Jazmín abrió los ojos de golpe, observando todo a su alrededor. No estaba en una sala de hospital como creía que sería, era la habitación de su hogar, o aquella que creyó.
— ¿Fue un sueño? — suspiró —. Gracias a Dios fue un sueño.
Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que saltó de la cama, apenas Roberto aparecía ante ella.
— ¿Qué te sucede?
— ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? — preguntó, observándolo de pies a cabeza, y encontrando algo raro en él, pero no sabía que.
— Vivo aquí — respondió el hombre, sin siquiera mirarla.
— Pensé que estabas en Londres — cuestionó ella.
Roberto detuvo lo que hacía y la miró.
— ¿Cómo lo sabes? — Jazmín frunció el ceño.
» ¿Qué m****a estaba sucediendo? «
— Lo intuí — dijo, buscando su celular, y cuando lo miró, gritó: ¡¿Que m****a!?
Roberto casi da un salto en su lugar, cuando escucha su grito.
— No sé qué te está pasando, pero déjate de juegos estúpidos — gruñó molesto —. Eres desesperante.
En el pasado, eso la haría reír, porque creía que era un hombre serio; sin embargo, ahora sabe…
» ¿Qué es lo que sé? «
La mujer se puso de pie, y fue corriendo a mirarse al espejo. No había rastros de algo raro en ella. Tocó su vientre, recordando que estaba embarazada, pero las fechas no coincidían.
Ella estaba embarazada, y era seguro, porque fue a varios controles. Eso no podría ser un sueño.
Así se pasó el día, intentando comprender lo que estaba pasando, hasta que, finalmente comprendió que había vuelto al pasado. Había entendido, que algo irreal le había ocurrido, y sorprendentemente, no tenía idea de cómo actuar; pero eso sí, divorciarse era la primera opción en su lista, antes de iniciar su venganza con el infiel de Roberto.
— Irás a buscar los tulipanes, otra vez, bella florecilla — Ella se detuvo en seco. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que sin poder contenerse comenzaron a descender de sus ojos. Volteó a mirarlo, y con pasos cuidados se acercó, para poder abrazarlo —. ¿Qué sucede? ¿Qué te tiene así?
El abuelo no entendía lo que pasaba con su nieta política, pero de que era malo, era malo. Siempre se había fijado de las cosas malas que le hacían sus nietos, pero las veces que intentaba intervenir, ella decía que no era nada.
— ¿Cómo estás abuelo? ¿Te sientes bien?
— ¿Qué te sucede, cariño? — insistió el anciano.
— Nada abuelo, solo que hoy amanecí sensible — respondió ella, con una sonrisa —. Por cierto, quiero hablar de algo contigo; pero deseo que comprendas y me apoyes.
— Dime, ¿qué es lo que tiene afligido ese corazón?
— Quiero divorciarme de Roberto? — El abuelo, completamente sorprendido, no sabía que responder, por lo que le preguntó:
— ¿Por qué? ¿Sucedió algo? — Jazmín sabía que necesitaba la aprobación del jefe de familia, y como tenía el cariño del abuelo, esperaba que lo conceda, de lo contrario, debía hacerlo a su espalda.
— Porque no hay amor. Voy a divorciarme de igual manera abuelo, pero esperaba que me des tu bendición para esto.
El anciano comprendía, por lo que no le quedó más remedio que aceptar aquella información, y acostumbrarse a que ya no tendría con quien hablar de ahora en más. Jazmín era su única compañía, pero sabía que su nieto no la merecía. Era un ruin bueno para nada, que siempre andaba mendigando el amor de aquella mujer, que lamentablemente, es pariente de su florecilla. Era mejor darle la libertad que ella merecía, o de lo contrario, terminaría perdiéndose en el dolor.
Jazmín tenía el corazón dolido, y pese a aquellas cosas, no podía permitir que lastimaran al abuelo, y menos que la incriminen. Por lo que debía evitar como sea, aquella acción.
— Está bien. Está claro que me equivoque con la decisión, pero eso implica grandes cambios en la vida de Roberto. Me gustabas para él, pero al parecer, él no ha hecho nada para mantenerte a su lado — respondió —. ¿No han pensado en tener hijos?
— No — respondió tajante, sorprendiendo al anciano —. Perdón, pero no sería buena idea. Él no está enamorado de mí, y yo necesito seguir mi camino.
El anciano no tuvo más remedio que aceptar. Era claro que, si su esposo se lo pedía, se lo negaría rotundamente, pero ella, necesitaba vengarse y hacer las cosas bien.
Esa misma noche, ella le presentó los documentos del divorcio a Roberto, que su abuelo había preparado esa tarde con su abogado. En el documento se señalaba, que mansión del bosque, quedaba para ella, como también las joyas de su difunta abuela, y cincuenta mil dólares, como compensación por aguantarlo.
— ¿Cómo que te quedas con todo eso? — cuestionó en un grito —. Definitivamente es un no.
— Entonces, ¿prefieres seguir casado conmigo?
— Te aprovechaste del cariño que te tiene — gruñó —. Eres una…
— ¿Perra? ¿Zorra? ¿Oportunista? — Tales comentarios sorprendió al hombre. Era la primera vez que su esposa le hablaba de esa forma —. No me importa, me he cansado de ti y de mendigar tu cariño. No me amas, así que fírmalo.
— Ya te he dicho…
— Y con respecto al contrato de divorcio, yo no lo preparé. Ni siquiera estaba al tanto, solo le pedí al abuelo que me conceda esto, porque realmente ya no soporto vivir aquí.
— ¿Qué m****a te pasa? ¿Desde cuándo me hablas así? — preguntó con notable desconcierto.
Jazmín sonrió.
— Desde que descubrí que tu gran amor era simplemente por obtener poder, o quizás, desde que comenzaste a revolcarte con mi prima.
Roberto no podía creer aquello. Divorciarse implicaba no quedarse con el puesto de jefe de familia, y eso no podía permitirlo. Definitivamente debía tratar de hacerle cambiar de opinión.
— No puedo aceptarlo.
— Debes hacerlo.
— ¿O si no qué? — dijo el hombre, intentando intimidarla, pero Jazmín no bajó la cabeza en ningún momento.
— Le cuento al abuelo, que aun sigues revolcándote con mi primita — amenazó —, y eso creo que, sería un gran problema para tu futuro como jefe de esta casa.
Roberto, con las manos atadas, firmó el documento y se lo entregó, casi aventándolo.
— Espero no volver a verte nunca más en mi vida, porque te voy a hundir — manifestó el hombre, pero añadió: — Eres repugnante.
— Imagino que por eso nunca me tocaste como esposa.
— Jamás tocaría a una mujer como tú — añadió.
¿Le dolió a Jazmín?
Claro que le dolió, porque pese a todo lo que pasó, y a la infidelidad, aún hay amor en su corazón; sin embargo, esta vez no agacharía la cabeza.
— Bien — respondió, tomando el documento de sus manos —. Eres libre, Roberto de hacer lo que quieras.
— ¿Cómo que te divorciaste? ¿Qué fue lo que hiciste? — gritó la madre de Roberto con desesperación. Ella conocía bien a su padre político y de lo que era capaz —. Sabes lo que sucederá ahora.— Lo sé, madre, pero que querías que haga. Fue el abuelo quien aprobó, además de darle una buena suma de dinero y una propiedad — confesó —. Ella es mucho más inteligente de lo que creímos. La hemos subestimado.— Y tú eres un imbécil — añadió su madre, dándole un golpe —. Con este divorcio, deja las puertas abiertas al hermano de tu padre, para ganar tu puesto.— Es cierto hermano.— Ya tengo a alguien — respondió él, con una sonrisa —. A abuelo no le quedará más remedio que aceptarla.Sus hermanos suspiraron ante su decisión. Desde joven había estado enamorado de esa mujer, y aunque no era una chica que su abuelo apoyaría, era mejor que Jazmín.Roberto salió de la mansión para encontrarse con ella de inmediato.Por otra parte, Jazmín estaba saliendo de la mansión con un pequeño bolso, cuando se
La rabia se incrementaba con cada paso que daba, del mismo modo que su dolor.Sentir odio, no significaba no sentir dolor en lo absoluto. Sus tíos eran su única familia, y ella los quería mucho. Roberto era su esposo, y lo amaba pese a tener unos defectos de mierda.¿Cómo no se había dado cuenta de la realidad?Los viajes constantes a Londres, los tulipanes de la nada, aquellos vestidos que ella nunca usaba, y; sin embargo, eran los favoritos de su prima. El hecho de no tocarla nunca, y cuando lo hizo, parecía muy arrepentido.» ¿Qué mierda me pasó para cegarme así? «Jazmín sabía que valía mucho, pero había renunciado a las cosas que quería para convertirse en una buena esposa para Roberto, y finalmente, terminar muerta.— Él me mandó a matar — murmuró para sí misma, mientras se ponía de pie —, y matarán al abuelo si no hago nada.Entonces comenzó a buscar en su bolso, aquella tarjeta que el abuelo mismo le había entregado, y encontró un número de celular, para poder llamar. S
Los días fueron pasando, y finalmente tendrían el primer evento juntos, donde ella conocería a los principales potenciales inversores para con su empresa. Jazmín iba a la universidad, como le había sugerido su sexy tutor, por lo que siempre trataba de ser perfecta en todos los sentidos. Esa noche tenían una reunión de negocios. En realidad, era Leandro el anfitrión, pero ella lo acompañaría para verlo en acción, por lo que se estaba preparando. Ella llevó un vestido pegado al cuerpo, no tan escotado. Se estaba mirado en el espejo cuando el timbre de su departamento sonó, y corrió para abrirlo, encontrándose con el hombre más apuesto de toda la región. Leandro, una vez más, se quedó sin aire, y para evitar ser descubierto, simplemente, dibujó una seriedad en su rostro, y la miró con una ceja arqueada. — ¿Lista, señorita Machado? — consultó. » Machado. « Ese apellido le parecía tan familiar. Sentía que lo había escuchado en algún lugar, más no recordaba donde. De igual forma, ignor
Camila tenía la intención de lanzarse sobre su prima Jazmín, pero para mancharle el vestido; sin embargo, la joven ya presentía de que esa era su intención, por lo que se hizo a un lado. El desastre ocurrió. Camila fingió tropezar, pero no se esperaba que su prima, la ingenua Jazmín, se saliera del camino, haciendo que el líquido de su copa, cayera sobre el mesero que pasaba, y generando un estruendoso ruido de copas rompiéndose. Jazmín, satisfecha con lo que ocasionó, sonrió por dentro, y se acercó a pronunciar las mismas palabras que su prima solía repetirle cada vez que pasaba algo así. — Debes tener más cuidado, primita — agregó, haciendo que la susodicha la fulminara con la mirada, pero Jazmín simuló que no pasaba nada —. Ya me tengo que ir. — ¡Eres una perra! — gritó la mujer —. ¡Mi vestido se ha arruinado, m*****a sea! — ¿Qué sucede? — La voz de Roberto hizo eco en ese espacio reducido, por lo que, Jazmín corrió, dejando a su prima, sumida en la vergüenza del espectáculo.
Jazmín no tenía idea de que pensar, que hacer. Por una parte, estaba sus sentimientos hacia su ex esposo, por otra, la atracción hacía su jefe, y por último su venganza; pero… ¿casarse?Estaba claro que esto era una gran oportunidad para ella y llevar acabo de cerca su plan de hundir a esa basura, pero… ¿casarse? El matrimonio implicaba que debía llevar aquel apellido que por tantos meses la ha hecho sentir de menos.No podía simplemente decirle que sí, y tirar a la borda sus esfuerzos por superarse. Ella tenía que hablar con él.La joven marcó el número de su jefe y éste no atendió, por lo que dejó de lado aquella charla, y disfrutaría su fin de semana; pero Leandro no lo iba a dejar pasar.El hombre se estaba dando un baño cuando escuchó su teléfono sonar, por lo que cuando salió, lo revisó y encontró una llamada de esa jovencita, e inmediatamente se la devolvió.— Señor Belmont, perdón la hora de llamarte, o sea, no lo siento, es que estoy nerviosa por lo que voy a decir, porq
Estaba parado en frente de la puerta, pensando en las palabras que debía decir para convencerla. Ciertamente no iba a perder, pero también era consciente de que ella quería ser una chica independiente, y que su respuesta definiría lo que pensaba de ella. De hecho, ya tenía un buen concepto de su persona y eso nadie lo cambiaría por más problemas que surjan. Finalmente, toco la puerta y esperó. Esperó por unos minutos que parecían una eternidad hasta que, el sonido de la cerradura lleno el espacio silencioso, y la puerta se abrió, estancando su respiración. Leandro no pudo soltar un suspiro y para Jazmín no pasó desapercibido aquello. Era sábado de mañana, de su día libre, por lo que se vistió casual. El hombre la vio y sonrió. — Me vestí casual — dijo ella, mirándose a sí misma —. ¿Debo cambiarme? — Estás perfecta — respondió, logrando que se forme un rubor en sus mejillas, que Leandro comenzaba a adorar —. ¿Nos vamos? Jazmín asintió. Estaban en el coche, cuando llegaron al fina
La mujer no creyó tener la suerte de encontrar a su viejo amor en el restaurante, y obviamente, no iba a desaprovechar esa oportunidad, e ignorando a la compañía que tenía en frente, se propuso a saber de él; sin embargo, no esperaba que él se mostrara seco con su presencia.— Solo venía a desayunar, pero es una suerte verte. ¿Puedo acompañarte y hablamos un rato? — manifestó su deseo, y cuando planeaba tomar asiento, la voz de Leandro la detuvo.— No. No te he invitado a sentarte en mi mesa — advirtió —, además, tengo compañía.Hasta ese momento, la mujer de nombre Mónica, se había percatado de la presencia de alguien más, por lo que la miró con desdén, sin importancia.Jazmín notaba que había algo extraño ahí, y no quería ser parte de ello.— Yo ya me retiraba — susurró.— Haces bien en irte, Leandro y yo tenemos mucho de qué hablar — manifestó la mujer.Leandro, con la sangre hirviendo, quiso intervenir, pero al notar la sonrisa en su acompañante, frunció el ceño.— Siendo ese el c
Actualmente, ella estaba cambiando el hilo de su historia; sin embargo, su tutor, el hombre más apuesto y comestible que había conocido, la estaba convirtiendo en su prometida. Jazmín lo estaba mirando consternada, casi igual o peor que la mujer parada al lado de su mesa. Leandro le do una mirada y le guiñó un ojo, indicándole que le siga la corriente o eso es lo que creyó. — ¿Prometida? — Mónica soltó una carcajada —. ¿Con esta niña que podría ser tu sobrina? — Que me vea más joven que tú, es un halago — murmuró Jazmín, pero la mujer la escuchó. — ¿Cómo te atreves? — Y cuando quiso saltar sobre ella, la voz de Leandro la detuvo. — ¡Suficiente! Será mejor que se retire ahora mismo de mi mesa, señorita William. La mujer quedó muda con aquel comportamiento de Leandro. Nunca antes le había tratado así, o eso fue de la única vez que tuvieron una cita. Con los ojos llorosos, dio un pisoteo fuerte al piso, como la mujer caprichosa que es, y se esfumó del lugar, dejando un ambiente ten