Rossi llegó temprano al consorcio de su padre, todos los que la vieron entrar quedaron sorprendidos al verla. Por las náuseas y vómitos, estaba un poco más delgada pero no le quedaba mal, la figura de su cuerpo estaban más definidas. Su larga cabellera hubo de cortarla se le estaba cayendo mucho así que el peluquero le recomendó un corte de pelo tipo melena y degradado y le quedo muy bien. Saludos de forma seca a los presentes sin dar oportunidad de nada, no deseaba conversar con nadie. Le toco llenarse de paciencia con sus padres, su interrogatorio que corto casi enseguida . . . –Hija, donde has estado, porque no llamas. Estamos muy preocupados por ti. –Disculpa mama, no quiero ser grosera, pero tengo el tiempo justo de venir a lo que vine y no puedo perder tiempo en más. –Como así Rossi, no piensas quedarte? –Pregunto la madre con voz angustiada. –No madre, resuelvo lo que tengo que resolver y me vuelvo a ir. –No, pero creí que ya regresabas de tus vacaciones, que merecidas
Más tarde Edward con una gran pena esperaba el ascensor, se sentía derrotado y con un gran vacío. Las palabras de Rossi le golpearon en su alma, peor que un puño en la cara, necesitaba irse pronto, salir de allí, sentía que iba a e, miro los números del ascensor. Las puertas se abrieron en el tercer piso dejando ver el rostro de Rossi, inexpresivo, con sus manos cruzadas a la altura de su vientre y al lograr mirarla noto que algo le pasaba . . . Ella inmediatamente desvió su mirada, pero sus ojos se cristalizaron sin poder evitarlo, debido a las hormonas del embarazo estaba muy suceptible . . . –¿Qué pasa? –inquiero Edward con inquietud . . . Rossi no contestó y dio un paso para alejarse de él, gimiendo de forma indiferente al ignorarlo, él no permitió que se apartará de él y la sujeto. Ella quiso soltarse, pero no pudo hacerlo porque él la agarro con más firmeza, acercándola más a él. –¡Rosi! que ocurre, ¿Por qué lloras? El mentón de ella comenzó a temblar, un par de lágrimas
–¡Rossi!, ¿cómo te fue, bebe? –Rene noto la expresión de ella, esa serenidad que quería mostrar estaba lejos de ser así. Rene camino hasta donde ella se encontraba, y le estampo un beso en la mejilla, Edward había marcado a Rossi y desde que se alejó de todos, había algo en su mirada que hacía que él no tratará de conquistarla. Más sin embargo él estaría allí a su lado para todo lo que ella necesitará, esa mujer había calado en su ser como nunca antes nadie lo hizo. –Muy bien René, ya estoy divorciada . . . Mi vida continua y me debo acostumbrar que mi familia en esta nueva vida no figuran por mucho tiempo. Por lo menos hasta que mis padres no respeten mis decisiones. –Y Edward. ¿Qué creés?. Con remordimientos, con palabras que realmente . . ., bueno eso no importa ahora Rene. –Y tú, nada te dice tu mente, ¿No sientes nada por él, cariño?. No sentiste igual que él, no separarse y tratar de darse una oportunidad . . . Rossi no respondió al instante, aunque algo se movía en l
Dos años atrás . . . –Amiga, como te sientes,. . . –Muy bien Nidia y el bebe . . . –Está bien, es hermoso dentro de un rato te lo traen. Rossi debo decirte algo pero por favor no te inquietes . . . –Tranquila, nada ni nadie me robara estos momentos de felicidad, amiga . . .–¿Qué pasa? Nidia la miro y con gran inquietud exclamó . . . –Edward, cancelo todos los gastos de la clínica, en cualquier momento puede que llegue amiga. Que piensas hacer . . . –Por supuesto, voy a marcharme de aquí, debo alejarme de él. Me puedes ayudar . . . –¿Y tienes que preguntármelo? ¿Qué es lo que tienes en mente? Rossi dudó al darse cuenta de que no tenía nada en mente. Sin embargo, eso solo duró un segundo. –¿Puedes ir a mi casa para recoger mí pasaporte y el equipaje que tengo preparado para emergencias? –Claro, Tendrás que bajar por las escaleras traseras de la clínica . . . –Mientras tanto yo reservaré un vuelo. Si puedo tomar prestado tu auto? –¡Claro! Eso ni lo preguntes . . . –Gracias,
Esa mañana Rossi, sentada miraba a Santi su hijo, jugando con la arena. El niño ya caminaba, pronto cumpliría los tres años. Era blanco, los ojos grandes como su padre y su pelo negro azabache. El tiempo había pasado rápido. Estaba distraída cuando oyó la voz alterada de Mara, quien corría hacía ella . . . Se dio la vuelta y vio que Mara se acercaba a ella corriendo entre las rocas que marcaban los límites de la entrada hacia el jardin y la playa Tenía el rostro sonrojado y se estaba trastocando las manos. Rossi sintió que el corazón comenzaba a latirle con fuerza. Sabía que el gesto de Mara era el anticipo de malas noticias. Un mal presentimiento se apoderó de ella. Se acercó más al niño. ¿Le habría pasado algo al esposo de la señora Mara? ¿A Maya, tal vez...? –He venido a advertirle –dijo Mara con la voz entrecortada–. Su... –No hay necesidad, señora Mara –la interrumpió una profunda y gélida voz–. –Soy perfectamente capaz de hablar por mí mismo, ahora por favor déjenos ella y
Una hora más tarde luego de tomarse unos minutos para sacarse el agua salada con un buen baño, Rossi desde su habitación oyó las risas de su hijo y la voz de Edward, miro por la ventana de su habitación y presencio la escena, el niño y Edward, sentado en el jardín jugando con el niño con una pelota lazando la pelota y meterla dentro de un tobo. La alegría del niño era vigente. Rossi sintió una emoción que no pudo evitar. Cuando Rossi llego al jardín comentó . . . –Santi ya es hora de almorzar y luego debes dormir una rato hijo, ven vamos . . . El niño miro a Rossi y sonriendo exclamo –Mami, he jugado con tu amigo un rato y he metido ya varias pelotas al cubo, él me enseño mami. . .–¿Puede venir almorzar el con nosotros mama . . .? Rossi miro al niño tratando de controlar todas sus emociones alborotadas por la presencia de Edward allí . . . –Claro hijo, él está invitado . Miro a Edward y le comentó te puedes lavar en el baño de visitantes, está a la izquierda, Edward. Minutos des
La presencia de Edward la tenía inquieta, la pena de la muerte de sus padres empeoraba toda esta situación. No lograba conciliar el sueño. Así que decidió salir. . . El aroma del mar era muy relajante para ella y al mezclaba con el aroma de las flores y de algo más que no era capaz de nombrar, la hacía sentir paz. Cerró los ojos y aspiró profundamente. Resultaba muy familiar y profundamente atractivo, algunas emociones despertaban en ella, pero no podía concretar de qué se trataba. –Hola, Rossi. ¿No puedes dormir? – Era Edward. Su voz sonó cálida en ese instante y sin poder evitarlo la envolvió por completo. Se dio la vuelta y se agarró a la barandilla para no caerse y con la otra mano se agarró el escote de la bata. Él estaba al otro lado de la terraza, pero también se accedía a la terraza de su habitación. La luz era demasiado tenue para leer la expresión de su rostro, pero había mucho más que ver. Mucha piel desnuda. Él llevaba puestos unos pantalones de pijama, que le quedaba
Edward más seguro refuto – Rossi tu miedo será . . . –¿Podría ser… esto? –prosiguió él como si Rossi no hubiera comentado nada. Le tiró de la mano y la estrechó contra su cuerpo. Rossi contuvo el aliento cuando le plantó la otra mano sobre el pecho para alejarlo de ella. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Edward se llevó la mano que le había agarrado y la apretó los labios contra la palma. Ella sintió unos labios sorprendentemente suaves y la deliciosa abrasión de la incipiente barba de Edward, un recordatorio de su masculinidad. Inmediatamente, las sensaciones que aparecieron en ella. Deseo. Delicia. Debilidad. No lo comprendía. Su cuerpo empezó a temblar y supo que tenía que revelarse contra lo que estaba sintiendo. Edward la amoldo a su cuerpo y se inclinó de nuevo para besarle la sensible piel del reverso de la muñeca, haciendo que las chispas saltaran en su sangre. El problema era que Rossi tenía tan poca experiencia… A pesar de todo, apretó los labios y le empujó