Esa mañana Nina llegaba a la oficina y con mal semblante observo el poco de carpetas dejadas a última hora de la noche, tenía mucho trabajo pendiente y eso la ponía de mal carácter, tenía que lograr su objetivo, lograr el puesto de Rosse para trabajar más cómodamente, y delegar trabajo a su asistente.
Estaba ordenando las carpetas cuando llego Yonny, el idiota amigo de Edward, no lo pasaba para nada, al mirarlo con disgusto este comentó . . .
–Pareces que estas molesta, nena. Nina lo miro con mal aspecto a lo que Sebastian exclamo . . .
–Deberías llevarte mejor conmigo Nina, fui yo el quien evito que te cambiaran a la otra sede, nena. Tu querido Edward no se movió para nada, no trato de ayudarte.
Nina no dijo nada solo hizo una pequeña mueca simulando una sonrisa que no le salió.
–Nina por favor solicité que preparan el café para la junta, ve a buscarlo el camarero de la cafetería viene subiendo por el ascensor, también viene unos pasa bocas y los llevas a la sala de junta.
Ella paso junto a él ignorándolo, cuando llegaba al ascensor su día empeoro, de allí salía Rosse, lo que le faltaba.
Rossi como si nada saludo –Buenos días Nina, por favor cuando puedas pasa por mi oficina luego de la reunión, tengo que hablar contigo
Nina la miro con fastidio y respondió –No sé, ya veré Edward viajará hoy y debo tener listo para la una de la tarde una serie de documentos y aún me falta, Dra Rossi.
Rossi la mira y con seriedad le cito –Ve a ver cómo te las arreglas Nina, pero te quiero en mi oficina luego de la reunión, te quedo claro.
Sonrió un poco al recibir la jarra que venía muy llena trató de tirarle café a Rossi pero sonó el otro ascensor y de allí salían Edward con varios socios y eso freno la felicidad de Nina.
–Llegas tarde cariño–Excalmó Edward con mucha dulzura, la ficción delante de los demás.
Ella se aprovechó de la mentira y quisó cobrase un poco el engaño de su esposo y Nina así que se acercó a su esposo y lo beso, poniendo en eso su mejor empeño
Como Edward no podía apartarla de golpe, la separo un poco y este exclamo
–Cariño, ten un poco de control ira que no estamos solos. Los otros socios sonrieron y comentaron . ..
–No te preocupes Edward tienes a una linda esposa muy apasionada..
Rossi exclamó –Cariño tú bien sabes que cuando trabajas mucho y te ausenta de casa, luego tienes doble jornada, querido. Los socios sonrieron
Nina estaba roja de la ira que sintió y miro a Edward con cara de pocos amigos. Rosse en su interior sintió un poco de felicidad, eso era lo que quería, con eso y un poco más lograría que esos dos discutieran.
Al entrar a la sala de junta todos se estaban ubicando en sus respectivos sitios, Rosse ya iba llegando cuando de repente se oyó un grito, era Nina quien sentía el ardor por el café caliente y la voz pausada de Rosse pidiendo disculpas
–Que pena Nina, disculpa que te tumbara el café, pero tú no tenías bien agarrada la taza cariño.
Nina quería vaciarle el café a Rossi por eso se puso a servir los cafés, Rossi le gano en la jugada y haciendo que quería decirle algo a Sebastian alzo la mano cuando Nina trataba de tirarle el café a Rossi, la taza cayó a los pies de Nina, salpicándola de café, el cual estaba muy caliente.
Nina con cara de furia y tratando de controlarse conteniendo las lágrimas salió de la sala de junta bajo la mirada de disgusto del padre de Rossi, quien era unos de los socios y director del consorcio.
Esa noche tenían una cena del consorcio que invertiría con ellos en un nuevo proyecto. Rossi regresaba de la peluquería, solo tenía que vestirse, esa tarde se había comprado un vestido muy elegante y algo atrevido.
Estaba ya lista solo esperaba como siempre a su esposo cuando entra un mensaje. Ella ya imaginaba de que se trataba. . .
*-“Cariño, por favor adelántate, no podré irte a buscar, llegaré a la cena salgo de aquí con Nina, nos vemos allá, Edward”
Ella respiro y se dijo –Tranquila, sigue con la ficción
Antes de salir, se miró al espejo, había quedado bien maquillada y el vestido largo de un azul eléctrico le resaltaba el color de sus ojos, además el corte de la tela a lo largo de su pierna la hacía ver demasiado atractiva, haciendo el diseño elegante y aunque ella no era tan atrevida al vestir, ese día decidió comprarse ese vestido.
Tomo su bolso y salió llamando a su chofer –Vamos Efren, es tarde ya
El hombre la miro con gran sorpresa y comento algo inquieto –¡OH! claro sí, vamos señora.
Al llegar al Gran Hotel donde se realizaría la reunión el chofer preguntó
–A qué hora vengo a buscarla señora Evans?
–No puedes irte a casa tomare un taxi a mi regreso Efren, gracias.
Rosse respiro y avanzo hacia el vestíbulo, a la primera persona que encontró fue a Rene el socio principal de los inversionistas, este con mucha admiración le hablo
–Buenas noches, señora Evans, me permite que la acompañe?
Ella sonrió y muy alegremente se agarró del brazo que el hombre le ofrecía, entrando juntos al salón mientras sonreía por las frases del nuevo inversionista.
–Usted está muy hermosa está noche, deslumbra a cualquiera con su belleza, princesa. Su esposo no debería dejarla sola por ahí cualquiera podría quitársela.
Rossi sonrió y comentó –Gracias, pero mi esposo no está pendiente de eso, señor Altemirante
–Yo estaría muy pendiente Rossi y disculpe si la tuteo, llámame René. Alguien como usted no aparece dos veces en la vida de un hombre carísima.
Ella volvió a sonreír.
Al entrar sintió sobre ella las miradas de los allí presente sobre todo las miradas de los hombres. Ella sintió que su objetivo estaba hasta ese momento logrado, esa noche se vengaría un poco de su marido. Allí junto a ella estaba el hombre que utilizaría para tal fin.
–Le importaría tomarse unas copas conmigo?
–Como no para i será un placer, es nuestro invitado especial, por el contrario será para mí un placer, sino tiene una acompañante seré su acompañante esta noche Rene.
El hombre sonrió y con premura respondió –No tengo acompañante, para mí también es un placer tenerla de acompañante, Rossi.
Ella agarrada del brazo de Rene se caminaron hacia la barra. Solo unas copas y ya Rossi estaba algo mareada, sin embargo trataba de mantener el equilibrio,ella no acostumbraba a tomar licor.
–Como que no estás acostumbrada a ingerir licor carísima?
Ella asintió con la cabeza.–Ven vamos afuera el aire fresco te ayudará no es conveniente que te vean así.
René la tomo con delicadez por la cintura y la condujo de manera encubierta a los jardines del hotel.
Ella camino aferrada a él, sintiendo el calor del cuerpo de Rene y como él le apretaba la cintura con delicadez.
Unos minutos más tarde luego de caminar un poco Rene le preguntó
–Cómo te sientes? carísima . Preguntó el muy cerca de su rostro.
Ella lo miro a los ojos grises y con cierta mofa respondió –Bien gracias. – Mientras sonreía
Era como si estuviera viendo a un ser especial y sintió unas mariposas revoletear en su estómago.
–¡Rossi! –Se oyó la voz de Edward de forma ofensiva, mirándola con sus ojos enfurecidos.
–Se puede saber qué haces?
–Yo, lo mismo que tú, querido. Tú no fuiste a buscarme, llegue como siempre sola, acompaño a nuestro especial invitado, como no tiene acompañante yo me ofrecí, me canse de estar sola, Edward.
Ella lo miro y lo reto con su mirada –Anda ve con tu acompañante, no debemos quedar mal frente a los invitados y sobre todo al principal accionista. No crees?
Edward se controló y con una sonrisa respondió –Buenas noches señor Altemirante y disculpe si mi esposa le está haciendo pasar algún mal momento, venga conmigo por aquí.
Rene lo miro y con ironía respondió –Su esposa es una mujer hermosa una buena anfitriona, conversamos de cosas interesante y no me ha hecho pasar un mal momento. –Lo miro con seriedad y prosiguió
–Para mí es un grato placer tener de acompañante una hermosa mujer, señor Grant.
Edward miro a Rossi y le preguntó –Cariño ven vamos que nos están esperando para iniciar con el brindis y te quiero a mi lado como lo que eres cariño, mi esposa.
Rossi lo miro con dudas no entendía bien porque ahora su comprometida actitud.
Ella extendió la mano a Rene y con seguridad exclamo –No seas grosero con nuestro invitado, Sr. Altemirante no lo dejaré solo, mi esposo tiene una acompañante.
Ella tomo el brazo que le ofrecía Rene y ambos se movieron hacia el vestíbulo conversando sobre lo hermosa que estaba la luna sin tomar en cuenta para nada a Edward quien quedo sorprendido parado en seco en medio del jardín.
No podía ponerse cómico ahora. El no era hombre romántico, él no era ese tipo de hombres que se lo pasaban con remilgos con su pareja. El era distinto era práctico y calculador. Así que vieran a Rossi con Rene lo sabría utilizar más adelante a su favor.
Edward aborrecía estar cerca de Rossi delante de otras personas, porque debía ser cariñoso con ella, tenía que aparentar que la amaba lograr que el padre de ella confiara en él y le cediera todo a él.
A él le encantaba vivir con lujos y disfrutar del poder que iba en aumento en el consorcio, del dinero para satisfacer su propio ego. Pero Rossi complicaba todo.
Ya era media mañana y Sebastian estaba esperando a que llegara Edward. Se hacía tarde para que su amigo firmara el informe que debía ser entregado esa mañana a primera hora.Eran las diez y media cuando entro Edward por la puerta muy alterado. Sebastian lo miro y con mofa le preguntó . . .–Se puede saber que te pico hoy, que vienes así, mira la hora y aún no has firmado el informe del nuevo presupuesto los viejos lo están esperando, sobre todo tu suegro que está molestando por el intercomunicador y tú no llegabas.Edwar lo miro y con furia contesto –Sabes lo que paso anoche en el brindis?–No sé, oí algo de comentarios pero sabes bien que yo a eso no le paro mucho, si me dices.–El cretino de Rene Altamirante, tomo como acompañante a Rossi, todos comentaban lo feliz que ella se encontraba junto al idiota. Además la muy cretina se puso un vestido un poco atrevido que le quedaba tan bien que no había hombre en ese salón que no estuviera pendiente de lo que hacían ella y el cretino de R
A la mañana siguiente Rossi se levantó con una gran sonrisa en su boca, la expresión del rostro irradiaba felicidad. –¡Edawrd!-indago al ver una sombra algo borrosa a unos de sus costados. –¡Hola!, –saludo con asombro y preguntó –Y eso, tu tan de mañana en esta casa?, hare una gran raya en la pared. Exclamo Rossi con gran mofa, mientras reía. –No estoy para tus cosas Rossi. Esta también es mi casa, aquí vivo, ¡No!–Respondió el con cierto disgusto. –En serio, tú vives aquí?. Que chistoso estas, menos mal que te da por eso, y no por lanzar piedras,¡cariño!. El la miro con molestia e igualmente comento –No quiero ningún tipo de comentarios, ¡amanecí aquí y punto!, ¿Cuál es el problema?. Rossi lo miro y con sorna le respondió.–No sé, no me recuerdo ya de que me hablabas. Bueno que tengas un buen día, yo asistiré solo a la junta, luego voy a estar todo el día con el Sr. Altemirante para seguir con la compra de los materiales. Luego por la tardecita vendré a vestirme para irme a la c
Edward tenía rato de haber llegado a su oficina y trataba de analizar algunos presupuestos dejados en su escritorio, le estaba costando concentrarse en aquellas estadísticas y ya llevaba más de media hora.–¡Maldición!, Rossi es una bruja– Grito Edward lanzando los documentos a un lado del escritorio. Por un lapso permaneció allí sentado mirando al techo.Un leve toque en la puerta y sin esperar el que comentara algo Nina entro a su oficina el al mirarla preguntó–¡Qué es lo que quieres? La miro brevemente y volvió la mirada al techoElla con molestia le respondió –A mí no me trates así, Edward. Si tú no la pasas bien cuando te quedas en tu casa, yo no tengo la culpa. Ella lo miraba y como siguió sin inmutarse Nina continuo. . .–Cuando te quedas en mi casa, amaneces de otra manera, querido. No sé porque quisiste irte a quedar en tu casa.El giro la cabeza y exclamo –Si es eso por lo que estás aquí, ya vete, no quiero que nadie me moleste por ahora, Nina.Ella comentó –Solo quería f
Rossi miraba hacia el jardín de su oficina, trataba de controlarse del mal rato que acababa de pasar por la necedad de su padre. Recordaba las palabras minutos antes cruzadas con su progenitor y la hacían sentirse mal. –Hija por favor no lo hagas–Comento el Sr. Evans mientras tomaba de la mano a su hija y la acercaba más a él .–No lo despidas, es tu esposo, hija. Cuestiono ella observado su agarre –¡por qué no, papa?, él también se lo merece, además les hago un gran favor, para que pasen más tiempo juntos, pero no cerca mío, donde todos los ven y se burlan de mí, padre. –Eso te perjudicara, tu imagen y tu reputación, se verá más afectada. Rossi sonrió, exclamando –Padre, mi imagen está más que manchada; peor no puede estar. Para nadie es raro ver cómo me es infiel Edward. Solo yo era la única tonta que no terminaba por aceptarlo.–Le dijo Rossi, sacudiendo el hombro de su padre. –¿Tan pronto lo has dejado de querer?, o la codicia te ha cegado hija, mía Rossi vuelve a sonreír y re
Edward noto la rubia sentada al otro lado del bar, acariciando el borde de la copa con sus dedos, sus labios rojos esbozaban una sonrisa. Bella, voluptuosa. Destilaba deseo, sexualidad. No había nada tímido o recatado. La tendría si quisiera, sin consecuencias. A ella no le importaría la alianza que llevaba en el dedo. No tenía relación con su mujer. Sonriendo, la rubia se levantó y llegó a su lado. –¿Está solo esta noche? «Todas las noches». –Mi dama no está de humor para fiesta. Ella hizo un puchero. –¿Ah, no? –No. La rubia se inclinó, Edward percibió una nube de perfume. –Me he enterado de que nuestro anfitrión tiene un sitio reservado para clientes que prefieren un poco más de... intimidad. No había nada ambiguo en esa frase. –Eres muy descarada –le espetó –. Tú sabes que estoy casado. –Cierto, pero hay muchos rumores sobre su matrimonio. Y estoy segura de que lo sabe. –Tengo cosas mejores que hacer para estar pendiente de chismes sobre mi vida –replicó. La rubia
DÓNDE está tu mujer, Edward?. ¿Qué crees que pasará con la situación que se está presentando? Amigo. El viejo no va aceptar tu actitud fácilmente. Edward miro a su reformado amigo Sebastian, entró en el despacho. Los cristales del vaso que Rossi había roto dos días antes seguían en el suelo y también la mancha oscura del licor se observaba en la pared porque nadie había entrado en esa habitación. Era un recordatorio de lo que había ocurrido la noche que Rossi se marchó. Se lo decía casi tan alto como su m*****a conciencia. «No pasará nada». Mentira. Por supuesto que era mentira. Ella lo había desnudado, lo había dejado reducido a una masa de emociones, como la ira que no podía controlar. Otra mujer que se alejaba de él amenazando con dejarlo solo, con su orgullo sangrando, sería la comidilla de todos. No podía permitirlo, otra vez no. Por eso le había dicho que no sentía nada. Y Rossi se había ido. –¿Por qué lo preguntas? ¿Qué has oído? –Edward no se molestó en darle una expl
La noticia de la separación de Rossi y Edward no había llegado a las primeras páginas de los periódicos y si acudía a un abogado particular y este hablaba con la prensa todo explotaría. No, no podía arriesgarse. Poe eso uso los servicios del despacho de abogados del consorcio. En ese momento, tragó saliva mientras se sentaba en la silla, esperando el abogado que había iniciado los trámites de divorcio. Todo el estrés acumulado en estos días ya tenía repercusiones en su organismo y no podía seguir esperado para ir al ginecólogo porque su ciclo menstrual nunca empezaba a tiempo. Durante años, esos retrasos no le importaban tanto, pero lo nuevo era el fuerte dolor abdominal que sentía, así que al salir del despacho se iría al ginecólogo. –Señora Evans –empezó a decir el doctor Anderson, director general del despacho –. Había esperado que su esposo la acompañase. –Me imagino que el abogado Benavides le debe haber informado del inicio de trámites del divorcio entre mi esposo y yo. No h
Edward miró a Rossi, sentada frente a él en el avión privado. Había costado mucho para que accediera a realizar el viaje a las nuevas instalaciones del nuevo Resort en las Bahamas. Tenía la impresión que ella estaba tramando su asesinato, se notaba muy pensativa. Por suerte, Rossi no era para nada vengativa o empezaría a temer que se las cobrará de alguna forma. Aunque en ese momento parecía capaz de intentar asesinarlo con cualquier cosa cortante. Y era en cierto modo comprensible, pero debía salvaguardar sus intereses y eso pensaba hacer. No podía ser blando. El suegro le dio solo unos meses para conquistar a Rossi y embarazarla, un hijo le cambiaría mucho los ánimos–El suegro comento con fuerza –Ya es hora que se ocupen de tener un hijo Edward, eso la bajaría de las alturas por dónde anda, un heredero no le vendría mal. –Suegro usted debe tener claro que Rossi no es muy allegada a la maternidad. –Eso es una mascara, todas las mujeres se derriten cuando tienen hijos. Ese era