Cuando llegó recordó la expresión del chofer de la empresa quien lo había ido a buscar al aeropuerto . . . –Buenos días, señor Edward, ¿cómo le fue en el viaje? –Exclamo el chofer mientras miraba disimuladamente a los lados buscando a Rossi. –¿Y . . .? –inquirió el chofer aunque de inmediato se calló, al notar en la mirada de Edward una gran hostilidad. –¡Ella no viene conmigo! –inquirió Edward subiendo a la limusina –¡Date prisa, voy retrasado!.–Ordenó regresando la vista a su celular. –¿A dónde lo llevo, señor?–cuestionó el chofer con mirada de intriga –¡Tú, solo maneja!, espero un mensaje, para saber con exactitud a donde debo ir primero –¡Como no señor! Luego de haber pasado por las oficinas del detective; una vez que llego a la villa, bajo del auto y se despidió de Franklin el chofer sin muchos comentarios . . . –Gracias, Franklin, te avisaré a qué horas salgo para el consorcio mañana. –Ok, señor. Al entrar solicitó a una de las mucamas deshacer las maletas y encargarse
–Te comportaste como un cavernícola, todo por celos, amigo. –¿Eres un completo idiota?, amigo. ¿Celos, yo? –Interrogo Edward a su amigo. –¡Sí!, celos amigo –Cuestionó Sebastian, sin parar de reír al ver la cara de Edward.–Es en serio Edward, ¿Tú celoso?.–seguía sonriendo . . –Eso es increíble, no te creí ese tipo de persona. Yo también sentí celos por mi esposa, sin embargo no la trate mal, amigo. Edward lo miro y no comento nada a lo que Sebastian prosiguió . . . –Amigo, yo deje que ella tomara una decisión que la hiciera sentirse bien y feliz, que más podía hacer, pero tú . . . metiste la gran patada, te dejaste cegar por los celos y la maltrataste . . ., no debiste hacerle daño. . . –Edward entiendo por qué ella se fue, tiene toda la razón de haberlo hecho, vuelvo y te repito. –También tú me vas a sermonear mi culpa, ya tengo bastante con lo mal que me siento para oírte. –Tenías que confiar en ella. Todos estos años, sabias que a ella siempre ha tenido hombres detrás de ell
Rossi llegó temprano al consorcio de su padre, todos los que la vieron entrar quedaron sorprendidos al verla. Por las náuseas y vómitos, estaba un poco más delgada pero no le quedaba mal, la figura de su cuerpo estaban más definidas. Su larga cabellera hubo de cortarla se le estaba cayendo mucho así que el peluquero le recomendó un corte de pelo tipo melena y degradado y le quedo muy bien. Saludos de forma seca a los presentes sin dar oportunidad de nada, no deseaba conversar con nadie. Le toco llenarse de paciencia con sus padres, su interrogatorio que corto casi enseguida . . . –Hija, donde has estado, porque no llamas. Estamos muy preocupados por ti. –Disculpa mama, no quiero ser grosera, pero tengo el tiempo justo de venir a lo que vine y no puedo perder tiempo en más. –Como así Rossi, no piensas quedarte? –Pregunto la madre con voz angustiada. –No madre, resuelvo lo que tengo que resolver y me vuelvo a ir. –No, pero creí que ya regresabas de tus vacaciones, que merecidas
Más tarde Edward con una gran pena esperaba el ascensor, se sentía derrotado y con un gran vacío. Las palabras de Rossi le golpearon en su alma, peor que un puño en la cara, necesitaba irse pronto, salir de allí, sentía que iba a e, miro los números del ascensor. Las puertas se abrieron en el tercer piso dejando ver el rostro de Rossi, inexpresivo, con sus manos cruzadas a la altura de su vientre y al lograr mirarla noto que algo le pasaba . . . Ella inmediatamente desvió su mirada, pero sus ojos se cristalizaron sin poder evitarlo, debido a las hormonas del embarazo estaba muy suceptible . . . –¿Qué pasa? –inquiero Edward con inquietud . . . Rossi no contestó y dio un paso para alejarse de él, gimiendo de forma indiferente al ignorarlo, él no permitió que se apartará de él y la sujeto. Ella quiso soltarse, pero no pudo hacerlo porque él la agarro con más firmeza, acercándola más a él. –¡Rosi! que ocurre, ¿Por qué lloras? El mentón de ella comenzó a temblar, un par de lágrimas
–¡Rossi!, ¿cómo te fue, bebe? –Rene noto la expresión de ella, esa serenidad que quería mostrar estaba lejos de ser así. Rene camino hasta donde ella se encontraba, y le estampo un beso en la mejilla, Edward había marcado a Rossi y desde que se alejó de todos, había algo en su mirada que hacía que él no tratará de conquistarla. Más sin embargo él estaría allí a su lado para todo lo que ella necesitará, esa mujer había calado en su ser como nunca antes nadie lo hizo. –Muy bien René, ya estoy divorciada . . . Mi vida continua y me debo acostumbrar que mi familia en esta nueva vida no figuran por mucho tiempo. Por lo menos hasta que mis padres no respeten mis decisiones. –Y Edward. ¿Qué creés?. Con remordimientos, con palabras que realmente . . ., bueno eso no importa ahora Rene. –Y tú, nada te dice tu mente, ¿No sientes nada por él, cariño?. No sentiste igual que él, no separarse y tratar de darse una oportunidad . . . Rossi no respondió al instante, aunque algo se movía en l
Dos años atrás . . . –Amiga, como te sientes,. . . –Muy bien Nidia y el bebe . . . –Está bien, es hermoso dentro de un rato te lo traen. Rossi debo decirte algo pero por favor no te inquietes . . . –Tranquila, nada ni nadie me robara estos momentos de felicidad, amiga . . .–¿Qué pasa? Nidia la miro y con gran inquietud exclamó . . . –Edward, cancelo todos los gastos de la clínica, en cualquier momento puede que llegue amiga. Que piensas hacer . . . –Por supuesto, voy a marcharme de aquí, debo alejarme de él. Me puedes ayudar . . . –¿Y tienes que preguntármelo? ¿Qué es lo que tienes en mente? Rossi dudó al darse cuenta de que no tenía nada en mente. Sin embargo, eso solo duró un segundo. –¿Puedes ir a mi casa para recoger mí pasaporte y el equipaje que tengo preparado para emergencias? –Claro, Tendrás que bajar por las escaleras traseras de la clínica . . . –Mientras tanto yo reservaré un vuelo. Si puedo tomar prestado tu auto? –¡Claro! Eso ni lo preguntes . . . –Gracias,
Esa mañana Rossi, sentada miraba a Santi su hijo, jugando con la arena. El niño ya caminaba, pronto cumpliría los tres años. Era blanco, los ojos grandes como su padre y su pelo negro azabache. El tiempo había pasado rápido. Estaba distraída cuando oyó la voz alterada de Mara, quien corría hacía ella . . . Se dio la vuelta y vio que Mara se acercaba a ella corriendo entre las rocas que marcaban los límites de la entrada hacia el jardin y la playa Tenía el rostro sonrojado y se estaba trastocando las manos. Rossi sintió que el corazón comenzaba a latirle con fuerza. Sabía que el gesto de Mara era el anticipo de malas noticias. Un mal presentimiento se apoderó de ella. Se acercó más al niño. ¿Le habría pasado algo al esposo de la señora Mara? ¿A Maya, tal vez...? –He venido a advertirle –dijo Mara con la voz entrecortada–. Su... –No hay necesidad, señora Mara –la interrumpió una profunda y gélida voz–. –Soy perfectamente capaz de hablar por mí mismo, ahora por favor déjenos ella y
Una hora más tarde luego de tomarse unos minutos para sacarse el agua salada con un buen baño, Rossi desde su habitación oyó las risas de su hijo y la voz de Edward, miro por la ventana de su habitación y presencio la escena, el niño y Edward, sentado en el jardín jugando con el niño con una pelota lazando la pelota y meterla dentro de un tobo. La alegría del niño era vigente. Rossi sintió una emoción que no pudo evitar. Cuando Rossi llego al jardín comentó . . . –Santi ya es hora de almorzar y luego debes dormir una rato hijo, ven vamos . . . El niño miro a Rossi y sonriendo exclamo –Mami, he jugado con tu amigo un rato y he metido ya varias pelotas al cubo, él me enseño mami. . .–¿Puede venir almorzar el con nosotros mama . . .? Rossi miro al niño tratando de controlar todas sus emociones alborotadas por la presencia de Edward allí . . . –Claro hijo, él está invitado . Miro a Edward y le comentó te puedes lavar en el baño de visitantes, está a la izquierda, Edward. Minutos des