Del mes

Cuando creyó que Lexy estaba más tranquila cogió una de sus piernas e hizo lo que deseaba desde el viaje, cuando Lexy se había negado a que probara sus pies.

Lexy estalló en risas, pero también pánico y unas cosquillas que desaparecieron cuando el hombre dibujó círculos con su lengua alrededor del dedo, metiéndole la lengua entre cada espacio. Persiguió entonces por degustar cada dedo y se rio satisfecho cuando la joven se dejó llevar por sus lamidas.

—Sabes que te gusta —susurró Joseph.

—¡Oh, por…! —gimió ella y se quedó sin aire cuando el hombre le mordisqueó el talón, clavándole los dientes sin nada de compasión.

No hubo dolor sino un plac

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