Bruno llegó a la pequeña casa en medio de la nada, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. La casa, aunque modesta, era acogedora y estaba bien equipada, lo que le daba cierta tranquilidad. Había elegido ese lugar con cuidado, sabiendo que sería el refugio perfecto para proteger a Lisa mientras se recuperaba. No había vecinos, solo vastas extensiones de vegetación que les proporcionaban el aislamiento necesario para mantenerse a salvo.La ambulancia que había transportado a Lisa se detuvo frente a la casa, y Bruno rápidamente salió para recibir a los paramédicos. Les agradeció con un asentimiento antes de abrir la puerta trasera y con cuidado, cargó a Lisa en sus brazos. A pesar de su cuerpo débil, ella se aferró a él con la poca fuerza que le quedaba, confiando completamente en Bruno para su protección.—Estamos aquí, Lisa —murmuró mientras la cargaba hacia la entrada de la casa—. Este lugar es seguro. No dejaré que nadie te haga daño—La puerta se abrió, y dentro de la casa,
El sol brillaba alto en el cielo mientras Luna se dirigía hacia la guardería donde trabaja, con la mente llena de pensamientos sobre su próxima semana en la universidad. Sin embargo, su día casual se vio interrumpido por la llegada repentina de su amiga, Roberta, con una propuesta inesperada. Roberta, con su espíritu rebelde y su personalidad enérgica, se acercó a Luna con una sonrisa traviesa en el rostro. Había reconciliado con su novio y tenía planes para pasar tiempo con él, lo que significaba que no podría cumplir con un trabajo privado e importante que le habían ofrecido. Sin embargo, en lugar de rechazar la oferta, Roberta tenía una idea diferente en mente: que Luna la reemplazará. —¿Qué haces aquí? te podrías derretir por los rayos del sol— Luna se burla de su amiga que suele dormir todo el día y solo sale de noche. —Necesito un gran favor, no puedes negarte por favor— Roberta caminaba a paso rápido detrás de ella. —Si es dinero, te lo digo desde ahora mismo, no tengo y es
Luna se encontraba en un estado de nerviosismo palpable mientras se preparaba para su papel en esta extraña situación. Había decidido vestirse con elegancia, pero sin exagerar, optando por un atuendo que reflejara seriedad y confianza. Aunque por dentro se sentía como si estuviera a punto de enfrentarse a una tempestad. Con su maleta en mano, Luna se dirigió al lugar acordado, sin saber qué esperar realmente. Sin embargo, un error en su percepción la llevó a confundir al chofer que la esperaba con el empresario que supuestamente sería su esposo de mentira. La expresión sorprendida del asistente al verla llegar dejó en claro su confusión, y Luna se sintió aún más ansiosa al darse cuenta de su error. —No soy yo, relájate, te llevaré con él— Ella asintió, ya que tenía miedo de que sus palabras salieran con un notable temblor. Fue entonces cuando el asistente, con una mueca apenas perceptible, le explicó que él no era el hombre al que debía acompañar. Su tarea era simplemente llevarla
En medio de la incertidumbre y el desconcierto, Luna se encontraba atrapada en una situación que parecía escapar de su control. Paul, el hombre que la había contratado para ser su falsa esposa, tenía planes mucho más oscuros de los que ella había imaginado. En lugar de simplemente cumplir un papel por un par de semanas, se encontraba en una situación en la que su dignidad y autoestima estaban en juego. Paul, decidido a mantener las apariencias frente a sus padres, había ideado un plan retorcido para presentar a Luna como su pareja ante ellos. Quería que sus padres lo vieran con una mujer ordinaria y poco atractiva, con la esperanza de que así desistieran de presionarlo para que buscara una esposa adecuada y formará una familia. Para asegurarse de que su plan funcionara, ordenó a su asistente Bruno que consiguiera ropa vulgar y poco favorecedora para Luna. —Detente, entraremos en esta tienda común— Paul ordenó a Bruno, quien no dudo en obedecer las órdenes de su jefe. Paul abrió la p
Luna y Paul pasaron la noche en la cama, cada uno en una orilla opuesta, manteniendo una distancia que reflejaba la tensión entre ellos. Ninguno de los dos quería compartir espacio con el otro, y anhelaban que el tiempo pasara rápidamente para poder regresar a sus vidas cotidianas, lejos de esta farsa impuesta. Cuando la mañana llegó, Luna se levantó con la esperanza de que el nuevo día trajera consigo algo de alivio. Se dirigió directamente al baño, agradecida de que al menos Paul respetara su privacidad y no intentara invadir su espacio personal. Sin embargo, la sola idea de tener que ponerse nuevamente esos vestidos tan reveladores la llenaba de una profunda sensación de incomodidad y vergüenza. Al salir del baño, se encontró con Paul esperándola afuera, como si estuviera listo para tomar su turno. Ella contuvo un suspiro de frustración, sintiendo el peso de las expectativas y demandas de su situación actual. Paul le ordenó que estuviera lista para salir tan pronto como él termina
El desayuno transcurrió entre un ambiente tenso y cargado de miradas desagradables y lascivas dirigidas hacia Luna. Ella apenas probó un bocado de la comida, sintiéndose abrumada por todas las humillaciones que había soportado por parte de esta familia y, especialmente, de Paul. No podía evitar sentirse indignada por cómo la trataban, como si su estatus económico les otorgara el derecho de menospreciarla y maltratarla sin piedad. ¿Acaso solo una persona ciega podría ignorar la verdadera naturaleza de ese hombre? La hermana de Paul llegó al desayuno después de un largo viaje, y su presencia trajo consigo un destello de alivio para Luna. La joven se emocionó al ver a su atractivo hermano, y Luna fue testigo de la única muestra genuina de afecto hacia ella en toda la mañana. La hermana de Paul la saludó con un beso y se sentó entre la pareja, irradiando alegría y felicidad. Para Luna, ese gesto de amabilidad y cariño fue un rayo de luz en medio de la oscuridad y el desprecio que había
—Eres un infeliz Paul Santoro— Luna estaba molesta por todo lo sucedido en tan poco tiempo, ella entró a la ducha y empezó a frotar su cuerpo con fuerza, pensando que solo así podría borrar las miradas de Damián y Jean Franco el padre de Paula, sin pensar en las miradas de desprecio que Carmela de daba a cada momento.Luna estuvo por una hora bajo de la ducha, mientras las lágrimas de la rabia se fusionan con el agua, no obstante, con eso Luna salió de la ducha directo al espejo que había frente a ella, en medio de su desesperación cepillo sus dientes repetidas veces hasta que sintió que eliminó todo sabor de ese empresario que la beso sin permiso alguno introduciendo su lengua a todos sus lugares.Pensando que después del gran desplante delante de su familia y la bofetada que le había proporcionado al hombre, no la molestaría más y respetaría su espacio, pero no, Paul tenía planes para ella.—Búscala, iremos al club, no quiero peros en nada, que se coloque esos vestidos que le van bi
Luna entendió algo importante en ese día, y es que, aunque ella fuese humillada por el hombre, si ella se lo propone podría cambiar su mal genio, así como cambió su vestimenta y el solo la aprobó. Bruno fue en busca de lo camareros, quienes sirvieron un gran buffet y ellos pudiesen elegir que comer. Luna ya sentía que su estómago podría enfermar, poco probó la comida de la cena anterior y nada había comido del desayuno, así que al ver cómo eran servido todos esos platillos en la mesa, su estómago la traicionó haciendo una bulla que la hizo sonrojarse, esperando que Paul diera inicio a la comida, pero el hombre era cruel y vengativo, a lo que se levantó y empezó a caminar por toda la sala mientras conversa por el móvil, a él no le importa comer frío, pero la castigaría por burlarse de él, ellos empezaron a tener una guerra continua. Al ver que habían pasado diez minutos y aun Paul sigue en la llamada, ella se cansó y empezó a servir para ella. Paul volteo y la miró fijamente molest