Edward se quedó observando cómo se alejaba –¡Malditas mujeres!, quien las entienden y lanzo con fuerza la flor que se la dio a Rossi y ella no la tomo. Miraba Hacia el mar cuando se oye el repique del celular, al notar que era Nina, respondió con molestia . . . –¿Que pasa Nina?. ¡Te dije que no me llamaras! –Ok, tu eres el que sale perdiendo– ella iba a cortar cuando el exclamo –Deja el drama y habla de una vez. –Llegaron los accionistas en el hotel. Aquí está con ellos el socio mayoritario, amorcito de tu querida Rossi. –Déjame en paz, encárgate por ahora de ellos mañana nos vemos temprano en el hall del hotel a las nueve de la mañana. –¡AH!, nos vienes está noche querido, o sea que puedo probar otro postre cariño –¡Cállate!. Deja la necedad, tengo que quedarme en la isla, debo mantener las apariencias, haz lo que te plazca. Minutos más tarde Nina conversaba con Sam unos de sus aliados. –¡Sam!, necesito que me hagas un gran favor! –Comentó Nina con autoridad. El chico tor
Rossi descendió del helicóptero e inmediatamente se dirigió a la habitación presidencial donde sus padres estaban hospedados.- –¡Señora Evans! – comento el encargado de la recepción al verla –Buenos días –espeto a toda prisa – Ella lo miro con gravedad reflejada en su rostro y preguntó en ese tono . . . –¡¿Están mis padres?!. –¡Si!, señora pero me temo que están algo ocupados –respondió el jefe de recepción –Pero ya la anuncio –Al ver la expresión en el rostro de la joven. –¡No!, deja, yo voy, será una gran sorpresa. –Señora Evans, ellos se encuentran en el jardín trasero del hall del hotel, conversando con una señorita. –Ok, perfecto –Rossi alzó el brazo y se encamino sin más hacia el jardín. –¡Buenos días! – saludo Rossi con garbo al llegar al lado de sus padres. El padre levantó la vista del celular que tenía y la miró con gran sorpresa y musito –¡Hija! –La expresión en el rostro del padre no daba cabida a su estupor, verla allí tan decidida frente a ellos. –¡Cómo va todo,
Rossi esbozó una sonrisa triste. Las mujeres ejecutivas no se podían poner nerviosas, no podían permitirse ese lujo. Mientras se dirigía hacia el baño de damas oyó voces en una de las oficinas del hall del hotel el director general del departamento jurídico se acercó para saludar a sus padres, pero algo la detuvo. —Rossi tiene veintisiete años, no diecisiete —estaba diciendo su madre. —No será fácil enviarle de viaje al extranjero, no tiene veinte. Hace años cuando se envió lejos fue lo más sensato entonces, pero hacerlo ahora... —Pues claro que es lo más sensato. Entonces solo eran tontas fantasías románticas, pero en esta ocasión ha creado un problema para el consorcio. Todo está en el aire, las tensas relaciones con Edwar es, el final de las negociaciones del tratado. Rossi contuvo el aliento. ¿Su padre la veía como un problema para el consorcio? Ella había trabajado mucho para servir a su familia. No había rechazado el matrimonio concertado con Edward. Aunque las negociacion
–Edward –Susurro Sebastian sentado a su lado en la mesa de juntas –Ha pasado más de quince minutos y no inicia esto. Edward carraspeo su garganta y miro su reloj –Ya era hora que iniciara la junta. En instante se oye la puerta del salón de juntas y la vista de todos quedo fijada en la entrada. –Lamentamos llegar tarde, señores –anunció Altemirante quien entraba junto a Rossi. –Se nos presentó un pequeño percance . Rossi se veía hermosa y centrada. Edward sintió molestia de notar como se le acercaba Altemirante, pero él debía controlarse, pensó Edward. Por otro lado Rossi desdeño a Edward. La junta inicio . . . –Buenos señores, en la carpeta que les estoy pasando van todo lo referente al presupuesto, se realizaron tomándose en cuenta varios puntos. Si alguno tiene alguna inquietud, comente la situación, señores. No hubo problema en la presentación de los presupuestos pero al final. –Señores aclarados las dudas al respecto del proyecto, quiero exponer una situación y la decisión
Rossi era consciente de la conmoción que habían creado saliendo junto a Altemirante de la junta y agradecía el calor y la fuerza de su mano, que no había soltado en ningún momento. Irse con un hombre para conocerse mejor, fueron las palabras de él al sacarla de allí; eso era territorio inexplorado para ella, pero no hubiera sido capaz de rechazarlo. Cuando salían del edificio vio al guarda espaldas observando desde la entrada. Sin duda, antes de que acabase la noche su padre sabría dónde había estado y con quién. —¿Has cambiado de opinión? —le preguntó Altemirante, deteniéndose para mirarla. Rossi negó con la cabeza, aunque le gustó que hubiese notado su preocupación. —No, estoy bien. No he cambiado de opinión. René Altemirante sonrió, mostrando unos perfectos dientes blancos en contraste con su rostro, y Rossi tuvo que hacer un esfuerzo para respirar. —Estupendo. Vamos entonces, tengo mi yate no lejos de aquí. Resultó ser muy cerca, el hotel quedaba cerca del muelle y al f
Había pasado ya un rato desde que llegaron al yate y el celular de Rossi no cesaba de sonar. Ella lo miro una vez más y Rene le preguntó . . . –Tú padre o tú esposo –No, mi madre. –Exclamo ella con algo de tristeza –Pero no deseo contestar, me duele que ella tenga esa actitud. –Dale tiempo al tiempo, las tormentas pasan y vuelve la calma, cariño. Tomo la barbilla de ella con sus dedos y le acaricio la mejilla con el índice. Rossi disimuló la corriente que sintió, sacudió la cabeza. No quería creer que fuese verdad, pero intuía que lo era. –Eso, me consta han pasado muchas tormentas en vida, las enfrento, lucho por mantenerme a flote. Ella sentía que su vida era un desastre últimamente. Ella era un desastre, según su padre. Debería haber esperado que el malicioso destino le gastase otra jugarreta. Controlando sus emociones interrogo —¿Y tú, Rene ¿Qué es lo que tú quieres de la vida? Él no tuvo que pensarlo siquiera. —Buena salud, buenos amigos, retos profesionales que me mante
Rene ya sabía que la presencia de Rossi le alteraba su organizada vida, pero ella despertaba en él intensas emociones. Desde la primera vez que la detalló en el almuerzo benéfico, meses antes. Luego cuando ella se presentó por si sola a su empresa y ofrecer una buena inversión en su proyecto hotelero, demostró que era una mujer muy especial. A pesar que creía como era ella no dejaba de sorprenderlo. Lo había sorprendido en el momento que le preguntó qué lo hacía feliz y qué quería de la vida. Y luego después lo había impresionado su sinceridad al aceptar que no era capaz de responder a esa misma pregunta. Rossi cautivaba su mente y su corazón además de su cuerpo. Era una combinación embriagadora. —¿Cuánto tiempo vas a estar fuera del consorcio? —le preguntó abruptamente él — ¿Unos días, unas semanas? Ella echó la cabeza hacia atrás. —La verdad es que aún no lo he decidido. Voy a tomarme un tiempo de vacaciones. Una rápida búsqueda en el consorcio había revelado que ella tení
A la mañana siguiente Rossi se despertó más tarde de lo normal, con su dolor ya familiar en el abdomen por estos días tan habitual en ella, pero también con una sensación de felicidad y anticipo. La decisión de embarcarse en una aventura con Rene Altemirante era bastante arriesgada. Estaría rompiendo con sus principios y quemando sus puentes. La prensa diría que, por ser una mujer casada, no debería buscar una aventura de verano. Pero la verdad era que se sentía feliz y no le paraba a nada. El instinto le decía que había tomado la decisión correcta y esa sensación se avivó cuando recibió un mensaje de Rene invitándola a desayunar, comer o cenar, dependiendo de la hora que pudiera . EIla sonrió mientras respondía al mensaje. En lugar de pasar la mañana hecha un ovillo, con un libro y una bolsa de agua caliente, iba a ver a Rene. El hombre que pronto sería su primer amante. Edward se había propuesto conquistar a su esposa, esa mañana se levantó temprano y verificó que todo lo q