A la mañana siguiente Rossi se levantó con una gran sonrisa en su boca, la expresión del rostro irradiaba felicidad.
–¡Edawrd!-indago al ver una sombra algo borrosa a unos de sus costados.
–¡Hola!, –saludo con asombro y preguntó –Y eso, tu tan de mañana en esta casa?, hare una gran raya en la pared.
Exclamo Rossi con gran mofa, mientras reía.
–No estoy para tus cosas Rossi. Esta también es mi casa, aquí vivo, ¡No!–Respondió el con cierto disgusto.
–En serio, tú vives aquí?. Que chistoso estas, menos mal que te da por eso, y no por lanzar piedras,¡cariño!.
El la miro con molestia e igualmente comento –No quiero ningún tipo de comentarios, ¡amanecí aquí y punto!, ¿Cuál es el problema?.
Rossi lo miro y con sorna le respondió.–No sé, no me recuerdo ya de que me hablabas. Bueno que tengas un buen día, yo asistiré solo a la junta, luego voy a estar todo el día con el Sr. Altemirante para seguir con la compra de los materiales. Luego por la tardecita vendré a vestirme para irme a la celebración de las empresas Altemirante, me invitaron.
Edward la observo con mucha ira le comento –¡No tan de prisa querida!, deja tu carrera necesito ponernos de acuerdo ahora. Yo iré a esa celebración y tú vienes conmigo, eres mi esposa.
Rossi sonrió con una gran carcajada –¡No señor!, estoy cansada que siempre yo llegue sola a las reuniones, conferencias, actos, fiestas y pare de contar, porque tú siempre estás muy ocupado, cuando, llegas, vas acompañado de tu asistente.
Ella lo desafió –Se acabó nadie me volverá a verme llegar a un sitio sola, de ahora en adelante siempre iré acompañada por alguien que yo quiera y tú –Le señalo con el dedo. –Tú no harás ni dirás nada o no respondo de mi, Edward Grant.
Rossi salió del salón principal de la villa, llamó al chofer y le ordeno
–Buenos días, Sr. Oswaldo, hoy es su turno?
El chofer uno de los choferes respondió –Estoy cubriendo al joven Wilson, sra Rossi, a donde la llevo.
Ella le miro y sonrió –Hoy será un día largo, pero ya le diré si lo necesitaré, por ahora llévame Al Gran Hotel, estoy invitada para un desayuno.
El chofer la miro, se acercó a Rossi y le abrió la puerta. Para sus adentro el chofer celebraba las palabras que le oyó decir a su jefa, tenía tiempo sintiendo pena por ella por la forma como la trataba su esposo., el conocía a Rossi desde que era apenas una niña, trabajaba primero para el padre de ella y desde que ella se caso, está a disposición de ella, junto con dos choferes más.
El hombre extrañaba las sonrisa de la señorita, desde que se casó con ese …ella dejo de ser la alegre joven que era, a veces se le notaba cierta tristeza.
Muy alegremente el chofer le hablo –Señorita se ve muy alegre, espero que nadie le borre esa alegría y pase un buen día, se lo merece.
Ella sonriendo le respondió –Gracias Sr. Oswaldo, muy amable de su parte. Y no se preocupe nadie me hará que me sienta mal hoy.
Más tarde desayunaba en compañía de Rene Altemirante. Ella sintió las miradas de varias personas conocidas, así como sintió varios disparos de flash de algunas cámaras e inclusive vio que personas cercanas a la familia le tomaban fotos con celulares. No le importo para nada, la paso muy bien, donde las sonrisas de ambos estuvieron presente.
–Bueno carísima luego de tan buen desayuno, ahora vamos primero a la junta carísima.
En la empresa, Rossi se quedó mirando las cifras de la pantalla, las etapas del plan de negocio se habían implementado con éxito, todos los pronósticos se habían cumplido. Sí, estaba convencida de que el consejo directivo de las empresas Evans, estaría satisfecho con los progresos.
–¿Alguna cosa más?, señores, quedo todo claro. Rene Altemirante se recostó en el respaldo de la silla y giró el bolígrafo de oro en sus fuertes dedos.
Uno de los miembros del consejo –Señora Evans, quien estará al frente?
–Yo por supuesto, como directora General de las empresas Evans.
Otro miembro pregunta –Cuando fue nombrada para ese cargo. No hubo junta para votación.
–No se necesita hacer una votación al respecto como hija única y heredera el cargo pasa a mis manos dentro de unas semanas, mi padre se quiere retirar a descansar señores.
Edward, observó toda la escena sin mencionar nada al respecto.
–¿Quieres añadir algo más, Rossi? –Altemirante dirigió una rápida mirada a la joven que estaba sentada en el extremo opuesto de la mesa de cristal.
–No –Rossi sacudió la cabeza–. Creo que lo he cubierto todo. Rossi miró a su alrededor y forzó una sonrisa para el grupo de directores, contables y responsables de marketing que componían la sección de la junta directiva.
–Bene. Creo que podemos dejar esto cerrado por hoy –Altemirante le dirigió una sonrisa que le atravesó las entrañas–. Buen trabajo, Rossi. Quedaron sin palabras.
Ella sonrío con sinceridad y el continua – Estoy convencido de que esta asociación será muy satisfactoria.
René Altemirante hizo una pausa y frunció el ceño al ver que ella palidecía.
–Ha sido un gran trabajo, señora Evans, no cabe duda –el director de finanzas de Altemirante hizo el comentario–. Es pronto todavía, pero si puede repetir este desempeño creo que podremos renegociar su contrato antes de lo pensado.
–Es bueno saberlo –Rossi mantuvo la sonrisa con tenacidad. Seis horas atrás, cuando firmó el contrato con Altemirante Holdings, aquella noticia la habría hecho bailar a su padre. Estaba orgullosa de su habilidad para la negociación.
––Bueno, muchas gracias a todos –Exclamó Rossi y Rene se levantó de la mesa. Rossi suspiró, René era un formidable hombre de negocios, directo, duro de roeer. Cuando ambos conversaron por primera vez ella le expuso sus ideas para que invirtiera en las empresas Evans. Pulió todo y con esmero expuso todas las ideas logrando convencer a Altemirante y al director de Finanzas, que era muy desconfiado.
––Bueno, espero que los números le hayan demostrado que todo va bien, señor Altemirante.
Ahora estaba demasiado cerca, y su altura y su cuerpo musculoso se interponían en su capacidad para pensar con claridad. En eso se acerca Edward comentando
–Rossi, necesito conversar contigo algo importante. Señores me llevo a mi esposa, interponiéndose entre ella y Rene, la toma por la cintura y la aprieta.
–Disculpa cariño, pero mi trabajo sigue no puedo. Debo ir a reunirme con la nueva empresa que nos va surtir el material. –Se solto del amarre que Edward le tenía en la cintura tomo su maletín, su ordenador se despidió de todos giro a Rene comentando
–Nos vamos, señor Altemirante nos espera una pequeña reunión, pero no deja de ser importante.
René sonrió y con mirada triunfante tomo también sus cosas y se encamino junto a ella bajo la mirada de los allí presente.
–Al terminar, seguiremos viendo lo de los materiales, hay una empresa que funciona en unos galpones hacia las afueras de la ciudad, te parece si nos vamos, para que nos rinda la mañana.
–Claro, porque a las cuatro me espera el estilista para prepárame para la celebración esta noche.
–Ok, pero no necesitas mucho para verte hermosa, porque eres una mujer muy especial, eres inteligente, eres hermosa y tienes porte de reina, carísima.
Rossi, sonrió mientras Rene le besaba la mano que tenía entre las suyas y en ese instante sintieron un flash sobre ellos. Ambos sonrieron y sin tomar nada en cuenta se dirigieron hacia el estacionamiento.
Al mediodía luego del almuerzo René le comentó . . .
–Ok, carísima, vamos quiero comprarte algo para darte un lindo regalo, quiero algo especial para ti está noche, quiero que luzcas como lo que eres una hermosa reina, Mi reina carísima.
Ella lo miro con algo de sorpresa –Qué sucede, carísima? Le preguntó al verla con los labios entreabiertos y la mirada fija en un solo punto.
René no usaba traje esa mañana estaba vestido con ropa deportiva que le quedaba pegada a su cuerpo y resaltaba sus pectorales y sus brazos fuertes y donde estaban marcados sus músculos. Ella se estremeció al desear ser rodeada por esos brazos. Ella sacudió la cabeza para despejar los pensamientos de su cabeza.
–Que sucede, carísima?-Interrogo Rene a Rossi.
–No, nada –Respondió Rossi mientras desviaba la mirada hacia la ventana para distraerse observando hacia afuera. Ya llegaban a un centro comercial y entraban al estacionamiento.
Cuando paseaban por las tiendas, ella se quedó mirando un hermoso vestido. Rene la mira y sonriendo comentó . . .
–Te gusta? Es muy propio para ti, carísima
–Sí, es muy lindo. –Respondió ella inmediatamente.
–Por qué no entramos y te lo mides?
Ella pensó que todo el tiempo no tenía que estar usando ropa regía. Su padre le pedía una vida rigurosa y estricta, por ser la imagen de la empresa, donde el derroche era mal visto. Ella tenía una vida social, no era una mujer mayor y no siempre estaba metida dentro de la oficina.
El día paso rápido y con varios eventos que la hicieron pasar muy bien. El celular de ella sonó varias veces, igualmente el de Rene, ambos decidieron apagarlos. Ella se sentía por primera vez en mucho tiempo libre y muy feliz., no quería que nadie apagara ese momento, menos Edward.
Cuando a las cuatro Rene la dejaba en la estética comentó
–Espero lo volvamos a repetir carísima, ha sido un hermoso día, para mí, no sé para ti.
Ella lo miro y sonriendo le respondió.–Claro que si lo repetiremos. Yo también he disfrutado de las horas que pasamos, tenía tiempo que no la pasaba bien. Ella se acercó a él y ambos se dieron un leve beso en la mejilla. Se oyó un flash.
–Bueno hasta la noche carísima. Se despidieron y Rossi entro a la estética.
Rossi espera. –Si, que pasa?
–Amas a Edward?–Le preguntó Rene sin ninguna reserva.
Ella lo miro – Por qué lo preguntas?
–Me encantaría saberlo carísima
Ella guardo unos segundo de silencio y Rene volvió a preguntar
–¿Por qué no respondes?–cuestiono Rene, mientras con una mano levantaba la barbilla para mirarla a los lindos ojos azules –No lo amas, cierto?
–Rene, yo . . .
El le tapó la boca –No digas nada–El corazón de Rossi palpito con fuerza, Rene respiro su aliento, y emano extasiado frente a su boca
–Tú me encantas –citó despacio
Edward tenía rato de haber llegado a su oficina y trataba de analizar algunos presupuestos dejados en su escritorio, le estaba costando concentrarse en aquellas estadísticas y ya llevaba más de media hora.–¡Maldición!, Rossi es una bruja– Grito Edward lanzando los documentos a un lado del escritorio. Por un lapso permaneció allí sentado mirando al techo.Un leve toque en la puerta y sin esperar el que comentara algo Nina entro a su oficina el al mirarla preguntó–¡Qué es lo que quieres? La miro brevemente y volvió la mirada al techoElla con molestia le respondió –A mí no me trates así, Edward. Si tú no la pasas bien cuando te quedas en tu casa, yo no tengo la culpa. Ella lo miraba y como siguió sin inmutarse Nina continuo. . .–Cuando te quedas en mi casa, amaneces de otra manera, querido. No sé porque quisiste irte a quedar en tu casa.El giro la cabeza y exclamo –Si es eso por lo que estás aquí, ya vete, no quiero que nadie me moleste por ahora, Nina.Ella comentó –Solo quería f
Rossi miraba hacia el jardín de su oficina, trataba de controlarse del mal rato que acababa de pasar por la necedad de su padre. Recordaba las palabras minutos antes cruzadas con su progenitor y la hacían sentirse mal. –Hija por favor no lo hagas–Comento el Sr. Evans mientras tomaba de la mano a su hija y la acercaba más a él .–No lo despidas, es tu esposo, hija. Cuestiono ella observado su agarre –¡por qué no, papa?, él también se lo merece, además les hago un gran favor, para que pasen más tiempo juntos, pero no cerca mío, donde todos los ven y se burlan de mí, padre. –Eso te perjudicara, tu imagen y tu reputación, se verá más afectada. Rossi sonrió, exclamando –Padre, mi imagen está más que manchada; peor no puede estar. Para nadie es raro ver cómo me es infiel Edward. Solo yo era la única tonta que no terminaba por aceptarlo.–Le dijo Rossi, sacudiendo el hombro de su padre. –¿Tan pronto lo has dejado de querer?, o la codicia te ha cegado hija, mía Rossi vuelve a sonreír y re
Edward noto la rubia sentada al otro lado del bar, acariciando el borde de la copa con sus dedos, sus labios rojos esbozaban una sonrisa. Bella, voluptuosa. Destilaba deseo, sexualidad. No había nada tímido o recatado. La tendría si quisiera, sin consecuencias. A ella no le importaría la alianza que llevaba en el dedo. No tenía relación con su mujer. Sonriendo, la rubia se levantó y llegó a su lado. –¿Está solo esta noche? «Todas las noches». –Mi dama no está de humor para fiesta. Ella hizo un puchero. –¿Ah, no? –No. La rubia se inclinó, Edward percibió una nube de perfume. –Me he enterado de que nuestro anfitrión tiene un sitio reservado para clientes que prefieren un poco más de... intimidad. No había nada ambiguo en esa frase. –Eres muy descarada –le espetó –. Tú sabes que estoy casado. –Cierto, pero hay muchos rumores sobre su matrimonio. Y estoy segura de que lo sabe. –Tengo cosas mejores que hacer para estar pendiente de chismes sobre mi vida –replicó. La rubia
DÓNDE está tu mujer, Edward?. ¿Qué crees que pasará con la situación que se está presentando? Amigo. El viejo no va aceptar tu actitud fácilmente. Edward miro a su reformado amigo Sebastian, entró en el despacho. Los cristales del vaso que Rossi había roto dos días antes seguían en el suelo y también la mancha oscura del licor se observaba en la pared porque nadie había entrado en esa habitación. Era un recordatorio de lo que había ocurrido la noche que Rossi se marchó. Se lo decía casi tan alto como su m*****a conciencia. «No pasará nada». Mentira. Por supuesto que era mentira. Ella lo había desnudado, lo había dejado reducido a una masa de emociones, como la ira que no podía controlar. Otra mujer que se alejaba de él amenazando con dejarlo solo, con su orgullo sangrando, sería la comidilla de todos. No podía permitirlo, otra vez no. Por eso le había dicho que no sentía nada. Y Rossi se había ido. –¿Por qué lo preguntas? ¿Qué has oído? –Edward no se molestó en darle una expl
La noticia de la separación de Rossi y Edward no había llegado a las primeras páginas de los periódicos y si acudía a un abogado particular y este hablaba con la prensa todo explotaría. No, no podía arriesgarse. Poe eso uso los servicios del despacho de abogados del consorcio. En ese momento, tragó saliva mientras se sentaba en la silla, esperando el abogado que había iniciado los trámites de divorcio. Todo el estrés acumulado en estos días ya tenía repercusiones en su organismo y no podía seguir esperado para ir al ginecólogo porque su ciclo menstrual nunca empezaba a tiempo. Durante años, esos retrasos no le importaban tanto, pero lo nuevo era el fuerte dolor abdominal que sentía, así que al salir del despacho se iría al ginecólogo. –Señora Evans –empezó a decir el doctor Anderson, director general del despacho –. Había esperado que su esposo la acompañase. –Me imagino que el abogado Benavides le debe haber informado del inicio de trámites del divorcio entre mi esposo y yo. No h
Edward miró a Rossi, sentada frente a él en el avión privado. Había costado mucho para que accediera a realizar el viaje a las nuevas instalaciones del nuevo Resort en las Bahamas. Tenía la impresión que ella estaba tramando su asesinato, se notaba muy pensativa. Por suerte, Rossi no era para nada vengativa o empezaría a temer que se las cobrará de alguna forma. Aunque en ese momento parecía capaz de intentar asesinarlo con cualquier cosa cortante. Y era en cierto modo comprensible, pero debía salvaguardar sus intereses y eso pensaba hacer. No podía ser blando. El suegro le dio solo unos meses para conquistar a Rossi y embarazarla, un hijo le cambiaría mucho los ánimos–El suegro comento con fuerza –Ya es hora que se ocupen de tener un hijo Edward, eso la bajaría de las alturas por dónde anda, un heredero no le vendría mal. –Suegro usted debe tener claro que Rossi no es muy allegada a la maternidad. –Eso es una mascara, todas las mujeres se derriten cuando tienen hijos. Ese era
Rossi se sentía como si le faltara el aire para respirar. Se imaginaba que era el alcohol lo que hacía que se sintiera grogui, mal la decisión tomarse tres copas en el avión. Desde el momento en que subió al avión todo le parecía ligeramente irreal. Después de media hora sobrevolando parte de Europa, decidió pedir algo de beber y se tomó varias copas de un rico coctel mientras el tiempo pasaba y a la larga hizo un efecto no deseado. Rossi oyó el repique de su celular y observo que era Altemirante, respondió tratando de controlar el mar de emociones que la embargaba –¡Hola! cómo estás, princesa, ¿Dónde estás? –Interrogo Altemirante. Edward la miro con ira y le quito el celular al oir la voz y respondió –Hola, cómo esta socio, cómo puedo ayudarte mi querida esposa está dormida junto a mí aún no se despierta y no deseo despertarla. –Buenos días, Edward disculpa no quiero molestar pero había quedado con Rossi revisar los presupuestos del risort. –Yo le aviso cuando despierte, socio.
Edwar molesto salió a caminar para controlarse. Rossi miraba por el ventanal de su habitación y noto que Edwar caminaba inquieto de un lado al otro en el jardín. Un hombre que parecía haber perdido el control era un extraño para ella.En ese instante contestaba al otro lado del celular, eso la hiso reaccionar, era Nidia su asistente y su amiga. –Hola, te he estado llamando, dónde estás, y este número –Interrogo Nidia –Estoy en Las Bahamas en el palacete de mi padre; Edward ayudado de mi padre prácticamente me secuestró. –Qué, no te entiendo ¿Cómo que te secuestro?¿Qué vas a hacer?–le preguntó. –Eres mi asistente personal, pensé que tú podrías ayudarme. Ella se rio, con el estómago encogido. –Bueno, mi fuerte no son los maridos desleales, las amantes astutas y menos los contratos matrimoniales condenados al fracaso. –Eres creativa amiga y eres muy sigilosa –dijo Rossi –No dejes tú celular a la mano, de todas formas compra otro, para comunicarnos estratégicamente cuando me hables