Ella llevaba tres meses de embarazo, y aún no se lo había dicho a su esposo, pues estaba fuera de la casa. Pese a que Roberto era un hombre muy frío con ella, siempre supuso que era así por la carga de responsabilidades que su abuelo le había dejado.
Ese anciano la adoraba tanto; sin embargo, no podía decir lo mismo de su suegra y sus cuñados, quienes siempre que encontraban una oportunidad para tratarla mal, la aprovechaban como si fuera el último día de sus vidas.
Ese mismo día, tenía la intención de darle la noticia a su esposo, con respecto a su embarazo. Quería plantearlo como una sorpresa, pues el anciano Belmont daría a conocer a todos, quien sería su sucesor, y ella inocentemente, creía que sería lo ideal, darle aquella sorpresa como regalo.
— Otra vez comprando esas flores, Jazmín. ¿Sí sabes, que a Roberto no le gusta? — dijo su cuñada, cuando la vio llegar del centro.
Su esposo le había confesado que le encantan los tulipanes, por lo que ahora, que regresaba a casa, comenzó a decorarla con ellas. La joven, de apenas veinte años, se dispuso a ignorarlos, pues no iba a permitir que gente de alma contaminada, arruine su día.
Su cuñado, la sostuvo del brazo, cuando pretendía pasar.
— No tienes derecho a ignorarnos. Somos superiores a ti — gruñó el hombre, de apenas un año mayor que ella.
— No los estoy ignorando, simplemente debo de terminar con los arreglos antes de que Roberto llegue — respondió con voz dulce e inocente.
Ingresó con prisa, pues no tenía intención de pelear con ellos; hizo todo lo que tenía que hacer y rápidamente subió a su habitación para poder prepararse.
— Florecilla, ¿otra vez te estaban molestando? — preguntó el abuelo de su esposo —. No dejes que te intimiden. Solo son jóvenes malcriados por su madre.
— Lo sé abuelo.
— Parece que fue ayer, cuando te casaste con mi nieto, y hoy cargas con su bebé en tu vientre — confesó. Entre todos los presentes en esa casa, solo el abuelo era bueno con ella y él único que conocía sus secretos —. Pronto Roberto sabrá la verdad, y podrán formar la familia que tanto deseas.
— Abuelo, estoy tan emocionada con su regreso. He ido a comprar los tulipanes para decorar todo — confesó —, y ahora debo prepararme.
— Lo he notado, niña —. Jazmín se puso acercó y le dio un abrazo que fue correspondido —. A veces siento que no eres feliz con la ausencia de mi nieto. Voy a hablar con él.
— No tienes que preocuparte, abuelo. Roberto tiene mucha carga sobre sus hombros, por eso es que viaja demasiado y a mí no me molesta — confesó, aunque había un deje de tristeza en su voz.
— No lo defiendas. Sé que lo amas, pero eres su esposa y debe cumplir como tal — Ella solo sonrió para asentir.
Después de esa conversación, ella se retiró para prepararse. Se colocó un vestido angelical en color beige, con unos tacones no tan altos e inmediatamente se dispuso a bajar, para esperar a su adorable esposo; sin embargo, lo que sus ojos vieron, fue desgarrador.
Roberto, el hombre que le juró amor eterno, estaba besando a otra mujer, de una forma tan apasionada y única, que ella nunca tuvo la oportunidad de probar. Su mano presionaba una de sus nalgas con fuerza, mientras la otra mano subía por su espalda tan seductoramente.
Su corazón se rompió en ese momento, que ni siquiera tuvo palabras para emitir. Sus cuñados, a un lado, observando aquel espectáculo, la miraron con una sonrisa desdeñosa, aprobando aquel acto tan ruin de su hermano mayor. Jazmín se presionó el vientre, recordando lo que cargaba allí.
De repente, un alboroto ocurrió detrás de ella. Roberto giró a mirar que sucedía, y se encontró con la gran sorpresa de que su esposa lo había descubierto, pero en vez de verse asustado, solo sonrió satisfecho.
— ¡Fuiste tú, m*****a perra! — gritó la madre de su esposo, quien apenas llegó a ella, la tomó de sus cabellos —. Tú lo asesinaste, m*****a desgraciada.
Jazmín no entendía lo que estaba pasando, y su desesperación se incrementaba más, cuando su suegra comenzaba a golpearla con fuerza, hasta lanzarla al suelo.
— ¿Qué estás diciendo, señora? — cuestionó ella desde el suelo.
Entonces aparecieron los demás miembros, sus cuñados sujetando a su madre, y Roberto, levantándola del suelo, pero no con la suavidad que debería.
— ¿Tú lo hiciste?
— ¿Hacer qué? — preguntó ella —. No sé de lo que están hablando.
— Tú mataste al abuelo. Tú m*****a perra, siempre supe que intentabas hacer algo en nuestra contra, pero jamás imaginé que llegarías hasta este punto — gritó su esposo.
— Te juro por mi vida y… — ¡Plas! El impacto de la mano de Roberto sobre su cara, silenció aquellas palabras. Sus ojos estaban rojos, y las lágrimas no paraban de derramarse de ellos. La marca de su mano, estaba enmarcada en su mejilla —. ¡Me pegaste!
Su voz salió en un hilo, casi inaudible. Ella no podía creer lo que le había hecho su esposo. Recorrió el lugar con sus ojos lagrimosos, mirando a los presentes, y entonces entendió que esto era un plan ruin en su contra, para lastimarla, pues todos la miraban con una sonrisa.
— Te haré pagar este gran daño.
— ¿Qué fue lo que hicieron? — cuestionó con el corazón adolorido. Esta traición era inaceptable —. ¿Dónde está? Quiero verlo.
Intentó ponerse de pie, pero se lo prohibieron hasta que la policía llegó al lugar y la esposaron.
— Ella es la asesina del señor Belmont — dijo la madre de su esposo —. Llévenla de aquí.
— ¡No! ¡Yo no he hecho nada! Soy inocente — gritaba desesperadamente —. Roberto, no puedes hacerme esto. Por favor, has que me suelten.
Su esposo se acercó a ella, y la miró con malicia.
— No olvides firmar el divorcio desde la cárcel. Hace tiempo que quería deshacerme de ti — susurró —. ¡Por cierto! Gracias por los tulipanes. A mi futura esposa le encanta.
La rabia se cernió sobre ella mientras los miraba a todos. Entendió que él adoraba los tulipanes, porque a ella le gustaba. Lo mismo con los bollos de zanahoria, y aquel restaurante. Miró a la mujer, y miró sus vestidos, y literalmente, su esposo la había convertido en ella.
» Estaba tan ciega. «
— No te lo daré — masculló, sorprendiéndolos; sin embargo, el hombre solo sonrió.
A Jazmín la sentenciaron a ocho años de cárcel. Aquel momento, ella quedó destrozada, mientras salía del tribunal con las manos esposadas; pero tenía la intención de buscar la manera de hacer justicia por el abuelo que ella tanto quería, y por ella misma.
No obstante, las cosas no salieron como ella se esperaba. Pese a ser una reclusa obediente dentro del penal de mujeres, no todas eran buenas en ese lugar. Había recibido múltiples humillaciones; del mismo modo, Roberto no paraba de pedirle el divorcia, y ella seguía negándose a aquello, hasta que, al parecer, el hombre se cansó.
Estaba en su celda, acostada, cuando de repente, la puerta se abrió, y entonces tres mujeres ingresaron en el lugar, y comenzaron a golpearla tan violentamente, hasta que sintió un líquido escurrirse entre sus piernas.
— Esto es porque no haces lo que te piden — gruñó una de las reclusas.
— Solo tenías que firmar el divorcio, y ya.
Sin embargo, Jazmín no escuchaba nada, por la preocupación de perder a su bebé.
Muy tarde.
Una de las mujeres la levanto. Ella tenía el rostro irreconocible, mientras sollozaba.
— ¡Mi bebé! — repetía una y otra vez, hasta que sintió el filo de un cuchillo, incrustarse en su abdomen —. Mi… bebé.
Las tres mujeres comenzaron a reírse, hasta que una se puso de cuclillas, y le levantó la barbilla. Jazmín logró ver borrosamente su rostro, mientras se perdía en un abismo.
— Te manda saludo Roberto y su futura esposa. Esto lo mandaron a hacer ellos.
Y cayó en la inconsciencia.
Jazmín abrió los ojos de golpe, observando todo a su alrededor. No estaba en una sala de hospital como creía que sería, era la habitación de su hogar, o aquella que creyó. — ¿Fue un sueño? — suspiró —. Gracias a Dios fue un sueño. Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que saltó de la cama, apenas Roberto aparecía ante ella. — ¿Qué te sucede? — ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? — preguntó, observándolo de pies a cabeza, y encontrando algo raro en él, pero no sabía que. — Vivo aquí — respondió el hombre, sin siquiera mirarla. — Pensé que estabas en Londres — cuestionó ella. Roberto detuvo lo que hacía y la miró. — ¿Cómo lo sabes? — Jazmín frunció el ceño. » ¿Qué m****a estaba sucediendo? « — Lo intuí — dijo, buscando su celular, y cuando lo miró, gritó: ¡¿Que m****a!? Roberto casi da un salto en su lugar, cuando escucha su grito. — No sé qué te está pasando, pero déjate de juegos estúpidos — gruñó molesto —. Eres desesperante. En el pasado, eso la haría reír, porque cr
— ¿Cómo que te divorciaste? ¿Qué fue lo que hiciste? — gritó la madre de Roberto con desesperación. Ella conocía bien a su padre político y de lo que era capaz —. Sabes lo que sucederá ahora.— Lo sé, madre, pero que querías que haga. Fue el abuelo quien aprobó, además de darle una buena suma de dinero y una propiedad — confesó —. Ella es mucho más inteligente de lo que creímos. La hemos subestimado.— Y tú eres un imbécil — añadió su madre, dándole un golpe —. Con este divorcio, deja las puertas abiertas al hermano de tu padre, para ganar tu puesto.— Es cierto hermano.— Ya tengo a alguien — respondió él, con una sonrisa —. A abuelo no le quedará más remedio que aceptarla.Sus hermanos suspiraron ante su decisión. Desde joven había estado enamorado de esa mujer, y aunque no era una chica que su abuelo apoyaría, era mejor que Jazmín.Roberto salió de la mansión para encontrarse con ella de inmediato.Por otra parte, Jazmín estaba saliendo de la mansión con un pequeño bolso, cuando se
La rabia se incrementaba con cada paso que daba, del mismo modo que su dolor.Sentir odio, no significaba no sentir dolor en lo absoluto. Sus tíos eran su única familia, y ella los quería mucho. Roberto era su esposo, y lo amaba pese a tener unos defectos de mierda.¿Cómo no se había dado cuenta de la realidad?Los viajes constantes a Londres, los tulipanes de la nada, aquellos vestidos que ella nunca usaba, y; sin embargo, eran los favoritos de su prima. El hecho de no tocarla nunca, y cuando lo hizo, parecía muy arrepentido.» ¿Qué mierda me pasó para cegarme así? «Jazmín sabía que valía mucho, pero había renunciado a las cosas que quería para convertirse en una buena esposa para Roberto, y finalmente, terminar muerta.— Él me mandó a matar — murmuró para sí misma, mientras se ponía de pie —, y matarán al abuelo si no hago nada.Entonces comenzó a buscar en su bolso, aquella tarjeta que el abuelo mismo le había entregado, y encontró un número de celular, para poder llamar. S
Los días fueron pasando, y finalmente tendrían el primer evento juntos, donde ella conocería a los principales potenciales inversores para con su empresa. Jazmín iba a la universidad, como le había sugerido su sexy tutor, por lo que siempre trataba de ser perfecta en todos los sentidos. Esa noche tenían una reunión de negocios. En realidad, era Leandro el anfitrión, pero ella lo acompañaría para verlo en acción, por lo que se estaba preparando. Ella llevó un vestido pegado al cuerpo, no tan escotado. Se estaba mirado en el espejo cuando el timbre de su departamento sonó, y corrió para abrirlo, encontrándose con el hombre más apuesto de toda la región. Leandro, una vez más, se quedó sin aire, y para evitar ser descubierto, simplemente, dibujó una seriedad en su rostro, y la miró con una ceja arqueada. — ¿Lista, señorita Machado? — consultó. » Machado. « Ese apellido le parecía tan familiar. Sentía que lo había escuchado en algún lugar, más no recordaba donde. De igual forma, ignor
Camila tenía la intención de lanzarse sobre su prima Jazmín, pero para mancharle el vestido; sin embargo, la joven ya presentía de que esa era su intención, por lo que se hizo a un lado. El desastre ocurrió. Camila fingió tropezar, pero no se esperaba que su prima, la ingenua Jazmín, se saliera del camino, haciendo que el líquido de su copa, cayera sobre el mesero que pasaba, y generando un estruendoso ruido de copas rompiéndose. Jazmín, satisfecha con lo que ocasionó, sonrió por dentro, y se acercó a pronunciar las mismas palabras que su prima solía repetirle cada vez que pasaba algo así. — Debes tener más cuidado, primita — agregó, haciendo que la susodicha la fulminara con la mirada, pero Jazmín simuló que no pasaba nada —. Ya me tengo que ir. — ¡Eres una perra! — gritó la mujer —. ¡Mi vestido se ha arruinado, m*****a sea! — ¿Qué sucede? — La voz de Roberto hizo eco en ese espacio reducido, por lo que, Jazmín corrió, dejando a su prima, sumida en la vergüenza del espectáculo.
Jazmín no tenía idea de que pensar, que hacer. Por una parte, estaba sus sentimientos hacia su ex esposo, por otra, la atracción hacía su jefe, y por último su venganza; pero… ¿casarse?Estaba claro que esto era una gran oportunidad para ella y llevar acabo de cerca su plan de hundir a esa basura, pero… ¿casarse? El matrimonio implicaba que debía llevar aquel apellido que por tantos meses la ha hecho sentir de menos.No podía simplemente decirle que sí, y tirar a la borda sus esfuerzos por superarse. Ella tenía que hablar con él.La joven marcó el número de su jefe y éste no atendió, por lo que dejó de lado aquella charla, y disfrutaría su fin de semana; pero Leandro no lo iba a dejar pasar.El hombre se estaba dando un baño cuando escuchó su teléfono sonar, por lo que cuando salió, lo revisó y encontró una llamada de esa jovencita, e inmediatamente se la devolvió.— Señor Belmont, perdón la hora de llamarte, o sea, no lo siento, es que estoy nerviosa por lo que voy a decir, porq
Estaba parado en frente de la puerta, pensando en las palabras que debía decir para convencerla. Ciertamente no iba a perder, pero también era consciente de que ella quería ser una chica independiente, y que su respuesta definiría lo que pensaba de ella. De hecho, ya tenía un buen concepto de su persona y eso nadie lo cambiaría por más problemas que surjan. Finalmente, toco la puerta y esperó. Esperó por unos minutos que parecían una eternidad hasta que, el sonido de la cerradura lleno el espacio silencioso, y la puerta se abrió, estancando su respiración. Leandro no pudo soltar un suspiro y para Jazmín no pasó desapercibido aquello. Era sábado de mañana, de su día libre, por lo que se vistió casual. El hombre la vio y sonrió. — Me vestí casual — dijo ella, mirándose a sí misma —. ¿Debo cambiarme? — Estás perfecta — respondió, logrando que se forme un rubor en sus mejillas, que Leandro comenzaba a adorar —. ¿Nos vamos? Jazmín asintió. Estaban en el coche, cuando llegaron al fina
La mujer no creyó tener la suerte de encontrar a su viejo amor en el restaurante, y obviamente, no iba a desaprovechar esa oportunidad, e ignorando a la compañía que tenía en frente, se propuso a saber de él; sin embargo, no esperaba que él se mostrara seco con su presencia.— Solo venía a desayunar, pero es una suerte verte. ¿Puedo acompañarte y hablamos un rato? — manifestó su deseo, y cuando planeaba tomar asiento, la voz de Leandro la detuvo.— No. No te he invitado a sentarte en mi mesa — advirtió —, además, tengo compañía.Hasta ese momento, la mujer de nombre Mónica, se había percatado de la presencia de alguien más, por lo que la miró con desdén, sin importancia.Jazmín notaba que había algo extraño ahí, y no quería ser parte de ello.— Yo ya me retiraba — susurró.— Haces bien en irte, Leandro y yo tenemos mucho de qué hablar — manifestó la mujer.Leandro, con la sangre hirviendo, quiso intervenir, pero al notar la sonrisa en su acompañante, frunció el ceño.— Siendo ese el c