida dejándola atrás.— Para ser mi tutor, pareces aburrido y con mala educación — murmuró Jazmín, tomando los costados de su vestido.— Tu eres la que debes valerte por sí sola, no yo. En el lugar, solo te presentaré con algunos, de ahí quiero ver tu desempeño de lejos — Jazmín abrió los ojos sorprendida.— ¿Me dejarás sola?— A menos que quieras lo contrario — respondió, logrando que la chica se sonroje de inmediato.— No, o sea, no es que me moleste tu compañía, por muy agrio que seas, pero, ¿qué harás tu mientras?— Estaré con mi familia — El hombre notó como el cuerpo de la mujer se puso rígida, por lo que añadió: — Nadie sabrá que estamos juntos allí, pero al menos, debo presentarte al inicio. No quiero que mi familia me vea interactuando con una mujer.Aquello sorprendió a la chica, y lo miró con el ceño fruncido, un poco más tranquila.— ¿Por qué no quieres?— Haces muchas preguntas — Fue su respuesta, mientras cerraba los ojos, dentro del auto en movimiento.Su perfume hacía estragos en su pecho, dentro de ese coche, que se estaba volviendo loco. No podía con la tensión allí, y su amigo le estaba advirtiendo que había un problema. Leandro la miró de reojo, y la vio concentrada en la calle, con una sonrisa inocente, mientras él, tenía pensamientos impuros con ella.» Esto es una porquería. «Pensó.Se detuvieron en frente, pero él no bajo. Ella se agachó y lo miró.— ¿No vas a bajar, señor Belmont? — preguntó con el ceño fruncido.— Dentro de un rato. Debo hacer algo primero — respondió el hombre sin mirarla.— ¿Qué cosa? — El giró la cabeza y la desafió con la mirada —. Ya entendí. Ya no haré preguntas — Cerró la puerta y le dio la espalda. Leandro bajó el vidrio y observó su redondo trasero, y sonrió al oírla murmurar —. ¿Y ahora qué hago?Leandro ordenó al chofer que pegara una vuelta, mientras él calmaba sus pensamientos, y esperaba no tardarse mucho, porque en verdad quería verla en acción.Jazmín por su parte, se adentró al evento. No era la primera vez que asistía, conocía los protocolos, sin embargo, le traía recuerdos vívidos de los días en que compartió con Roberto.Y hablando de él. El hombre venía caminado hacia ella, por lo que ella, decidió caminar hacia otra dirección, pero no pudo esconderse y la tomó de los brazos y la apartó de la multitud.— ¿Qué estás haciendo aquí? — Ella soltó un suspiro, lo miró directamente a los ojos y contuvo sus ganas de llorar —. Te hice una m*****a pregunta, Jazmín.¿Cómo es que creyó que ese trato era normal?— A trabajar.— Así de elegante… ¡claro! — Soltó una risa sutil —. Si vienes a avergonzarme, juro que…— ¿Por qué te avergonzaría? Fui yo quien tomó la decisión de dejarte, maldito imbécil, así que te advierto, que, si vuelves a meterte en mi camino, me vas a conocer — amenazó, saliendo del lugar y dejándolo completamente sorprendido.Comenzó a adaptarse al lugar, y darse a conocer un poco. Para hacerlo solo pensó en él, y entonces supo que estaba segura, porque es el mejor maestro.A lo lejos se encontraba Leandro con unos clientes. Su sobrino no se había acercado a él, por los celos hacia su abuelo y la herencia; sin embargo, no entendía el motivo de su molestia, si ya se había casado, y lo veía feliz con su esposa, aunque, creía que era más bonita.Volvió a enfocar su atención en su pupila, y caminó hasta ella, pues se había percatado de que necesitaba con urgencia ayuda.— Entonces, ¿en qué universidad asiste, señorita? Me parece muy joven — preguntó uno de los invitados.— En Harvard — Todos lo miraron —. Puedo decir que es una de las mejores alumnas, además de estar interesada en el mundo de los negocios. No la maten antes de que aprenda.Todos rieron.— Es raro ver a jovencitas interesadas en este mundo. Mi hija solo quiere ir de compras — respondió el señor —. Sigue así, y llegarás muy lejos, jovencita.— Señorita Machado — intervino el hombre —. Así es como deben dirigirse a ella.Jazmín lo miraba con adoración y agradecimiento. Cuando se alejaron un poco, ella decidió decirle algunas palabras.— Lo que hiciste ahí por mí, es…, no sé cómo agradecerlo. En verdad, me sentí presionada.— El mundo de los negocios es así. Debes ser duro, y no agachar la cabeza, porque apenas noten tu debilidad, querrán comerte viva — Bajó la mirada en ella, y la encontró con las mejillas rosadas —. ¿Has bebido?— Solo una copa.— ¿Cenaste? — Negó —. Me despediré de alguien, y nos vamos. Es suficiente por hoy.Ña joven aprovechó para ir directamente al baño, y mientras se retocaba el maquillaje, su prima ingresó detrás en el lugar, con una sonrisa cargada de malicia.Su envidia era tan notoria mientras la observaba desde atrás. Su vestido ni siquiera era de algún diseñador, y aun así le quedaba perfecto, con esos viejos zapatos. La odiaba intensamente.— Es bueno verte, primita — Jazmín levantó la vista, y pudo verla a través del espejo.— Camila. Yo, ya me iba — respondió, con la cabeza alta.— ¿Tan rápido? — cuestionó.— Sí — contestó caminando hasta la salida, pero su prima no tenía intención de dejarla, por lo que la siguió.Jazmín no quería que su tutor la viera hablando con ella, por lo que deseaba llegar de inmediato hasta la salida. Buscó con los ojos, pero no la veía por ningún lado.— Espera — dijo su prima, finalmente alcanzándola y sosteniéndola del brazo —. ¿Por qué huyes?— No tengo intenciones de hablar contigo, Camila.— ¿De dónde conseguiste tu vestido? —Su prima estaba empeñada en molestarla.— De la misma tienda de segunda mano de siempre, Camila — respondió —. Mándale saludos a tus padres.Entonces se fijó en la copa en su mano, y sabía lo que ella pretendía hacer, porque ese era su juego para humillarla, e ingenuamente Jazmín lo tomaba como accidente.— Déjame darte un abrazo de despedida — dijo, con la intención de lanzarse sobre ella.Camila tenía la intención de lanzarse sobre su prima Jazmín, pero para mancharle el vestido; sin embargo, la joven ya presentía de que esa era su intención, por lo que se hizo a un lado. El desastre ocurrió. Camila fingió tropezar, pero no se esperaba que su prima, la ingenua Jazmín, se saliera del camino, haciendo que el líquido de su copa, cayera sobre el mesero que pasaba, y generando un estruendoso ruido de copas rompiéndose. Jazmín, satisfecha con lo que ocasionó, sonrió por dentro, y se acercó a pronunciar las mismas palabras que su prima solía repetirle cada vez que pasaba algo así. — Debes tener más cuidado, primita — agregó, haciendo que la susodicha la fulminara con la mirada, pero Jazmín simuló que no pasaba nada —. Ya me tengo que ir. — ¡Eres una perra! — gritó la mujer —. ¡Mi vestido se ha arruinado, m*****a sea! — ¿Qué sucede? — La voz de Roberto hizo eco en ese espacio reducido, por lo que, Jazmín corrió, dejando a su prima, sumida en la vergüenza del espectáculo.
Jazmín no tenía idea de que pensar, que hacer. Por una parte, estaba sus sentimientos hacia su ex esposo, por otra, la atracción hacía su jefe, y por último su venganza; pero… ¿casarse?Estaba claro que esto era una gran oportunidad para ella y llevar acabo de cerca su plan de hundir a esa basura, pero… ¿casarse? El matrimonio implicaba que debía llevar aquel apellido que por tantos meses la ha hecho sentir de menos.No podía simplemente decirle que sí, y tirar a la borda sus esfuerzos por superarse. Ella tenía que hablar con él.La joven marcó el número de su jefe y éste no atendió, por lo que dejó de lado aquella charla, y disfrutaría su fin de semana; pero Leandro no lo iba a dejar pasar.El hombre se estaba dando un baño cuando escuchó su teléfono sonar, por lo que cuando salió, lo revisó y encontró una llamada de esa jovencita, e inmediatamente se la devolvió.— Señor Belmont, perdón la hora de llamarte, o sea, no lo siento, es que estoy nerviosa por lo que voy a decir, porq
Estaba parado en frente de la puerta, pensando en las palabras que debía decir para convencerla. Ciertamente no iba a perder, pero también era consciente de que ella quería ser una chica independiente, y que su respuesta definiría lo que pensaba de ella. De hecho, ya tenía un buen concepto de su persona y eso nadie lo cambiaría por más problemas que surjan. Finalmente, toco la puerta y esperó. Esperó por unos minutos que parecían una eternidad hasta que, el sonido de la cerradura lleno el espacio silencioso, y la puerta se abrió, estancando su respiración. Leandro no pudo soltar un suspiro y para Jazmín no pasó desapercibido aquello. Era sábado de mañana, de su día libre, por lo que se vistió casual. El hombre la vio y sonrió. — Me vestí casual — dijo ella, mirándose a sí misma —. ¿Debo cambiarme? — Estás perfecta — respondió, logrando que se forme un rubor en sus mejillas, que Leandro comenzaba a adorar —. ¿Nos vamos? Jazmín asintió. Estaban en el coche, cuando llegaron al fina
La mujer no creyó tener la suerte de encontrar a su viejo amor en el restaurante, y obviamente, no iba a desaprovechar esa oportunidad, e ignorando a la compañía que tenía en frente, se propuso a saber de él; sin embargo, no esperaba que él se mostrara seco con su presencia.— Solo venía a desayunar, pero es una suerte verte. ¿Puedo acompañarte y hablamos un rato? — manifestó su deseo, y cuando planeaba tomar asiento, la voz de Leandro la detuvo.— No. No te he invitado a sentarte en mi mesa — advirtió —, además, tengo compañía.Hasta ese momento, la mujer de nombre Mónica, se había percatado de la presencia de alguien más, por lo que la miró con desdén, sin importancia.Jazmín notaba que había algo extraño ahí, y no quería ser parte de ello.— Yo ya me retiraba — susurró.— Haces bien en irte, Leandro y yo tenemos mucho de qué hablar — manifestó la mujer.Leandro, con la sangre hirviendo, quiso intervenir, pero al notar la sonrisa en su acompañante, frunció el ceño.— Siendo ese el c
Actualmente, ella estaba cambiando el hilo de su historia; sin embargo, su tutor, el hombre más apuesto y comestible que había conocido, la estaba convirtiendo en su prometida. Jazmín lo estaba mirando consternada, casi igual o peor que la mujer parada al lado de su mesa. Leandro le do una mirada y le guiñó un ojo, indicándole que le siga la corriente o eso es lo que creyó. — ¿Prometida? — Mónica soltó una carcajada —. ¿Con esta niña que podría ser tu sobrina? — Que me vea más joven que tú, es un halago — murmuró Jazmín, pero la mujer la escuchó. — ¿Cómo te atreves? — Y cuando quiso saltar sobre ella, la voz de Leandro la detuvo. — ¡Suficiente! Será mejor que se retire ahora mismo de mi mesa, señorita William. La mujer quedó muda con aquel comportamiento de Leandro. Nunca antes le había tratado así, o eso fue de la única vez que tuvieron una cita. Con los ojos llorosos, dio un pisoteo fuerte al piso, como la mujer caprichosa que es, y se esfumó del lugar, dejando un ambiente ten
Esos comentarios que salían de la boca de su tía, para una invitación familiar, cuando justamente, es un día para humillarla, la hizo tomar una decisión.Sacó el celular y marcó el número de su jefe, quien atendió de inmediato.— Jazmín.— Sí, acepto. Acepto ser tu esposa, pero con una condición. — Una sonrisa se formó en los labios del hombre al oír aquella respuesta.— Soy todo oídos, señorita Machado — respondió.— Nadie debe saberlo, y no porque no quiera, sino porque estoy investigando algo importante de mi vida, y llevar tu apellido sería un impedimento — explicó.— Está bien. Nadie lo sabrá, no lo haremos público, pero eso no significa que no te presentaré como mi esposa. Te guste o no llevarás mi apellido, y cuando estemos en algún evento, eres mi mujer.— Bien — respondió Jazmín, y cortó la llamada.Leandro quedó pensativo ante una decisión tan repentina, además de despertar su curiosidad respecto a una investigación.» ¿Qué necesitaría investigar? «Se preguntó.Lla
Jazmín se encontraba temblando en su lugar, mientras el juez preparaba todo para llevar a cabo aquella boda. Leandro por su parte, al notar como su futura esposa, movía sus piernas, tuvo que actuar, y darle consuelo.Colocó una mano sobre sus piernas y le asintió, creyendo que, con eso, la calmaría, pero en realidad, tuvo un efecto distinto al que debería. Jazmín sintió sus mejillas calentarse, y rápidamente, al notar la sonrisa del hombre, supo que ya estaban rojas.— Tranquila, pronto terminará — dijo él, guiñándole el ojo —, mis manos no solo sirven para acariciar.— ¿Acariciar? ¿Qué quieres decir? — cuestionó ella.En ese momento el juez los interrumpió, y Jazmín tuvo que fingir una sonrisa. El hombre le facilitó un bolígrafo, el cual ella lo tomó. Observó a Leandro, pero ésta vez él no estaba sonriendo, sino que la estaba mirando de una forma que nunca antes lo había hecho alguien, y fue eso, la que la impulsó a firmar el documento.Leandro hizo lo mismo, y en cuestión de se
Jazmín estaba llegando a casa de su amiga, cuando pidió al chofer que se estacionara una esquina antes. — Señora, no tengo permitido hacer eso — manifestó el hombre con notable preocupación. — Quiero que lo hagas, de lo contrario la gente va a empezar a preguntar — susurró ella. El hombre suspiró, la miró a través del retrovisor. — Estaré aquí por si me necesita. No olvides que tiene un departamento en esta ciudad — avisó el hombre. — ¿De verdad? — Así es — respondió el hombre. La joven caminó con la mente aun preguntándose:» ¿Cuánto dinero tiene el señor Belmont? « Estaba claro que era demasiado, y ahora, que era probable que él asumiera el mando de la empresa familiar, mucho más. Estaba un tanto preocupada en lo que se estaba metiendo, pero no había tiempo de arrepentimientos. Ella se había convertido en la esposa, y debía asumir esa responsabilidad, y aprovechar el poder que le otorgaba para poder realizar su venganza, o el cambio de los hilos de la historia. Llegó al depar