–Edward –Susurro Sebastian sentado a su lado en la mesa de juntas –Ha pasado más de quince minutos y no inicia esto. Edward carraspeo su garganta y miro su reloj –Ya era hora que iniciara la junta. En instante se oye la puerta del salón de juntas y la vista de todos quedo fijada en la entrada. –Lamentamos llegar tarde, señores –anunció Altemirante quien entraba junto a Rossi. –Se nos presentó un pequeño percance . Rossi se veía hermosa y centrada. Edward sintió molestia de notar como se le acercaba Altemirante, pero él debía controlarse, pensó Edward. Por otro lado Rossi desdeño a Edward. La junta inicio . . . –Buenos señores, en la carpeta que les estoy pasando van todo lo referente al presupuesto, se realizaron tomándose en cuenta varios puntos. Si alguno tiene alguna inquietud, comente la situación, señores. No hubo problema en la presentación de los presupuestos pero al final. –Señores aclarados las dudas al respecto del proyecto, quiero exponer una situación y la decisión
Rossi era consciente de la conmoción que habían creado saliendo junto a Altemirante de la junta y agradecía el calor y la fuerza de su mano, que no había soltado en ningún momento. Irse con un hombre para conocerse mejor, fueron las palabras de él al sacarla de allí; eso era territorio inexplorado para ella, pero no hubiera sido capaz de rechazarlo. Cuando salían del edificio vio al guarda espaldas observando desde la entrada. Sin duda, antes de que acabase la noche su padre sabría dónde había estado y con quién. —¿Has cambiado de opinión? —le preguntó Altemirante, deteniéndose para mirarla. Rossi negó con la cabeza, aunque le gustó que hubiese notado su preocupación. —No, estoy bien. No he cambiado de opinión. René Altemirante sonrió, mostrando unos perfectos dientes blancos en contraste con su rostro, y Rossi tuvo que hacer un esfuerzo para respirar. —Estupendo. Vamos entonces, tengo mi yate no lejos de aquí. Resultó ser muy cerca, el hotel quedaba cerca del muelle y al f
Había pasado ya un rato desde que llegaron al yate y el celular de Rossi no cesaba de sonar. Ella lo miro una vez más y Rene le preguntó . . . –Tú padre o tú esposo –No, mi madre. –Exclamo ella con algo de tristeza –Pero no deseo contestar, me duele que ella tenga esa actitud. –Dale tiempo al tiempo, las tormentas pasan y vuelve la calma, cariño. Tomo la barbilla de ella con sus dedos y le acaricio la mejilla con el índice. Rossi disimuló la corriente que sintió, sacudió la cabeza. No quería creer que fuese verdad, pero intuía que lo era. –Eso, me consta han pasado muchas tormentas en vida, las enfrento, lucho por mantenerme a flote. Ella sentía que su vida era un desastre últimamente. Ella era un desastre, según su padre. Debería haber esperado que el malicioso destino le gastase otra jugarreta. Controlando sus emociones interrogo —¿Y tú, Rene ¿Qué es lo que tú quieres de la vida? Él no tuvo que pensarlo siquiera. —Buena salud, buenos amigos, retos profesionales que me mante
Rene ya sabía que la presencia de Rossi le alteraba su organizada vida, pero ella despertaba en él intensas emociones. Desde la primera vez que la detalló en el almuerzo benéfico, meses antes. Luego cuando ella se presentó por si sola a su empresa y ofrecer una buena inversión en su proyecto hotelero, demostró que era una mujer muy especial. A pesar que creía como era ella no dejaba de sorprenderlo. Lo había sorprendido en el momento que le preguntó qué lo hacía feliz y qué quería de la vida. Y luego después lo había impresionado su sinceridad al aceptar que no era capaz de responder a esa misma pregunta. Rossi cautivaba su mente y su corazón además de su cuerpo. Era una combinación embriagadora. —¿Cuánto tiempo vas a estar fuera del consorcio? —le preguntó abruptamente él — ¿Unos días, unas semanas? Ella echó la cabeza hacia atrás. —La verdad es que aún no lo he decidido. Voy a tomarme un tiempo de vacaciones. Una rápida búsqueda en el consorcio había revelado que ella tení
A la mañana siguiente Rossi se despertó más tarde de lo normal, con su dolor ya familiar en el abdomen por estos días tan habitual en ella, pero también con una sensación de felicidad y anticipo. La decisión de embarcarse en una aventura con Rene Altemirante era bastante arriesgada. Estaría rompiendo con sus principios y quemando sus puentes. La prensa diría que, por ser una mujer casada, no debería buscar una aventura de verano. Pero la verdad era que se sentía feliz y no le paraba a nada. El instinto le decía que había tomado la decisión correcta y esa sensación se avivó cuando recibió un mensaje de Rene invitándola a desayunar, comer o cenar, dependiendo de la hora que pudiera . EIla sonrió mientras respondía al mensaje. En lugar de pasar la mañana hecha un ovillo, con un libro y una bolsa de agua caliente, iba a ver a Rene. El hombre que pronto sería su primer amante. Edward se había propuesto conquistar a su esposa, esa mañana se levantó temprano y verificó que todo lo q
Rossi había tenido un día muy agitado, había tenido dos reuniones con algunos inversionista, ya estaba casi terminando su día de trabajo, estaba en su oficina dando las últimas indicaciones a su asistente . . .–Terminaste ya todo, recuerda mañana llego un poco tarde, así que ten todo listo en mi escritorio para cuando yo llegue iniciar sin perder tiempo . . . .Rossi llegó a casa, se sentía algo agotada al entrar al estacionamiento capto el carro de Edward estacionado al final, ya tenía días quedándose a dormir en la casa, arrugo el ceño, no quería tener que verlo, entro a la casa por la parte trasera al oír voces dentro de la casa, las voces de los amigos de su esposo. No le apetecía en este momentos tertulias.–¡Rossi!, ¡Rossi! –Era Edward golpeando la puerta de su habitación con fuerza. –¡Maldición! Rossi, ábreme sé que llegaste –grito fuertemente –¡¿Qué no me olles?!, Rossi. Ella seguía en el baño metida en la bañera.–Si no me abres ahora, tirare la puerta, Rossi. –Seguía afue
Rossi se levantó de la cama, estaba muy adolorida le dolían los brazos, sus partes íntimas pero más le dolía su corazón, ella nunca pensó que Edward la trataría de esa manera, se conocían desde siempre y hoy Edward había terminado de destruir toda su alma. Edward la escucho quejarse cuando se levantó de la cama y trato de comentar pero de su boca no salió sino solo su nombre . . . . –Rossi –musito él con cierta emoción. . . Ella alzó la mano y con fuerza comentó –¡Callate! . . . . Y se encamino al baño. Una vez que terminó de ducharse se miró al espejo para peinarse, noto sus pómulos enrojecidos y sus labios chinchados, ella se veía y se sentía diferente. Respiro profundo y grito desde su interior, golpeando con fuerza la consola del lavamanos. . . –¡Maldito idiota, Edward!. Eres de lo peor.–Mascullo ella mirando sus nudillos, aún después de haber sido ultrajada, aquel sexo al final cuando él se puso amoroso, en alguna parte de su yo interno, le había agradado. Pero eso sería lo ú
Cuando se encontraba solo Edward saco de sus pertenencias el sobre que le entrego Rene antes de asentarle el último golpe que lo dejo sin conocimiento. Abrió el sobre y desplego el papel para comenzar a leer Edward Cuando leas estas palabras, ya estaré lejos y así quiero permanecer, lejos. Ya no soporto más seguir mirando tú rostro que me parece tan falso y ladino. El día que nos casamos tú cambiaste conmigo o yo no lograba ver quien eras realmente. Ese cambio no me gusto al plano que paso nuestra relación por ponerle un nombre a nuestro matrimonio, el cual no respetaste. Cuando nos casamos creí que entre nosotros habría una buena amistad que hiciera llevadero el suplicio que significaba nuestro matrimonio. Te diré que en verdad dolió tu desconsideración para conmigo. Créeme quería entenderte para disculparte, pero tus desvanes iban en aumento. Todos a nuestro alrededor sabían de tus engaños y yo ..., trataba de justificarte. Esperaba que fueras un caballero conmigo y me consider