De nuevo Rosse se encontraba ahí esperando que él llegara. Rose una elegante mujer, muy segura y en ese instante tenía cierta inseguridad. Miraba a su alrededor, en búsqueda de su esposo, tomo aire y pensó
–Otra fiesta aburrida en medio de una larga sucesión de fiestas aburridas», Algunos de los invitados le sonreían de una manera amistosa. Muchos la conocían por ser la primogénita de la familia Evans.
–Ya es tarde y he estado el tiempo justo; –Se dijo para si misma, así que se fue alejando con cautela hacia la salida del gran salón y prefirió montarse en su auto perderse en el tráfico de las estrechas calles.
El momento clave de la tarde y decepcionante, su esposo, se había marchado a una junta dejándola no la tomo en cuenta.
Se le vino a la mente las palabras que mantuvieron antes de irse.
–Recuerda esta noche es la fiesta del consorcio, me vas a buscar para prepararme, si no me vas a buscar avisa por favor, no quiero tener que perder tiempo esperando a alguien que no llega. –musito Rossi con tono molesto.
Edward la miro con fastidio y le respondió –No inicies con tus reclamos Rossi, hay una junta y no sé a qué hora saldré de allí. Además si me siento cansado o estresado me voy al ático y me quedo a dormir allí.
Rossi lo miro y con sorna le comentó –Cuando quieras te envió tus pertenencias para allá y cortamos con esta estúpida situación, no te parece Edward.
El la miro controlando su enojo y exclamó –Para Rossi, no me provoques, no vaya a ser que un día de esto envié por mis pertenencias. Solo quiero paz y tranquilidad, eso es pedir mucho. Parece que tú lo único a que te dedicas es fastidiarme.
–Que paso con nuestro acuerdo, Edward, por lo que veo se te borro. Ella acortó un poco la distancia entre los dos u musitó
–Tengo que recordarte que cuando nos casamos quedamos en respetarnos, ayudarnos y acompañarnos en todo y muchas cosas más que tú no estás cumpliendo.
El la miro, paso la mano por su cabeza y con furia le respondió
–Estoy cansado Rossi de tanta. . . Ambos decidimos casarnos y tratar de llevarnos lo mejor posible en esta relación, solo que me da mucha lata vivir de aparentar.
Ella cita –Y tú no crees que a mí también no me cuesta. Solo falta un año y yo ya no aguanto esta situación, porque no le ponemos un alto a tanta molestia Edward, te consideraba un amigo, hoy día no me agradas quien eres. No conocía esta faceta tuya.
–Estas locas si nos separamos nuestros padres formaran una bronca, nos pueden desheredar –comento Edward con disgusto
–Eso es lo único que te importa? –Pregunto Ella
–Rossi, cuando nos casamos era para proteger cada uno su legado. Eso quedó claro entre nosotros, por eso nuestro tratado, a que viene ahora tantos reclamos?
–Si solo quieres proteger tu legado, se puede saber qué haces en el consorcio de mi padre en el cual yo soy la única heredera?
El la miro y con ira dio un puño sobre la mesa –Este es mi lugar porque soy tu esposo frente a todos y fue tú padre el que casi me exigió que tenía que estar aquí.
–¡Yo no te necesito!, vete al consorcio de tu padre. Yo conozco bien el control del consorcio, sola lo puedo seguir haciendo, como lo hacía antes de casarnos.
–Ni tú ni nadie me tiene que decir dónde estar y que debo hacer, vuelvo y te repito eres mi esposa yo estoy al frente de tus bienes.
–¡Estás muy equivocado!. –Ahora la golpeo la mesa fue ella –Si tienes esas ideas, tan cavernícolas, elimínalas porque haré valer mis derechos.
–Vete acostumbrando Rossi, lo aceptes o no, yo estaré al frente de tu legado. Edward salió de la estancia molesto, azotando la puerta.
Rossi respiro hondo para controlar las emociones que sentía en ese momento. Se acercó al ventanal y desde allí observo a Edward salir hacia el estacionamiento, sonreía con su asistente. Ya no se acordaba la última vez que ellos compartieron unos minutos agradables ya ni se acordaba como era la sonrisa de Edawrd.
Edward Rocco, un hombre apuesto, con gran porte, alto y corpulento, todo un adonis. El hombre que toda mujer quisiera como esposo. Pero para Rosse, algo se congelo. Habría sido una magnífica compañía en su cama en las noches, solo que entre ellos existía solo un tratado. Desafortunadamente, el parecía totalmente entregado solo a su trabajo, apenas si mantenía una conversación de vez en cuando, las falsas leves caricias siempre era en presencia de sus padres.
La voz de su padre saco a Rossi de sus pensamientos.
–Hija, pensé que te habías marchado con Edward . .
–No papa y aprovecho la oportunidad para decirte que tomaré mi sitio en esta institución desde mañana aprovechando la junta tomare el cargo de Presidente General, soy tu hija, tu única heredera, la que debe defender nuestros intereses.
El Sr. Evans miro a su hija con seriedad y exclamó–Hija ese cargo es propio de nosotros los hombres, es fuerte la competencia y …
–Nada papa, yo lo ejercía antes de aceptar esa estúpida idea del matrimonio con Edward. Espero estés conmigo cuando mañana yo exija valer mis derechos padre.
–No provoques problemas ahora hija, dame paz ya casi me retiro.
–No papa, debo hacerlo antes que te retires, dame mi puesto y vete a descansar yo me encargaré, antes lo hacía muy bien, se te olvido.
–Hija, esta en la Gerencia de relaciones públicas, deseo nietos.
–Hay papa, de eso ve olvidándote. Yo no deseo tener hijos con un hombre que ni me quiere y a quien no soporto.
El padre la miro con tristeza –Yo te quería feliz y no en esta situación. Tú no tratas de cambiar la situación hija.
–Padre, me case pensando que tanto Edward como yo, podríamos convivir y compartir algo, pero cada vez es más difícil, él ni me toma en cuenta y yo no soporto esta situación.
El padre abrazo a su hija y le beso la frente –Por qué no cedes tú un poco y tratas de hacer más llevadero todo. Luego le palmeo el hombro y salió de la oficina.
Ya oscurecía y Edward Rocco, aunque se había ido con las manos vacías, de la junta que llegaba a su fin, no se sentía mal, pues Rocco había disfrutado irritando a su rival en los negocios. Eso no podía negarlo.
No le encontraba sentido, la vena posesiva de Nina, aunque él nunca había experimentado sentimientos intensos por ninguna mujer, la sensualidad de ella, lo ponía mal, sin importar la hora, se marchó con ella del lugar.
Se enfiló a la carretera que llevaba a las afuera de la ciudad para la villa que ocupaba para sus encuentros. Un sitio agradable, bien situado y discreto.
Rocco, prefería sitios como aquel a un ático de lujo en medio del ajetreado distrito financiero de la ciudad. Allí satisfacía sus pasiones en intimidad, lejos de la vista de otros.
Al llegar e la villa Nina se acercó a la barra del bar y exclamo
–Querido te preparo el trago con hielo o seco, amor?
–Linda con hielo y . . . –Edward no habló más al ver que Nina bailaba sexualmente quitandose la ropa.
–Nina, tú si sabes cómo alborotar mis pasiones, en dos zancadas corto la distancia entre ellos
Ella sonriendo comenta –Cariño me encanta ver ´cómo te pongo así de rico, querido yo soy tu hembra para el placer.
–Si, por eso me encanta darte mi tiempo, mi noches son todas para ti.
–Amor y que le das a tu esposa.
El la miro con sorpresa –Nada, por qué debo darle mi tiempo
–Qué harías si ella busca una aventura, amor
El sonrío y exclamo –Rossi es la mujer más fría que conozco, además tan complicada, no nadie se le va ocurrir tratar de tener sexo con ella, cariño, ven tú y yo tenemos mucho que hacer.
Se oyó la risa de Nina y el ronquido de él por la forma como ella movía la cadera.
–Ella sabe de la villa, querido.–Preguntó Nina, mientras le acariciaba su masculinidad
–La villa no la conoce ni sabe de su existencia y solo del ático, sabe que es de mi uso exclusivo, no se le ocurriría ir, sola.
–Brindemos, amor por estos momentos tan especiales entre nosotros. –Musito Nina optando una pose muy sexual
–Cariño, me pones mal con esas poses que haces. Chocaron las copas luego se entregaron a su pasión.
–Y si se llega a enterar de lo nuestro y ella te pone una alternativa, que harás cariño
Edward la miro –Por ahora debemos cuidarnos, cuando el suegro ponga todos los bienes en mi manos, no me importa si se entera.
–No te entiendo querido, que quieres decir.
–Bueno querida, aprovechándome del pensamiento atrasado que tiene el suegro, sé que tarde o temprano el me dará un poder donde yo seré el amo y señor de todos los bienes de los Evans, cariño.
Ambos sonrieron y con malicia el volvió a comentar –El quería un heredero hombre para que heredara todo, como no tiene, sere yó su heredero, querida.
–Y que harás con Rossi, ella es la hija, como vas hacer, querido?
–Se le pone una mensualidad solo esencial para sus gastos y se le deja la casona de sus padres y que se conforme con eso.
–Querido, crees que ella se quedara tranquila con eso.
–No se, pero ya me encargaré yo de hacer coacción, utilizaré la felicidad y tranquilidad de los padres o ya veré, algo se me ocurrirá. Ambos se abrazaron y se besaron.
Edward, poseía varias propiedades, aunque ninguna le importaba tanto pero la de Connecticut. . .
Por algún motivo pensó en Rossi. Sorprendido estaba con otra, eso le inquieto.
Pero aquello tampoco tenía lógica. Si estaban casados, pero en papeles, era el acuerdo, ellos se casaron por a sus padres, socios en los negocios y viejos amigos. Edward quería adueñarse de la empresa de sus suegros y debía tener tacto para lograr esa meta, luego se divorciaría de Rosse.
A pesar de todo, la imagen de los ojos azules de Rose se desvanecieron de su mente, la piel y el olor del cuerpo de Nina muy cerca, le alborotaba sus pasiones, así que volvió a poseer a Nina.
Casi amanecía cuando Nina se despertó, Edward detrás de ella, dormía. Sonrió, Cuando le pidió en la noche a que salieran, él lo hizo, y no porque ella lo pidiera, sino él quiso estar con ella, sin importarle que dejara plantada en la fiesta a su flamante esposa. Nina sonreía le embargaba una gran felicidad.
Ella se bajó de la cama, sin hacer ruido se encamino al baño se ducho y arreglo.
Al terminar regreso a la habitación, y él estaba despierto, sentado a orilla de la cama, sonrió comentando
–Qué noche tan espectacular, querida mía no me arrepiento de haberme venido contigo, fue muy placentero.
Nina sonrió toda emocionada por las palabras y gesto de él.
Suena el celular –Es Rosse, no deseo contestar, ya se dio cuenta que no amanecí en casa. Si supiera como la pase de bien . . . se acercó a Nina besandola.
-Que bien la pasamos juntos cariño.
Cuando salian–Cariño tengo mucha hambre,me comería todo en un solo momento.
–Bien a desayunar, nos merecemos un buen desayuno con la noche que pasamos.
Mientras desayunaban, llama Rossi, él con desinterés metió el celular en la chaqueta.
Nina comenta –¿Tú esposa?
El asintió con la cabeza. Nina observó a Rosse, en su auto frente al restaurante. con malicia se arriesgó a besarlo, para que Rosse presenciara la escena.
Era temprano cuando Rosse se levantó para vestirse e irse a las oficinas del consorcio. De repente su celular suena de forma insistente al mirar era una llamada de un número desconocido.–Buenos días, espere y escúcheme lo que hago es por su bien. No sé si lo que le voy a contar está mal, pero no puedo seguir quedándome callado, mientras a usted la ven con . . . .Rosse respiro profundo y comento –Quien es?, habla ya por favor tengo algo de prisa debo colgar disculpe, tengo que irme a trabajar, mi esposo me está esperando para desayunar . . .–El no va a llegar señora, como siempre. El paso divirtiéndose toda la noche con su amante y ahora está desayunando con ella en el restaurante a unas cuadras del consorcio. El Gran Márquez, él siempre va allí con ella. Quien hablaba corto la llamada de golpe sin decir nada más.No era la primera vez que se lo decían, ni tampoco la primera persona que lo hacía. Ella ya se estaba cansando de escuchar que él la engañaba y no respetaba el tratado qu
Esa tarde cuando salían de las oficinas, apenas si había conversado con Edward. No le apetecía regresar a la villa y mucho menos estar sola sin tener con quien conversar. Antes de salir de la oficina Edward le había enviado un mensaje diciendo como siempre–“Me demoro ve adelante, cuando pueda iré a casa, Edward”Esta de los más entretenida en el cafetín, tratando de consumirá un helado, cuando oyó una voz que no esperaba oír en ese instante.–Rosse –le llamo Edward con su voz ronca–Ella levantó la vista de la copa del helado que tenía al frente y lo miro con una fingida sonrisa.–Qué pasa?, mira tú helado parece casi una merengada de lo derretido que está.–Le comento él con un tono de voz molesta, mientras se sentaba frente a ella.Ella tenía un par de minutos revolviendo su helado sin prestar mucha atención y lo menos que esperaba es que Edward apareciera allí y menos con mal carácter.–Estás muy pensativa. Qué te pasa?–Exclamo Edward y la miraba con cara de fastidio.–No es nada–co
Esa mañana Nina llegaba a la oficina y con mal semblante observo el poco de carpetas dejadas a última hora de la noche, tenía mucho trabajo pendiente y eso la ponía de mal carácter, tenía que lograr su objetivo, lograr el puesto de Rosse para trabajar más cómodamente, y delegar trabajo a su asistente.Estaba ordenando las carpetas cuando llego Yonny, el idiota amigo de Edward, no lo pasaba para nada, al mirarlo con disgusto este comentó . . .–Pareces que estas molesta, nena. Nina lo miro con mal aspecto a lo que Sebastian exclamo . . .–Deberías llevarte mejor conmigo Nina, fui yo el quien evito que te cambiaran a la otra sede, nena. Tu querido Edward no se movió para nada, no trato de ayudarte.Nina no dijo nada solo hizo una pequeña mueca simulando una sonrisa que no le salió.–Nina por favor solicité que preparan el café para la junta, ve a buscarlo el camarero de la cafetería viene subiendo por el ascensor, también viene unos pasa bocas y los llevas a la sala de junta.Ella pas
Ya era media mañana y Sebastian estaba esperando a que llegara Edward. Se hacía tarde para que su amigo firmara el informe que debía ser entregado esa mañana a primera hora.Eran las diez y media cuando entro Edward por la puerta muy alterado. Sebastian lo miro y con mofa le preguntó . . .–Se puede saber que te pico hoy, que vienes así, mira la hora y aún no has firmado el informe del nuevo presupuesto los viejos lo están esperando, sobre todo tu suegro que está molestando por el intercomunicador y tú no llegabas.Edwar lo miro y con furia contesto –Sabes lo que paso anoche en el brindis?–No sé, oí algo de comentarios pero sabes bien que yo a eso no le paro mucho, si me dices.–El cretino de Rene Altamirante, tomo como acompañante a Rossi, todos comentaban lo feliz que ella se encontraba junto al idiota. Además la muy cretina se puso un vestido un poco atrevido que le quedaba tan bien que no había hombre en ese salón que no estuviera pendiente de lo que hacían ella y el cretino de R
A la mañana siguiente Rossi se levantó con una gran sonrisa en su boca, la expresión del rostro irradiaba felicidad. –¡Edawrd!-indago al ver una sombra algo borrosa a unos de sus costados. –¡Hola!, –saludo con asombro y preguntó –Y eso, tu tan de mañana en esta casa?, hare una gran raya en la pared. Exclamo Rossi con gran mofa, mientras reía. –No estoy para tus cosas Rossi. Esta también es mi casa, aquí vivo, ¡No!–Respondió el con cierto disgusto. –En serio, tú vives aquí?. Que chistoso estas, menos mal que te da por eso, y no por lanzar piedras,¡cariño!. El la miro con molestia e igualmente comento –No quiero ningún tipo de comentarios, ¡amanecí aquí y punto!, ¿Cuál es el problema?. Rossi lo miro y con sorna le respondió.–No sé, no me recuerdo ya de que me hablabas. Bueno que tengas un buen día, yo asistiré solo a la junta, luego voy a estar todo el día con el Sr. Altemirante para seguir con la compra de los materiales. Luego por la tardecita vendré a vestirme para irme a la c
Edward tenía rato de haber llegado a su oficina y trataba de analizar algunos presupuestos dejados en su escritorio, le estaba costando concentrarse en aquellas estadísticas y ya llevaba más de media hora.–¡Maldición!, Rossi es una bruja– Grito Edward lanzando los documentos a un lado del escritorio. Por un lapso permaneció allí sentado mirando al techo.Un leve toque en la puerta y sin esperar el que comentara algo Nina entro a su oficina el al mirarla preguntó–¡Qué es lo que quieres? La miro brevemente y volvió la mirada al techoElla con molestia le respondió –A mí no me trates así, Edward. Si tú no la pasas bien cuando te quedas en tu casa, yo no tengo la culpa. Ella lo miraba y como siguió sin inmutarse Nina continuo. . .–Cuando te quedas en mi casa, amaneces de otra manera, querido. No sé porque quisiste irte a quedar en tu casa.El giro la cabeza y exclamo –Si es eso por lo que estás aquí, ya vete, no quiero que nadie me moleste por ahora, Nina.Ella comentó –Solo quería f
Rossi miraba hacia el jardín de su oficina, trataba de controlarse del mal rato que acababa de pasar por la necedad de su padre. Recordaba las palabras minutos antes cruzadas con su progenitor y la hacían sentirse mal. –Hija por favor no lo hagas–Comento el Sr. Evans mientras tomaba de la mano a su hija y la acercaba más a él .–No lo despidas, es tu esposo, hija. Cuestiono ella observado su agarre –¡por qué no, papa?, él también se lo merece, además les hago un gran favor, para que pasen más tiempo juntos, pero no cerca mío, donde todos los ven y se burlan de mí, padre. –Eso te perjudicara, tu imagen y tu reputación, se verá más afectada. Rossi sonrió, exclamando –Padre, mi imagen está más que manchada; peor no puede estar. Para nadie es raro ver cómo me es infiel Edward. Solo yo era la única tonta que no terminaba por aceptarlo.–Le dijo Rossi, sacudiendo el hombro de su padre. –¿Tan pronto lo has dejado de querer?, o la codicia te ha cegado hija, mía Rossi vuelve a sonreír y re
Edward noto la rubia sentada al otro lado del bar, acariciando el borde de la copa con sus dedos, sus labios rojos esbozaban una sonrisa. Bella, voluptuosa. Destilaba deseo, sexualidad. No había nada tímido o recatado. La tendría si quisiera, sin consecuencias. A ella no le importaría la alianza que llevaba en el dedo. No tenía relación con su mujer. Sonriendo, la rubia se levantó y llegó a su lado. –¿Está solo esta noche? «Todas las noches». –Mi dama no está de humor para fiesta. Ella hizo un puchero. –¿Ah, no? –No. La rubia se inclinó, Edward percibió una nube de perfume. –Me he enterado de que nuestro anfitrión tiene un sitio reservado para clientes que prefieren un poco más de... intimidad. No había nada ambiguo en esa frase. –Eres muy descarada –le espetó –. Tú sabes que estoy casado. –Cierto, pero hay muchos rumores sobre su matrimonio. Y estoy segura de que lo sabe. –Tengo cosas mejores que hacer para estar pendiente de chismes sobre mi vida –replicó. La rubia