Había pasado ya un rato desde que llegaron al yate y el celular de Rossi no cesaba de sonar. Ella lo miro una vez más y Rene le preguntó . . . –Tú padre o tú esposo –No, mi madre. –Exclamo ella con algo de tristeza –Pero no deseo contestar, me duele que ella tenga esa actitud. –Dale tiempo al tiempo, las tormentas pasan y vuelve la calma, cariño. Tomo la barbilla de ella con sus dedos y le acaricio la mejilla con el índice. Rossi disimuló la corriente que sintió, sacudió la cabeza. No quería creer que fuese verdad, pero intuía que lo era. –Eso, me consta han pasado muchas tormentas en vida, las enfrento, lucho por mantenerme a flote. Ella sentía que su vida era un desastre últimamente. Ella era un desastre, según su padre. Debería haber esperado que el malicioso destino le gastase otra jugarreta. Controlando sus emociones interrogo —¿Y tú, Rene ¿Qué es lo que tú quieres de la vida? Él no tuvo que pensarlo siquiera. —Buena salud, buenos amigos, retos profesionales que me mante
Rene ya sabía que la presencia de Rossi le alteraba su organizada vida, pero ella despertaba en él intensas emociones. Desde la primera vez que la detalló en el almuerzo benéfico, meses antes. Luego cuando ella se presentó por si sola a su empresa y ofrecer una buena inversión en su proyecto hotelero, demostró que era una mujer muy especial. A pesar que creía como era ella no dejaba de sorprenderlo. Lo había sorprendido en el momento que le preguntó qué lo hacía feliz y qué quería de la vida. Y luego después lo había impresionado su sinceridad al aceptar que no era capaz de responder a esa misma pregunta. Rossi cautivaba su mente y su corazón además de su cuerpo. Era una combinación embriagadora. —¿Cuánto tiempo vas a estar fuera del consorcio? —le preguntó abruptamente él — ¿Unos días, unas semanas? Ella echó la cabeza hacia atrás. —La verdad es que aún no lo he decidido. Voy a tomarme un tiempo de vacaciones. Una rápida búsqueda en el consorcio había revelado que ella tení
A la mañana siguiente Rossi se despertó más tarde de lo normal, con su dolor ya familiar en el abdomen por estos días tan habitual en ella, pero también con una sensación de felicidad y anticipo. La decisión de embarcarse en una aventura con Rene Altemirante era bastante arriesgada. Estaría rompiendo con sus principios y quemando sus puentes. La prensa diría que, por ser una mujer casada, no debería buscar una aventura de verano. Pero la verdad era que se sentía feliz y no le paraba a nada. El instinto le decía que había tomado la decisión correcta y esa sensación se avivó cuando recibió un mensaje de Rene invitándola a desayunar, comer o cenar, dependiendo de la hora que pudiera . EIla sonrió mientras respondía al mensaje. En lugar de pasar la mañana hecha un ovillo, con un libro y una bolsa de agua caliente, iba a ver a Rene. El hombre que pronto sería su primer amante. Edward se había propuesto conquistar a su esposa, esa mañana se levantó temprano y verificó que todo lo q
Rossi había tenido un día muy agitado, había tenido dos reuniones con algunos inversionista, ya estaba casi terminando su día de trabajo, estaba en su oficina dando las últimas indicaciones a su asistente . . .–Terminaste ya todo, recuerda mañana llego un poco tarde, así que ten todo listo en mi escritorio para cuando yo llegue iniciar sin perder tiempo . . . .Rossi llegó a casa, se sentía algo agotada al entrar al estacionamiento capto el carro de Edward estacionado al final, ya tenía días quedándose a dormir en la casa, arrugo el ceño, no quería tener que verlo, entro a la casa por la parte trasera al oír voces dentro de la casa, las voces de los amigos de su esposo. No le apetecía en este momentos tertulias.–¡Rossi!, ¡Rossi! –Era Edward golpeando la puerta de su habitación con fuerza. –¡Maldición! Rossi, ábreme sé que llegaste –grito fuertemente –¡¿Qué no me olles?!, Rossi. Ella seguía en el baño metida en la bañera.–Si no me abres ahora, tirare la puerta, Rossi. –Seguía afue
Rossi se levantó de la cama, estaba muy adolorida le dolían los brazos, sus partes íntimas pero más le dolía su corazón, ella nunca pensó que Edward la trataría de esa manera, se conocían desde siempre y hoy Edward había terminado de destruir toda su alma. Edward la escucho quejarse cuando se levantó de la cama y trato de comentar pero de su boca no salió sino solo su nombre . . . . –Rossi –musito él con cierta emoción. . . Ella alzó la mano y con fuerza comentó –¡Callate! . . . . Y se encamino al baño. Una vez que terminó de ducharse se miró al espejo para peinarse, noto sus pómulos enrojecidos y sus labios chinchados, ella se veía y se sentía diferente. Respiro profundo y grito desde su interior, golpeando con fuerza la consola del lavamanos. . . –¡Maldito idiota, Edward!. Eres de lo peor.–Mascullo ella mirando sus nudillos, aún después de haber sido ultrajada, aquel sexo al final cuando él se puso amoroso, en alguna parte de su yo interno, le había agradado. Pero eso sería lo ú
Cuando se encontraba solo Edward saco de sus pertenencias el sobre que le entrego Rene antes de asentarle el último golpe que lo dejo sin conocimiento. Abrió el sobre y desplego el papel para comenzar a leer Edward Cuando leas estas palabras, ya estaré lejos y así quiero permanecer, lejos. Ya no soporto más seguir mirando tú rostro que me parece tan falso y ladino. El día que nos casamos tú cambiaste conmigo o yo no lograba ver quien eras realmente. Ese cambio no me gusto al plano que paso nuestra relación por ponerle un nombre a nuestro matrimonio, el cual no respetaste. Cuando nos casamos creí que entre nosotros habría una buena amistad que hiciera llevadero el suplicio que significaba nuestro matrimonio. Te diré que en verdad dolió tu desconsideración para conmigo. Créeme quería entenderte para disculparte, pero tus desvanes iban en aumento. Todos a nuestro alrededor sabían de tus engaños y yo ..., trataba de justificarte. Esperaba que fueras un caballero conmigo y me consider
Cuando llegó recordó la expresión del chofer de la empresa quien lo había ido a buscar al aeropuerto . . . –Buenos días, señor Edward, ¿cómo le fue en el viaje? –Exclamo el chofer mientras miraba disimuladamente a los lados buscando a Rossi. –¿Y . . .? –inquirió el chofer aunque de inmediato se calló, al notar en la mirada de Edward una gran hostilidad. –¡Ella no viene conmigo! –inquirió Edward subiendo a la limusina –¡Date prisa, voy retrasado!.–Ordenó regresando la vista a su celular. –¿A dónde lo llevo, señor?–cuestionó el chofer con mirada de intriga –¡Tú, solo maneja!, espero un mensaje, para saber con exactitud a donde debo ir primero –¡Como no señor! Luego de haber pasado por las oficinas del detective; una vez que llego a la villa, bajo del auto y se despidió de Franklin el chofer sin muchos comentarios . . . –Gracias, Franklin, te avisaré a qué horas salgo para el consorcio mañana. –Ok, señor. Al entrar solicitó a una de las mucamas deshacer las maletas y encargarse
–Te comportaste como un cavernícola, todo por celos, amigo. –¿Eres un completo idiota?, amigo. ¿Celos, yo? –Interrogo Edward a su amigo. –¡Sí!, celos amigo –Cuestionó Sebastian, sin parar de reír al ver la cara de Edward.–Es en serio Edward, ¿Tú celoso?.–seguía sonriendo . . –Eso es increíble, no te creí ese tipo de persona. Yo también sentí celos por mi esposa, sin embargo no la trate mal, amigo. Edward lo miro y no comento nada a lo que Sebastian prosiguió . . . –Amigo, yo deje que ella tomara una decisión que la hiciera sentirse bien y feliz, que más podía hacer, pero tú . . . metiste la gran patada, te dejaste cegar por los celos y la maltrataste . . ., no debiste hacerle daño. . . –Edward entiendo por qué ella se fue, tiene toda la razón de haberlo hecho, vuelvo y te repito. –También tú me vas a sermonear mi culpa, ya tengo bastante con lo mal que me siento para oírte. –Tenías que confiar en ella. Todos estos años, sabias que a ella siempre ha tenido hombres detrás de ell