Rossi se sentía como si le faltara el aire para respirar. Se imaginaba que era el alcohol lo que hacía que se sintiera grogui, mal la decisión tomarse tres copas en el avión. Desde el momento en que subió al avión todo le parecía ligeramente irreal. Después de media hora sobrevolando parte de Europa, decidió pedir algo de beber y se tomó varias copas de un rico coctel mientras el tiempo pasaba y a la larga hizo un efecto no deseado. Rossi oyó el repique de su celular y observo que era Altemirante, respondió tratando de controlar el mar de emociones que la embargaba –¡Hola! cómo estás, princesa, ¿Dónde estás? –Interrogo Altemirante. Edward la miro con ira y le quito el celular al oir la voz y respondió –Hola, cómo esta socio, cómo puedo ayudarte mi querida esposa está dormida junto a mí aún no se despierta y no deseo despertarla. –Buenos días, Edward disculpa no quiero molestar pero había quedado con Rossi revisar los presupuestos del risort. –Yo le aviso cuando despierte, socio.
Edwar molesto salió a caminar para controlarse. Rossi miraba por el ventanal de su habitación y noto que Edwar caminaba inquieto de un lado al otro en el jardín. Un hombre que parecía haber perdido el control era un extraño para ella.En ese instante contestaba al otro lado del celular, eso la hiso reaccionar, era Nidia su asistente y su amiga. –Hola, te he estado llamando, dónde estás, y este número –Interrogo Nidia –Estoy en Las Bahamas en el palacete de mi padre; Edward ayudado de mi padre prácticamente me secuestró. –Qué, no te entiendo ¿Cómo que te secuestro?¿Qué vas a hacer?–le preguntó. –Eres mi asistente personal, pensé que tú podrías ayudarme. Ella se rio, con el estómago encogido. –Bueno, mi fuerte no son los maridos desleales, las amantes astutas y menos los contratos matrimoniales condenados al fracaso. –Eres creativa amiga y eres muy sigilosa –dijo Rossi –No dejes tú celular a la mano, de todas formas compra otro, para comunicarnos estratégicamente cuando me hables
–Disculpe Sra Evans, pero solo recibo las órdenes de su padre, él está en el salón de estar del yate. Rossi con furia bajo en un dos por tres los escalones del yate hacia la estancia donde se encontraba su padre. –Buenos días señor Evans, que maldad tiene ahora en mente, señor. El padre se giró con una expresión de cansancio, respondió –Sólo quiero la paz y felicidad de mi única hija, es mucho pedir. –Depende cuál es la definición tuya de felicidad. A que te refieres tú por felicidad. El hombre maduro la miro y no trato de acercarse a su hija renuente, pero respondió –Un hogar, una familia. –¡AH!. Te burlas verdad. Dime algo papa. . . ¡Por qué te casaste con mi madre?. La querias por lo menos cuando tomaste la decisión de casarte con ella. Nunca he visto a mi padre opinar sobre algo, con respecto a la empresa, pero parte de las empresas eran herencia de mi madre. –Decidimos casarnos por el bien de nuestras familias y las empresas, hija. –¡AH!, una transacción comercial. Bue
Edward se quedó observando cómo se alejaba –¡Malditas mujeres!, quien las entienden y lanzo con fuerza la flor que se la dio a Rossi y ella no la tomo. Miraba Hacia el mar cuando se oye el repique del celular, al notar que era Nina, respondió con molestia . . . –¿Que pasa Nina?. ¡Te dije que no me llamaras! –Ok, tu eres el que sale perdiendo– ella iba a cortar cuando el exclamo –Deja el drama y habla de una vez. –Llegaron los accionistas en el hotel. Aquí está con ellos el socio mayoritario, amorcito de tu querida Rossi. –Déjame en paz, encárgate por ahora de ellos mañana nos vemos temprano en el hall del hotel a las nueve de la mañana. –¡AH!, nos vienes está noche querido, o sea que puedo probar otro postre cariño –¡Cállate!. Deja la necedad, tengo que quedarme en la isla, debo mantener las apariencias, haz lo que te plazca. Minutos más tarde Nina conversaba con Sam unos de sus aliados. –¡Sam!, necesito que me hagas un gran favor! –Comentó Nina con autoridad. El chico tor
Rossi descendió del helicóptero e inmediatamente se dirigió a la habitación presidencial donde sus padres estaban hospedados.- –¡Señora Evans! – comento el encargado de la recepción al verla –Buenos días –espeto a toda prisa – Ella lo miro con gravedad reflejada en su rostro y preguntó en ese tono . . . –¡¿Están mis padres?!. –¡Si!, señora pero me temo que están algo ocupados –respondió el jefe de recepción –Pero ya la anuncio –Al ver la expresión en el rostro de la joven. –¡No!, deja, yo voy, será una gran sorpresa. –Señora Evans, ellos se encuentran en el jardín trasero del hall del hotel, conversando con una señorita. –Ok, perfecto –Rossi alzó el brazo y se encamino sin más hacia el jardín. –¡Buenos días! – saludo Rossi con garbo al llegar al lado de sus padres. El padre levantó la vista del celular que tenía y la miró con gran sorpresa y musito –¡Hija! –La expresión en el rostro del padre no daba cabida a su estupor, verla allí tan decidida frente a ellos. –¡Cómo va todo,
Rossi esbozó una sonrisa triste. Las mujeres ejecutivas no se podían poner nerviosas, no podían permitirse ese lujo. Mientras se dirigía hacia el baño de damas oyó voces en una de las oficinas del hall del hotel el director general del departamento jurídico se acercó para saludar a sus padres, pero algo la detuvo. —Rossi tiene veintisiete años, no diecisiete —estaba diciendo su madre. —No será fácil enviarle de viaje al extranjero, no tiene veinte. Hace años cuando se envió lejos fue lo más sensato entonces, pero hacerlo ahora... —Pues claro que es lo más sensato. Entonces solo eran tontas fantasías románticas, pero en esta ocasión ha creado un problema para el consorcio. Todo está en el aire, las tensas relaciones con Edwar es, el final de las negociaciones del tratado. Rossi contuvo el aliento. ¿Su padre la veía como un problema para el consorcio? Ella había trabajado mucho para servir a su familia. No había rechazado el matrimonio concertado con Edward. Aunque las negociacion
–Edward –Susurro Sebastian sentado a su lado en la mesa de juntas –Ha pasado más de quince minutos y no inicia esto. Edward carraspeo su garganta y miro su reloj –Ya era hora que iniciara la junta. En instante se oye la puerta del salón de juntas y la vista de todos quedo fijada en la entrada. –Lamentamos llegar tarde, señores –anunció Altemirante quien entraba junto a Rossi. –Se nos presentó un pequeño percance . Rossi se veía hermosa y centrada. Edward sintió molestia de notar como se le acercaba Altemirante, pero él debía controlarse, pensó Edward. Por otro lado Rossi desdeño a Edward. La junta inicio . . . –Buenos señores, en la carpeta que les estoy pasando van todo lo referente al presupuesto, se realizaron tomándose en cuenta varios puntos. Si alguno tiene alguna inquietud, comente la situación, señores. No hubo problema en la presentación de los presupuestos pero al final. –Señores aclarados las dudas al respecto del proyecto, quiero exponer una situación y la decisión
Rossi era consciente de la conmoción que habían creado saliendo junto a Altemirante de la junta y agradecía el calor y la fuerza de su mano, que no había soltado en ningún momento. Irse con un hombre para conocerse mejor, fueron las palabras de él al sacarla de allí; eso era territorio inexplorado para ella, pero no hubiera sido capaz de rechazarlo. Cuando salían del edificio vio al guarda espaldas observando desde la entrada. Sin duda, antes de que acabase la noche su padre sabría dónde había estado y con quién. —¿Has cambiado de opinión? —le preguntó Altemirante, deteniéndose para mirarla. Rossi negó con la cabeza, aunque le gustó que hubiese notado su preocupación. —No, estoy bien. No he cambiado de opinión. René Altemirante sonrió, mostrando unos perfectos dientes blancos en contraste con su rostro, y Rossi tuvo que hacer un esfuerzo para respirar. —Estupendo. Vamos entonces, tengo mi yate no lejos de aquí. Resultó ser muy cerca, el hotel quedaba cerca del muelle y al f