Rossi se apartó de él como pudo un poco le miroy exclamo . . . –Disculpa pero yo me siento derrota por tus manipulaciones y . . . . ––No cometas el error al pensar que la falta de mis recuerdos no se o controlo mis emociones y deseos. Yo no necesito recordar para desear a una mujer. Eso está en nuestra naturaleza, Rossi. Siento el deseo en mi cuerpo y mí arde de deseo por ti. Y la deseaba a ella. Daba igual lo que hubiera querido en el pasado. Aquel era el presente, y la estaba eligiendo a ella. Rossi no sabía bien lo que estaba haciendo solo se dejaba llevar por sus emociones. No tenía ninguna habilidad en el arte de la seducción. Tan solo contaba con esa pasión que sentía, pero dudaba de que hubiera otra mujer viva que sintiera tanta pasión por Edward grant como ella. Sus carencias en el terreno de la experiencia podían ser compensadas con creces con su deseo. Retiró la camisa de los hombros de él para acariciarle lentamente la piel, maravillada ante lo bien formado que estaba
Edward recordaba las indicaciones del doctor le había ordenado pasar unas horas al día sentado al sol para que no sufriera alguna carencia vitamínica, pero habría preferido estar en casa que en la terraza y jugar con los niños. Y en casa, con Rossi desnuda entre sus brazos mientras le daba placer una y otra vez. Se sentía insaciable por su esposa, por la mujer a la que apenas si había tocado antes del accidente. Frunció el ceño. No lograba entender por qué había hecho algoasí. Y eso le preocupaba. Y mucho, porque en aquellos momentos no podía imaginarse a sí mismo manteniendo a Rossi a distancia. Quería sentirla desnuda contra su piel todo el rato. Pero había habido algo. Algo lo suficientemente grave que su parte más interna le ponía en alerta. Una parte de sí mismo quería conocer el motivo. Pero había otra que quería que las cosas siguieran como estaban en aquellos momentos. Porque ahora tenía a Rossi, y sabía que jamás querría que se fuera de su lado. Todo transcurrió perfect
Dias después del alta de Edward, Rossi volvio a su nueva cotidianidad, presedir como directora General el consorcio de su padre. En ese momento ella se encontraba sentada detrás del escritorio que tiempo atrás ocupara Edward, cuando ejercía tal cargo; estaba terminado el analices, revisión y corrección de los últimos informes de esa semana tan atariadad para ella. Levantó las manos y se cubrió el rostro con ambas palmas estaba algo cansada, pero se sentía satisfecha había podido salir bien de todo ese trabajo y lo realizó bien. Todo estaba preparado para la junta de ese dia. Se recargó en el asiento y cerro por unos instantes sus ojos, estaba tan concentrada que no noto el momento que Edward entro a la oficina dejando un pequeño obsequio en el escritorio. Ella levantó la vista y observo a Edward con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón . . –¿Qué es? . . . .–pregunto Rossi con seriedad. –¡Abrelo! –Le exhorto Edward Rossi se tornó dudativa, aquella pequeña caja de terc
Ya no tenía palabras para expresar lo que sentía, pero podía demostrárselo. Podía hacerle ver la tormenta de fuego que ardía en su interior y en ese instante era lo que hacía.. Y, si aquello hacía que ambos ardieran vivos, no le importaría ser consumido. Lo decidió en aquel instante. –No quiero hacerte más daño. No quiero volver a romperte el corazón –murmuró entonces Edward, repentinamente tenso. –Creo que ambos estamos un poco rotos –Rossi lo rodeó con los brazos por el cuello y lo atrajo hacia sí–. –No se, tal vez por eso estamos ahora encajando. Edward le acarició la mejilla con delicadez –Pero yo fui quien te rompió a ti. Allí, en el lugar en que floreció tantas emciones por él, había encontrado algo nuevo. La necesidad de tener algo más que una vida alejada del mundo. Edward se tumbó a su lado y apoyó la cabeza sobre un codo para mirarla. –Es hora de comer –dijo mientras le acariciaba la mejilla–. De hecho, por eso he venido a buscarte. –Supongo que nos hemos tomado un
–¿Cómo puedes acusarme a mí de estropearlo? ¡No fui yo la que tuvo una ristra de amantes durante nuestro matrimonio! –Ya sé que fui yo. Y ni siquiera lo oculté. Estoy avergonzado de ello. Pero no puedo cambiar el pasado, Rose. Cariño tendrás que permitir que pueda alejarme de los errores que cometí. Si vas a seguir viéndome siempre como lo que fui, nunca podré superarlo. –Así que depende de mí, ¿no? –preguntó Rossi en tono gélido. –Si para ti voy a seguir siendo solo el hombre que te traicionó, será muy difícil para ambos Aquellas palabras golpearon de lleno el corazón de Rossi. –Lo siento –murmuró. Se había sentido nerviosa todo el día ante la perspectiva de la fiesta. No estaba siendo ella misma. Y aquello no era justo para Edward. –¿Puedes decirme qué te pasa? –preguntó él con ternura. –No tenemos por qué tener esta discusión ahora. –Yo me temo que sí. Sobre todo porque pareces muy disgustada conmigo. –No estoy disgustada contigo. Pero... no puedo olvidar que durante los
La noche iba avanzando y ellos continuaban allí sentados conversando dispuestos a llegar a una meta bien para todos. Asi que Edward la miro y con desolación continuo . . –Y tú... tú has sido valiente. Te esforzaste y luchaste por nosotros. Me exigiste que reaccionara en varias ocasiones y yo no quise hacerlo. Pero no quiero lo que propones –¿Qué quieres decir? –preguntó Rossi con suavidad. –He querido conversar contigo porque necesito pedir lo imposible de ti una vez más. La esperanza, el dolor y la alegría se adueñaron de Rossi en igual medida al escuchar aquello. –No hace daño pedir –murmuró. –Soy un hombre a medias.Los papeles están firmados. La casa y la empresa son tuyas. Pero necesito pedirte esto: perdóname, por favor. Dame una segunda oportunidad. Rossi tuvo que esforzarse. –¿Por qué? ¿Por qué iba a darte una segunda oportunidad? – preguntó, temblorosa–. La casa y la empresa no significan nada para mí. Estaba dispuesta a dejarlo todo atrás. No lo quiero. El la miro y
--Estas muy hermosa, amiga. Sé que Rene te hara muy feliz.-Exclamo Rossi abrazando a su amiga. --Espero que tu tambien logres la felicidad, te lo mereces. --Estas lista ya para irnos nos esperan en la iglesia. En la iglesia Edward calmaba los nervios del novio. --Ya Rene respira profundo, te vas a infartar --Claro como si fuera tan facil. Cuando te casaste hace dos meses con Rossi tu estabas igual y era yo el que te daba consejos. Ambos hombres sonrieron la felicidad les embargaba en aquel momento. --Sé que tu y Nidia seran felices igual que Rossi y yo. --Si, espero que esta vez sea la vencida para ambos amigo. Recuerda lo maravillosa que es Rossi, me aparte de ella, la deje para que ella por sí misma consiguiera su camino. Regreso a ti, hazla feliz o te la veras conmigo. --No te preocupes aprendi por las malas de mis errores y eso no se volvera a repetir. Amo a Rossi y no la dejaré ir esta vez. --Papi, papi ya viene mama y tía Nidia. Era Santi que corria hacia Edward y Rene
De nuevo Rosse se encontraba ahí esperando que él llegara. Rose una elegante mujer, muy segura y en ese instante tenía cierta inseguridad. Miraba a su alrededor, en búsqueda de su esposo, tomo aire y pensó–Otra fiesta aburrida en medio de una larga sucesión de fiestas aburridas», Algunos de los invitados le sonreían de una manera amistosa. Muchos la conocían por ser la primogénita de la familia Evans. –Ya es tarde y he estado el tiempo justo; –Se dijo para si misma, así que se fue alejando con cautela hacia la salida del gran salón y prefirió montarse en su auto perderse en el tráfico de las estrechas calles.El momento clave de la tarde y decepcionante, su esposo, se había marchado a una junta dejándola no la tomo en cuenta.Se le vino a la mente las palabras que mantuvieron antes de irse.–Recuerda esta noche es la fiesta del consorcio, me vas a buscar para prepararme, si no me vas a buscar avisa por favor, no quiero tener que perder tiempo esperando a alguien que no llega. –mu