Rossi había tenido un día muy agitado, había tenido dos reuniones con algunos inversionista, ya estaba casi terminando su día de trabajo, estaba en su oficina dando las últimas indicaciones a su asistente . . .–Terminaste ya todo, recuerda mañana llego un poco tarde, así que ten todo listo en mi escritorio para cuando yo llegue iniciar sin perder tiempo . . . .Rossi llegó a casa, se sentía algo agotada al entrar al estacionamiento capto el carro de Edward estacionado al final, ya tenía días quedándose a dormir en la casa, arrugo el ceño, no quería tener que verlo, entro a la casa por la parte trasera al oír voces dentro de la casa, las voces de los amigos de su esposo. No le apetecía en este momentos tertulias.–¡Rossi!, ¡Rossi! –Era Edward golpeando la puerta de su habitación con fuerza. –¡Maldición! Rossi, ábreme sé que llegaste –grito fuertemente –¡¿Qué no me olles?!, Rossi. Ella seguía en el baño metida en la bañera.–Si no me abres ahora, tirare la puerta, Rossi. –Seguía afue
Rossi se levantó de la cama, estaba muy adolorida le dolían los brazos, sus partes íntimas pero más le dolía su corazón, ella nunca pensó que Edward la trataría de esa manera, se conocían desde siempre y hoy Edward había terminado de destruir toda su alma. Edward la escucho quejarse cuando se levantó de la cama y trato de comentar pero de su boca no salió sino solo su nombre . . . . –Rossi –musito él con cierta emoción. . . Ella alzó la mano y con fuerza comentó –¡Callate! . . . . Y se encamino al baño. Una vez que terminó de ducharse se miró al espejo para peinarse, noto sus pómulos enrojecidos y sus labios chinchados, ella se veía y se sentía diferente. Respiro profundo y grito desde su interior, golpeando con fuerza la consola del lavamanos. . . –¡Maldito idiota, Edward!. Eres de lo peor.–Mascullo ella mirando sus nudillos, aún después de haber sido ultrajada, aquel sexo al final cuando él se puso amoroso, en alguna parte de su yo interno, le había agradado. Pero eso sería lo ú
Cuando se encontraba solo Edward saco de sus pertenencias el sobre que le entrego Rene antes de asentarle el último golpe que lo dejo sin conocimiento. Abrió el sobre y desplego el papel para comenzar a leer Edward Cuando leas estas palabras, ya estaré lejos y así quiero permanecer, lejos. Ya no soporto más seguir mirando tú rostro que me parece tan falso y ladino. El día que nos casamos tú cambiaste conmigo o yo no lograba ver quien eras realmente. Ese cambio no me gusto al plano que paso nuestra relación por ponerle un nombre a nuestro matrimonio, el cual no respetaste. Cuando nos casamos creí que entre nosotros habría una buena amistad que hiciera llevadero el suplicio que significaba nuestro matrimonio. Te diré que en verdad dolió tu desconsideración para conmigo. Créeme quería entenderte para disculparte, pero tus desvanes iban en aumento. Todos a nuestro alrededor sabían de tus engaños y yo ..., trataba de justificarte. Esperaba que fueras un caballero conmigo y me consider
Cuando llegó recordó la expresión del chofer de la empresa quien lo había ido a buscar al aeropuerto . . . –Buenos días, señor Edward, ¿cómo le fue en el viaje? –Exclamo el chofer mientras miraba disimuladamente a los lados buscando a Rossi. –¿Y . . .? –inquirió el chofer aunque de inmediato se calló, al notar en la mirada de Edward una gran hostilidad. –¡Ella no viene conmigo! –inquirió Edward subiendo a la limusina –¡Date prisa, voy retrasado!.–Ordenó regresando la vista a su celular. –¿A dónde lo llevo, señor?–cuestionó el chofer con mirada de intriga –¡Tú, solo maneja!, espero un mensaje, para saber con exactitud a donde debo ir primero –¡Como no señor! Luego de haber pasado por las oficinas del detective; una vez que llego a la villa, bajo del auto y se despidió de Franklin el chofer sin muchos comentarios . . . –Gracias, Franklin, te avisaré a qué horas salgo para el consorcio mañana. –Ok, señor. Al entrar solicitó a una de las mucamas deshacer las maletas y encargarse
–Te comportaste como un cavernícola, todo por celos, amigo. –¿Eres un completo idiota?, amigo. ¿Celos, yo? –Interrogo Edward a su amigo. –¡Sí!, celos amigo –Cuestionó Sebastian, sin parar de reír al ver la cara de Edward.–Es en serio Edward, ¿Tú celoso?.–seguía sonriendo . . –Eso es increíble, no te creí ese tipo de persona. Yo también sentí celos por mi esposa, sin embargo no la trate mal, amigo. Edward lo miro y no comento nada a lo que Sebastian prosiguió . . . –Amigo, yo deje que ella tomara una decisión que la hiciera sentirse bien y feliz, que más podía hacer, pero tú . . . metiste la gran patada, te dejaste cegar por los celos y la maltrataste . . ., no debiste hacerle daño. . . –Edward entiendo por qué ella se fue, tiene toda la razón de haberlo hecho, vuelvo y te repito. –También tú me vas a sermonear mi culpa, ya tengo bastante con lo mal que me siento para oírte. –Tenías que confiar en ella. Todos estos años, sabias que a ella siempre ha tenido hombres detrás de ell
Rossi llegó temprano al consorcio de su padre, todos los que la vieron entrar quedaron sorprendidos al verla. Por las náuseas y vómitos, estaba un poco más delgada pero no le quedaba mal, la figura de su cuerpo estaban más definidas. Su larga cabellera hubo de cortarla se le estaba cayendo mucho así que el peluquero le recomendó un corte de pelo tipo melena y degradado y le quedo muy bien. Saludos de forma seca a los presentes sin dar oportunidad de nada, no deseaba conversar con nadie. Le toco llenarse de paciencia con sus padres, su interrogatorio que corto casi enseguida . . . –Hija, donde has estado, porque no llamas. Estamos muy preocupados por ti. –Disculpa mama, no quiero ser grosera, pero tengo el tiempo justo de venir a lo que vine y no puedo perder tiempo en más. –Como así Rossi, no piensas quedarte? –Pregunto la madre con voz angustiada. –No madre, resuelvo lo que tengo que resolver y me vuelvo a ir. –No, pero creí que ya regresabas de tus vacaciones, que merecidas
Más tarde Edward con una gran pena esperaba el ascensor, se sentía derrotado y con un gran vacío. Las palabras de Rossi le golpearon en su alma, peor que un puño en la cara, necesitaba irse pronto, salir de allí, sentía que iba a e, miro los números del ascensor. Las puertas se abrieron en el tercer piso dejando ver el rostro de Rossi, inexpresivo, con sus manos cruzadas a la altura de su vientre y al lograr mirarla noto que algo le pasaba . . . Ella inmediatamente desvió su mirada, pero sus ojos se cristalizaron sin poder evitarlo, debido a las hormonas del embarazo estaba muy suceptible . . . –¿Qué pasa? –inquiero Edward con inquietud . . . Rossi no contestó y dio un paso para alejarse de él, gimiendo de forma indiferente al ignorarlo, él no permitió que se apartará de él y la sujeto. Ella quiso soltarse, pero no pudo hacerlo porque él la agarro con más firmeza, acercándola más a él. –¡Rosi! que ocurre, ¿Por qué lloras? El mentón de ella comenzó a temblar, un par de lágrimas
–¡Rossi!, ¿cómo te fue, bebe? –Rene noto la expresión de ella, esa serenidad que quería mostrar estaba lejos de ser así. Rene camino hasta donde ella se encontraba, y le estampo un beso en la mejilla, Edward había marcado a Rossi y desde que se alejó de todos, había algo en su mirada que hacía que él no tratará de conquistarla. Más sin embargo él estaría allí a su lado para todo lo que ella necesitará, esa mujer había calado en su ser como nunca antes nadie lo hizo. –Muy bien René, ya estoy divorciada . . . Mi vida continua y me debo acostumbrar que mi familia en esta nueva vida no figuran por mucho tiempo. Por lo menos hasta que mis padres no respeten mis decisiones. –Y Edward. ¿Qué creés?. Con remordimientos, con palabras que realmente . . ., bueno eso no importa ahora Rene. –Y tú, nada te dice tu mente, ¿No sientes nada por él, cariño?. No sentiste igual que él, no separarse y tratar de darse una oportunidad . . . Rossi no respondió al instante, aunque algo se movía en l