—Eres un infeliz Paul Santoro— Luna estaba molesta por todo lo sucedido en tan poco tiempo, ella entró a la ducha y empezó a frotar su cuerpo con fuerza, pensando que solo así podría borrar las miradas de Damián y Jean Franco el padre de Paula, sin pensar en las miradas de desprecio que Carmela de daba a cada momento.
Luna estuvo por una hora bajo de la ducha, mientras las lágrimas de la rabia se fusionan con el agua, no obstante, con eso Luna salió de la ducha directo al espejo que había frente a ella, en medio de su desesperación cepillo sus dientes repetidas veces hasta que sintió que eliminó todo sabor de ese empresario que la beso sin permiso alguno introduciendo su lengua a todos sus lugares.
Pensando que después del gran desplante delante de su familia y la bofetada que le había proporcionado al hombre, no la molestaría más y respetaría su espacio, pero no, Paul tenía planes para ella.
—Búscala, iremos al club, no quiero peros en nada, que se coloque esos vestidos que le van bien a su figura— Paul que aun estaba sentado en el sofá con una bolsa de hielo para bajar la inflación, logró hacerlo y con ello decidió que asistir al club a donde su familia no falta ni un solo día.
—Si señor— Bruno recibió órdenes y como fiel asistente fue en busca de la mujer, sabe que la tensión será obvia entre ambos, pero ella deberá colaborar si aun quiere seguir con su vida.
Paul es un hombre frío a quien no le importa más que su bienestar y la empresa familiar que a sido llevada por él durante varios años, siendo el heredero por nacimiento de la familia, se dedicó a estudiar y dejar en alto su apellido, ahora solo quiere vivir su soltería de una manera más tranquila, sin tener a una mujer celosa y obsesiva a su lado, ya a tenido experiencias en la universidad y desde entonces a preferido dejar el amor a un lado o atrás.
Bruno salió de la habitación y caminó por el pasillo hasta llegar a esa puerta que lo divide de la hermosa y dulce mujer que él ve en Luna, sin perder tiempo el toco la puerta con golpes secos.
Del otro lado Luna al sentir el toque de la puerta arrugó su rostro de gran manera, ella sabe que vivirá un calvario junto a ese hombre, pero como una mujer fuerte logrará enfrentar cualquier obstáculo.
—Dime— ella sabe que Bruno viene solo a darle órdenes enviadas por su jefe.
—Debes de colocarte un vestido de los que hemos comprado y salir, iremos a un club— Bruno fue directo, necesita que ella entienda por qué está ahí.
—Ok, dame un momento y salgo— Bruno asintió y se quedó fuera de la puerta como perro faldero.
Luna no se pondría esos vestidos y para asegurarse de eso ella cubrió una botella con una toalla y la rompió contra el piso, debió de hacer mucha fuerza, pero fue suficiente para obtener una pieza de vidrio que le permitiera acabar con cada uno de los vestidos comprados por ese hombre.
Ella sintió una paz en su interior, podría seguir con este papel mientras estuviese lejos de esa vestimenta, dejando cada prenda frente al piso de la puerta, luego de eso ella utilizó un conjunto que fuese más para la ocasión, dejando un pantalón a juego con una blusa corta y una diminuta chaqueta, de color blanco con negro y unos zapatos de punta, sin tiempo de poder secar y arreglar su cabello, ella lo dejó aún húmedo y aplicó un suave maquillaje.
—Estoy lista— bruno la miró de los pies a la cabeza, aun estando gordita ella era tan hermosa, su peso no afectaba a la blusa corta y su maquillaje.
—A él no le va a gustar lo que has hecho, te dio una orden y solo debiste cumplirla— Bruno trato de dialogar, pero la elegancia en Luna no la permite usar un día más esa vestimenta.
Moviendo su cuerpo a un lado de la puerta, ella dejó al descubierto lo que había hecho con esos espantosos vestidos que fueron elegidos con el mal gusto del hombre.
Bruno miró y negó varias veces con la cabeza, esta salida no será la mejor, el demonio dentro de Paúl estaba por salir y ella no lo querrá conocer aun molesto.
—No importa, sígueme—
Bruno tomó una foto de lo sucedido y se lo envió a Paul, quien frunció su ceño molesto, él pudo ver como ella hizo picadillos con todos los vestidos, aunque ella no estaba cómoda y de acuerdo con la vestimenta que el hombre eligió para ella, a Paul no le importaría la opinión de alguien a quien no conoce.
Con una postura erguida y su barbilla en alto, así como práctico con Roberta, Luna se enfrentó a cada paso que la llevaría a la salida del hotel y el encuentro con ese hombre, no quiso mirar mucho a Paul, pero al llegar al auto se dio cuenta que su vestimenta era informal y deportiva, era un gran cambio a comparación a el traje a medida que usó el día anterior.
—Te di una orden y las debes de obedecer—
Luna ignoró las palabras del hombre que tenía a un lado de ella, utilizando el cinturón de seguridad para alejarse lo más posible, Paul estaba por poco que estallaba de la ira, esta mujer era el diablo para él y no estaba ahí para educar, el solo quiere a una mujer sumisa en su vida.
Bruno subió la ventanilla de la parte trasera del auto para darse más privacidad a la pareja, no quiere ver cuando empiecen a discutir, prefiere solo oír y burlarse de su jefe.
—Los fotógrafos estarán detrás de nosotros, mantente con una gran sonrisa y se amorosa delante de ellos—
—Jamás, eres despreciables, solo un animal podría estar cómodo a tu lado— ella lo dijo mientras mira hacia adelante, ¿Qué pensó Paul? ¿Qué la dominaría tan fácil o la asustaría con su poder?
—Ya te lo dije, o pones de tu parte o destruyó cada parte de tu vida—
Luna trago grueso ella solo puede pensar en su carrera y su trabajo, pero la pobre estaba ignorando que ella ahí no era Luna, ella era Roberta.
—Ok—
Paul sintió más tranquilidad al saber que ella estaba cooperando, por lo que al llegar al club Bruno abrió la puerta del auto y un Paul apuesto salió primero y luego extendió su mano a la hermosa mujer que sería su compañera por dos semanas, los fotógrafos estaban en la puerta del club a la espera del empresario, Luna sujetó con fuerza la mano del hombre y mantuvo una sonrisa dulce y una mirada enamorada, a los ojos de los demás eran la pareja perfecta, pero aunque las fotos en donde Luna está mejor vestida y muestra su elegancia, delante de la familia Santoro es una vulgar, y Carmela no le permitirá usar su apellido, primero la mata antes dejar que su familia este pisoteada por esa mujer de vestidos vulgares.
—Lo estas haciendo bien, ahora relájate— Paul le habla entre dientes y luego baja hasta el cuello de la mujer para olerla y pasar su suave nariz poco a poco, haciendo que la escena parezca más tierna.
Bruno necesito ayuda para poder pasar al interior del Club, ya que los fotógrafos nos los dejaban pasar y las preguntas abundan.
“Señor Santoro, ¿es ella la indicada?”
“Señor Santoro, ¿piensan casarse?”
“Señor Santoro, ¿Dónde conoció a esta hermosa dama?
Todas las preguntas eran similares, hasta que una mujer soltó su veneno, el tener contactos era sumamente importante y usar su cuerpo como paga no era malo.
“Señor Santoro, ¿es cierto que su familia no está de acuerdo con esta relación? ¿Que ven a la mujer como una vulgar y poca cosa para usted?”
Paul volteo a ver a la mujer y solo al observar ese inmenso pecho como globos lo imagino todo, Damián estaba cambiando información personal por favores de cama, pero con una mirada de asco le respondió claramente, ella era la vulgar, y no era que estuviese defendiendo a Luna, solo que le pareció asqueroso acostarse con un hombre por favores a cambio.
—Señor, adelante— Bruno abrió camino y Paul alzó la mano de la mujer haciendo que ella caminara adelanté, comportándose como todo un caballero que protege a su damisela.
Luna se sintió extraña, no puede negar que este hombre es una caja de sorpresa y todo un farsante.
Brunos los guío hasta una sala VIP en donde podrían comer cómodamente y luego Paul podría trabajar.
—Podría jurar que estas derretida por mi— Paul atacó a Luna de frente.
Pero ella quien apenas se estaba sentando en la mesa mientras tomaba un sorbo de agua, al escuchar las palabras del hombre expulsa el agua aun lado y no pudo evitar reírse de él.
—Jajajajaja ¿Qué dices? Soy tan profesional como tu al momento de actuar—
Ella cogió una servilleta y limpio sus labios luego del desastre, haciendo que Paul se enojara y Bruno huyera para poder reír con calma.
Luna entendió algo importante en ese día, y es que, aunque ella fuese humillada por el hombre, si ella se lo propone podría cambiar su mal genio, así como cambió su vestimenta y el solo la aprobó. Bruno fue en busca de lo camareros, quienes sirvieron un gran buffet y ellos pudiesen elegir que comer. Luna ya sentía que su estómago podría enfermar, poco probó la comida de la cena anterior y nada había comido del desayuno, así que al ver cómo eran servido todos esos platillos en la mesa, su estómago la traicionó haciendo una bulla que la hizo sonrojarse, esperando que Paul diera inicio a la comida, pero el hombre era cruel y vengativo, a lo que se levantó y empezó a caminar por toda la sala mientras conversa por el móvil, a él no le importa comer frío, pero la castigaría por burlarse de él, ellos empezaron a tener una guerra continua. Al ver que habían pasado diez minutos y aun Paul sigue en la llamada, ella se cansó y empezó a servir para ella. Paul volteo y la miró fijamente molest
—Bájate, sigue cumpliendo con tu papel y recibirás una buena recompensa como propina— Paul la miró fijamente y bajo del auto para abrir la puerta de su acompañante y darle la mano. Luna sintió que estaba cayendo tan bajo al aceptar este trabajo y aun así ella sigue como tonta ahí, se estaba volviendo en una perfecta actriz que es apuñalada por su protagonista. Paul le dio la mano y la ayudó a salir del auto, los fotógrafos estaban ahí como siempre al acecho de cualquiera figura pública, pero estaba vez el pez gordo era Paul Santoro, quien estaba de regreso a la ciudad y con una pareja de acompañante, todos quieren ser los primeros en anunciar el matrimonio de la pareja, pero aun así nadie de atreve a dar la noticia y ser demandados por difamaciones, la familia Santoro era de mucho poder. Paul posó con la mujer a la entrada del hotel y luego junto entraron al ascensor, el rostro de Luna era de molestia, ella se miró en el espejo y se dio cuenta que sus cachetes estaban redondos, no e
Luna se deslizó en el asiento del auto con un vestido que desafiaba las normas de elegancia y buen gusto, no puede dejar la imagen que ella visualizó en aquel gran espejo de su habitación. Bruno la miró con una mezcla de preocupación. Sabía que Paul, su jefe, estaría de acuerdo con ese vestido que escogió para la mujer, aunque el otro que ella estaba usando era realmente hermoso no podían hacer nada más que esperar a que él llegara para partir hacia la cena entre amigos. Cuando Paul finalmente apareció, su rostro se contrajo en una mueca de disgusto al ver el vestido de Luna. Bruno notó el gesto de su jefe y se encogió de hombros, incapaz de intervenir en la situación. Sabía que Paul estaba obsesionado con humillar a Luna delante de cualquier persona. A pesar de la tensión en el aire, Bruno arrancó el auto y se dirigieron hacia el lugar donde se llevaría a cabo la cena. La atmósfera dentro del vehículo era incómoda, cargada de expectación y ansiedad por lo que vendría, ella sabe que
La oscuridad cubre la noche y con ella los fotógrafos ya no estaban en el lugar, haciendo que Paul Santoro bajara del auto y se marchara a la habitación dejando a Luna atrás, ella al ser ayudada por Bruno y sentir el frío de la noche chocar en su cuerpo, fue una sacudida que estremeció su piel, ella se cruzó de brazos mientras dejaba la puerta del auto atrás, el asistente no dudo en cubrirla con su abrigo, era un caballero, ante todo. —Gracias Bruno— Luna le agradece por su gesto tan atento, ella no cree poder soportar los días restantes, por un momento creyó que Paul tenía sentimientos, pero no, el era tan seco y distante. Aunque delante de Veruska se mostró interesado, tanto así que la atendió en toda la cena, ambos parecían una pareja de verdad, en cualquier momento le podría suplicar dejarla ir y que Veruska tomara su lugar. —No es nada, mejor descansa, mañana el señor tendrá un almuerzo y luego una reunión de negocios, lo más seguro puedas estar presente en el almuerzo, pero e
La mañana siguiente Paul se despertó temprano con una sola misión, tenía que buscar un buen atuendo para Luna, tiene pensado llevarla a la reunión de empresarios, la molestaría un poco con preguntas incomodas, pero sin embargo, la reunión era con unas rusos, eran personas muy respetables y algo peligrosas, su madre hizo vínculos con ellos y así fue como la empresa Santoro evolucionó al punto de ser la mejor del mercado, encabezada por el mejor CEO, Carmela no puede negar que su hijo lleva la ambición en las venas. Saliendo hacia la tienda que estaba en el piso de abajo, mientras bajaba las escaleras se percató por las miradas de las mujeres, Paul es tan guapo que todas se derriten a sus pies. Al llegar a la tienda una vendedora corrió para poder ser ella quien lo atienda y así recibir una buena propina, sabe que vendrá en busca de un vestido provocativo para la mujer, así como se llevó su asistente, ¿Quién no conoce a Paul Santoro? Todas menos Luna Castañeda. —Bueno días señor, por
—Prometo hacerlo bien— ella estaba emocionada, al menos Paul no fue agresivo y menos cruel en sus palabras, esta vez consiguió un vestido adecuado para ella, nada que ver con el vestido anterior que dejaba todo al descubierto. Bruno dejó su mirada en el frente y condujo a ese lugar en dónde tendrían el gran encuentro, ella sería la única mujer presente y podría ser un punto a favor o en contra para él hombre. —Mas te vale— Paul trono sus dedos y luego colocó las manos sobres sus rodillas mientras cierra sus ojos y medita, no entiende a que le vino la idea de llevarla con él a esa reunión, solo tenía pensado en usar su presencia para la comida. Ella solo lo miro y observo que el usa dos grandes anillos, le pareció extraño, jamás vio un hombre con anillos, a menos que fuesen de matrimonio. El viaje fue más corto de lo previsto, Paul al sentir que el auto se detuvo abrió sus ojos y se topó con la mujer mirándolo fijamente, sus cejas negras se volvieron una sola y no dudó en arremeter
Luna cerró sus ojos y pudo sentir como la brisa choca con su rostro, fue algo que le encanto. —¿Tienes mucho tiempo comprometida con el señor Santoro? — Alana estaba intrigada, sabe del hombre y escuchó que era un témpano de hielo, ninguna mujer lo había podido conquistar y menos para conseguir una sortija, pero, aunque miro en repetidas veces la mano de la joven, no encontró ninguna en ella. —Apenas me lo propuso, fue algo muy emocionante— Luna se sonrojo, sabe cuánto está mintiendo. Alana puso en duda la respuesta de la joven, muchas mujeres de compañía había visto a lo largo de los años, ella se casó con Dexter por que fueron novios desde pequeño, pero aun así su esposo era un enamorado. —¿Y tú sortija? — Fue una pregunta directa y era la segunda vez que una mujer le pregunta lo mismo, si él quiere seguir presentándola como su prometida, tendría que conseguirle un anillo lo antes posible, o tendría que tatuarse en la frente que el anillo aun no lo había recibido, y solo fue una
—Come tranquila— Paul le habló al oído suavemente, haciendo que la piel de la mujer se erizara rápidamente. Luna no hizo ningún movimiento, el aire caliente de la voz de Paul la volvió loca, aun así, ella no quiso comer, no era feliz en ese lugar, todos eran muy extraños, además de que todas las miradas estaban sobre ella. —No te preocupes, no tengo hambre— ella lo miró de una mirada dulce. Luna no había desayunado y muchos menos había querido comer, ella recordó las palabras de Alana, y siempre en la vida tendrá que competir con una modelo de cuerpo delgado, sea como una esposa falsa junto a Paul o como una mujer en su vida de verdad, por esa razón ella podía observar la obsesión de Roberta al estar más delgada Solo desea regresar a su vida cotidiana, le falta solo este ultimo semestre para ser una gran profesional, ya extraña a todos esos pequeños que con su dulzura ella acoge con amor. Paul al igual que ella decidió parar de comer, dejando a un lado de su platillo con utensili