París, Francia. Abigaíl y Aitor llegaron en horas de la tarde a la ciudad del amor, ella estaba plenamente convencida de qué se trataba de un viaje de negocios. Se instalaron en el lujoso hotel con vista a la torre Eiffel. Lo primero que hizo Aby fue salir a la terraza y contemplar el bello paisaje a su alrededor. Aitor salió tras de ella, la agarró por la cintura. —¿Te gusta? —Sabes que siempre quise venir a París contigo, era uno de mis sueños de niña —suspiró profundo—, me parece mentira. —Es una realidad, amor, pero ahora debo dejarte sola unas horas, tengo que visitar a unos inversionistas, pero quiero que te prepares para la cena, te llevaré a un restaurante exclusivo para compensarte —habló con dulzura en el oído de Aby. —No tengo más remedio que esperarte. —Frunció los labios, hizo un puchero. Aitor la besó en la mejilla, sonrió en su interior. «Si tu supieras» dijo en su mente. —Prometo compensarte bien —murmuró con voz ronca. —Eso espero —respondió ella,
El último día de clases de Jake en la guardería había llegado, el siguiente ciclo empezaba el año escolar en otro colegio, como era de esperarse ya no volvería a verse con sus amiguitos, a algunos los conocía desde que era un bebé, y su mamá lo dejaba al cuidado de las encargadas para irse a trabajar. Sin embargo, mientras Aby sentía esa congoja en su pecho, Jake sonreía feliz, porque su papá le había cumplido la promesa que le hizo, y ese día iba a llevar de regalo los muñecos de Batman a todos sus amigos. —Vamos, mamá, date prisa, ya mi papá metió la caja en el auto —expresó más que contento, los ojitos le brillaban. Abigaíl lo miró con ternura, suspiró profundo. —Ya voy —respondió, se puso de pie—, estás muy feliz hoy. —Sí, es que todos van a caer desmayados de la emoción cuando vean sus obsequios —informó. —Me lo imagino —contestó Aby sonrió y le acarició la mejilla. —Ya nos podemos ir —avisó Aitor, entró a la casa, observó con ternura como su esposa, abrazaba a su hij
La palabra: ¡Positivo! Deslumbró la mirada de Abigaíl Hamilton, una amplia sonrisa apareció en sus labios. —Las cosas van a cambiar con tu papá, estoy segura de que se va a derretir contigo —susurró y acarició cautelosamente su vientre. La hermosa e inocente Abigaíl lleva casada con el amor de toda su vida: Aitor Roig alrededor de tres meses, pero su marido, se volvió extremadamente frío con ella desde aquella noche de pasión, en la que ella se entregó a él, sin ninguna reserva. Siempre se había preguntado los motivos de aquella extraña actitud, por qué Aitor había cambiado tanto con ella, se conocían desde niños, eran los mejores amigos. Aunque era cierto que tenían recuerdos desagradables, por muy feos que fueran, ya pasaron, al fin y al cabo, estaban casados. Después de la boda no habían vuelto a hacer el amor, las cosas entre ellos estaban muy tensas, tanto que ella temía un divorcio, y ser la comidilla de la gente como siempre, porque ella era la futura heredera de la famili
Aitor observó a su esposa con la mirada iracunda, los labiosapretados, lo que ese hombre decía en parte era verdad: Amaneció en la cama deAbigaíl, sin saber cómo había llegado hasta ahí. —No, yo sería incapaz—balbuceó ella, el cuerpo le temblaba, el corazón le latía con prisa. —¡Aitor!—Lo agarró del brazo.Aitor miró los ojos grandes y llenos de lágrimas de sumujer. Apretó los puños, los cerró con fuerza, los se nudillos volvieronblancos. Trató de confiar en su esposa una vez, porque la conocía desde que eraun niño, ella era inocente y de buen corazón, aunque una vez...«Pero podría ser una calumnia» pensó.—¿Tienes pruebas de lo que dices?—preguntó Aitor a la defensiva frunciendo el ceño.—Sí —respondió con firmeza aquelsujeto.Y de pronto un video apareció en una gran pantalla, y ahí seveía a Abigaíl en la habitación de la mansión Hamilton, sosteniendo relacionescon ese sujeto, se escuchaba con claridad sus gemidos, se veía su figuradesnuda.Aby se congeló en su lugar c
Sola, embarazada, repudiada por toda su familia Abigaíl Hamilton caminaba por las calles de Boston, parecía que ese día no contaba con suerte, y una torrencial lluvia empezó a caer, empapándola por completo. El hermoso vestido que escogió para darle la noticia del embarazo a su marido, quedó vuelto nada, su cabello era un desastre, y su alma se hallaba fragmentada en miles de pedazos. Y mientras transitaba sin rumbo, buscando un taxi, sintió pasos detrás de ella. Abigaíl empezó a caminar con prisa, el corazón le retumbaba con violencia, cuando se echó a correr dos hombres la interceptaron de frente, la agarraron por los brazos y la llevaron a oscuro callejón. —Danos todo lo que tengas —ordenó con voz ronca uno de aquellos sujetos, punzando una daga en el mentón de Abigaíl. La mujer temblaba, las palabras no salían de sus labios. **** Aitor, en la habitación del apartamento que compartía con Aby, miró en la alcoba aun las cosas de esa mala mujer. —Podría perdonar que me manipula
—Te ves algo pálida, ¿estás enferma? Como comprenderás no puedo contratar gente así, yo requiero a alguien que se comprometa con mi empresa.Abigaíl inspiró profundo, cerró sus párpados. —Lo entiendo, no estoy enferma, solo embarazada, pero le juro que no se va a arrepentir si me contrata, póngame a prueba. El señor Lombardi, se quedó pensativo, ¿qué podría perder? —Está bien, estás a prueba, no te pagaré el sueldo completo, solo la mitad, ¿estás de acuerdo? —Lo acepto —contestó Abigaíl, decidida a demostrar lo mejor de sí misma, y quedarse con ese empleo. Desde aquel entonces Aby dedicó su tiempo a sacar adelante a su hijo, y a trabajar muy duro para que al pequeño no le faltara nada, ya nunca más volvió a creer en el amor, cerró su corazón por completo a cualquier relación sentimental, su alma se llenó de amor maternal. **** Cinco años después. —¿Qué ocurre? —preguntó Abigaíl a su socio Piero Lombardi, lo miró con atención. —Nos han contratado para organizar la boda de un
Boston – Estados Unidos. La mirada de Aitor brilló por completo, había cerrado un trato millonario con un cliente para manejar sus inversiones. —Señor Robinson ha hecho el mejor negocio de su vida, no se va a arrepentir, al cabo de tres meses, tendrá grandes rendimientos. El hombre se puso de pie, apretó la mano de Aitor, cerrando el trato. —Confío en ti. —Se retiró. Durante este tiempo Aitor Roig había pasado dos años luchando contra aquella enfermedad, que parecía consumirlo, pero había vencido el mal, y ahora era un sobreviviente, y luego ya restablecido, regresó con su madre a Boston, y Robert Hamilton le informó que la deuda con él, había aumentado este tiempo, aquel anciano solo les había condonado los préstamos, y desde ese entonces Aitor trabajó día y noche por recuperar la posición social de su familia, y pagarle el dinero que le debía al padre de su ex esposa, no deseaba que la gente dijera que era un interesado, por lo que se empeñó en demostrar lo contrario, y ahora e
Aby cerró los ojos, pisó el acelerador a la fuerza, lo dejó ahí solo. Aitor anotó mentalmente las placas del vehículo, supo que era rentado, luego se pondría en contacto con la agencia para dar con la culpable. Abigaíl aparcó unas calles más adelante, toda ella estaba tensa, sentía un estremecimiento, no pudo evitar llorar, y no supo ni el motivo: nervios, miedo, o los recuerdos del pasado, o quizás saber que siempre la engañaron. —¿Estás bien mami? La dulce voz de su hijo la sacó del trance, y se golpeó la frente con el puño. «¡Qué imprudente fui!», se reprochó, enseguida con lágrimas en los ojos, volteó a mirar a su niño, sintiendo que el corazón amenazaba con salirse del pecho. —¿Estás bien? El pequeño asintió. —Un poco asustado, te pasaste la señal, eso no es correcto, y ese señor se veía muy enojado. Aby apretó los ojos, negó con la cabeza. —Así es, cometí un error, lo lamento. —La voz le tembló miró a su hijo con angustia, pudieron haber chocado, y ella no se hubiera p