La presencia de Edward la tenía inquieta, la pena de la muerte de sus padres empeoraba toda esta situación. No lograba conciliar el sueño. Así que decidió salir. . . El aroma del mar era muy relajante para ella y al mezclaba con el aroma de las flores y de algo más que no era capaz de nombrar, la hacía sentir paz. Cerró los ojos y aspiró profundamente. Resultaba muy familiar y profundamente atractivo, algunas emociones despertaban en ella, pero no podía concretar de qué se trataba. –Hola, Rossi. ¿No puedes dormir? – Era Edward. Su voz sonó cálida en ese instante y sin poder evitarlo la envolvió por completo. Se dio la vuelta y se agarró a la barandilla para no caerse y con la otra mano se agarró el escote de la bata. Él estaba al otro lado de la terraza, pero también se accedía a la terraza de su habitación. La luz era demasiado tenue para leer la expresión de su rostro, pero había mucho más que ver. Mucha piel desnuda. Él llevaba puestos unos pantalones de pijama, que le quedaba
Edward más seguro refuto – Rossi tu miedo será . . . –¿Podría ser… esto? –prosiguió él como si Rossi no hubiera comentado nada. Le tiró de la mano y la estrechó contra su cuerpo. Rossi contuvo el aliento cuando le plantó la otra mano sobre el pecho para alejarlo de ella. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Edward se llevó la mano que le había agarrado y la apretó los labios contra la palma. Ella sintió unos labios sorprendentemente suaves y la deliciosa abrasión de la incipiente barba de Edward, un recordatorio de su masculinidad. Inmediatamente, las sensaciones que aparecieron en ella. Deseo. Delicia. Debilidad. No lo comprendía. Su cuerpo empezó a temblar y supo que tenía que revelarse contra lo que estaba sintiendo. Edward la amoldo a su cuerpo y se inclinó de nuevo para besarle la sensible piel del reverso de la muñeca, haciendo que las chispas saltaran en su sangre. El problema era que Rossi tenía tan poca experiencia… A pesar de todo, apretó los labios y le empujó
Bien temprano en la maña Edward se levantó salió a correr un poco para buscar un alivio a su intranquilidad. Recordar a su hijo le hizo sonreir, revivió la experiencia cuando le fue presentado su hijo. Un par de ojos se clavaron en él. Los con puntitos eran como los de su madre. No sabía por qué lo afectaba eso, pero algo se encogió en su pecho al ver esa carita. –Santi, quiero que conozcas... –Rossi hizo una pausa, como si no supiera cómo presentarlo. –Hola, me llamo Edward –se adelantó él–. A partir de ahora compartiremos algo de tiempo hijo . . . . El niño se limpió la mano antes de ofrecérsela solemnemente. –Hola, yo soy Santi, me aleglo conocelo. Edward apretó la manita del niño, observando esa cara tan pequeña y seria mirándolo intensamente, como buscando alguna señal de desaprobación. De repente, sintió que volvía atrás en el tiempo, cuando aprendía los modales y cómo saludar a los socios de su padre. Era un niño cuando el tubo que aprender rápidamente, ya que la altern
Rossi se encontraba cerca de la piscina conversando con unos de los empleados y de repente su mirada se consiguió con la figura masculina de Edward, se quedó mirando. Sintió como se le erizó el vello de la nuca. Durante una décima de segundo experimentó una sensación ante la idea de ser suya, pero de una manera muy distinta a su encuentro fatal. Se le paso por la mente de experimentar toda aquella intensidad, que veía en los ojos de Edward que no pasaban en vano frente sus ojos. No pudo evitar, deslizar la mirada por aquellos hombros tan anchos, por el cuerpo masculino que solo usaba un pantalón corto y su tórax desnudo. Dio un paso atrás y derramó un poco de agua del vaso que llevaba en la mano. Un mal pensamiento paso por su mente. Edward la buscaba solo por no tener a Nina, su amante de casi toda la vida de adulto de él. Cuando Edward estuvo cerca de ella, Rossi le comento con fuerza –No soy la sustituta de Nina – las palabras le salieron haciendo un esfuerzo. –Si es por es
Rossi, quería marcharse y dejarlo allí pero algo la retenía seguir junto a Edward. Transcurrió un largo instante antes de que él contestara. –Por supuesto. Pero con una vez fue suficiente y si te lo conté, se te olvidó. Pero eso, no volverá a suceder – sus palabras encerraban certeza absoluta. Ella deseó poseer semejante convicción. Debería apartarse de Edward y del peligro que representaba ahora para ella, si quería paz y tranquilidad en su vida futura. –¿Por qué yo?, ya tienes la fortuna de mi familia – apretó las mandíbulas–. Aquí hay muchas mujeres glamurosas, las que tu acostumbra a tener cerca de ti. –¿Crees que tú no eres glamurosa?, ¡Rossi! . . . –Conozco mis limitaciones. Pero eso no importa, ese no el tema en este momento – Ella ignoró la tensión que sintió en el estómago. Edward dejó el vaso de agua al lado del suyo y Ella se preguntó si intentaría acercarse más. Pero lo que hizo fue meterse las manos en los bolsillos del pantalón. El movimiento enfatizó el poder de s
Edward miraba la gran inquietud reflejada en el rostro de Rossi y quiso tomarla por los brazos –¡No! – Ella le puso las manos en los hombros y le apartó. Edward no se movió. –No me importa a qué acuerdo hayas llegado con mi padre, antes del accidente donde murieron, Edward. No me puedes forzar. ¡Déjame ir! Él apretó las mandíbulas y Ella vio cómo le latía el pulso. Aspiró con fuerza el aire y, para su sorpresa, él dio un paso atrás. Se mantuvo unos centímetros más lejos. –Esto no tiene que ver con ningún acuerdo, Rossi. Te le mencione antes, esto es sobre nosotros. –No hay ningún «nosotros». –Insistió Rossi de nuevo –Por supuesto que sí. Tú también notas la conexión que hay. El deseo. –Por que la insistencia, vuelvo y te pregunto¿Crees que si hay sexo entre nosotros me convencerá para que regrese contigo? – el pecho le subía y le bajaba–. El le miro y mantuvo silencio, por lo que ella expuso . . . –¿Tienes algún complejo?¿Tan bueno crees que eres en la cama? ¿O tienes pensad
El ocaso iniciaba y Edward avanzaba con fuerza por el agua, forzando a su cuerpo al límite para intentar cansarse, quería apaciguar toda su inquietud. En este instante él cualquier cosa con tal de aplacar la frustración que lo tenía tan tenso. ¿No había podido pensar que ganarse a Rossi iba a ser tan difícil? Ella tenía más determinación y más tenacidad que cualquier otro negociador que se hubiera encontrado. Le dolía en el alma la insistencia de ella por resistirse, a pesar de que resultaba evidente que la inquietaba. El le había dado más de lo que le había dado nunca a ninguna otra mujer. Era cierto que le fallo, que fue un cobarde con ella, pero cuando la perdió todo en su alma y en su cuerpo cambio. Llevaba tiempo pidiéndole disculpas y sin embargo, ella lo miraba a veces con aquellos brillantes ojos como si él fuera la personificación del diablo. Apretó los dientes y nadó más rápidamente, hasta que le dolieron las piernas y los hombros y los pulmones parecían estar a punto de
Mientras Edward hablaba con un tono de voz bajo y mostrando arrepentimiento en su rostro Rossi con mofa exclamo … –Yo, estoy segura de que tu siempre encuentra lo que necesita en todas las superficies reflectantes que te rodean. No entiendo tu postura ahora Edward y no se si pensar que eso casi podría considerarse una habilidad, más tuya. El la miro y exclama –Aunque te cueste creer, esa es ahora mi forma de ser y pensar, Rossi. –Creo que toda esta situación y tu insistencia para conmigo, confirma mi opinión sobre tu evidente ego, sigue terminar sin revelarme qué estás haciendo aquí. Edward no había decidido cómo iba a hacer aquello. En algún rincón de su baqueteada alma había imaginado que aquella podría ser una oportunidad de ser sincero. O, al menos, todo lo sincero que se podía ser. Pero no había contado con Rossi y su nulidad de aquel modo. –Tengo una propuesta que hacerte, viaja conmigo y dura por lo menos unas dos semanas, para que tu misma observe y verifique todo lo q